ÉXODO

LA LIBERACIÓN DE EGIPTO (1,1-15,21)
Opresión de los israelitas

Los descendientes de Jacob en Egipto

* Capítulo 1

1 Estos son los nombres de los hijos de Israel que fueron a Egipto con Jacob, cada uno con su familia:

2 Rubén, Simeón, Leví, Judá,

3 Isacar, Zabulón, Benjamín,

4 Dan, Neftalí, Gad, Aser.

5 Los descendientes de Jacob eran, en total, setenta personas. José ya estaba en Egipto.

6 Después murió José y sus hermanos y toda aquella generación,

7 pero los hijos de Israel crecían y se propagaban, se multiplicaban y se hacían fuertes en extremo, e iban llenando la tierra.

8 Surgió en Egipto un faraón nuevo que no había conocido a José,

9 y dijo a su pueblo: «Mirad, el pueblo de los hijos de Israel es más numeroso y fuerte que nosotros:

10 obremos astutamente contra él, para que no se multiplique más; no vaya a declararse una guerra y se alíe con nuestros enemigos, nos ataque y después se marche del país».

11 Así pues, nombraron capataces que los oprimieran con cargas, en la construcción de las ciudades granero, Pitón y Ramsés.

12 Pero cuanto más los oprimían, ellos crecían y se propagaban más, de modo que los egipcios sintieron aversión hacia los israelitas.

13 Los egipcios esclavizaron a los hijos de Israel con crueldad

14 y les amargaron su vida con el duro trabajo del barro y de los ladrillos y con toda clase de faenas del campo; los esclavizaron con trabajos crueles.

15 Además, el rey de Egipto dijo a las comadronas hebreas, una de las cuales se llamaba Sifrá y otra Puá:

16 «Cuando asistáis a las hebreas, y les llegue el momento del parto: si es niño, lo matáis; si es niña, la dejáis con vida».

17 Pero las comadronas temían a Dios y no hicieron lo que les había ordenado el rey de Egipto, sino que dejaban con vida a los recién nacidos.

18 Entonces, el rey de Egipto llamó a las comadronas y las interrogó: «¿Por qué obráis así y dejáis con vida a los niños?».

19 Contestaron las comadronas al faraón: «Es que las mujeres hebreas no son como las egipcias: son robustas y dan a luz antes de que lleguen las comadronas».

20 Dios premió a las comadronas y el pueblo crecía y se hacía muy fuerte.

21 Y a las comadronas, como temían a Dios, también les dio familia.

22 Entonces el faraón ordenó a todo su pueblo: «Cuando nazca un niño, echadlo al Nilo; si es niña, dejadla con vida».

Nacimiento e infancia de Moisés

Capítulo 2

1 Un hombre de la tribu de Leví se casó con una mujer de la misma tribu.

2 Ella concibió y dio a luz un niño. Viendo que era hermoso, lo tuvo escondido tres meses.

3 Pero, no pudiendo tenerlo escondido por más tiempo, tomó una cesta de mimbre, la embadurnó de barro y pez, colocó en ella a la criatura y la depositó entre los juncos, junto a la orilla del Nilo.

4 Una hermana del niño observaba a distancia para ver en qué paraba todo aquello.

5 La hija del faraón bajó a bañarse en el Nilo, mientras sus criadas la seguían por la orilla del río. Al descubrir ella la cesta entre los juncos, mandó una criada a recogerla.

6 La abrió, miró dentro y encontró un niño llorando. Conmovida comentó: «Es un niño de los hebreos».

7 Entonces la hermana del niño dijo a la hija del faraón: «¿Quieres que vaya a buscarle una nodriza hebrea que críe al niño?».

8 Respondió la hija del faraón: «Vete». La muchacha fue y llamó a la madre del niño.

9 La hija del faraón le dijo: «Llévate al niño y críamelo, y yo te pagaré». La mujer tomó al niño y lo crió.

10 Cuando creció el muchacho, se lo llevó a la hija del faraón, que lo adoptó como hijo y lo llamó Moisés, diciendo: «lo he sacado del agua».

Juventud de Moisés y huida a Madián

11 Pasaron los años. Un día, cuando Moisés ya era mayor, fue a donde estaban sus hermanos y los encontró transportando cargas. Y vio cómo un egipcio mataba a un hebreo, uno de sus hermanos.

12 Miró a un lado y a otro y, viendo que no había nadie, mató al egipcio y lo enterró en la arena.

13 Al día siguiente salió y encontró a dos hebreos riñendo y dijo al culpable: «¿Por qué golpeas a tu compañero?».

14 Él le contestó: «¿Quién te ha nombrado jefe y juez nuestro? ¿Es que pretendes matarme como mataste al egipcio?». Moisés se asustó y pensó: «Seguro que saben lo ocurrido».

15 Cuando el faraón se enteró del hecho, buscó a Moisés para matarlo.
Pero Moisés huyó del faraón y se refugió en la tierra de Madián. Allí se sentó junto a un pozo.

16 El sacerdote de Madián tenía siete hijas, que salían a sacar agua y a llenar los abrevaderos para abrevar el rebaño de su padre.

17 Llegaron unos pastores e intentaron echarlas. Entonces Moisés se levantó, defendió a las muchachas y abrevó su rebaño.

18 Ellas volvieron a casa de su padre Reuel, que les preguntó: «¿Cómo habéis vuelto hoy tan pronto?».

19 Contestaron: «Un egipcio nos ha librado de los pastores, nos ha sacado agua y ha abrevado el rebaño».

20 Dijo él a sus hijas: «¿Dónde está?, ¿cómo lo habéis dejado marchar? Llamadlo para que venga a comer».

21 Moisés accedió a vivir con aquel hombre, que le dio a su hija Séfora por esposa.

22 Ella dio a luz a un niño y Moisés lo llamó Guersón, diciendo: «Soy emigrante en tierra extranjera».

23 Al cabo de muchos años, murió el rey de Egipto. Los hijos de Israel se quejaban de la esclavitud y clamaron. Sus gritos, desde la esclavitud, subieron a Dios;

24 y Dios escuchó sus quejas y se acordó de su alianza con Abrahán, Isaac y Jacob.

25 Dios se fijó en los hijos de Israel y se les apareció.

Revelación del Señor y vocación de Moisés

Capítulo 3

1 Moisés pastoreaba el rebaño de su suegro Jetró, sacerdote de Madián. Llevó el rebaño trashumando por el desierto hasta llegar a Horeb, la montaña de Dios.

2 El ángel del Señor se le apareció en una llamarada entre las zarzas. Moisés se fijó: la zarza ardía sin consumirse.

3 Moisés se dijo: «Voy a acercarme a mirar este espectáculo admirable, a ver por qué no se quema la zarza».

4 Viendo el Señor que Moisés se acercaba a mirar, lo llamó desde la zarza: «Moisés, Moisés». Respondió él: «Aquí estoy».

5 Dijo Dios: «No te acerques; quítate las sandalias de los pies, pues el sitio que pisas es terreno sagrado».

6 Y añadió: «Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob». Moisés se tapó la cara, porque temía ver a Dios.

7 El Señor le dijo: «He visto la opresión de mi pueblo en Egipto y he oído sus quejas contra los opresores; conozco sus sufrimientos.

8 He bajado a librarlo de los egipcios, a sacarlo de esta tierra, para llevarlo a una tierra fértil y espaciosa, tierra que mana leche y miel, la tierra de los cananeos, hititas, amorreos, perizitas, heveos y jebuseos.

9 El clamor de los hijos de Israel ha llegado a mí y he visto cómo los tiranizan los egipcios.

10 Y ahora marcha, te envío al faraón para que saques a mi pueblo, a los hijos de Israel».

11 Moisés replicó a Dios: «¿Quién soy yo para acudir al faraón o para sacar a los hijos de Israel de Egipto?».

12 Respondió Dios: «Yo estoy contigo; y esta es la señal de que yo te envío: cuando saques al pueblo de Egipto, daréis culto a Dios en esta montaña».

13 Moisés replicó a Dios: «Mira, yo iré a los hijos de Israel y les diré: “El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros". Si ellos me preguntan: “¿Cuál es su nombre?", ¿qué les respondo?».

14 Dios dijo a Moisés: «“Yo soy el que soy"; esto dirás a los hijos de Israel: “Yo soy" me envía a vosotros».

15 Dios añadió: «Esto dirás a los hijos de Israel: “El Señor, Dios de vuestros padres, el Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob, me envía a vosotros. Este es mi nombre para siempre: así me llamaréis de generación en generación"».

16 «Vete, reúne a los ancianos de Israel y diles: El Señor Dios de vuestros padres se me ha aparecido, el Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob, y me ha dicho: “He observado atentamente cómo os tratan en Egipto

17 y he decidido sacaros de la opresión egipcia y llevaros a la tierra de los cananeos, hititas, amorreos, perizitas, heveos y jebuseos, a una tierra que mana leche y miel".

18 Ellos te harán caso; y tú, con los ancianos de Israel, te presentarás al rey de Egipto y le diréis: “El Señor, Dios de los hebreos, nos ha salido al encuentro y ahora nosotros tenemos que hacer un viaje de tres jornadas por el desierto para ofrecer sacrificios al Señor nuestro Dios".

19 Yo sé que el rey de Egipto no os dejará marchar ni a la fuerza;

20 pero yo extenderé mi mano y heriré a Egipto con prodigios que haré en medio de él, y entonces os dejará marchar.

21 Haré que este pueblo alcance el favor de los egipcios, de modo que cuando partáis, no salgáis con las manos vacías.

22 Cada mujer pedirá a su vecina y a la dueña de su casa objetos de plata, objetos de oro y vestidos, que pondréis a vuestros hijos y a vuestras hijas. Así despojaréis a los egipcios».

Capítulo 4

1 Moisés respondió: «Mira que no me creerán ni me harán caso, pues dirán: “No se te ha aparecido el Señor"».

2 El Señor le dijo: «¿Qué tienes en tu mano?». «Un bastón», respondió él.

3 El Señor le dijo: «Tíralo al suelo». Él lo tiró al suelo y se convirtió en una serpiente; y Moisés huyó de ella.

4 El Señor dijo a Moisés: «Échale mano y agárrala por la cola». Moisés le echó mano y, al agarrarla, se convirtió en bastón en su mano.

5 «Así creerán que se te ha aparecido el Señor, el Dios de sus padres, el Dios de Abrahán, Dios de Isaac y Dios de Jacob».

6 El Señor le dijo aún: «Mete tu mano en el seno». Metió él la mano en su seno y, al sacarla, su mano estaba leprosa, blanca como la nieve.

7 Entonces le dijo: «Vuelve tu mano a tu seno». Él volvió su mano a su seno y, al sacarla, estaba como el resto de su cuerpo.

8 «Si no te creen ni te hacen caso al primer signo, te creerán al segundo.

9 Y si tampoco te creen ni hacen caso a estos dos signos, toma agua del Nilo y derrámala en el suelo seco; y el agua que hayas tomado del río se convertirá en sangre en el suelo seco».

10 Pero Moisés dijo al Señor: «¡Por favor, Señor mío! Yo nunca he sido un hombre con facilidad de palabra, ni siquiera después de que tú has hablado con tu siervo, pues soy torpe de boca y de lengua».

11 El Señor le dijo: «¿Quién dio la boca al hombre? ¿Quién lo hace mudo o sordo, vidente o ciego? ¿No soy yo, el Señor?

12 Ahora pues, ve: yo estaré con tu boca y te enseñaré lo que has de decir».

13 Insistió Moisés: «¡Por favor, Señor mío! Envía al que quieras».

14 Entonces se encendió la ira del Señor contra Moisés y le dijo: «¿No está ahí tu hermano Aarón, el levita? Sé que él habla bien; además, él saldrá a tu encuentro y se alegrará de corazón al verte.

15 Tú le hablarás y pondrás las palabras en su boca. Yo estaré con tu boca y con su boca, y os enseñaré lo que tenéis que hacer.

16 Él hablará por ti al pueblo, él será tu boca y tú serás su dios.

17 Toma en tu mano ese bastón, con el que realizarás los signos».

Vuelta de Moisés a Egipto

18 Moisés regresó a casa de Jetró, su suegro, y le dijo: «Permíteme volver a mis hermanos que están en Egipto para ver si aún viven». Jetró le respondió: «Vete en paz».

19 El Señor dijo a Moisés en Madián: «Anda, vuelve a Egipto, porque han muerto todos los que te buscaban para matarte».

20 Moisés tomó a su mujer y a su hijo, los montó en un asno y regresó a la tierra de Egipto. Moisés tomó en su mano el bastón de Dios.

21 El Señor dijo a Moisés: «Cuando vuelvas a Egipto, fíjate en todos los signos que yo he puesto en tus manos y realízalos ante el faraón. Yo endureceré su corazón y no dejará salir al pueblo.

22 Y dirás al faraón: “Así dice el Señor: Israel es mi hijo primogénito.

23 Yo te digo: Deja salir a mi hijo para que me dé culto. Si te niegas a dejarlo salir, yo daré muerte a tu hijo primogénito"».

24 Por el camino, en una posada, el Señor le salió al encuentro para darle muerte.

25 Séfora tomó entonces un pedernal, cortó el prepucio de su hijo, lo aplicó a las partes de Moisés y dijo: «Ciertamente eres mi esposo de sangre».

26 Y el Señor lo dejó cuando ella dijo «esposo de sangre», debido a la circuncisión.

27 El Señor dijo a Aarón: «Vete al desierto al encuentro de Moisés». Él fue, lo encontró en la montaña de Dios y lo besó.

28 Moisés contó a Aarón todas las palabras que el Señor le había encomendado y todos los signos que le había mandado realizar.

29 Luego Moisés y Aarón fueron y reunieron a todos los ancianos de los hijos de Israel.

30 Aarón refirió todas las palabras que el Señor había dicho a Moisés y realizó los signos ante el pueblo.

31 El pueblo creyó y, al oír que el Señor había visitado a los hijos de Israel y había visto su aflicción, se inclinaron y se postraron.
Entrevista con el faraón, maltrato de Israel y queja de Moisés al Señor

* Capítulo 5

1 Moisés y Aarón se presentaron al faraón y le dijeron: «Así dice el Señor, el Dios de Israel: “Deja salir a mi pueblo, para que celebre una fiesta en mi honor en el desierto"».

2 Respondió el faraón: «¿Quién es el Señor para que tenga que obedecerle dejando marchar a Israel? No conozco al Señor ni dejaré marchar a Israel».

3 Replicaron ellos: «El Dios de los hebreos se nos ha aparecido: tenemos que hacer un viaje de tres jornadas por el desierto, para ofrecer sacrificios al Señor, nuestro Dios, de lo contrario nos herirá con peste o espada».

