Antología de Textos
PERDONAR LAS OFENSAS
1. "La omnipotencia de Dios se manifiesta, sobre todo, en el hecho de perdonar y usar de misericordia, porque la manera de demostrar que Dios tiene el poder supremo es perdonar libremente..." (SANTO TOMAS, S.Th. I, q. 25, a. 3 ad 3), y por eso a nosotros "nada nos asemeja tanto a Dios como estar siempre dispuestos al perdón" (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 19, 7). Es, también, donde mejor se manifiesta nuestra grandeza de alma en nuestras relaciones con los demás. Y de la misma manera que Dios está dispuesto a perdonar todo de todos, nuestra capacidad de perdón no puede tener límites; ni en el número de veces ni por la magnitud de la posible ofensa: siete veces, setenta veces siete, muchas veces, siempre. Incluso en el mismo día y sobre lo mismo. Sin tener la sensación de estar haciendo algo desmesurado y extraordinario: "Esfuérzate, si es preciso, en perdonar siempre a quienes te ofendan, desde el primer instante, ya que, por grande que sea el perjuicio o la ofensa que te hagan, más te ha perdonado Dios a ti" (S. JOSEMARÍA ESCRIVA, Camino, n. 452).
2. El perdón nuestro ha de ser profundo, de corazón, como Dios nos perdona a nosotros: Perdona nuestras ofensas así corno también nosotros perdonamos a los que nos ofenden, decimos en el Padrenuestro. Y, además, perdón rápido, sin dejar que el rencor corroa el corazón, y sin humillar a la otra parte, sin adoptar gestos teatrales, sin dramatizar. A veces ni siquiera será necesario decir "te perdono", bastará sonreír, devolver la conversación, tener un detalle amable, disculpar.
3. No es necesario que ocurran grandes injurias para ejercitarnos en esta muestra de caridad_ Bastan esas cosas pequeñas que ocurren casi todos los días; pequeñas riñas en el hogar, males= contestaciones o gestos destemplados (ocasionados muchas veces por cansancio de las personas), que tienen lugar en el trabajo, en el tráfico de las grandes ciudades...
Mejor todavía si ni siquiera llegamos a tener que perdonar porque no nos sentimos ofendidos. Esto ocurrirá si hemos aprendido a disculpar y no a ser susceptibles.
Mal viviríamos nuestra vida cristiana si al menor roce se enfriase nuestra caridad y nos sintiéramos separados de los demás. El cristiano debe hacer examen para ver cómo son sus reacciones ante las molestias que la convivencia diaria lleva ordinariamente consigo. Vivir cristianamente la vida es encontrar, también en este punto, el camino de la paz y de la serenidad.
Citas de la Sagrada Escritura
Entonces se le acercó Pedro y le preguntó: Señor, ¿cuántas veces he de perdonar a mi hermano si peca contra mi? ¿Hasta siete veces? Dícele Jesús: No digo yo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Mt 18, 21-22
Por esto se asemeja el reino de los cielos a un rey que quiso tomar cuentas a sus siervos. Al comenzar a tomarlas se le presentó uno que le debía diez mil talentos. Como no tenla con qué pagar, mandó el señor que fuese vendido él, su mujer y sus hijos y todo cuanto tenla, y saldar la deuda. Entonces el siervo, cayendo de hinojos, dijo: Señor, dame espera y te lo pagaré todo. Compadecido el señor del siervo aquel, le despidió, condonándole la deuda. En saliendo de allí, aquel siervo se encontró con uno de sus compañeros que le debía cien denarios, y, agarrándole, intentaba ahogarlo al tiempo que le decía: Paga lo que debes. De hinojos le suplicaba su compañero, diciendo: Concédeme un plazo y te pagare. Pero él se negó, y le hizo encerrar en la prisión hasta que pagara la deuda. Viendo esto sus compañeros, les desagradó mucho y fueron a contar a su señor todo lo que pasaba. Entonces hízole llamar el señor y le dijo: Mal siervo, te condoné yo toda tu deuda porque me lo suplicaste. ¿No convenía, pues, que tuvieras tú piedad de tu compañero, como la tuve yo de ti? E irritado, le entregó a los torturadores hasta que pagase toda la deuda. Así hará con vosotros mi Padre celestial si no perdonare cada uno a su hermano de todo corazón. Mt 18, 23-35
