ÁNGELUS
Domingo 27 de enero de 2013

Queridos hermanos y hermanas:

La liturgia de hoy nos presenta, juntos, dos pasajes distintos del Evangelio de Lucas. El primero (Lc1, 1-4) es el prólogo, dirigido a un tal "Teófilo"; dado que este nombre en griego significa "amigo de Dios", podemos ver en él a cada creyente que se abre a Dios y quiere conocer el Evangelio. El segundo pasaje (Lc 4, 14-21) nos presenta en cambio a Jesús, que "con la fuerza del Espíritu" entra el sábado en la sinagoga de Nazaret. Como buen observante, el Señor no se sustrae al ritmo litúrgico semanal y se une a la asamblea de sus paisanos en la oración y en la escucha de las Escrituras. El rito prevé la lectura de un texto de la Torah o de los Profetas, seguida de un comentario. Aquel día Jesús se puso en pie para hacer la lectura y encontró un pasaje del profeta Isaías que empieza así: "El Espíritu del Señor está sobre mí, / porque el Señor me ha ungido. / Me ha enviado para dar la buena noticia a los pobres" (Is 61, 1-2). Comenta Orígenes: "No es casualidad que Él abriera el rollo y encontrara el capítulo de la lectura que profetiza sobre Él, sino que también esto fue obra de la providencia de Dios" (Homilías sobre el Evangelio de Lucas, 32, 3). De hecho, Jesús, terminada la lectura, en un silencio lleno de atención, dijo: "Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír" (Lc 4, 21). San Cirilo de Alejandría afirma que el "hoy", situado entre la primera y la última venida de Cristo, está ligado a la capacidad del creyente de escuchar y enmendarse (cf. pg 69, 1241). Pero en un sentido aún más radical, es Jesús mismo "el hoy" de la salvación en la historia, porque lleva a cumplimiento la plenitud de la redención. El término "hoy", muy querido para san Lucas (cf. Lc 19, 9; Lc 23, 43), nos remite al título cristológico preferido por el mismo evangelista, esto es, "salvador" (soter). Ya en los relatos de la infancia, éste es presentado en las palabras del ángel a los pastores: "Hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor" (Lc 2, 11).

Queridos amigos, este pasaje "hoy" nos interpela también a nosotros. Ante todo nos hace pensar en nuestro modo de vivir el domingo: día de descanso y de la familia, pero antes aún día para dedicar al Señor, participando en la Eucaristía, en la que nos alimentamos del Cuerpo y Sangre de Cristo y de su Palabra de vida. En segundo lugar, en nuestro tiempo dispersivo y distraído, este Evangelio nos invita a interrogarnos sobre nuestra capacidad de escucha. Antes de poder hablar de Dios y con Dios, es necesario escucharle, y la liturgia de la Iglesia es la "escuela" de esta escucha del Señor que nos habla. Finalmente, nos dice que cada momento puede convertirse en un "hoy" propicio para nuestra conversión. Cada día (kathemeran) puede convertirse en el hoy salvífico, porque la salvación es historia que continúa para la Iglesia y para cada discípulo de Cristo. Este es el sentido cristiano del "carpe diem": aprovecha el hoy en el que Dios te llama para darte la salvación.

Que la Virgen María sea siempre nuestro modelo y nuestra guía para saber reconocer y acoger, cada día de nuestra vida, la presencia de Dios, Salvador nuestro y de toda la humanidad.