4 El rey de Egipto les dijo: «¿Por qué, Moisés y Aarón, soliviantáis al pueblo en su trabajo? Volved a vuestras tareas».

5 Y añadió el faraón: «Ahora que son más numerosos que los naturales de la tierra, ¿queréis que dejen sus tareas?».

6 Aquel día el faraón ordenó a los capataces y a los inspectores:

7 «No volváis a proveer de paja al pueblo para fabricar adobes, como hacíais antes; que ellos vayan y se busquen la paja.

8 Pero les exigiréis la misma cantidad de adobes que hacían antes, sin disminuir nada. Son unos holgazanes y por eso andan gritando: “Vamos a ofrecer sacrificios a nuestro Dios".

9 Imponedles un trabajo pesado y que lo cumplan; y no hagáis caso de palabras engañosas».

10 Los capataces y los inspectores salieron y dijeron al pueblo: «Así dice el faraón: “No os proveeré de paja.

11 Id vosotros a recogerla donde la encontréis. Pero vuestra tarea no disminuirá en nada"».

12 El pueblo se dispersó por toda la tierra de Egipto para recoger paja.

13 Los capataces les apremiaban, diciendo: «Completad vuestro trabajo, la tarea de cada día, como cuando se os daba paja».

14 Y golpeaban a los inspectores israelitas, que habían sido nombrados por los capataces del faraón, diciendo: «¿Por qué ni ayer ni hoy habéis completado vuestra cantidad de adobes, como antes?».

15 Entonces, los inspectores israelitas fueron a reclamar al faraón y le dijeron: «¿Por qué tratas así a tus siervos?

16 No se provee de paja a tus siervos y encima nos exigen que hagamos adobes; golpean a tus siervos y tu pueblo tiene la culpa».

17 Contestó el faraón: «¡Holgazanes! Eso es lo que sois, unos holgazanes. Por eso andáis diciendo: “Vamos a ofrecer sacrificios al Señor".

18 Y ahora, id a trabajar; no se os proveerá de paja, pero produciréis la misma cantidad de adobes».

19 Los inspectores israelitas se vieron en un aprieto cuando les dijeron: «No disminuirá vuestra cantidad diaria de adobes»;

20 y, encontrando a Moisés y a Aarón, que los esperaban a la salida del palacio del faraón,

21 les dijeron: «El Señor os examine y os juzgue; nos habéis hecho odiosos al faraón y a su corte; le habéis puesto en la mano una espada para que nos mate».

22 Entonces Moisés volvió al Señor y le dijo: «Señor, ¿por qué maltratas a este pueblo? ¿Por qué me has enviado?

23 Desde que me presenté al faraón para hablar en tu nombre, él maltrata a este pueblo y tú no haces nada para librar a tu pueblo».

Respuesta del Señor y misión de Moisés

Capítulo 6

1 El Señor respondió a Moisés: «Ahora verás lo que voy a hacer al faraón, pues en virtud de una mano fuerte los dejará marchar; más aún, debido a una mano fuerte los expulsará de su tierra».

2 Dios habló a Moisés y le dijo: «Yo soy el Señor.

3 Yo me aparecí a Abrahán, Isaac y Jacob como “Dios todopoderoso", pero no les di a conocer mi nombre: “El Señor".

4 Además, concerté alianza con ellos, para darles la tierra de Canaán, tierra donde habían residido como emigrantes.

5 Yo también escuché las quejas de los hijos de Israel, esclavizados por los egipcios, y me acordé de la alianza;

6 por tanto, diles a los hijos de Israel: “Yo soy el Señor y os sacaré de los duros trabajos de Egipto, os rescataré de vuestra esclavitud, os redimiré con brazo extendido y con grandes juicios.

7 Os adoptaré como pueblo mío y seré vuestro Dios; para que sepáis que yo soy el Señor vuestro Dios, que os saca de los duros trabajos de Egipto.

8 Os llevaré a la tierra que prometí con juramento a Abrahán, Isaac y Jacob, y os la daré en posesión: Yo, el Señor"».

9 Moisés comunicó esto a los hijos de Israel, pero no le hicieron caso porque estaban agobiados por el durísimo trabajo.

10 El Señor dijo a Moisés:

11 «Ve al faraón, rey de Egipto, y dile que deje salir de su tierra a los hijos de Israel».

12 Moisés se dirigió al Señor en estos términos: «Si los hijos de Israel no me hacen caso, ¿cómo me hará caso el faraón, a mí que soy torpe de palabra?».

13 El Señor habló a Moisés y a Aarón, les dio órdenes para el faraón, rey de Egipto, y para los hijos de Israel, a fin de sacar de la tierra de Egipto a los hijos de Israel.

14 Estos son los cabezas de familia:
Hijos de Rubén, primogénito de Israel: Henoc, Palú, Jesrón y Carmí; estos son los descendientes de Rubén.

15 Hijos de Simeón: Jemuel, Jamín, Oad, Jaquín, Sojar y Saúl, hijo de la cananea; estos son los descendientes de Simeón.

16 Y estos son los nombres de los hijos de Leví por linajes: Guersón, Queat y Merarí. Leví vivió ciento treinta y siete años.

17 Hijos de Guersón: Libní y Semey con sus descendientes.

18 Hijos de Queat: Amrán, Yisar, Hebrón y Uziel. Queat vivió ciento treinta y tres años.

19 Hijos de Merarí: Majli y Musí. Tales son los descendientes de los levitas, por sus linajes.

20 Amrán tomó por mujer a Jocabed, pariente suya; ella dio a luz a Aarón y a Moisés. Amrán vivió ciento treinta y siete años.

21 Hijos de Yisar: Córaj, Nefeg y Zicrí.

22 Hijos de Uziel: Misael, Elsafán y Sitrí.

23 Aarón tomó por mujer a Isabel, hija de Aminadab, hermana de Najsón; ella dio a luz a Nadab, Abiú, Eleazar e Itamar.

24 Hijos de Córaj: Asir, Elcaná y Abiasaf; estos son los descendientes de los corajtas.

25 Eleazar, hijo de Aarón, tomó por mujer a una de las hijas de Putiel; ella dio a luz a Pinjás.
Tales son los cabeza de familia de los levitas, según sus descendientes.

26 Fue a Aarón y Moisés a quienes dijo el Señor: «Sacad a los hijos de Israel de la tierra de Egipto, por legiones».

27 Estos son los que hablaron al faraón, rey de Egipto, para sacar a los hijos de Israel de Egipto: Moisés y Aarón.

28 Cuando el Señor habló a Moisés en la tierra de Egipto,

29 le dijo: «Yo soy el Señor. Transmite al faraón, rey de Egipto, todo lo que yo te digo». Y Moisés respondió al Señor: «Soy torpe de palabra, ¿cómo me va a hacer caso el faraón?».

Capítulo 7

1 El Señor dijo a Moisés: «Mira, te hago ser un dios para el faraón; y Aarón, tu hermano, será tu profeta.

2 Tú dirás todo lo que yo te mande y Aarón dirá al faraón que deje salir a los hijos de Israel de su tierra.

3 Yo endureceré el corazón del faraón y multiplicaré mis signos y prodigios contra la tierra de Egipto.

4 El faraón no os hará caso, pero yo extenderé mi mano contra Egipto y sacaré de la tierra de Egipto con grandes castigos a mis escuadrones, a mi pueblo, los hijos de Israel;

5 y así sabrán los egipcios que yo soy el Señor cuando extienda mi mano contra Egipto y saque a los hijos de Israel de en medio de ellos».

6 Moisés y Aarón hicieron así; hicieron exactamente como el Señor les había mandado.

7 Moisés tenía ochenta años y Aarón ochenta y tres, cuando hablaron al faraón.

Confrontación del Señor con el faraón. Las plagas

El bastón maravilloso

8 El Señor dijo a Moisés y a Aarón:

9 «Cuando os diga el faraón que hagáis algún prodigio, le dirás a Aarón: “Toma tu bastón y tíralo delante del faraón, y se convertirá en una serpiente"».

10 Moisés y Aarón se presentaron al faraón e hicieron lo que el Señor les había mandado. Aarón tiró el bastón delante del faraón y sus ministros, y se convirtió en una serpiente.

11 El faraón llamó a sus sabios y hechiceros, y los magos de Egipto hicieron lo mismo con sus encantamientos:

12 cada uno tiró su bastón, y se convirtieron en serpientes; pero el bastón de Aarón se tragó los otros bastones.

13 Sin embargo, el corazón del faraón se endureció y no les hizo caso, como había anunciado el Señor.

Primera plaga: el agua del Nilo

14 El Señor dijo a Moisés: «El corazón del faraón se ha obstinado; se niega a dejar marchar al pueblo.

15 Preséntate al faraón por la mañana, cuando salga al río, y espéralo a la orilla del Nilo, llevando en tu mano el bastón que se convirtió en serpiente.

16 Dile: “El Señor, el Dios de los hebreos, me ha enviado a ti con este encargo: Deja salir a mi pueblo, para que me rinda culto en el desierto; pero hasta ahora no has hecho caso.

17 Así dice el Señor: “En esto conocerás que yo soy el Señor: con el bastón que llevo en la mano golpearé el agua del Nilo y se convertirá en sangre.

18 Los peces del Nilo morirán, el río apestará y los egipcios no podrán beber el agua del Nilo"».

19 El Señor dijo a Moisés: «Dile a Aarón: Toma tu bastón y extiende la mano sobre las aguas de Egipto: sobre sus ríos, canales, estanques y aljibes, y el agua se convertirá en sangre. Y habrá sangre por todo Egipto: en las vasijas de madera y en las de piedra».

20 Moisés y Aarón hicieron lo que el Señor les había mandado. Levantó el bastón y golpeó el agua del Nilo a la vista del faraón y de su corte. Toda el agua del Nilo se convirtió en sangre.

21 Los peces del Nilo murieron, el río apestaba y los egipcios no podían beber agua del Nilo. Y hubo sangre por toda la tierra de Egipto.

22 Los magos de Egipto hicieron lo mismo con sus encantamientos, de modo que el corazón del faraón se obstinó y no les hizo caso, como había anunciado el Señor.

23 El faraón se volvió y entró en su palacio, sin tomar en serio la cosa.

24 Los egipcios cavaban a los lados del Nilo buscando agua de beber, pues no podían beber el agua del Nilo.

25 Y se cumplieron siete días desde que el Señor mandó golpear el Nilo.

Segunda plaga: ranas

26 El Señor dijo a Moisés: «Preséntate al faraón y dile: “Así dice el Señor: Deja marchar a mi pueblo para que me rinda culto.

27 Si te niegas a dejarlo marchar, yo infestaré toda tu tierra de ranas.

28 Pulularán las ranas en el Nilo, saltarán y se meterán en tu palacio, en tu alcoba y en tu lecho, en las casas de tus servidores y entre tu pueblo, en tus hornos y artesas.

29 Saltarán, pues, las ranas sobre ti, sobre tu pueblo y sobre tus servidores"».

Capítulo 8

1 El Señor dijo a Moisés: «Di a Aarón: Extiende tu mano con el bastón sobre los ríos, los canales y los estanques y haz saltar las ranas por toda la tierra de Egipto».

2 Aarón extendió su mano sobre las aguas de Egipto; saltaron las ranas y cubrieron la tierra de Egipto.

3 Pero lo mismo hicieron los magos con sus encantamientos; hicieron saltar las ranas sobre la tierra de Egipto.

4 El faraón llamó a Moisés y Aarón, y les dijo: «Rogad al Señor que aleje las ranas de mí y de mi pueblo, y dejaré marchar al pueblo para que ofrezca sacrificios al Señor».

5 Moisés respondió al faraón: «Dígnate indicarme cuándo he de rogar por ti, por tus siervos y por tu pueblo, para que aleje las ranas de ti y de tu palacio, y queden solo en el Nilo».

6 «Mañana», respondió él. Moisés le dijo: «Será según tu palabra, para que sepas que no hay otro como el Señor nuestro Dios.

7 Las ranas se alejarán de ti, de tu palacio, de tus servidores y de tu pueblo y quedarán solo en el Nilo».

8 Moisés y Aarón salieron del palacio del faraón y Moisés suplicó al Señor acerca de las ranas, como había acordado con el faraón.

9 El Señor obró conforme a la súplica de Moisés, y murieron las ranas en las casas, en los patios y en los campos.

10 Las reunieron en montones y la tierra apestaba.

11 Pero viendo el faraón que había un respiro, se obstinó y no les hizo caso, como había anunciado el Señor.

Tercera plaga: mosquitos

12 Dijo, pues, el Señor a Moisés: «Dile a Aarón: Extiende tu bastón y golpea el polvo del suelo y se convertirá en mosquitos por toda la tierra de Egipto».

13 Así lo hicieron: Aarón extendió su mano y con el bastón golpeó el polvo del suelo; y aparecieron mosquitos que atacaban a hombres y animales. Todo el polvo del suelo se convirtió en mosquitos por toda la tierra de Egipto.

14 Los magos pretendieron hacer lo mismo sacando mosquitos con sus encantamientos, pero no pudieron. Hubo, pues, mosquitos, que atacaban a hombres y animales.

15 Los magos dijeron al faraón: «Es el dedo de Dios». Pero se endureció el corazón del faraón y no les hizo caso, como había anunciado el Señor.

Cuarta plaga: tábanos

16 El Señor dijo a Moisés: «Levántate de buena mañana y preséntate al faraón cuando salga hacia el río y dile: Así dice el Señor: “Deja marchar a mi pueblo para que me rinda culto.

17 Si no dejas marchar a mi pueblo, enviaré tábanos contra ti, contra tus servidores, tu pueblo y tus casas, y se llenarán de tábanos las casas de los egipcios y las tierras donde habitan.

18 Pero ese día trataré con distinción la región de Gosén, donde habita mi pueblo, para que no haya allí tábanos, a fin de que sepas que yo soy el Señor en medio de la tierra.

19 Así haré distinción entre mi pueblo y el tuyo. Mañana ocurrirá este signo"».

20 El Señor lo hizo así y un enjambre de tábanos invadió el palacio del faraón y la casa de sus servidores; en toda la tierra de Egipto, la tierra estaba infestada de tábanos.

21 El faraón llamó a Moisés y a Aarón y les dijo: «Id y ofreced sacrificios a vuestro Dios en esta tierra».

22 Pero Moisés respondió: «No podemos hacer eso, porque los sacrificios que hemos de ofrecer al Señor nuestro Dios son una abominación para los egipcios. Si sacrificáramos delante mismo de los egipcios lo que ellos consideran una abominación, seguramente nos lapidarían.

