Discurso del Santo Padre

en la ceremonia de bienvenida

Aeropuerto de Manises (Valencia)

Sábado 8 de julio de 2006

Majestades,

Señor Presidente del Gobierno

y distinguidas Autoridades,

Señores Cardenales y Hermanos en el episcopado

Queridos hermanos y hermanas:

1. Con gran emoción llego hoy a Valencia, a la noble y siempre querida España, que tan gratos recuerdos me ha dejado en mis precedentes visitas para participar en Congresos y reuniones.

2. Saludo cordialmente a todos, a los que están aquí presentes y a cuantos siguen este acto por los medios de comunicación.

Agradezco a Su Majestad el Rey Don Juan Carlos su presencia aquí, junto con la Reina y, especialmente, las palabras de bienvenida que me ha dirigido en nombre del pueblo español. Expreso también mi deferente reconocimiento al Señor Presidente del Gobierno y a las demás Autoridades nacionales, autonómicas y municipales, manifestándoles mi gratitud por la colaboración prestada para la mejor realización de este V Encuentro Mundial.

Saludo con afecto a Monseñor Agustín García-Gasco, Arzobispo de Valencia, y a sus Obispos Auxiliares, así como a toda la Archidiócesis levantina que me ofrece una calurosa acogida en el marco de este Encuentro Mundial, y que estos días acompaña en el dolor a las familias que lloran por sus seres queridos, víctimas de un trágico episodio, y que se siente cercana también a los heridos.

Mis afectuosos saludos se dirigen también al Presidente del Consejo Pontificio para la Familia, cardenal Alfonso López Trujillo, así como a los demás Cardenales, al Presidente y miembros de la Conferencia Episcopal Española, a los sacerdotes, a las personas consagradas y a todos lo fieles laicos.

3. El motivo de esta esperada visita es participar en el V Encuentro Mundial de las Familias, cuyo tema es “La transmisión de la fe en la familia”. Mi deseo es proponer el papel central, para la Iglesia y la sociedad, que tiene la familia fundada en el matrimonio. Ésta es una institución insustituible según los planes de Dios, y cuyo valor fundamental la Iglesia no puede dejar de anunciar y promover, para que sea vivido siempre con sentido de responsabilidad y alegría.

4. Mi venerado predecesor y gran amigo de España, el querido Juan Pablo II, convocó este Encuentro. Movido por la misma solicitud pastoral, mañana tendré la dicha de clausurarlo con la celebración de la Santa Misa en la Ciudad de las Artes y las Ciencias.

Muy unido a todos los participantes, imploraré del Señor, por intercesión de nuestra Madre Santísima y del Apóstol Santiago, abundantes gracias para las familias de España y de todo el mundo.

¡Que el Señor bendiga copiosamente a todos vosotros y a vuestras queridas familias!