ÁNGELUS
Domingo 2 de julio de 2006

Queridos hermanos y hermanas:

El sábado y el domingo próximos se celebrará en España, en la ciudad de Valencia, el V Encuentro mundial de las familias. El primer encuentro tuvo lugar en Roma en 1994, con ocasión del Año internacional de la familia, promovido por las Naciones Unidas. En aquella circunstancia, el amado Juan Pablo II escribió una larga y apasionada meditación sobre la familia, que dirigió en forma de "Carta" a las familias del mundo entero. A aquel primer gran encuentro de familias siguieron otros: el de Río de Janeiro en 1997; el de Roma en 2000, para el Jubileo de las familias; el de Manila en 2003, al que él no pudo acudir personalmente, pero envió un mensaje audiovisual. Es importante que también a las familias de hoy les llegue el memorable llamamiento que Juan Pablo II dirigió hace 25 años en la exhortación apostólica Familiaris Consortio: "Familia, ¡sé lo que eres!" (n. 17).

El tema del próximo Encuentro de Valencia es la transmisión de la fe en la familia. En este compromiso se inspira el lema de mi visita apostólica a esa ciudad: "Familia, vive y transmite la fe". En muchas comunidades hoy secularizadas la primera urgencia para los creyentes en Cristo es precisamente la de renovar la fe de los adultos, para que puedan comunicarla a las nuevas generaciones. Por otra parte, el camino de iniciación cristiana de los niños y de los muchachos puede ser una ocasión propicia para que los padres se acerquen de nuevo a la Iglesia y profundicen cada vez más la belleza y la verdad del Evangelio. En suma, la familia es un organismo vivo, en el que se realiza una circulación recíproca de dones. Lo importante es que no falte nunca la palabra de Dios, que mantiene viva la llama de la fe.

Con un gesto muy significativo, durante el rito del bautismo el padre o el padrino enciende una vela en el gran Cirio pascual, símbolo de Cristo resucitado, y luego, dirigiéndose a los familiares, el celebrante dice: "Que vuestro hijo, iluminado por Cristo, camine siempre como hijo de la luz". Este gesto, que encierra todo el sentido de la transmisión de la fe en la familia, para ser auténtico debe ir precedido y acompañado por el compromiso de los padres de profundizar el conocimiento de su fe, avivando su llama con la oración y la práctica asidua de los sacramentos de la Confesión y la Eucaristía.

Roguemos a la Virgen María por el éxito del próximo gran Encuentro de Valencia, y por todas las familias del mundo, para que sean auténticas comunidades de amor y de vida, en las que la llama de la fe se transmita de generación en generación.