23 Tenemos que ir tres jornadas por el desierto, para ofrecer sacrificios al Señor nuestro Dios, como nos ha ordenado».

24 El faraón contestó: «Yo os dejaré marchar para que ofrezcáis sacrificios en el desierto al Señor vuestro Dios, a condición de que no os alejéis demasiado. Rogad por mí».

25 Moisés respondió: «Apenas salga de tu presencia, yo rogaré al Señor y mañana se alejarán los tábanos del faraón, de sus servidores y de su pueblo, con tal que el faraón no me engañe más, no dejando al pueblo que vaya a ofrecer sacrificios al Señor».

26 Salió Moisés de la presencia del faraón y rogó al Señor.

27 El Señor hizo lo que Moisés pedía, y alejó los tábanos del faraón, de sus servidores y de su pueblo hasta no quedar ni uno.

28 Pero también esta vez se obcecó el faraón y no dejó marchar al pueblo.

Quinta plaga: peste

Capítulo 9

1 El Señor dijo a Moisés: «Preséntate al faraón y dile: Así dice el Señor, el Dios de los hebreos: Deja marchar a mi pueblo para que me rinda culto,

2 pues si te niegas a dejarlo marchar y lo sigues reteniendo,

3 la mano del Señor golpeará a tus ganados del campo –los caballos, los asnos, los camellos, las vacas y las ovejas– con una peste horrible.

4 Pero el Señor hará distinción entre el ganado de Israel y el ganado de Egipto, y no morirá ni una res de los hijos de Israel.

5 El Señor marcó un plazo, diciendo: Mañana cumplirá el Señor esta palabra contra la tierra».

6 Al día siguiente cumplió el Señor su palabra y murió todo el ganado de Egipto, mientras que no murió ni una res del ganado de los hijos de Israel.

7 El faraón mandó averiguar y, en efecto, no había muerto ni una res del ganado de Israel. Pero el corazón del faraón se endureció y no dejó marchar al pueblo.

Sexta plaga: úlceras

8 El Señor dijo a Moisés y a Aarón: «Tomad un puñado de ceniza del horno, y que Moisés lo avente hacia el cielo en presencia del faraón.

9 Se convertirá en polvo sobre toda la tierra de Egipto y producirá úlceras y llagas en hombres y ganados por toda la tierra de Egipto».

10 Tomaron, pues, ceniza del horno y, en presencia del faraón, Moisés lo aventó hacia el cielo y los hombres y los ganados se cubrieron de úlceras y llagas.

11 Los magos no pudieron permanecer ante Moisés a causa de las úlceras, que les afectaron como a todos los demás egipcios.

12 Pero el Señor hizo que el faraón se obstinase y no les hiciese caso, como había anunciado a Moisés.

Séptima plaga: tormenta

13 El Señor dijo a Moisés: «Madruga por la mañana, preséntate al faraón y dile: Así dice el Señor, el Dios de los hebreos: “Deja salir a mi pueblo para que me rinda culto,

14 porque esta vez voy a mandar todas mis plagas contra ti, tus servidores y tu pueblo, para que sepas que no hay nadie como yo en toda la tierra.

15 Pues si hubiera alargado mi mano y os hubiera herido de peste a ti y a tu pueblo, ahora ya habríais desaparecido de la tierra.

16 Pero te he dejado con vida para mostrarte mi poder y para que se proclame mi nombre en toda la tierra.

17 Aún te alzas como un muro frente a mi pueblo para no dejarlo marchar;

18 pues mira, mañana a estas horas haré caer una granizada tan fuerte como no la ha habido en Egipto desde su fundación hasta hoy.

19 Ahora, manda recoger tu ganado y cuanto tienes en el campo, pues sobre todos los hombres y ganados que se encuentren en el campo y no sean recogidos en casa caerá el granizo y los matará"».

20 Los servidores del faraón que temieron la palabra del Señor recogieron en casa a sus esclavos y ganados,

21 mas los que no hicieron caso de la palabra del Señor dejaron en el campo a sus esclavos y ganados.

22 El Señor dijo a Moisés: «Extiende tu mano hacia el cielo, y caerá granizo en toda la tierra de Egipto: sobre los hombres, los ganados y sobre toda la hierba del campo en Egipto».

23 Moisés extendió su bastón hacia el cielo y el Señor lanzó truenos, granizo y rayos a la tierra. El Señor desencadenó una lluvia de granizo sobre la tierra de Egipto.

24 El granizo, con los rayos formados entre el granizo, fue tan fuerte que jamás se había visto algo semejante en la tierra de Egipto desde que comenzó a ser nación.

25 El granizo golpeó en toda la tierra de Egipto cuanto había en el campo, desde los hombres hasta los ganados. Machacó también el granizo toda la hierba del campo y tronchó todos los árboles del campo.

26 Solo en la región de Gosén, donde habitaban los hijos de Israel, no hubo granizo.

27 Entonces el faraón mandó llamar a Moisés y a Aarón y les dijo: «Esta vez he obrado mal; el Señor es justo, mientras yo y mi pueblo somos culpables.

28 Rogad al Señor que ya basta de truenos y granizo. Yo os dejaré marchar y no os retendré más».

29 Moisés le respondió: «Cuando salga de la ciudad, extenderé mis manos hacia el Señor y cesarán los truenos y no habrá más granizo, para que sepas que del Señor es la tierra.

30 Aunque sé que tú y tus servidores no teméis aún al Señor Dios».

31 (El lino y la cebada se estropearon, pues la cebada estaba en espiga y el lino estaba floreciendo.

32 El trigo y la espelta no se estropearon, por ser tardíos).

33 Moisés salió de la presencia del faraón y de la ciudad, y extendió sus manos hacia el Señor; cesaron los truenos y el granizo, y la lluvia dejó de caer sobre la tierra.

34 Viendo el faraón que habían cesado la lluvia, el granizo y los truenos, volvió a obrar mal y se obstinó de nuevo, él y sus servidores.

35 Se obstinó, pues, el faraón y no dejó marchar a los hijos de Israel, como había dicho el Señor por medio de Moisés.

Octava plaga: langostas

* Capítulo 10

1 El Señor dijo a Moisés: «Preséntate al faraón, porque yo he endurecido su corazón y el de sus servidores, para realizar mis signos en medio de ellos,

2 y para que puedas contar a tus hijos y nietos cómo manejé a Egipto y los signos que realicé en medio de ellos. Así sabréis que yo soy el Señor».

3 Moisés y Aarón se presentaron al faraón y le dijeron: «Así dice el Señor, el Dios de los hebreos: “¿Hasta cuándo te negarás a humillarte ante mí? Deja marchar a mi pueblo para que me rinda culto.

4 Si te niegas a dejar marchar a mi pueblo, mañana traeré la langosta sobre tu territorio;

5 cubrirá la superficie de la tierra, de modo que esta no pueda verse. Devorará todo el resto que se salvó de la granizada y comerá todo árbol que crece en vuestros campos.

6 Abarrotarán tus casas, las casas de todos tus servidores y de todos los egipcios; algo que no vieron tus padres ni tus abuelos desde que poblaron la tierra hasta hoy"». Moisés dio media vuelta y salió de la presencia del faraón.

7 Los servidores del faraón le dijeron: «¿Hasta cuándo va a ser ese una trampa para nosotros? Deja marchar a esa gente para que rinda culto al Señor su Dios. ¿Aún no te das cuenta de que Egipto se está arruinando?».

8 Hicieron, pues, volver a Moisés y a Aarón ante el faraón, que les dijo: «Id a rendir culto al Señor vuestro Dios; pero decidme ¿quiénes van a ir?».

9 Moisés respondió: «Iremos con nuestros niños y nuestros ancianos, con nuestros hijos y nues-tras hijas, con nuestras ovejas y nuestras vacas, pues hemos de celebrar la fiesta del Señor».

10 Él les contestó: «¡Así esté el Señor con vosotros, como que yo os deje salir con vuestros pequeños! ¡A la vista están vuestras malas intenciones!

11 No; marchad si queréis solo los hombres y rendid culto al Señor, pues eso es lo que pedíais». Y los echaron de la presencia del faraón.

12 El Señor dijo a Moisés: «Extiende tu mano sobre la tierra de Egipto y que venga la langosta e invada la tierra de Egipto y devore toda la hierba de la tierra y cuanto quedó del granizo».

13 Moisés extendió su bastón sobre la tierra de Egipto y el Señor hizo soplar el viento del Este sobre la tierra todo el día y toda la noche. Al amanecer, el viento del Este había traído la langosta.

14 La langosta invadió toda la tierra de Egipto y se posó en todo el territorio egipcio; fue tal la cantidad de langostas que nunca la había habido ni la habrá.

15 Cubrió toda la superficie de la tierra, ennegreciendo el territorio; devoró toda la hierba de la tierra y todos los frutos de los árboles que habían quedado del granizo.

16 El faraón se apresuró a llamar a Moisés y a Aarón, y dijo: «He pecado contra el Señor vuestro Dios y contra vosotros.

17 Ahora, perdonad mi pecado, solo por esta vez, y rogad al Señor vuestro Dios que aparte de mí esta plaga mortal».

18 Moisés salió de la presencia del faraón y rogó al Señor.

19 El Señor cambió la dirección del viento, que sopló con fuerza del Poniente y se llevó la langosta arrojándola en el mar Rojo. No quedó ni una langosta en todo el territorio de Egipto.

20 Pero el Señor endureció el corazón del faraón y este no dejó marchar a los hijos de Israel.

Novena plaga: tinieblas

21 El Señor dijo a Moisés: «Extiende tu mano hacia el cielo, y haya tinieblas sobre la tierra de Egipto, una oscuridad palpable».

22 Moisés extendió su mano hacia el cielo y una densa oscuridad cubrió la tierra de Egipto durante tres días.

23 No se veían unos a otros ni se movieron de su sitio durante tres días, mientras que todos los hijos de Israel tenían luz en sus poblados.

24 El faraón llamó a Moisés y dijo: «Id a ofrecer culto al Señor; también los niños pueden ir con vosotros, pero dejad las ovejas y las vacas».

25 Respondió Moisés: «Tienes que dejarnos llevar víctimas para los sacrificios y holocaustos que hemos de ofrecer al Señor nuestro Dios.

26 También el ganado tiene que venir con nosotros, sin quedar ni una res, pues de ello tenemos que ofrecer al Señor, nuestro Dios, y no sabemos qué hemos de ofrecer al Señor hasta que lleguemos allá».

27 Pero el Señor hizo que el faraón se obstinara en no dejarlos marchar.

28 El faraón, pues, le dijo: «Sal de mi presencia y cuidado con volver a presentarte; si te vuelvo a ver, morirás inmediatamente».

29 Respondió Moisés: «Lo que tú dices: no volveré a presentarme ante ti».

Anuncio de la décima plaga

* Capítulo 11

1 El Señor dijo a Moisés: «Todavía tengo que enviar una plaga al faraón y a Egipto, tras lo cual os dejará marchar de aquí; más aún, os expulsará definitivamente de aquí.

2 Habla al pueblo: que cada hombre pida a su vecino y cada mujer a su vecina utensilios de plata y oro».

3 El Señor hizo que el pueblo se ganase el favor de los egipcios. Moisés era también muy estimado en la tierra de Egipto por los servidores del faraón y por el pueblo.

4 Dijo Moisés: «Así dice el Señor: A medianoche yo pasaré por medio de Egipto.

5 Morirán en la tierra de Egipto todos los primogénitos: desde el primogénito del faraón que se sienta en su trono hasta el primogénito de la sierva que atiende al molino, y todos los primogénitos del ganado.

6 Y se oirá un inmenso clamor en la tierra de Egipto como nunca lo ha habido ni lo habrá.

7 Mientras que a los hijos de Israel ni un perro les ladrará, ni a los hombres ni a las bestias; para que sepan que el Señor distingue entre Egipto e Israel.

8 Entonces todos estos servidores tuyos acudirán a mí y se postrarán ante mí, diciendo: “Sal con el pueblo que te sigue". Entonces saldré». Y, encendido en cólera, salió de la presencia del faraón.

9 Después dijo el Señor a Moisés: «El faraón no os hará caso y así se multiplicarán mis prodigios en la tierra de Egipto».

10 Moisés y Aarón hicieron todos estos prodigios en presencia del faraón; pero el Señor hizo que el faraón se obstinara en no dejar marchar a los hijos de Israel de su tierra.

La salida de Egipto

La Pascua

* Capítulo 12

1 Dijo el Señor a Moisés y a Aarón en tierra de Egipto:

2 «Este mes será para vosotros el principal de los meses; será para vosotros el primer mes del año.

3 Decid a toda la asamblea de los hijos de Israel: “El diez de este mes cada uno procurará un animal para su familia, uno por casa.

4 Si la familia es demasiado pequeña para comérselo, que se junte con el vecino más próximo a su casa, hasta completar el número de personas; y cada uno comerá su parte hasta terminarlo.

5 Será un animal sin defecto, macho, de un año; lo escogeréis entre los corderos o los cabritos.

6 Lo guardaréis hasta el día catorce del mes y toda la asamblea de los hijos de Israel lo matará al atardecer".

7 Tomaréis la sangre y rociaréis las dos jambas y el dintel de la casa donde lo comáis.

8 Esa noche comeréis la carne, asada a fuego, y comeréis panes sin fermentar y hierbas amargas.

9 No comeréis de ella nada crudo, ni cocido en agua, sino asado a fuego: con cabeza, patas y vísceras.

10 No dejaréis restos para la mañana siguiente; y si sobra algo, lo quemaréis.

11 Y lo comeréis así: la cintura ceñida, las sandalias en los pies, un bastón en la mano; y os lo comeréis a toda prisa, porque es la Pascua, el Paso del Señor.

12 Yo pasaré esta noche por la tierra de Egipto y heriré a todos los primogénitos de la tierra de Egipto, desde los hombres hasta los ganados, y me tomaré justicia de todos los dioses de Egipto. Yo, el Señor.

13 La sangre será vuestra señal en las casas donde habitáis. Cuando yo vea la sangre, pasaré de largo ante vosotros, y no habrá entre vosotros plaga exterminadora, cuando yo hiera a la tierra de Egipto.

14 Este será un día memorable para vosotros; en él celebraréis fiesta en honor del Señor. De generación en generación, como ley perpetua lo festejaréis.

Los ácimos

15 Durante siete días comeréis panes ácimos; el día primero haréis desaparecer de vuestras casas toda levadura, pues el que coma algo fermentado, del primero al séptimo día, será excluido de Israel.

