1 TESALONICENSES

Saludo (1,1-3)

Capítulo 1

1 Pablo, Silvano y Timoteo a la Iglesia de los Tesalonicenses, en Dios Padre y en el Señor Jesucristo. A vosotros, gracia y paz.

2 En todo momento damos gracias a Dios por todos vosotros y os tenemos presentes en nuestras oraciones,

3 pues sin cesar recordamos ante Dios, nuestro Padre, la actividad de vuestra fe, el esfuerzo de vuestro amor y la firmeza de vuestra esperanza en Jesucristo nuestro Señor.

CUERPO EPISTOLAR (1,4-5,24)
Recuerdos y acción de gracias

La comunidad de Tesalónica

4 Bien sabemos, hermanos amados de Dios, que él os ha elegido,

5 pues cuando os anuncié nuestro evangelio, no fue solo de palabra, sino también con la fuerza del Espíritu Santo y con plena convicción. Sabéis cómo nos comportamos entre vosotros para vuestro bien.

6 Y vosotros seguisteis nuestro ejemplo y el del Señor, acogiendo la Palabra en medio de una gran tribulación, con la alegría del Espíritu Santo.

7 Así llegasteis a ser un modelo para todos los creyentes de Macedonia y de Acaya.

8 No solo ha resonado la palabra del Señor en Macedonia y en Acaya desde vuestra comunidad, sino que además vuestra fe en Dios se ha difundido por doquier, de modo que nosotros no teníamos necesidad de explicar nada,

9 ya que ellos mismos cuentan los detalles de la visita que os hicimos: cómo os convertisteis a Dios, abandonando los ídolos, para servir al Dios vivo y verdadero,

10 y vivir aguardando la vuelta de su Hijo Jesús desde el cielo, a quien ha resucitado de entre los muertos y que nos libra del castigo futuro.

Comportamiento de Pablo en Tesalónica

Capítulo 2

1 Vosotros, hermanos, sabéis muy bien que nuestra visita no fue inútil;

2 a pesar de los sufrimientos e injurias padecidos en Filipos, que ya conocéis, apoyados en nuestro Dios, tuvimos valor para predicaros el Evangelio de Dios en medio de fuerte oposición.

3 Nuestra exhortación no procedía de error o de motivos turbios, ni usaba engaños,

4 sino que, en la medida en que Dios nos juzgó aptos para confiarnos el Evangelio, así lo predicamos: no para contentar a los hombres, sino a Dios, que juzga nuestras intenciones.

5 Bien sabéis vosotros que nunca hemos actuado ni con palabras de adulación ni por codicia disimulada, Dios es testigo,

6 ni pretendiendo honor de los hombres, ni de vosotros, ni de los demás,

7 aunque, como apóstoles de Cristo, podíamos haberos hablado con autoridad; por el contrario, nos portamos con delicadeza entre vosotros, como una madre que cuida con cariño de sus hijos.

8 Os queríamos tanto que deseábamos entregaros no solo el Evangelio de Dios, sino hasta nuestras propias personas, porque os habíais ganado nuestro amor.

9 Recordad, hermanos, nuestros esfuerzos y fatigas; trabajando día y noche para no ser gravosos a nadie, proclamamos entre vosotros el Evangelio de Dios.

10 Vosotros sois testigos, y Dios también, de que nuestro proceder con vosotros, los creyentes, fue leal, recto e irreprochable;

11 sabéis perfectamente que, lo mismo que un padre con sus hijos,

12 nosotros os exhortábamos a cada uno de vosotros, os animábamos y os urgíamos a llevar una vida digna de Dios, que os ha llamado a su reino y a su gloria.

Nueva acción de gracias por los tesalonicenses

13 Por tanto, también nosotros damos gracias a Dios sin cesar, porque, al recibir la palabra de Dios, que os predicamos, la acogisteis no como palabra humana, sino, cual es en verdad, como palabra de Dios que permanece operante en vosotros los creyentes.

