ÁNGELUS
Domingo 9 de abril de 2006
Hermanos y hermanas:
Dentro de poco una delegación de jóvenes alemanes entregará a sus coetáneos australianos la cruz de las Jornadas mundiales de la juventud. Es la cruz que el amado Juan Pablo II encomendó a los jóvenes en 1984 para que la llevaran al mundo como signo del amor de Cristo a la humanidad.
Saludo al cardenal Joachim Meisner, arzobispo de Colonia, y al cardenal George Pell, arzobispo de Sydney, que han querido estar presentes en este momento tan significativo. La entrega de la cruz, después de cada Encuentro mundial, se ha convertido en una "tradición", en el sentido propio de la palabra "traditio", una entrega muy simbólica, que se debe vivir con gran fe, comprometiéndose a realizar un camino de conversión tras las huellas de Jesús.
Esta fe nos la enseña María santísima, la primera que "creyó" y llevó su propia cruz juntamente con su Hijo, gustando después con él la alegría de la resurrección. Por eso, la cruz de los jóvenes va acompañada por un icono de la Virgen, que reproduce el de María Salus Populi Romani, venerado en la basílica de Santa María la Mayor, la más antigua basílica dedicada a la Virgen en Occidente.
La cruz y el icono mariano de las Jornadas de la juventud, después de haber hecho etapa en algunos países de África, para manifestar la cercanía de Cristo y de su Madre a las poblaciones de ese continente, probadas por numerosos sufrimientos, desde febrero del año próximo serán acogidos en diversas regiones de Oceanía, para recorrer las diócesis de Australia, llegando, por último, a Sydney en julio de 2008. Se trata de una peregrinación espiritual en la que participará toda la comunidad cristiana y especialmente los jóvenes.
Saludo a todos los peregrinos y visitantes de lengua inglesa en este domingo de Ramos, en el que aclamamos a Jesús, modelo de humildad, nuestro Mesías y Rey. En particular saludo al cardenal George Pell, arzobispo de Sydney, y a los jóvenes australianos que han venido con él. Tened la seguridad de que todos os apoyamos y acompañamos espiritualmente en vuestra preparación para acoger la Jornada mundial de la juventud de 2008. Sobre cada uno de los presentes y sobre vuestras familias invoco de Dios las bendiciones de fortaleza y sabiduría.
De corazón saludo a todos los peregrinos de lengua alemana, en particular a vosotros, queridos jóvenes, que estáis aquí para entregar, junto con el cardenal Meisner, arzobispo de Colonia, la cruz de la Jornada mundial de la juventud y el icono de la Madre de Dios a vuestros amigos australianos. Estos dos símbolos de las Jornadas mundiales de la juventud, en su recorrido a través de los países y continentes, deberán dejar una huella de la gracia para ayudar al mayor número posible de personas a encontrar el sentido de su vida. Que a todos el Espíritu Santo os otorgue y conserve una fe firme y viva, y que os infunda la alegría de testimoniar el amor de Cristo ante todos los hombres. Que el Señor os bendiga.
Saludo cordialmente a los queridos jóvenes de lengua francesa. Que la cruz de Jesús, signo del amor de Dios a la humanidad, os acompañe a lo largo de toda vuestra vida. Que sea el símbolo de la esperanza que os anima y de la fe que os hace avanzar, con la ayuda de María, por el camino de la conversión del corazón. A todos os deseo una buena Semana santa.
Saludo a los peregrinos de lengua española, particularmente a los jóvenes. Que la cruz de la Jornada mundial de la juventud sea siempre signo del amor de Cristo por la humanidad. Llevadla en vuestros corazones y mostradla a todos, especialmente a vuestros compañeros, como instrumento de salvación. Que la Virgen María os acompañe en este camino de conversión y esperanza.
Saludo con gran afecto a los jóvenes de lengua portuguesa aquí presentes. Os invito a todos a aclamar a Cristo, luz y vida de los hombres, y a escuchar con viva admiración sus palabras de paz y reconciliación: "¡Ánimo! Yo he vencido al mundo". ¡Nos vemos en Sydney, si Dios quiere! Saludo cordialmente a los polacos aquí presentes, en especial a los jóvenes. Dentro de poco, los jóvenes alemanes entregarán a sus coetáneos australianos la cruz de las Jornadas mundiales de la juventud y el icono de la Virgen María, símbolos de fe y de paz entre los pueblos. Que la cruz de Cristo transforme vuestra vida y que la Virgen, a la que os encomiendo, os acompañe siempre. Que Dios os bendiga.
Hermanos y hermanas de lengua italiana, en el hermosísimo marco de los olivos, que vemos aquí, regalados por la región de Pulla, oremos con fe al Señor para que esta cruz y este icono sean instrumentos de paz y de reconciliación entre las personas y los pueblos, e invoquemos la intercesión de la Virgen María sobre la nueva peregrinación que comienza hoy, para que sea rica en frutos.