16 El día primero hay asamblea santa, y lo mismo el día séptimo: no trabajaréis en ellos; solamente prepararéis lo que haga falta a cada uno para comer.

17 Observaréis la fiesta de los Ácimos, porque este mismo día saqué yo vuestras legiones de la tierra de Egipto. Observad ese día, de generación en generación, como ley perpetua.

18 En el primer mes, desde el día catorce por la tarde al día veintiuno por la tarde, comeréis panes ácimos.

19 Durante siete días, no habrá levadura en vuestras casas, pues quien coma algo fermentado será excluido de la asamblea de Israel, sea emigrante o indígena.

20 No comeréis nada fermentado; comeréis panes ácimos en todos vuestros poblados».

Prescripciones de Moisés

21 Moisés llamó a todos los ancianos de los hijos de Israel y les dijo: «Escogeos una res por familia e inmolad la Pascua.

22 Tomad un manojo de hisopo, mojadlo en la sangre del plato y untad de sangre el dintel y las dos jambas; y que ninguno de vosotros salga por la puerta de casa hasta la mañana siguiente.

23 El Señor va a pasar hiriendo a Egipto, pero cuando vea la sangre en el dintel y las jambas, el Señor pasará de largo y no permitirá al exterminador entrar en vuestras casas para herir.

24 Cumplid esta palabra: es ley perpetua para vosotros y vuestros hijos.

25 Y, cuando entréis en la tierra que el Señor os va a dar, según lo prometido, y observéis este rito,

26 si vuestros hijos os preguntan: “¿Qué significa este rito para vosotros?",

27 les responderéis: “Es el sacrificio de la Pascua del Señor, que pasó junto a las casas de los hijos de Israel en Egipto, hiriendo a los egipcios y protegiendo nuestras casas"». Entonces, el pueblo se inclinó y se postró.

28 Los hijos de Israel fueron y pusieron por obra lo que el Señor había mandado a Moisés y a Aarón.

Décima plaga: muerte de los primogénitos. Salida de los israelitas

29 A medianoche el Señor hirió de muerte a todos los primogénitos de la tierra de Egipto: desde el primogénito del faraón, que se sienta en el trono, hasta el primogénito del preso encerrado en el calabozo; y todos los primogénitos de los animales.

30 Aquella noche se levantó el faraón, sus servidores y todos los egipcios, y se oyó un clamor inmenso en todo Egipto, pues no había casa en que no hubiera un muerto.

31 El faraón llamó a Moisés y Aarón de noche y les dijo: «Levantaos, salid de en medio de mi pueblo, vosotros con todos los hijos de Israel, id a ofrecer culto al Señor, como habéis pedido.

32 Llevaos también las ovejas y las vacas, como habéis dicho; marchad y rogad por mí».

33 Los egipcios urgían al pueblo para que saliese cuanto antes de la tierra, pues decían: «Moriremos todos».

34 El pueblo recogió la masa sin fermentar y, envolviendo las artesas en mantas, se las cargaron al hombro.

35 Además, los hijos de Israel hicieron lo que Moisés les había mandado: pidieron a los egipcios utensilios de plata y de oro, y ropa.

36 El Señor hizo que el pueblo se ganara el favor de los egipcios, que les dieron lo que pedían. Así despojaron a Egipto.

37 Los hijos de Israel marcharon de Ramsés hacia Sucot: eran seiscientos mil hombres de a pie, sin contar los niños.

38 Además, les seguía una multitud inmensa, con ovejas y vacas, y una enorme cantidad de ganado.

39 Cocieron la masa que habían sacado de Egipto en forma de panes ácimos, pues aún no había fermentado, porque los egipcios los echaban y no los dejaban detenerse. Tampoco se llevaron provisiones.

40 La estancia de los hijos de Israel en Egipto duró cuatrocientos treinta años.

41 Cumplidos los cuatrocientos treinta años, el mismo día, salieron de Egipto las legiones del Señor.

42 Fue la noche en que veló el Señor para sacarlos de la tierra de Egipto. Será la noche de vela, en honor del Señor, para los hijos de Israel por todas las generaciones.

Normas sobre la Pascua

43 El Señor dijo a Moisés y a Aarón: «Esta es la ley de la pascua: ningún extranjero la comerá.

44 Circuncida a los esclavos que te hayas adquirido y solo entonces podrán comerla.

45 Ni el emigrante ni el jornalero la comerán.

46 Se ha de comer en una sola casa: no sacarás fuera nada de la casa y no le romperás ningún hueso.

47 La comunidad entera de los hijos de Israel la celebrará.

48 Y, si algún emigrante que vive contigo quiere celebrar la Pascua del Señor, se circuncidará y solo entonces podrá participar en ella, pues será como un indígena; pero ningún incircunciso podrá comerla.

49 La misma instrucción vale para el indígena y para el emigrante que vive con vosotros».

50 Todos los hijos de Israel obraron así. Hicieron exactamente lo que el Señor mandó a Moisés y a Aarón.

51 Aquel mismo día, el Señor sacó de la tierra de Egipto a los hijos de Israel, por escuadrones.

Los primogénitos y los ácimos

Capítulo 13

1 El Señor dijo a Moisés:

2 «Conságrame todo primogénito; todo primer parto entre los hijos de Israel, sea de hombre o de ganado, es mío».

3 Moisés dijo al pueblo: «Recuerda este día en que salisteis de Egipto, de la casa de esclavitud, pues con mano fuerte os sacó el Señor de aquí; no comeréis pan fermentado.

4 Salís hoy, en el mes de abib.

5 Cuando el Señor te haya introducido en la tierra de los cananeos, los hititas, los amorreos, los heveos y los jebuseos, tierra que juró a tus padres darte, una tierra que mana leche y miel, celebrarás en este mes el siguiente rito:

6 durante siete días comerás ácimos y el día séptimo será fiesta en honor del Señor.

7 Durante estos siete días se comerá pan ácimo y no se verá pan fermentado ni levadura en todo tu territorio.

8 Ese día se lo explicarás a tu hijo así: “Esto es por lo que el Señor hizo por mí cuando salí de Egipto".

9 Y será para ti como señal sobre tu brazo y como recordatorio en tu frente, para que tengas en tu boca la instrucción del Señor, porque con mano fuerte te sacó el Señor de Egipto.

10 Observarás este mandato, año tras año, a su debido tiempo».

11 «Cuando el Señor te introduzca en la tierra de los cananeos, como juró a ti y a tus padres, y te la haya entregado,

12 consagrarás al Señor todos los primogénitos: el primer parto de tu ganado, si es macho, pertenece al Señor.

13 Pero la primera cría de asno la rescatarás con un cordero; si no la rescatas, la desnucarás. Rescatarás siempre a los primogénitos de los hombres.

14 Y cuando el día de mañana tu hijo te pregunte: “¿Qué significa esto?", le responderás: “Con mano fuerte nos sacó el Señor de Egipto, de la casa de esclavitud.

15 Como el faraón se había obstinado en no dejarnos salir, el Señor dio muerte a todos los primogénitos de la tierra de Egipto, desde el primogénito del hombre al del ganado. Por eso yo sacrifico al Señor todo primogénito macho del ganado. Pero a los primogénitos de los hombres los rescato.

16 Esto será como señal sobre tu brazo y signo en la frente de que con mano fuerte nos sacó el Señor de Egipto"».

Desde Sucot hasta Etán

17 Cuando el faraón dejó marchar al pueblo, Dios no los guió por el camino de la tierra de los filisteos, aunque es el más corto, pues dijo: «No sea que, al verse atacado, el pueblo se arrepienta y se vuelva a Egipto».

18 Dios hizo que el pueblo diese un rodeo por el desierto hacia el mar Rojo. Pero los hijos de Israel habían salido de Egipto pertrechados.

19 Moisés tomó consigo los huesos de José, pues este había hecho jurar solemnemente a los hijos de Israel: «Cuando el Señor os visite, os llevaréis mis huesos de aquí».

20 Partieron de Sucot y acamparon en Etán, al borde del desierto.

21 El Señor caminaba delante de los israelitas: de día, en una columna de nubes, para guiarlos por el camino; y de noche, en una columna de fuego, para alumbrarlos; para que pudieran caminar día y noche.

22 No se apartaba de delante del pueblo ni la columna de nube, de día, ni la columna de fuego, de noche.

El paso del mar

* Capítulo 14

1 El Señor dijo a Moisés:

2 «Di a los hijos de Israel que se vuelvan y acampen en Piajirot, entre Migdal y el mar, frente a Baalsefón. Acampad allí, mirando al mar.

3 El faraón pensará: “Los hijos de Israel andan errantes por el país, el desierto les cierra el paso".

4 Haré que el faraón se obstine en perseguiros y mostraré mi gloria derrotando al faraón y a su ejército; para que sepan los egipcios que soy el Señor». Y así lo hicieron.

5 Cuando comunicaron al rey de Egipto que el pueblo había escapado, el faraón y sus servidores cambiaron de parecer sobre el pueblo y se dijeron: «¿Qué hemos hecho? Hemos dejado escapar a Israel de nuestro servicio».

6 Hizo, pues, preparar un carro y tomó consigo sus tropas:

7 tomó seiscientos carros escogidos y los demás carros de Egipto con sus correspondientes oficiales.

8 El Señor hizo que el faraón, rey de Egipto, se obstinase en perseguir a los hijos de Israel, mientras estos salían triunfantes.

9 Los egipcios los persiguieron con todos los caballos y los carros del faraón, con sus jinetes y su ejército, y les dieron alcance mientras acampaban en Piajirot, frente a Baalsefón.

10 Al acercarse el faraón, los hijos de Israel alzaron la vista y vieron a los egipcios que avanzaban detrás de ellos, quedaron sobrecogidos de miedo y gritaron al Señor.

11 Dijeron a Moisés: «¿No había sepulcros en Egipto para que nos hayas traído a morir en el desierto?; ¿qué nos has hecho sacándonos de Egipto?

12 ¿No te lo decíamos en Egipto: “Déjanos en paz y serviremos a los egipcios, pues más nos vale servir a los egipcios que morir en el desierto?"».

13 Moisés respondió al pueblo: «No temáis; estad firmes y veréis la victoria que el Señor os va a conceder hoy: esos egipcios que estáis viendo hoy, no los volveréis a ver jamás.

14 El Señor peleará por vosotros; vosotros esperad tranquilos».

15 El Señor dijo a Moisés: «¿Por qué sigues clamando a mí? Di a los hijos de Israel que se pongan en marcha.

16 Y tú, alza tu cayado, extiende tu mano sobre el mar y divídelo, para que los hijos de Israel pasen por medio del mar, por lo seco.

17 Yo haré que los egipcios se obstinen y entren detrás de vosotros, y me cubriré de gloria a costa del faraón y de todo su ejército, de sus carros y de sus jinetes.

18 Así sabrán los egipcios que yo soy el Señor, cuando me haya cubierto de gloria a costa del faraón, de sus carros y de sus jinetes».

19 Se puso en marcha el ángel del Señor, que iba al frente del ejército de Israel, y pasó a retaguardia. También la columna de nube, que iba delante de ellos, se desplazó y se colocó detrás,

20 poniéndose entre el campamento de los egipcios y el campamento de Israel. La nube era tenebrosa y transcurrió toda la noche sin que los ejércitos pudieran aproximarse el uno al otro.

21 Moisés extendió su mano sobre el mar y el Señor hizo retirarse el mar con un fuerte viento del Este que sopló toda la noche; el mar se secó y se dividieron las aguas.

22 Los hijos de Israel entraron en medio del mar, en lo seco, y las aguas les hacían de muralla a derecha e izquierda.

23 Los egipcios los persiguieron y entraron tras ellos, en medio del mar: todos los caballos del faraón, sus carros y sus jinetes.

24 Era ya la vigilia matutina cuando el Señor miró desde la columna de fuego y humo hacia el ejército de los egipcios y sembró el pánico en el ejército egipcio.

25 Trabó las ruedas de sus carros, haciéndolos avanzar pesadamente. Los egipcios dijeron: «Huyamos ante Israel, porque el Señor lucha por él contra Egipto».

26 Luego dijo el Señor a Moisés: «Extiende tu mano sobre el mar, y vuelvan las aguas sobre los egipcios, sus carros y sus jinetes».

27 Moisés extendió su mano sobre el mar; y al despuntar el día el mar recobró su estado natural, de modo que los egipcios, en su huida, toparon con las aguas. Así precipitó el Señor a los egipcios en medio del mar.

28 Las aguas volvieron y cubrieron los carros, los jinetes y todo el ejército del faraón, que había entrado en el mar. Ni uno solo se salvó.

29 Mas los hijos de Israel pasaron en seco por medio del mar, mientras las aguas hacían de muralla a derecha e izquierda.

30 Aquel día salvó el Señor a Israel del poder de Egipto, e Israel vio a los egipcios muertos, en la orilla del mar.

31 Vio, pues, Israel la mano potente que el Señor había desplegado contra los egipcios, y temió el pueblo al Señor, y creyó en el Señor y en Moisés, su siervo.

Cántico triunfal

Capítulo 15

1 Entonces Moisés y los hijos de Israel entonaron este canto al Señor:
«Cantaré al Señor, gloriosa es su victoria,
caballos y carros ha arrojado en el mar.

2 Mi fuerza y mi poder es el Señor,
Él fue mi salvación.
Él es mi Dios: yo lo alabaré;
el Dios de mis padres: yo lo ensalzaré.

3 El Señor es un guerrero,
su nombre es “El Señor".

4 Los carros del faraón los lanzó al mar,
ahogó en el mar Rojo a sus mejores capitanes.

5 Las olas los cubrieron,
bajaron hasta el fondo como piedras.

6 Tu diestra, Señor, es magnífica en poder,
tu diestra, Señor, tritura al enemigo.

7 Tu gran majestad destruye al adversario,
arde tu furor y los devora como paja.

8 Al soplo de tu nariz, se amontonaron las aguas,
las corrientes se alzaron como un dique,
las olas se cuajaron en el mar.

9 Decía el enemigo: “Los perseguiré y alcanzaré,
repartiré el botín, se saciará mi codicia,
empuñaré la espada, los agarrará mi mano".

10 Pero sopló tu aliento y los cubrió el mar,
se hundieron como plomo en las aguas formidables.

11 ¿Quién como tú, Señor, entre los dioses?
¿Quién como tú, terrible entre los santos,
temible por tus proezas, autor de maravillas?

12 Extendiste tu diestra: se los tragó la tierra; |

13 guiaste con misericordia a tu pueblo rescatado,
los llevaste con tu poder hasta tu santa morada.

