2 TESALONICENSES

INTRODUCCIÓN (1,1-4)

Saludo

Capítulo 1

1 Pablo, Silvano y Timoteo a la Iglesia de los Tesalonicenses en Dios, nuestro Padre, y en el Señor Jesucristo.

2 A vosotros gracia y paz de parte de Dios Padre y del Señor Jesucristo.

Acción de gracias

3 Debemos dar continuas gracias a Dios por vosotros, hermanos, como es justo, pues vuestra fe crece vigorosamente y sigue aumentando el amor mutuo de todos y cada uno de vosotros.

4 Esto hace que nos mostremos orgullosos de vosotros ante las iglesias de Dios por vuestra paciencia y vuestra fe en medio de todas las persecuciones y tribulaciones que estáis soportando.

CUERPO EPISTOLAR (1,5-3,15)
Sentido de las tribulaciones en la comunidad

5 Así se pone de manifiesto el justo juicio divino, de manera que lleguéis a ser dignos del reino de Dios, por el cual padecéis;

6 pues es justo a los ojos de Dios retribuir con tribulaciones a los que os atribulan;

7 en cambio, concederos a vosotros, los que pasáis tribulación, el debido descanso, juntamente con nosotros, cuando el Señor Jesús se revele desde el cielo con sus poderosos ángeles,

8 en medio de un fuego llameante, para hacer justicia contra los que se niegan a reconocer a Dios y contra los que no obedecen al Evangelio de nuestro Señor Jesús;

9 estos sufrirán el castigo de una ruina definitiva, lejos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder,

10 cuando, en aquel día, venga a manifestar su gloria entre sus santos y a provocar la admiración entre todos los creyentes; pues vosotros creísteis nuestro testimonio.

11 Por esto, oramos continuamente por vosotros, para que nuestro Dios os haga dignos de la vocación y con su poder lleve a término todo propósito de hacer el bien y la tarea de la fe.

12 De este modo, el nombre de nuestro Señor Jesús será glorificado en vosotros y vosotros en él, según la gracia de nuestro Dios y del Señor Jesucristo.

Instrucciones sobre la venida del Señor

Capítulo 2

1 A propósito de la venida de nuestro Señor Jesucristo y de nuestra reunión con él, os rogamos, hermanos,

2 que no perdáis fácilmente la cabeza ni os alarméis por alguna revelación, rumor o supuesta carta nuestra, como si el día del Señor estuviera encima.

3 Que nadie en modo alguno os engañe.
Primero tiene que llegar la apostasía y manifestarse el hombre de la impiedad, el hijo de la perdición,

4 el que se enfrenta y se pone por encima de todo lo que se llama Dios o es objeto de culto, hasta instalarse en el templo de Dios, proclamándose él mismo Dios.

5 ¿No recordáis que, estando aún con vosotros, os hablaba de esto?

6 Sabéis lo que ahora lo retiene, para que se manifieste a su debido tiempo.

7 Porque el misterio de la iniquidad está ya en acción; apenas se quite de en medio el que por el momento lo retiene,

8 entonces se manifestará el impío, a quien el Señor Jesús destruirá con el soplo de su boca y aniquilará con su venida majestuosa.

9 La venida del impío tendrá lugar, por obra de Satanás, con ostentación de poder, con señales y prodigios falsos,

10 y con todo tipo de maldad para los que se pierden, contra aquellos que no han aceptado el amor de la verdad que los habría salvado.

11 Por eso, Dios les manda un poder seductor, que los incita a creer la mentira;

12 así, todos los que no creyeron en la verdad y aprobaron la injusticia, recibirán sentencia condenatoria.

Los creyentes ante estas situaciones

13 Nosotros, en cambio, debemos dar continuas gracias a Dios por vosotros, hermanos amados del Señor, porque Dios os escogió los primeros para la salvación mediante la santificación del Espíritu y la fe en la verdad.

14 Dios os llamó por medio de nuestro Evangelio para que lleguéis a adquirir la gloria de nuestro Señor Jesucristo.

15 Así, pues, hermanos, manteneos firmes y conservad las tradiciones que habéis aprendido de nosotros, de viva voz o por carta.

16 Que el mismo Señor nuestro, Jesucristo, y Dios, nuestro Padre, que nos ha amado y nos ha regalado un consuelo eterno y una esperanza dichosa,

17 consuele vuestros corazones y os dé fuerza para toda clase de palabras y obras buenas.

Capítulo 3

1 Por lo demás, hermanos, orad por nosotros, para que la palabra del Señor siga avanzando y sea glorificada, como lo fue entre vosotros,

2 y para que nos veamos libres de la gente perversa y malvada, porque la fe no es de todos.

3 El Señor, que es fiel, os dará fuerzas y os librará del Maligno.

4 En cuanto a vosotros, estamos seguros en el Señor de que ya cumplís y seguiréis cumpliendo todo lo que os hemos mandado.

5 Que el Señor dirija vuestros corazones hacia el amor de Dios y la paciencia en Cristo.

Advertencias a la comunidad

6 En nombre del Señor Jesucristo, os mandamos, hermanos, que os apartéis de todo hermano que lleve una vida desordenada y no conforme con la tradición que recibió de nosotros.

7 Ya sabéis vosotros cómo tenéis que imitar nuestro ejemplo: No vivimos entre vosotros sin trabajar,

8 no comimos de balde el pan de nadie, sino que con cansancio y fatiga, día y noche, trabajamos a fin de no ser una carga para ninguno de vosotros.

9 No porque no tuviéramos derecho, sino para daros en nosotros un modelo que imitar.

10 Además, cuando estábamos entre vosotros, os mandábamos que si alguno no quiere trabajar, que no coma.

11 Porque nos hemos enterado de que algunos viven desordenadamente, sin trabajar, antes bien metiéndose en todo.

12 A esos les mandamos y exhortamos, por el Señor Jesucristo, que trabajen con sosiego para comer su propio pan.

13 Por vuestra parte, hermanos, no os canséis de hacer el bien.

14 Si alguno no hace caso de lo que decimos en la carta, señaladlo y no tratéis con él, para que se avergüence.

15 Pero no lo consideréis como un enemigo, sino corregidlo como a un hermano.

CONCLUSIÓN (3,16-18)

16 Que el mismo Señor de la paz os dé la paz siempre y en todo lugar.
El Señor esté con todos vosotros.

17 El saludo va de mi mano, Pablo; esta es la contraseña en toda carta; esta es mi letra.

18 La gracia de nuestro Señor Jesucristo esté con todos vosotros.