ÁNGELUS
Domingo 3 de febrero de 2008

Queridos hermanos y hermanas:

Hoy quisiera encomendar a vuestra oración algunas intenciones. En primer lugar, recordando que ayer, fiesta litúrgica de la Presentación del Señor, celebramos la Jornada de la vida consagrada, os invito a rezar por aquellos a quienes Cristo llama a seguirlo más de cerca con una consagración especial. A estos hermanos y hermanas nuestros, que se dedican totalmente al servicio de Dios y de la Iglesia con los votos de pobreza, castidad y obediencia, va nuestra gratitud. La Virgen santísima obtenga muchas y santas vocaciones a la vida consagrada, que constituye una riqueza inestimable para la Iglesia y para el mundo.

Otra intención de oración nos la ofrece la Jornada por la vida, que se celebra hoy en Italia, y tiene como tema "Servir a la vida". Saludo y doy las gracias a cuantos se han dado cita aquí, en la plaza de San Pedro, para testimoniar su compromiso en la defensa y promoción de la vida y para reafirmar que "la civilización de un pueblo se mide según su capacidad de servir a la vida" (Mensaje de la Conferencia episcopal italiana para la XXX Jornada nacional por la vida). Cada uno, según sus posibilidades, su profesionalidad y su competencia, debe sentirse siempre impulsado a amar y servir a la vida, desde su inicio hasta su ocaso natural.

En efecto, es compromiso de todos acoger la vida humana como don que se debe respetar, tutelar y promover, mucho más cuando es frágil y necesita atención y cuidados, sea antes del nacimiento, sea en su fase terminal. Me uno a los obispos italianos para alentar a cuantos, con esfuerzo pero con alegría, sin estridencia y con gran entrega, atienden a familiares ancianos o discapacitados, y a quienes dedican regularmente parte de su tiempo para ayudar a personas de todas las edades, cuya vida está probada por numerosas y diversas formas de pobreza.

Oremos también para que la Cuaresma, que comenzará el miércoles próximo con el rito de imposición de la ceniza -que celebraré como todos los años en la basílica de Santa Sabina, en el Aventino-, sea un tiempo de auténtica conversión para todos los cristianos, llamados a un testimonio cada vez más auténtico y valiente de su fe.

Encomendemos estas intenciones de oración a la Virgen. Desde ayer hasta todo el día 11 de febrero, memoria de Nuestra Señora de Lourdes y 150° aniversario de las apariciones, se puede recibir la indulgencia plenaria, aplicable a los difuntos, con las acostumbradas condiciones -confesión, comunión y oración por las intenciones del Papa- y recogiéndose en oración ante una imagen bendita de la Virgen de Lourdes expuesta a la veneración pública. Los ancianos y los enfermos pueden lucrarla mediante el deseo del corazón.

Que María, Madre y Estrella de la esperanza, ilumine nuestros pasos y nos haga discípulos cada vez más fieles de Jesucristo.