14 Lo oyeron los pueblos y temblaron,
el terror se apoderó de los habitantes de Filistea.

15 Se turbaron los príncipes de Edón,
los jefes de Moab se estremecieron,
flaquearon todos los habitantes de Canaán.

16 Espanto y pavor los asaltaron,
la grandeza de tu brazo los dejó petrificados,
mientras pasaba tu pueblo, Señor,
mientras pasaba el pueblo que adquiriste.

17 Lo introduces y lo plantas en el monte de tu heredad,
lugar del que hiciste tu trono, Señor;
santuario, Señor, que fundaron tus manos.

18 El Señor reina por siempre jamás».

19 Cuando los caballos del faraón, con sus carros y sus jinetes, entraron en el mar, el Señor volcó sobre ellos las aguas del mar; en cambio, los hijos de Israel pasaron en seco por medio del mar.

20 María la profetisa, hermana de Aarón, tomó su pandero en la mano y todas las mujeres salieron tras ella con panderos a danzar.

21 María entonaba:
«Cantaré al Señor, pues se cubrió de gloria,
caballos y jinetes arrojó en el mar».

DESDE EL MAR ROJO HASTA EL SINAÍ (15,22-18,27)

Las aguas de Mará

22 Moisés hizo partir del mar Rojo a Israel, que se dirigió hacia el desierto de Sur. Caminaron tres días por el desierto sin encontrar agua.

23 Llegaron a Mará, pero no pudieron beber el agua de Mará, porque era amarga. Por eso se llamó aquel lugar Mará.

24 El pueblo murmuró contra Moisés, diciendo: «¿Qué vamos a beber?».

25 Moisés clamó al Señor y el Señor le mostró un madero. Él lo echó al agua y el agua se volvió dulce.
Allí el Señor dio leyes y mandatos al pueblo y lo puso a prueba,

26 diciéndoles: «Si obedeces fielmente la voz del Señor tu Dios y obras lo recto a sus ojos, escuchando sus mandatos y acatando todas sus leyes, no te afligiré con ninguna de las plagas con que afligí a los egipcios; porque yo soy el Señor, el que te cura».

27 Después llegaron a Elín, donde hay doce fuentes y setenta palmeras, y acamparon allí junto al agua.

Maná y codornices

* Capítulo 16

1 Toda la comunidad de Israel partió de Elín y llegó al desierto de Sin, entre Elín y Sinaí, el día quince del segundo mes después de salir de Egipto.

2 La comunidad de los hijos de Israel murmuró contra Moisés y Aarón en el desierto,

3 diciendo: «¡Ojalá hubiéramos muerto a manos del Señor en la tierra de Egipto, cuando nos sentábamos alrededor de la olla de carne y comíamos pan hasta hartarnos! Nos habéis sacado a este desierto para matar de hambre a toda la comunidad».

4 El Señor dijo a Moisés: «Mira, haré llover pan del cielo para vosotros: que el pueblo salga a recoger la ración de cada día; lo pondré a prueba, a ver si guarda mi instrucción o no.

5 El día sexto prepararán lo que hayan recogido y será el doble de lo que recogen a diario».

6 Moisés y Aarón dijeron a los hijos de Israel: «Esta tarde sabréis que es el Señor quien os ha sacado de Egipto

7 y mañana veréis la gloria del Señor. He oído vuestras murmuraciones contra él; mas nosotros ¿qué somos para que murmuréis contra nosotros?».

8 Moisés añadió: «Esta tarde el Señor os dará a comer carne y mañana pan hasta saciaros; porque el Señor ha oído vuestras murmuraciones contra él; mas nosotros ¿qué somos? No habéis murmurado contra nosotros, sino contra el Señor».

9 Moisés dijo a Aarón: «Di a la comunidad de los hijos de Israel: “Acercaos al Señor, que ha escuchado vuestras murmuraciones"».

10 Mientras Aarón hablaba a la comunidad de los hijos de Israel, ellos se volvieron hacia el desierto y vieron la gloria del Señor que aparecía en una nube.

11 El Señor dijo a Moisés:

12 «He oído las murmuraciones de los hijos de Israel. Diles: “Al atardecer comeréis carne, por la mañana os hartaréis de pan; para que sepáis que yo soy el Señor Dios vuestro"».

13 Por la tarde una bandada de codornices cubrió todo el campamento; y por la mañana había una capa de rocío alrededor del campamento.

14 Cuando se evaporó la capa de rocío, apareció en la superficie del desierto un polvo fino, como escamas, parecido a la escarcha sobre la tierra.

15 Al verlo, los hijos de Israel se dijeron: «¿Qué es esto?». Pues no sabían lo que era.
Moisés les dijo: «Es el pan que el Señor os da de comer.

16 Esto manda el Señor: “Que cada uno recoja lo que necesite para comer: una ración por cabeza; cada uno recogerá según el número de personas que vivan en su tienda"».

17 Así lo hicieron los hijos de Israel: unos recogieron más y otros menos.

18 Y, al pesar la ración, no sobraba al que había recogido más, ni faltaba al que había recogido menos: cada uno había recogido lo que necesitaba para comer.

19 Moisés les dijo: «Que nadie guarde para mañana».

20 Mas no hicieron caso a Moisés, sino que algunos guardaron para el día siguiente; pero salieron gusanos que lo echaron a perder. Moisés se enfadó con ellos.

21 Lo recogían todas las mañanas, cada uno según lo que necesitaba para comer, pues, con el calor del sol, se derretía.

22 El día sexto recogieron el doble, dos raciones por persona. Los jefes de la comunidad fueron a contárselo a Moisés,

23 y él les contestó: «Esto es lo que ha dicho el Señor: “Mañana es sábado, día de descanso en honor del Señor. Coced lo que tengáis que cocer y hervid lo que tengáis que hervir; lo sobrante, guardadlo para mañana"».

24 Ellos lo guardaron para el día siguiente, como había mandado Moisés; y no le salieron gusanos, ni se echó a perder.

25 Moisés dijo: «Comedlo hoy, pues hoy es sábado en honor del Señor. Hoy no lo encontraréis en el campo.

26 Seis días podéis recogerlo, pero el séptimo es sábado y no lo habrá».

27 El día séptimo salieron algunos del pueblo a recogerlo, pero no lo encontraron.

28 El Señor dijo a Moisés: «¿Hasta cuándo os negaréis a guardar mis mandatos y mis instrucciones?

29 Mirad: el Señor os ha dado el sábado; por eso, el día sexto os da pan para dos días. Que se quede cada uno en su sitio y no se mueva de él hasta el día séptimo».

30 El pueblo descansó el día séptimo.

31 La casa de Israel llamó a aquel alimento «maná»; era blanco, como semilla de cilantro, y con sabor a torta de miel.

32 Moisés dijo: «Esto es lo que ha mandado el Señor: “Tomad una ración y conservadla, para que las generaciones futuras vean el pan con que os alimenté en el desierto cuando os saqué de la tierra de Egipto"».

33 Moisés dijo a Aarón: «Coge un recipiente, mete en él una ración de maná y ponlo ante el Señor; que se conserve para las generaciones futuras».

34 Según había mandado el Señor a Moisés, Aarón lo puso ante el Testimonio, para que se conservase.

35 Los hijos de Israel comieron maná durante cuarenta años hasta que llegaron a tierra habitada; comieron maná hasta atravesar la frontera de la tierra de Canaán.

36 La ración pesaba cuatro kilogramos y medio.

Las aguas de Masá y Meribá

Capítulo 17

1 Toda la comunidad de los hijos de Israel se marchó del desierto de Sin, por etapas, según la orden del Señor, y acampó en Refidín, donde el pueblo no encontró agua que beber.

2 El pueblo se querelló contra Moisés y dijo: «Danos agua que beber». Él les respondió: «¿Por qué os querelláis contra mí?, ¿por qué tentáis al Señor?».

3 Pero el pueblo, sediento, murmuró contra Moisés, diciendo: «¿Por qué nos has sacado de Egipto para matarnos de sed a nosotros, a nuestros hijos y a nuestros ganados?».

4 Clamó Moisés al Señor y dijo: «¿Qué puedo hacer con este pueblo? Por poco me apedrean».

5 Respondió el Señor a Moisés: «Pasa al frente del pueblo y toma contigo algunos de los ancianos de Israel; empuña el bastón con el que golpeaste el Nilo y marcha.

6 Yo estaré allí ante ti, junto a la roca de Horeb. Golpea la roca, y saldrá agua para que beba el pueblo». Moisés lo hizo así a la vista de los ancianos de Israel.

7 Y llamó a aquel lugar Masá y Meribá, a causa de la querella de los hijos de Israel y porque habían tentado al Señor, diciendo: «¿Está el Señor entre nosotros o no?».

Victoria sobre Amalec

8 Amalec vino y atacó a Israel en Refidín.

9 Moisés dijo a Josué: «Escoge unos cuantos hombres, haz una salida y ataca a Amalec. Mañana yo estaré en pie en la cima del monte, con el bastón de Dios en la mano».

10 Hizo Josué lo que le decía Moisés, y atacó a Amalec; entretanto, Moisés, Aarón y Jur subían a la cima del monte.

11 Mientras Moisés tenía en alto las manos, vencía Israel; mientras las tenía bajadas, vencía Amalec.

12 Y, como le pesaban los brazos, sus compañeros tomaron una piedra y se la pusieron debajo, para que se sentase; mientras, Aarón y Jur le sostenían los brazos, uno a cada lado. Así resistieron en alto sus brazos hasta la puesta del sol.

13 Josué derrotó a Amalec y a su pueblo, a filo de espada.

14 El Señor dijo a Moisés: «Escribe esto en un libro para recuerdo y trasmítele a Josué que yo borraré la memoria de Amalec bajo el cielo».

15 Moisés levantó un altar y lo llamó «Señor, mi estandarte»,

16 diciendo: «Porque su mano se ha levantado contra el estandarte del Señor, el Señor está en guerra con Amalec de generación en generación».

Visita de Jetró e institución de los jueces

Capítulo 18

1 Jetró, sacerdote de Madián, suegro de Moisés, se enteró de cuanto había hecho Dios en favor de Moisés y de Israel, su pueblo, y cómo el Señor había sacado a Israel de Egipto.

2 Jetró, suegro de Moisés, tomó a Séfora, mujer de Moisés, a la que este había despedido,

3 y a sus hijos: uno se llamaba Guersón (pues Moisés dijo: «Forastero soy en tierra extraña»)

4 y el otro se llamaba Eliécer (pues dijo Moisés: «El Dios de mi padre me auxilió y me libró de la espada del faraón»).

5 Jetró, suegro de Moisés, fue a ver a Moisés, con los hijos y la mujer de Moisés, al desierto, donde estaba acampado junto al monte de Dios,

6 y mandó a decir a Moisés: «Yo, tu suegro Jetró, vengo a verte con tu mujer y tus dos hijos».

7 Moisés salió al encuentro de su suegro, se postró, lo besó y, después de saludarse los dos, entraron en la tienda.

8 Moisés contó a su suegro todo lo que el Señor había hecho al faraón y a Egipto en favor de Israel y todos los contratiempos que habían tenido por el camino, y cómo les había librado el Señor.

9 Jetró se alegró de todo el bien que el Señor había hecho a Israel, librándolo de la mano de los egipcios,

10 y dijo: «Bendito sea el Señor que os ha librado de la mano de los egipcios y de la mano del faraón y ha salvado al pueblo del poder de los egipcios.

11 Ahora reconozco que el Señor es más grande que todos los dioses, porque os libró del dominio egipcio cuando os trataban con tiranía».

12 Después Jetró, suegro de Moisés, ofreció un holocausto y sacrificios a Dios; y Aarón y todos los ancianos de Israel vinieron a comer con el suegro de Moisés en presencia de Dios.

13 Al día siguiente, Moisés se sentó a resolver los asuntos del pueblo y todo el pueblo acudía a él, de la mañana a la noche.

14 Viendo el suegro de Moisés todo lo que hacía este por el pueblo, le dijo: «¿Qué es lo que haces por este pueblo? ¿Por qué estás sentado tú solo mientras todo el pueblo acude a ti, de la mañana a la noche?».

15 Moisés respondió a su suegro: «El pueblo acude a mí para consultar a Dios;

16 cuando tienen un pleito, vienen a mí y yo decido entre unos y otros, y les enseño los mandatos del Señor y sus instrucciones».

17 El suegro de Moisés le replicó: «No está bien lo que haces;

18 os estáis matando tú y el pueblo que te acompaña. La tarea es demasiado grande y no puedes despacharla tú solo.

19 Ahora, escúchame: te voy a dar un consejo, y que Dios esté contigo. Tú representas al pueblo ante Dios y presentas ante Dios sus asuntos.

20 Incúlcales los mandatos y las instrucciones, enséñales el camino que deben seguir y las acciones que deben realizar.

21 Después busca entre todo el pueblo algunos hombres valientes, temerosos de Dios, sinceros y enemigos del soborno, y establece de entre ellos jefes de mil, de cien, de cincuenta y de veinte.

22 Ellos administrarán justicia al pueblo regularmente: los asuntos graves, que te los pasen a ti; los asuntos sencillos, que los resuelvan ellos. Así aligerarás tu carga, pues ellos la compartirán contigo.

23 Si haces lo que te digo, cumplirás lo que Dios te manda y podrás resistir, y el pueblo se volverá a casa en paz».

24 Moisés aceptó el consejo de su suegro e hizo lo que le decía.

25 Escogió entre todo Israel hombres valientes y los puso al frente del pueblo, como jefes de mil, de cien, de cincuenta y de veinte.

26 Ellos administraban justicia al pueblo regularmente: los asuntos complicados se los pasaban a Moisés, los sencillos los resolvían ellos.

27 Luego Moisés despidió a su suegro, que se volvió a su tierra.

LOS ACONTECIMIENTOS DEL SINAÍ (19-40)

* Capítulo 19

1 A los tres meses de salir de la tierra de Egipto, aquel día, los hijos de Israel llegaron al desierto del Sinaí.

2 Salieron de Refidín, llegaron al desierto del Sinaí y acamparon allí, frente a la montaña.

Alianza, teofanía y ley

Proposición de alianza

3 Moisés subió hacia Dios. El Señor lo llamó desde la montaña diciendo: «Así dirás a la casa de Jacob y esto anunciarás a los hijos de Israel:

4 “Vosotros habéis visto lo que he hecho con los egipcios y cómo os he llevado sobre alas de águila y os he traído a mí.

5 Ahora, pues, si de veras me obedecéis y guardáis mi alianza, seréis mi propiedad personal entre todos los pueblos, porque mía es toda la tierra.