14 Efectivamente, vosotros, hermanos, seguisteis el ejemplo de las iglesias de Dios que están en Judea, en Cristo Jesús, pues también vosotros habéis sufrido de vuestros propios compatriotas exactamente lo mismo que ellos de los judíos,

15 que mataron al Señor Jesús y a los profetas, y nos persiguieron a nosotros; estos no agradan a Dios y son enemigos de todo el mundo;

16 impiden que hablemos a los gentiles para que se salven, colmando en todo tiempo la medida de sus pecados; pero la ira descargó sobre ellos hasta el extremo.

17 Por nuestra parte, hermanos, al vernos separados de vosotros por breve tiempo, físicamente, no con el corazón, redoblamos los esfuerzos para ir a veros personalmente, tan ardiente era nuestro deseo;

18 porque nos propusimos haceros una visita, y, en particular, yo, Pablo, una y otra vez, pero Satanás nos lo impidió.

19 Al fin y al cabo, ¿quién, sino vosotros, puede ser nuestra esperanza, nuestra alegría y nuestra honrosa corona ante nuestro Señor cuando venga?

20 Sí, vosotros sois nuestra gloria y alegría.

Timoteo visita la comunidad e informa a Pablo

* Capítulo 3

1 Por eso, no pudiendo aguantar más, preferimos quedarnos solos en Atenas

2 y enviamos a Timoteo, hermano nuestro y colaborador de Dios en el Evangelio de Cristo, para afianzaros y alentaros en vuestra fe,

3 de modo que ninguno titubease en las dificultades presentes; pues sabéis bien que esa es nuestra condición.

4 Cuando estábamos con vosotros, os decíamos ya que nos esperaban dificultades, y sabéis que así ocurrió.

5 Por ello, no pudiendo aguantar más, lo envié para que se informara de cómo andaba vuestra fe, pues temía que os hubiera tentado el tentador y que nuestro trabajo hubiera resultado inútil.

6 Ahora Timoteo acaba de llegar de ahí y nos ha traído buenas noticias de vuestra fe y vuestro amor, añadiendo que seguís manteniendo siempre buen recuerdo de nosotros y que tenéis tantas ganas de vernos como nosotros de veros a vosotros.

7 Por eso, hermanos, nos hemos sentido animados por vuestra fe en medio de todos nuestros aprietos y luchas.

8 Ahora sí que vivimos, sabiendo que os mantenéis fieles al Señor.

9 ¿Cómo podremos dar gracias a Dios por vosotros, por tanta alegría como gozamos delante de Dios por causa vuestra?

10 Noche y día pedimos insistentemente veros cara a cara y completar lo que falta a vuestra fe.

11 Que Dios nuestro Padre y nuestro Señor Jesús nos allanen el camino para ir a vosotros.

12 En cuanto a vosotros, que el Señor os colme y os haga rebosar de amor mutuo y de amor a todos, lo mismo que nosotros os amamos a vosotros;

13 y que afiance así vuestros corazones, de modo que os presentéis ante Dios, nuestro Padre, santos e irreprochables en la venida de nuestro Señor Jesús con todos sus santos.

Enseñanzas sobre varios temas

La comunidad en espera de la venida del Señor

Capítulo 4

1 Por lo demás, hermanos, os rogamos y exhortamos en el Señor Jesús: ya habéis aprendido de nosotros cómo comportarse para agradar a Dios; pues comportaos así y seguid adelante.

2 Pues ya conocéis las instrucciones que os dimos, en nombre del Señor Jesús.

3 Esta es la voluntad de Dios: vuestra santificación, que os apartéis de la impureza,

4 que cada uno de vosotros trate su cuerpo con santidad y respeto,

5 no dominado por la pasión, como hacen los gentiles que no conocen a Dios.