Si alguno me contristó, no me contristó a mí, sino en cierto modo, para no exagerar, a todos vosotros. Bástele a ése la corrección de tantos, pues casi habríamos de perdonarle y consolarle, para que no se vea consumido por excesiva tristeza. Por eso os ruego que públicamente le ratifiquéis vuestra caridad, pues para esto os escribo, para conocer vuestra (probada) virtud, a ver si sois obedientes en todo. Y al que vosotros algo perdonéis, también le perdono yo, pues lo que yo perdono, si algo perdono, por amor vuestro lo perdono en la presencia de Cristo, para no ser víctimas de los ardides de Satanás, ya que no ignorarnos sus prop6sitos. 2Co 2, 5-1 1
Alejad de vosotros toda amargura, arrebato, cólera, gritería, blasfemia y toda malignidad. Sed mas bien unos para otros bondadosos, compasivos y perdonaos los unos a los otros, como Dios os ha perdonado en Cristo. Ef 4, 31-32
Vosotros, pues, como elegidos de Dios, santos y amados, revestíos de entrañas de misericordia, bondad, humildad, mansedumbre, longanimidad, soportándoos y perdonándoos mutuamente siempre que alguno diere a otro motivo de queja. Como el Señor os perdonó, así también perdonaos vosotros. Col 3, 12-13
Sed misericordiosos, como vuestro Padre es misericordioso. No juzguéis y no seréis juzgados; no condenéis y no seréis condenados; absolved y seréis absueltos. Lc 6, 36-37
Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Dividiendo sus vestidos, echaron suerte sobre ellos. El pueblo estaba allí mirando, y los príncipes mismos se burlaban, diciendo: A otros salvó; sálvese a si mismo si es el Mesías de Dios, el Elegido. Y le escarnecían también los soldados, que se acercaban a El ofreciéndole vinagre y diciendo: Si eres el rey de los judíos, sálvate a ti mismo. Lc 23, 34-37
Perdonar para que se nos perdone
4153 Es imposible alcanzar el perdón que pedimos de nuestros pecados si nosotros no actuamos de modo semejante con los que nos han hecho alguna ofensa. Por ello dice también en otro lugar: Con la medida con que midáis se os medirá a vosotros. Y aquel siervo del Evangelio, a quien su amo había perdonado toda la deuda y que no quiso luego perdonarla a su compañero, fue arrojado a la cárcel. Por no haber querido ser indulgente con su compañero, perdió la indulgencia que habla conseguido de su amo (SAN CIPRIANO, Trat. sobre la oración, 23-24).
4154 Quien no perdona a quien le pide perdón arrepentido de su pecado, y no le perdona de corazón, no espere en manera alguna que Dios le perdone sus pecados (SAN AGUSTÍN, en Catena Aurea, vol. 1, p. 376).
4155 Conseguiremos que tire Dios de nosotros, si nosotros, por nuestra parte, nos esforzamos por atraer a los enemigos, tomando la iniciativa a la hora de perdonarlos: Con la misma medida con que midáis, seréis medidos (Lc 6, 38) (SANTO TOMÁS, Sobre la caridad, 1. c., p. 226).
4156 Que plegue a Dios no se pierda algún alma por guardar estos negros puntos de honra sin entender en qué está la honra Y vendremos después a pensar que hemos hecho mucho si perdonamos una cosita déstas, que ni era agravio, ni injuria ni nada; y muy como quien ha hecho algo, vendremos a que nos perdone el Señor, pues hemos perdonado Dadnos, mi Dios, a entender que no nos entendemos, que venimos vacías las manos, y perdonadnos Vos por vuestra misericordia (SANTA TERESA, C. de perfección, 36, 5).