6 Seréis para mí un reino de sacerdotes y una nación santa". Estas son las palabras que has de decir a los hijos de Israel».

7 Fue, pues, Moisés, convocó a los ancianos del pueblo y les expuso todo lo que el Señor le había mandado.

8 Todo el pueblo, a una, respondió: «Haremos todo cuanto ha dicho el Señor». Moisés comunicó la respuesta del pueblo al Señor.

9 El Señor le dijo: «Voy a acercarme a ti en una nube espesa, para que el pueblo pueda escuchar cuando yo hable contigo, y te crean siempre». Y Moisés comunicó al Señor lo que el pueblo había dicho.

Teofanía

10 El Señor dijo a Moisés: «Vuelve a tu pueblo y purifícalos hoy y mañana; que se laven la ropa

11 y estén preparados para el tercer día; pues el tercer día descenderá el Señor sobre la montaña del Sinaí a la vista del pueblo.

12 Traza al pueblo un límite alrededor y dile: «Guardaos de subir a la montaña o de tocar su borde; el que toque la montaña, morirá.

13 Nadie pondrá la mano sobre el culpable; será apedreado o asaeteado, sea hombre o animal; no quedará con vida. Solo cuando suene el cuerno, podrán subir a la montaña».

14 Moisés bajó de la montaña hasta donde estaba el pueblo, lo purificó y ellos lavaron sus vestidos.

15 Después les dijo: «Estad preparados para el tercer día y no toquéis a ninguna mujer».

16 Al tercer día, al amanecer, hubo truenos y relámpagos y una densa nube sobre la montaña; se oía un fuerte sonido de trompeta y toda la gente que estaba en el campamento se echó a temblar.

17 Moisés sacó al pueblo del campamento, al encuentro de Dios, y se detuvieron al pie de la montaña.

18 La montaña del Sinaí humeaba, porque el Señor había descendido sobre ella en medio de fuego. Su humo se elevaba como el de un horno y toda la montaña temblaba con violencia.

19 El sonar de la trompeta se hacía cada vez más fuerte; Moisés hablaba y Dios le respondía con el trueno.

20 El Señor descendió al monte Sinaí, a la cumbre del monte. El Señor llamó a Moisés a la cima de la montaña y Moisés subió.

21 Y dijo el Señor a Moisés: «Baja, intima al pueblo para que no traspase los límites para ver al Señor, pues perecerían muchos.

22 Los sacerdotes que se han de acercar al Señor, que se purifiquen también, para que el Señor no arremeta contra ellos».

23 Moisés contestó al Señor: «El pueblo no podrá subir al monte Sinaí, porque tú mismo nos has advertido diciendo: “Traza un límite en la montaña y conságrala"».

24 El Señor insistió: «Anda, baja, y luego sube con Aarón; que los sacerdotes y el pueblo no traspasen los límites tratando de subir hacia el Señor, para que él no arremeta contra ellos».

25 Entonces Moisés bajó al pueblo y se lo dijo.

Decálogo

Capítulo 20

1 El Señor pronunció estas palabras:

2 «Yo soy el Señor, tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de la casa de esclavitud.

3 No tendrás otros dioses frente a mí.

4 No te fabricarás ídolos, ni figura alguna de lo que hay arriba en el cielo, abajo en la tierra, o en el agua debajo de la tierra.

5 No te postrarás ante ellos, ni les darás culto; porque yo, el Señor, tu Dios, soy un Dios celoso, que castigo el pecado de los padres en los hijos, hasta la tercera y la cuarta generación de los que me odian.

6 Pero tengo misericordia por mil generaciones de los que me aman y guardan mis preceptos.

7 No pronunciarás el nombre del Señor, tu Dios, en falso. Porque no dejará el Señor impune a quien pronuncie su nombre en falso.

8 Recuerda el día del sábado para santificarlo.

9 Durante seis días trabajarás y harás todas tus tareas,

10 pero el día séptimo es día de descanso, consagrado al Señor, tu Dios. No harás trabajo alguno, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu esclavo, ni tu esclava, ni tu ganado, ni el emigrante que reside en tus ciudades.

11 Porque en seis días hizo el Señor el cielo, la tierra, el mar y lo que hay en ellos; y el séptimo día descansó. Por eso bendijo el Señor el sábado y lo santificó.

12 Honra a tu padre y a tu madre, para que se prolonguen tus días en la tierra, que el Señor, tu Dios, te va a dar.

13 No matarás.

14 No cometerás adulterio.

15 No robarás.

16 No darás falso testimonio contra tu prójimo.

17 No codiciarás los bienes de tu prójimo. No codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su esclavo, ni su esclava, ni su buey, ni su asno, ni nada que sea de tu prójimo».

18 Todo el pueblo percibía los truenos y relámpagos, el sonido de la trompeta y la montaña humeante. El pueblo estaba aterrorizado, y se mantenía a distancia.

19 Entonces dijeron a Moisés: «Háblanos tú y te escucharemos; pero que no nos hable Dios, no sea que muramos».

20 Moisés respondió al pueblo: «No temáis, pues Dios ha venido para probaros, para que tengáis presente su temor, y no pequéis».

21 El pueblo se quedó a distancia y Moisés se acercó hasta la nube donde estaba Dios.

Código de la alianza

Ley sobre el altar

22 El Señor habló a Moisés: «Así dirás a los hijos de Israel: “Vosotros mismos habéis visto que os he hablado desde el cielo.

23 No pongáis junto a mí dioses de plata ni dioses de oro; no os los fabriquéis".

24 Constrúyeme un altar de tierra y ofrece en él tus holocaustos y tus sacrificios de comunión, tus ovejas y tus bueyes. En cualquier lugar donde yo haga memorable mi nombre, vendré a ti y te bendeciré.

25 Si te construyes un altar de piedras, no las labres, porque al labrarlas con el escoplo las profanarías.

26 Tampoco subirás por gradas a mi altar, no sea que al subir por él se descubra tu desnudez.

Sobre los esclavos

Capítulo 21

1 Estos son los decretos que les has de proponer:

2 Cuando compres un esclavo hebreo, servirá seis años, mas al séptimo marchará libre, gratuitamente.

3 Si vino solo, marchará solo; si estaba casado, su mujer marchará con él.

4 Si su amo le dio mujer y ella le dio a luz hijos o hijas, la mujer y sus hijos serán del amo y él marchará solo.

5 Pero si el esclavo declara: “Yo quiero a mi amo, a mi mujer y a mis hijos, no deseo marchar libre",

6 entonces su amo lo llevará ante Dios y, acercándolo a la puerta o a la jamba, le horadará la oreja con un punzón; y será su esclavo para siempre.

7 Cuando alguien venda a su hija por esclava, no marchará como marchan los esclavos.

8 Si no le gusta a su amo, al que había sido destinada, este permitirá que la rescaten. No podrá venderla a extranjeros, habiendo sido desleal con ella.

9 Si la destina para su hijo, la tratará como a sus hijas.

10 Si él toma para sí otra mujer, no privará a la primera de la comida, del vestido ni de los derechos conyugales.

11 Y si no le proporciona estas tres cosas, ella podrá marcharse gratuitamente, sin pagar nada.

Delitos de muerte

12 El que hiera mortalmente a un hombre, es reo de muerte.

13 Pero si no fue intencionado, sino que Dios lo permitió, te indicaré un lugar donde podrá refugiarse.

14 En cambio, si alguien guarda rencor a su prójimo y lo asesina a traición, lo arrancarás de mi altar para que muera.

15 El que hiera a su padre o a su madre, es reo de muerte.

16 El que secuestre a un hombre, para venderlo o para retenerlo, es reo de muerte.

17 El que maldiga a su padre o a su madre, es reo de muerte.

Lesiones corporales

18 Cuando riñan dos hombres y uno hiera a otro con una piedra o con el puño, sin causarle la muerte, pero obligándole a guardar cama,

19 si el herido puede levantarse y andar por la calle apoyado en un bastón, el que lo hirió será absuelto. Solo deberá indemnizar el tiempo de paro y los gastos de la curación.

20 Cuando alguien hiera a su esclavo o a su esclava con un bastón y muera en el acto, deberá ser castigado;

21 pero si sobrevive un día o dos, no será castigado, pues era propiedad suya.

22 Cuando en una pelea entre hombres, uno golpee a una mujer encinta, provocándole el aborto pero sin causarle otras lesiones, el culpable deberá pagar una multa con arreglo a lo que le pida el marido de la mujer y determinen los jueces.

23 Pero si hay lesiones, pagarás vida por vida,

24 ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie,

25 quemadura por quemadura, herida por herida, cardenal por cardenal.

26 Cuando alguien hiera el ojo de su esclavo o de su esclava y se lo inutilice, lo dejará en libertad por compensación de su ojo.

27 Y si rompe un diente a su esclavo o a su esclava, lo dejará en libertad por compensación de su diente.

28 Cuando un buey mate a cornadas a un hombre o a una mujer, será apedreado el buey y no se comerá su carne; pero el dueño del buey será absuelto.

29 En cambio, si el buey ya embestía antes y el dueño, advertido de ello, no lo tenía encerrado y el buey mata a un hombre o a una mujer, el buey será lapidado y su dueño morirá también.

30 Si se le impone una compensación, pagará a cambio de su vida lo que le pidan.

31 Cuando el buey acornee a un muchacho o a una muchacha, se aplicará esta misma norma.

32 Pero si el buey acornea a un esclavo o a una esclava, se pagará a su dueño treinta monedas de plata, y el buey será apedreado.

Responsabilidades en el trabajo

33 Cuando alguien abra un pozo, o cave un pozo y no lo cubra, si cae dentro un buey o un asno,

34 el dueño del pozo deberá indemnizar: resarcirá en dinero al dueño del animal y se quedará con el animal muerto.

35 Cuando el buey de alguien mate a cornadas al buey de otro, venderán el buey vivo y se repartirán el dinero; también se repartirán el buey muerto.

36 Pero si se sabía que el buey ya embestía antes y su dueño no lo tenía encerrado, este pagará buey por buey y se quedará con el buey muerto.

37 Cuando alguien robe un buey o una oveja y los mate o los venda, restituirá cinco bueyes por el buey y cuatro ovejas por la oveja.

Capítulo 22

1 Si un ladrón es sorprendido abriendo un boquete y es herido de muerte, no hay homicidio,

2 a no ser que ya hubiese salido el sol: entonces sí es homicidio.
Un ladrón debe indemnizar: si no tiene nada, será vendido para pagar por lo que robó.

3 Si el buey, el asno o la oveja robados se hallan aún vivos en su poder, indemnizará con el doble.

4 Cuando alguien destroce un campo o una viña, dejando suelto su ganado en campo ajeno, indemnizará con lo mejor de su campo y lo mejor de su viña.

5 Cuando se desencadene un fuego y se propague por los zarzales, devorando las gavillas, las mieses o el campo, el causante del fuego deberá indemnizar.

6 Cuando alguien deje en custodia a su prójimo dinero u objetos y sean robados de casa de este, si se descubre al ladrón, pagará el doble;

7 y si no se descubre el ladrón, el dueño de la casa se presentará ante Dios y jurará que no ha tocado los bienes de su prójimo.

8 En cualquier caso delictivo en que uno reclame a otro un buey, un asno, una oveja, un vestido o un objeto extraviado, se llevará la causa ante Dios y aquel a quien Dios declare culpable pagará el doble a su prójimo.

9 Cuando uno deje en custodia a su prójimo un asno, un buey, una oveja o cualquier otro animal y este muera, se dañe o sea robado sin que haya testigos,

10 el depositario jurará por el Señor que no ha tocado el animal de su prójimo; el dueño del animal aceptará el juramento y no habrá restitución.

11 Pero si se lo han robado viéndolo él, entonces indemnizará a su dueño.

12 Si lo han descuartizado, traerá como prueba los despojos y no deberá indemnizar.

13 Cuando alguien pida en préstamo a su prójimo un animal y este se dañe o muera en ausencia de su dueño, deberá indemnizar.

14 Si el dueño estaba presente, no deberá indemnizar. Si lo había alquilado, solo se deberá el alquiler.

Seducción de una muchacha soltera

15 Cuando alguien seduzca a una muchacha soltera y se acueste con ella, deberá pagar la dote y tomarla por mujer.

16 Si el padre de la muchacha se niega a dársela, él pagará la dote que se da a las doncellas.

Delitos de muerte

17 No dejarás con vida a una hechicera.

18 El que se acueste con bestias, es reo de muerte.

19 El que ofrezca sacrificios a los dioses –fuera del Señor– será exterminado.

Leyes sociales y religiosas

20 No maltratarás ni oprimirás al emigrante, pues emigrantes fuisteis vosotros en la tierra de Egipto.

21 No explotarás a viudas ni a huérfanos.

22 Si los explotas y gritan a mí, yo escucharé su clamor,

23 se encenderá mi ira y os mataré a espada; vuestras mujeres quedarán viudas y vuestros hijos huérfanos.

24 Si prestas dinero a alguien de mi pueblo, a un pobre que habita contigo, no serás con él un usurero cargándole intereses.

25 Si tomas en prenda el manto de tu prójimo, se lo devolverás antes de ponerse el sol,

26 porque no tiene otro vestido para cubrir su cuerpo, ¿y dónde, si no, se va a acostar? Si grita a mí, yo lo escucharé, porque yo soy compasivo.

27 No blasfemarás contra Dios y no maldecirás a los jefes de tu pueblo.

28 No retrasarás la oferta de tu cosecha y de tu vendimia. Me darás el primogénito de tus hijos;

29 lo mismo harás con tus bueyes y tus ovejas: durante siete días quedará la cría con su madre, y el octavo día me la entregarás.

30 Sed santos para mí y no comáis carne de animal despedazado en el campo: echádsela a los perros.

Legislación judicial

Capítulo 23

1 No esparzas rumores infundados; no te confabules con el culpable para testimoniar en falso.

2 No te dejes arrastrar por la mayoría para obrar mal, ni declares en un proceso siguiendo a la mayoría y violando el derecho.

3 Tampoco favorecerás al pobre en su pleito.

4 Cuando encuentres extraviados el buey o el asno de tu enemigo, devuélveselos.

5 Cuando veas al asno de alguien que te aborrece caído bajo su carga, no pases de largo; préstale ayuda.

6 No tuerzas el derecho de tu pobre en su pleito.

7 Abstente de las causas falsas: no hagas morir al justo ni al inocente, porque yo no declaro inocente a un culpable.

8 No aceptes soborno, porque el soborno ciega al perspicaz y falsea la causa del inocente.

9 No vejes al emigrante; conocéis la suerte del emigrante, porque emigrantes fuisteis vosotros en la tierra de Egipto.

Año sabático y día del sábado

10 Durante seis años sembrarás tu tierra y recogerás la cosecha,

11 pero el séptimo la dejarás descansar y en barbecho, para que coman los indigentes de tu pueblo y pasten lo sobrante los animales del campo. Harás lo mismo con tu viña y tu olivar.