6 Y que en este asunto nadie pase por encima de su hermano ni se aproveche con engaño, porque el Señor venga todo esto, como ya os dijimos y os aseguramos:

7 Dios no nos ha llamado a una vida impura, sino santa.

8 Por tanto, quien esto desprecia, no desprecia a un hombre, sino a Dios, que os ha dado su Espíritu Santo.

9 Acerca del amor fraterno, no hace falta que os escriba, porque Dios mismo os ha enseñado a amaros los unos a los otros;

10 y así lo hacéis con todos los hermanos de Macedonia. Sin embargo os exhortamos, hermanos, a seguir progresando:

11 esforzaos por vivir con tranquilidad, ocupándoos de vuestros asuntos y trabajando con vuestras propias manos, como os lo tenemos mandado,

12 para que os comportéis honestamente con los no cristianos y no tengáis necesidad de nadie.

Aclaraciones sobre la venida del Señor

13 Hermanos, no queremos que ignoréis la suerte de los difuntos para que no os aflijáis como los que no tienen esperanza.

14 Pues si creemos que Jesús murió y resucitó, de igual modo Dios llevará con él, por medio de Jesús, a los que han muerto.

15 Esto es lo que os decimos apoyados en la palabra del Señor: nosotros, los que quedemos hasta la venida del Señor, no precederemos a los que hayan muerto;

16 pues el mismo Señor, a la voz del arcángel y al son de la trompeta divina, descenderá del cielo, y los muertos en Cristo resucitarán en primer lugar;

17 después nosotros, los que vivamos, los que quedemos, seremos llevados con ellos entre nubes al encuentro del Señor, por los aires. Y así estaremos siempre con el Señor.

18 Consolaos, pues, mutuamente con estas palabras.

Capítulo 5

1 En lo referente al tiempo y a las circunstancias no necesitáis que os escriba,

2 pues vosotros sabéis perfectamente que el Día del Señor llegará como un ladrón en la noche.

3 Cuando estén diciendo: «paz y seguridad», entonces, de improviso, les sobrevendrá la ruina, como los dolores de parto a la que está encinta, y no podrán escapar.

4 Pero vosotros, hermanos, no vivís en tinieblas, de forma que ese día os sorprenda como un ladrón;

5 porque todos sois hijos de la luz e hijos del día; no somos de la noche ni de las tinieblas.

6 Así, pues, no nos entreguemos al sueño como los demás, sino estemos en vela y vivamos sobriamente.

7 Los que duermen, de noche duermen; los que se emborrachan, de noche se emborrachan.

8 En cambio nosotros, que somos del día, vivamos sobriamente, revestidos con la coraza de la fe y del amor, y teniendo como casco la esperanza de la salvación.

9 Porque Dios no nos ha destinado al castigo, sino a obtener la salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo,

10 que murió por nosotros para que, despiertos o dormidos, vivamos con él.

11 Por eso, animaos mutuamente y edificaos unos a otros, como ya lo hacéis.

Exhortación conclusiva

12 Os rogamos, hermanos, que apreciéis el esfuerzo de los que trabajan entre vosotros cuidando de vosotros por el Señor y amonestándoos.

13 Mostradles toda estima y amor por su trabajo. Mantened la paz entre vosotros.

14 Os exhortamos, hermanos, a que amonestéis a los indisciplinados, animéis a los apocados, sostengáis a los débiles y seáis pacientes con todos.

15 Mirad que nadie devuelva a otro mal por mal; esmeraos siempre en haceros el bien unos a otros y a todos.

16 Estad siempre alegres.

17 Sed constantes en orar.

18 Dad gracias en toda ocasión: esta es la voluntad de Dios en Cristo Jesús respecto de vosotros.

19 No apaguéis el espíritu,

20 no despreciéis las profecías.

21 Examinadlo todo; quedaos con lo bueno.

22 Guardaos de toda clase de mal.

23 Que el mismo Dios de la paz os santifique totalmente, y que todo vuestro espíritu, alma y cuerpo, se mantenga sin reproche hasta la venida de nuestro Señor Jesucristo.

24 El que os llama es fiel, y él lo realizará.

CONCLUSIÓN (5,25-28)

25 Hermanos, orad también por nosotros.

26 Saludad a todos los hermanos con el beso santo.

27 Os conjuro por el Señor a que leáis esta carta a todos los hermanos.

28 La gracia de nuestro Señor Jesucristo esté con vosotros.