Cómo ha de ser nuestro perdón
4157 Perdonemos siempre, con la sonrisa en los labios. Hablemos claramente, sin rencor, cuando pensemos en conciencia que debemos hablar. Y dejemos todo en las manos de Nuestro Padre Dios, con un divino silencio -Iesus autem tacebat (Mt 26, 63), Jesús callaba-, si se trata de ataques personales, por brutales e indecorosos que sean Preocupémonos sólo de hacer buenas obras, que El se encargará de que brillen delante de los hombres (Mt 5, 16) (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa, 72).
4158 Hay ciertas personas de condición inferior, que se exaltan y enorgullecen cuando se les pide perdón. He aquí lo que yo aconsejo a este respecto. Puede suceder que un amo peque contra su criado. Y aunque uno sea amo y otro criado, los dos son criados de Otro, porque los dos han sido rescatados por la sangre de Cristo. No obstante, cuando el señor ha ofendido al siervo, sea reprendiéndole sin razón, sea golpeándole injustamente, parece duro obligarle a decir perdóname, porque esto no seria conveniente. Háblele con más amabilidad: esto será como si le pidiese perdón (SAN AGUSTÍN, Sermón para Cuaresma).
4159 Señor, ¿cuántas veces deberé perdonar a mi hermano? (Mt 18, 21). No encerró el Señor el perdón en un número determinado, sino que dio a entender que hay que perdonar con prontitud y siempre (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 6).
4160 Y si pecare contra ti siete veces al día... No se pone término al perdón con el número siete, sino que manda que se perdonen todos los agravios; o bien que se perdone al que se arrepiente. A veces con el número siete se indica la universalidad de cualquier cosa o tiempo (SAN BEDA, en Catena Aurea, vol. VI, p. 267).
4161 Tú estás seguro, has pesado bien los pros y los contrae, estás seguro de que es él quien ha pecado contra ti y no tú contra él. " Si –dices–, estoy seguro ". Que tu conciencia descanse tranquila en esta certeza. No vayas a buscar a tu hermano que ha pecado contra ti, para pedirle perdón; te basta con estar presto a perdonar de corazón. Si estás dispuesto a perdonar, ya has perdonado. Te queda todavía pedir a Dios por tu hermano (SAN AGUSTÍN, Sermón 211, sobre la concordia fraterna).
4162 Hay que perdonar a quienes afirman estar arrepentidos de las ofensas que nos hicieron, aunque esta actitud la adopte repetidas veces el que algo nos debe. Porque dice el Señor: Si siete veces al día peca contra ti tu hermano y siete veces se vuelve a ti diciéndote: Me arrepiento, le perdonarás (Lc 17, 4) (ORIGENES, Trat. sobre la oración, 28).
4163 Lejos de nuestra conducta, por tanto, el recuerdo de las ofensas que nos hayan hecho, de las humillaciones que hayamos padecido –por injustas, inciviles y toscas que hayan sido–, porque es impropio de un hijo de Dios tener preparado un registro, para presentar una lista de agravios (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Amigos de Dios, 309).
4164 Advertid mucho en esto, que cuando estas cosas acaecen a un alma en la oración que he dicho de contemplación perfecta, y, si se la ofrece, no la pone por obra de perdonar cualquier injuria, por grave que sea, no fíe mucho de su oración (SANTA TERESA, C. de perfección, 36, 8).
Imitemos a Jesucristo
4165 Dios a nadie aborrece y rechaza tanto como al hombre que se acuerda de la injuria, al corazón endurecido, al ánimo que conserva el enojo (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Sobre la traición de Judas, 2).
4166 Nada nos asemeja más a Dios que el estar siempre dispuestos a perdonar (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 61).