12 Durante seis días harás tus faenas, pero el séptimo descansarás, para que reposen tu buey y tu asno y puedan respirar el hijo de tu esclava y el emigrante.

13 Guardad todo lo que os he dicho y no invoquéis el nombre de dioses extraños; ni se oiga en vuestras bocas.

Festividades y otros cultos

14 Tres veces al año me has de festejar.

15 Guardarás la fiesta de los Ácimos: Durante siete días comerás ácimos, como te mandé, en la fecha señalada del mes de abib, pues en él saliste de Egipto. Nadie se presentará ante mí con las manos vacías.

16 Celebrarás también la fiesta de la Siega, de las primicias de tus trabajos, de lo que hayas sembrado en el campo, y la fiesta de la Recolección, al final del año, cuando hayas recogido del campo los frutos de tus trabajos.

17 Tres veces al año se presentarán todos tus varones ante el Señor tu Dios.

18 No acompañarás con pan fermentado la sangre de mis sacrificios, ni dejarás hasta el día siguiente la sangre de mi fiesta.

19 Llevarás a la casa del Señor tu Dios las primicias de tu suelo.
No cocerás el cabrito en la leche de su madre.

Exhortación y promesas

20 Voy a enviarte un ángel por delante, para que te cuide en el camino y te lleve al lugar que he preparado.

21 Hazle caso y obedécele. No te rebeles, porque lleva mi nombre y no perdonará tus rebeliones.

22 Si le obedeces fielmente y haces lo que yo digo, tus enemigos serán mis enemigos y tus adversarios serán mis adversarios.

23 Mi ángel irá por delante y te llevará a las tierras de los amorreos, hititas, perizitas, cananeos, heveos y jebuseos, y yo los exterminaré.

24 No te postrarás ante sus dioses ni les darás culto; y no imitarás sus acciones. Al contrario, los destruirás y destrozarás sus estelas.

25 Daréis culto al Señor vuestro Dios y él bendecirá tu pan y tu agua. Y yo alejaré de ti las enfermedades.

26 No habrá en tu tierra mujer que aborte ni que sea estéril. Colmaré el número de tus días.

27 Enviaré mi terror por delante y trastornaré todos los pueblos adonde vayas; haré que todos tus enemigos te den la espalda.

28 Enviaré por delante el pánico, que ahuyentará de tu presencia al heveo, al cananeo y al hitita.

29 No los expulsaré de tu presencia en un solo año, no vaya a quedar desierta la tierra y se multipliquen contra ti las fieras del campo.

30 Los expulsaré poco a poco, hasta que hayas crecido y tomes posesión de la tierra.

31 Marcaré tus fronteras: desde el mar Rojo hasta el mar de los Filisteos y desde el desierto hasta el río. Entregaré en tus manos a los habitantes del país para que los eches de tu presencia.

32 No conciertes alianza con ellos ni con sus dioses.

33 No habitarán en tu tierra, no sea que te hagan pecar contra mí, dando culto a sus dioses, que serán para ti una trampa».

Ratificación de la alianza

Capítulo 24

1 El Señor dijo a Moisés: «Sube a mí con Aarón, Nadab, Abiú y setenta ancianos de Israel y postraos a distancia.

2 Moisés se acercará solo al Señor, pero ellos no se acercarán; tampoco el pueblo subirá con él».

3 Moisés bajó y contó al pueblo todas las palabras del Señor y todos sus decretos; y el pueblo contestó con voz unánime: «Cumpliremos todas las palabras que ha dicho el Señor».

4 Moisés escribió todas las palabras del Señor. Se levantó temprano y edificó un altar en la falda del monte, y doce estelas, por las doce tribus de Israel.

5 Y mandó a algunos jóvenes de los hijos de Israel ofrecer al Señor holocaustos e inmolar novillos como sacrificios de comunión.

6 Tomó Moisés la mitad de la sangre y la puso en vasijas, y la otra mitad la derramó sobre el altar.

7 Después tomó el documento de la alianza y se lo leyó en voz alta al pueblo, el cual respondió: «Haremos todo lo que ha dicho el Señor y le obedeceremos».

8 Entonces Moisés tomó la sangre y roció al pueblo, diciendo: «Esta es la sangre de la alianza que el Señor ha concertado con vosotros, de acuerdo con todas estas palabras».

9 Subieron Moisés, Aarón, Nadab, Abiú y setenta ancianos de Israel,

10 y vieron al Dios de Israel: bajo sus pies había como un pavimento de zafiro, brillante como el mismo cielo.

11 Él no extendió la mano contra los notables de los hijos de Israel, que vieron a Dios y después comieron y bebieron.

Santuario, becerro de oro y alianza renovada

Manifestación del Señor a Moisés

12 El Señor dijo a Moisés: «Sube hacia mí a la montaña; quédate allí y te daré las tablas de piedra con la instrucción y los mandatos que he escrito para que los enseñes».

13 Se levantó Moisés, con Josué, su ayudante, y subieron a la montaña de Dios.

14 A los ancianos les dijo: «Quedaos aquí hasta que volvamos; Aarón y Jur están con vosotros; el que tenga algún asunto que se lo traiga a ellos».

15 Subió, pues, Moisés a la montaña; la nube cubría la montaña.

16 La gloria del Señor descansaba sobre la montaña del Sinaí y la nube cubrió la montaña durante seis días. Al séptimo día llamó a Moisés desde la nube.

17 El aspecto de la gloria del Señor era para los hijos de Israel como fuego voraz sobre la cumbre de la montaña.

18 Moisés se adentró en la nube y subió a la montaña. Moisés estuvo en la montaña cuarenta días y cuarenta noches.

Instrucciones para la construcción del Santuario

Tributos para el Santuario

Capítulo 25

1 El Señor habló a Moisés:

2 «Di a los hijos de Israel que me ofrezcan un tributo; aceptaréis el tributo de todos los que generosamente me lo ofrezcan.

3 Este es el tributo que podéis aceptarles: oro, plata y bronce,

4 púrpura violácea, roja y escarlata, lino y pelo de cabra,

5 pieles de carnero teñidas de rojo, pieles de tejón y maderas de acacia,

6 aceite para la lámpara, aromas para el óleo de la unción y para el incienso perfumado,

7 piedras de ónice y piedras de engaste para el efod y el pectoral.

8 Hazme un Santuario y moraré en medio de ellos.

9 Lo harás conforme al modelo de morada y de utensilios que yo te mostraré.

El Arca

10 Harás un arca de madera de acacia de un metro y cuarto de larga por setenta y cinco centímetros de ancha y otros tantos de alta.

11 La revestirás de oro puro, por dentro y por fuera, y le pondrás alrededor una cenefa de oro.

12 Fundirás cuatro anillas de oro y las colocarás en los cuatro pies, dos a cada lado.

13 Harás también varales de madera de acacia y los revestirás de oro.

14 Meterás los varales por las anillas laterales del Arca, para transportarla.

15 Los varales permanecerán en las anillas del Arca; no se sacarán de ellas.

16 Dentro del Arca guardarás el Testimonio que te daré.

17 Fabricarás también un propiciatorio de oro puro, de un metro y cuarto de largo por setenta y cinco centímetros de ancho.

18 Harás dos querubines cincelados en oro, para los dos extremos del propiciatorio.

19 Haz un querubín para un extremo y otro querubín para el otro; cada uno arrancará de un extremo del propiciatorio.

20 Los querubines extenderán sus alas por encima, cubriendo con ellas el propiciatorio. Estarán uno frente a otro, mirando al centro del propiciatorio.

21 Colocarás el propiciatorio encima del Arca y guardarás dentro del Arca el Testimonio que yo te daré.

22 Allí me encontraré contigo, y desde encima del propiciatorio, en medio de los querubines del Arca del Testimonio, te comunicaré todo lo que tienes que ordenar a los hijos de Israel.

La mesa

23 Harás una mesa de madera de acacia, de un metro de larga por medio de ancha y setenta y cinco centímetros de alta.

24 La revestirás de oro puro y le pondrás alrededor una cenefa de oro.

25 Pondrás alrededor de ella un reborde de un palmo de ancho y alrededor del reborde una cenefa de oro.

26 Le harás cuatro anillas de oro y las colocarás en los ángulos de las cuatro patas.

27 Las anillas estarán sujetas al reborde; por ellas se meterán los varales para transportar la mesa.

28 Harás los varales de madera de acacia y los revestirás de oro. Con ellos se trasportará la mesa.

29 Harás también sus fuentes, sus navetas, sus jarras y copas para las libaciones; las harás de oro puro.

30 Sobre la mesa pondrás los panes presentados, para que estén continuamente ante mí.

El candelabro

31 Harás también un candelabro de oro puro. Cincelarás la base y el fuste del candelabro; sus copas, cálices y corolas formarán un cuerpo con él.

32 De sus lados arrancarán seis brazos: tres brazos del candelabro por un lado y tres por el otro.

33 Un brazo tendrá tres copas, como flores de almendro, con cáliz y corola; también el otro tendrá tres copas, como flores de almendro, con cáliz y corola; y así los seis brazos que arrancan del candelabro.

34 El candelabro tendrá cuatro copas, como flores de almendro, con cáliz y corola.

35 Un cáliz bajo dos brazos, formando cuerpo con él; otro cáliz bajo otros dos brazos, formando cuerpo con él, y otro cáliz bajo otros dos brazos, formando cuerpo con él; y así los seis brazos que arrancan del candelabro.

36 Sus cálices y sus fustes formarán cuerpo con el candelabro; el conjunto formará una pieza de oro puro cincelado.

37 Harás también siete lámparas y las colocarás sobre el candelabro, de modo que iluminen la parte delantera.

38 Sus despabiladeras y ceniceros serán de oro puro.

39 Se empleará un talento de oro puro para hacer el candelabro y todos sus utensilios.

40 Fíjate y hazlo conforme al modelo que se te ha mostrado en la montaña.

La Morada

Capítulo 26

1 Harás la Morada con diez tapices, de lino fino retorcido, de púrpura violácea, roja y escarlata, y bordarás en ellos unos querubines.

2 Cada tapiz medirá catorce metros de largo por dos de ancho. Todos los tapices tendrán la misma medida.

3 Unirás los tapices en dos series de a cinco cada una,

4 y harás unas presillas de púrpura violácea para cada uno de los bordes de las dos series de tapices:

5 pondrás cincuenta presillas en el primer tapiz y otras cincuenta presillas en el último tapiz del segundo conjunto, de modo que las presillas se correspondan unas con otras.

6 Harás, además, cincuenta broches de oro y con ellos unirás entre sí los tapices, para que la Morada forme una unidad.

7 Tejerás también tapices de pelo de cabra para que sirvan de tienda a la Morada; harás once tapices de este tipo.

8 Cada uno medirá quince metros de largo por dos de ancho. Los once tapices tendrán la misma medida.

9 Por un lado unirás cinco tapices y seis por el otro; y doblarás el sexto tapiz ante el frontal de la tienda.

10 Harás cincuenta presillas en el borde del tapiz de una serie y cincuenta presillas en el borde del tapiz de la otra serie.

11 Harás también cincuenta broches de bronce, los meterás por las presillas, uniendo así la tienda, para que forme una unidad.

12 Y de lo que sobra de los tapices de la tienda, la mitad colgará sobre la parte posterior de la Morada;

13 y el codo que sobra a lo largo de los dos lados de la tienda colgará sobre ambos costados de la Morada, cubriéndola.

14 También harás para la tienda una cubierta de pieles de carnero teñidas de rojo y una sobrecubierta de pieles de tejón.

15 Harás igualmente para la Morada unos tablones de madera de acacia y los pondrás de pie.

16 Cada tablón medirá cinco metros de largo por setenta y cinco centímetros de ancho,

17 y llevará dos espigones ensamblados con los contiguos. Así harás todos los tablones de la Morada.

18 Fabricarás los tablones para la Morada: veinte tablones para la parte sur.

19 Y debajo de ellos harás cuarenta basas de plata: dos basas bajo un tablón, para sus dos espigones, y dos basas bajo otro tablón, para sus dos espigones.

20 Para el segundo lado de la Morada, por el norte, otros veinte tablones

21 con sus cuarenta basas de plata: dos basas bajo un tablón y dos basas bajo otro tablón.

22 Para el lado posterior de la Morada, al poniente, harás seis tablones.

23 También harás dos tablones para los ángulos de la Morada, al fondo.

24 Estarán unidos por abajo y por arriba, a la altura de la primera anilla. Así se hará con los dos tablones que formarán los dos ángulos.

25 En total, ocho tablones con sus basas de plata: dieciséis basas, dos basas bajo cada uno de los tablones.

26 Harás también travesaños de madera de acacia: cinco para los tablones de un lado de la Morada,

27 cinco para los tablones del otro lado de la Morada y cinco para los tablones del lado posterior de la Morada, al poniente.

28 El travesaño central, a media altura de los tablones, atravesará de un extremo a otro.

29 Revestirás de oro los tablones y les harás anillas de oro para pasar los travesaños; también revestirás de oro los travesaños.

30 Erigirás la Morada conforme al modelo que se te ha mostrado en la montaña.

31 Harás un velo de púrpura violácea, roja y escarlata y lino fino retorcido, y bordarás en él unos querubines.

32 Lo colgarás de cuatro columnas de acacia, revestidas de oro, provistas de ganchos de oro y de cuatro basas de plata.

33 Colgarás el velo debajo de los broches y allí, dentro del velo, colocarás el Arca del Testimonio. El velo servirá para separar el Santo del Santo de los Santos.

34 Pondrás el propiciatorio sobre el Arca del Testimonio, en el Santo de los Santos.

35 Fuera del velo, al lado norte, colocarás la mesa, y frente a la mesa, en el lado sur de la Morada, colocarás el candelabro.

36 Harás también para la entrada de la tienda una cortina de púrpura violácea, roja y escarlata y lino fino retorcido, recamada.

37 Harás para la cortina cinco postes de acacia, que revestirás de oro; sus ganchos serán de oro y fundirás para ellos cinco basas de bronce.

El altar de los holocaustos

Capítulo 27

1 Harás el altar de madera de acacia: medirá dos metros y medio de largo por otros tantos de ancho –el altar será cuadrado– y uno y medio de alto.

2 En las cuatro esquinas harás unos salientes, que formarán un cuerpo con él, y lo revestirás de bronce.

3 Harás ceniceros, paletas, aspersorios, trinchantes y braseros; todos sus utensilios los fabricarás de bronce.

4 Fabricarás para él un enrejado de bronce, y pondrás en los cuatro extremos del enrejado cuatro anillas de bronce.

5 Lo colocarás bajo los rebordes del altar, de modo que el enrejado llegue hasta la mitad del altar.

6 Harás asimismo para el altar unos varales de madera de acacia y los revestirás de bronce,

7 y los meterás por las anillas de los dos lados del altar, para transportarlo.

8 Harás el altar con tablas huecas; lo harás como se te ha mostrado en la montaña.

El atrio de la Morada

9 Además, harás el atrio de la Morada. En el lado sur, pondrás unos cortinones de lino fino retorcido, a lo largo de cincuenta metros por cada lado.

10 Sus veinte columnas y sus veinte basas serán de bronce, pero sus ganchos y varillas serán de plata.

11 En el lado norte habrá asimismo cortinones, a lo largo de cincuenta metros, veinte columnas con sus basas de bronce; los ganchos de las columnas y sus varillas serán de plata.

12 En el lado oeste, a lo ancho del atrio, colocarás cortinones en una longitud de veinticinco metros, con sus diez columnas y sus diez basas.

13 En el lado este, la anchura del atrio será de veinticinco metros:

14 por un costado, habrá siete metros y medio de cortinones, con sus tres columnas y sus tres basas,

15 y, por el otro, otros tantos metros de cortinones, con sus tres columnas y sus tres basas.

16 En la puerta del atrio habrá un tapiz de diez metros, de púrpura violácea, roja y escarlata y lino fino retorcido, recamado; con cuatro columnas y cuatro basas.

17 Todas las columnas alrededor del atrio llevarán varillas de plata; sus ganchos serán de plata y sus basas de bronce.

18 El atrio tendrá cincuenta metros de largo por veinticinco de ancho y dos y medio de alto; todo él será de lino fino retorcido, y sus basas de bronce.

19 Todos los utensilios del servicio de la Morada, todas sus estacas y todas las estacas del atrio serán de bronce.

El aceite de la lámpara

20 Manda a los hijos de Israel que te traigan aceite de oliva puro y refinado para el alumbrado, a fin de alimentar continuamente la lámpara.

21 Aarón y sus hijos la prepararán en la Tienda del Encuentro, fuera del velo que cuelga delante del Testimonio, para que arda en presencia del Señor, de la tarde a la mañana. Será ley perpetua para las sucesivas generaciones de los hijos de Israel.

Ornamentos sagrados

Capítulo 28

1 Haz que, de entre los hijos de Israel, se acerque tu hermano Aarón y sus hijos Nadab, Abiú, Eleazar y Tamar, para que sean mis sacerdotes.

2 Harás ornamentos sagrados, dignos y decorosos, para tu hermano Aarón.

3 Habla tú mismo con todos los artesanos a quienes he dotado de habilidad para que confeccionen los ornamentos de Aarón, a fin de consagrarle sacerdote mío.

4 Estos son los ornamentos que han de confeccionar: pectoral, efod, manto, túnica bordada, turbante y banda. Harán, pues, ornamentos sagrados para tu hermano Aarón y sus hijos, a fin de que me sirvan como sacerdotes.

5 Usarán oro, púrpura violácea, roja y escarlata, y lino fino.

6 Harán el efod de oro, púrpura violácea, roja y escarlata, y lino fino retorcido, artísticamente elaborado.

7 Llevará dos hombreras unidas por los extremos.

8 El cíngulo para sujetar el efod formará con él una pieza y será de la misma elaboración: de oro, púrpura violácea, roja y escarlata, y lino fino retorcido.

9 Luego tomarás dos piedras de ónice sobre las que grabarás los nombres de los hijos de Israel:

10 seis de sus nombres en una piedra y los seis restantes en la otra, por orden de nacimiento.

11 Como graba el orfebre la piedra de un sello, así harás grabar esas dos piedras con los nombres de los hijos de Israel; las harás engastar en monturas de oro.

12 Colocarás las dos piedras sobre las hombreras del efod, como piedras recordatorio de los hijos de Israel. Aarón llevará sus nombres sobre las hombreras como recordatorio ante el Señor.

13 Harás también monturas de oro

14 y dos cadenillas de oro puro, trenzadas como cordones, y fijarás las cadenillas así trenzadas sobre las monturas.

15 Harás el pectoral de las suertes, artísticamente elaborado, al estilo del efod: lo fabricarás de oro, púrpura violácea, roja y escarlata, y lino fino retorcido.

16 Será doble y cuadrado, un palmo de largo por uno de ancho.

17 Lo guarnecerás de cuatro hileras de piedras: en la primera hilera, cornalina, topacio y esmeralda;

18 en la segunda hilera, rubí, zafiro y diamante;

19 en la tercera hilera, ópalo, ágata y amatista;

20 en la cuarta hilera, crisólito, ónice y jaspe. Irán engastadas en montura de oro.

21 Llevará doce piedras con sus nombres, correspondientes a los nombres de los hijos de Israel. Estarán grabadas como los sellos, cada una con su nombre, conforme a las doce tribus.

22 Harás también para el pectoral cadenillas de oro puro, trenzadas como cordones.

23 Harás también dos anillas de oro que sujetarás a los dos extremos del pectoral.

24 Pasarás las dos cadenillas de oro por las dos anillas de los extremos del pectoral.

25 Los dos cabos de las dos cadenillas los pondrás sobre las dos monturas y los fijarás en las hombreras del efod, por la parte delantera.

26 Harás otras dos anillas de oro que pondrás en los dos extremos del pectoral, en el borde interior que mira hacia el efod.

27 Harás otras dos anillas de oro y las fijarás en la parte inferior y delantera de las hombreras del efod, junto al empalme y por encima del cíngulo del efod.

28 Las anillas del pectoral se sujetarán con las anillas del efod mediante un cordón de púrpura violácea, de modo que quede sobre el cíngulo del efod y no pueda desprenderse el pectoral del efod.

29 Cuando Aarón entre en el Santuario, llevará grabados en el pectoral de las suertes, sobre su corazón, los nombres de los hijos de Israel, como recordatorio perpetuo ante el Señor.

30 En el pectoral de las suertes, pondrás los urim y los tumim, que estarán sobre el corazón de Aarón cuando se presente ante el Señor. Llevará, pues, Aarón constantemente sobre su corazón, en presencia del Señor, las suertes de los hijos de Israel.

31 Confeccionarás el manto del efod, todo él de púrpura violácea.

32 Llevará en el centro una abertura para la cabeza, con un dobladillo alrededor, como la abertura de un coselete, para que no se rasgue.

33 Alrededor de los bordes del manto, pondrás granadas de púrpura violácea, roja y escarlata; y, alternando con las granadas, cascabeles de oro:

34 un cascabel de oro y una granada, otro cascabel de oro y otra granada sobre los bordes del manto, todo alrededor.

35 Aarón lo llevará cuando oficie, para que se oiga el tintineo, al entrar en el Santuario ante el Señor y al salir, y no muera.

36 Harás también una diadema de oro puro, y grabarás en ella, como en un sello: “Consagrado al Señor".

37 La sujetarás al turbante, por su parte delantera, con un cordón de púrpura violácea.

38 Estará sobre la frente de Aarón, pues Aarón cargará con la culpa en que hayan incurrido los hijos de Israel al hacer sus ofrendas sagradas. La llevará siempre sobre su frente para reconciliarlos con el Señor.

39 Tejerás la túnica con lino y con lino harás el turbante, pero la banda estará recamada.

40 Harás, además, túnicas para los hijos de Aarón, y les confeccionarás bandas y birretas dignas y decorosas.

41 Vestirás así a tu hermano Aarón y a sus hijos, los ungirás y los consagrarás para que me sirvan como sacerdotes.

42 Hazles también calzones de lino que les cubran su desnudez, de la cintura a los muslos.

43 Aarón y sus hijos los llevarán cuando entren en la Tienda del Encuentro o cuando se acerquen al altar para oficiar; así no incurrirán en culpa y no morirán. Esta es una ley perpetua para él y sus descendientes.

Consagración de los sacerdotes

Capítulo 29

1 Este es el rito que has de realizar para la consagración de mis sacerdotes: Toma un novillo y dos carneros sin defecto,

2 panes ácimos, tortas ácimas amasadas con aceite y hogazas ácimas untadas con aceite; los prepararás con flor de harina de trigo.

3 Los pondrás en un cestillo y los presentarás junto con el novillo y los dos carneros.

4 Luego mandarás a Aarón y a sus hijos acercarse a la entrada de la Tienda del Encuentro y los harás lavarse.

5 Tomarás los ornamentos y revestirás a Aarón con la túnica, el manto del efod, el efod y el pectoral; y sujetarás el efod con el cíngulo.

6 Pondrás el turbante en su cabeza y sobre el turbante pondrás la diadema santa.

7 Luego tomarás el óleo de la unción y lo derramarás sobre su cabeza, para ungirlo.

8 Después harás acercarse a sus hijos y los revestirás con las túnicas;

9 ceñirás a Aarón y a sus hijos las bandas y les pondrás las birretas. El sacerdocio les corresponde por derecho perpetuo. Así consagrarás a Aarón y a sus hijos.

10 Harás traer después el novillo a la Tienda del Encuentro y Aarón y sus hijos pondrán sus manos sobre la cabeza de la víctima.

11 Entonces degollarás el novillo ante el Señor, a la entrada de la Tienda del Encuentro;

12 y tomando sangre del novillo, untarás con el dedo los salientes del altar y derramarás la sangre restante al pie del altar.

13 Tomarás también la grasa que envuelve las vísceras, el lóbulo del hígado, los dos riñones con la grasa que los envuelve, y los quemarás sobre el altar.

14 Pero quemarás fuera del campamento la carne del novillo, su piel y sus intestinos. Es un sacrificio expiatorio.

15 Después tomarás uno de los carneros, y Aarón y sus hijos pondrán sus manos sobre la cabeza de la víctima.

16 Degollarás el carnero y, tomando su sangre, rociarás el altar, todo alrededor.

17 Luego descuartizarás el carnero, lavarás sus vísceras y sus patas, las pondrás sobre los trozos y la cabeza

18 y quemarás todo el carnero sobre el altar. Es un holocausto para el Señor, oblación de aroma que aplaca al Señor.

19 Tomarás luego el segundo carnero y Aarón y sus hijos pondrán sus manos sobre la cabeza de la víctima.

20 Entonces degollarás el carnero y, tomando su sangre, untarás con ella el lóbulo de la oreja derecha de Aarón y el lóbulo de la oreja derecha de sus hijos, el pulgar de su mano derecha y el dedo gordo de su pie derecho, y derramarás la sangre restante sobre el altar, alrededor.

21 Tomarás sangre del altar y aceite de la unción y rociarás a Aarón y sus ornamentos, a los hijos de Aarón y sus ornamentos. Así que-darán consagrados él y sus ornamentos y sus hijos con sus ornamentos.

22 Después, tomarás del carnero la grasa y la cola, la grasa que envuelve las vísceras, el lóbulo del hígado, los dos riñones con la grasa que los envuelve y la pierna derecha, porque es un carnero de consagración.

23 Del cestillo de panes ácimos presentados al Señor, tomarás un pan, una torta de pan amasado con aceite y una hogaza.

24 Lo pondrás todo en las manos de Aarón y de sus hijos, para que lo balanceen ritualmente ante el Señor.

25 A continuación, lo tomarás de sus manos y lo quemarás en el altar, sobre el holocausto, como aroma que aplaca al Señor. Es una oblación al Señor.

26 Luego tomarás el pecho del carnero de la consagración de Aarón y lo balancearás ritualmente ante el Señor; y esa será tu porción.

27 Del carnero de la consagración de Aarón y sus hijos, declararás santo el pecho balanceado ritualmente y la pierna ofrecida en tributo.

28 Será la porción reservada a Aarón y sus hijos, como un deber perpetuo por parte de los hijos de Israel, pues es el tributo, tomado de los sacrificios de comunión, que los hijos de Israel ofrecen al Señor.

29 Los ornamentos sagrados de Aarón los heredarán sus hijos, para vestirlos durante su unción y consagración.

30 Durante siete días los vestirá el hijo que le suceda como sacerdote, cuando entre en la Tienda del Encuentro para oficiar en el Santuario.

31 Después tomarás el carnero de la consagración, y cocerás su carne en lugar santo.

32 Aarón y sus hijos comerán la carne del carnero y el pan del cestillo a la entrada de la Tienda del Encuentro.

33 Comerán la parte con que se hizo la expiación al investirlos y consagrarlos. Ningún profano la puede comer, pues es porción santa.

34 Si sobra carne o pan de la consagración para el día siguiente, los quemarás. No se debe comer, pues es porción santa.

35 Harás, pues, respecto a Aarón y sus hijos conforme te he mandado. En siete días los consagrarás.

36 Cada día ofrecerás un novillo expiatorio por el pecado; lo ofrecerás sobre el altar para expiar por él y ungirás el altar para consagrarlo.

37 Durante siete días ofrecerás la expiación y consagración del altar. Así el altar será sacrosanto y todo cuanto toque el altar quedará santificado.

Sacrificios cotidianos

38 Esto es lo que has de ofrecer sobre el altar: dos corderos añales cada día, perpetuamente.

39 Ofrecerás un cordero por la mañana y otro por la tarde.

40 Con el primer cordero harás una ofrenda de cuatro litros de flor de harina, amasada con siete litros de aceite de oliva virgen y una libación de dos litros de vino.

41 El segundo cordero lo ofrecerás por la tarde, con una ofrenda y una libación como las de la mañana, en oblación de aroma que aplaca al Señor.

42 Será el holocausto que perpetuamente ofrecerán ante el Señor vuestras generaciones, a la entrada de la Tienda del Encuentro, donde me reuniré contigo para hablarte.

43 Allí me encontraré con los hijos de Israel, y el lugar quedará consagrado por mi gloria.

44 Consagraré la Tienda del Encuentro y el altar, consagraré a Aarón y a sus hijos como sacerdotes míos.

45 Moraré en medio de los hijos de Israel, y seré su Dios.

46 Y reconocerán que yo soy el Señor, su Dios, que los sacó de la tierra de Egipto para morar en medio de ellos. Yo soy el Señor su Dios.

El altar del incienso

Capítulo 30

1 Harás un altar para quemar el incienso; lo harás de madera de acacia.

2 Medirá medio metro de largo por medio metro de ancho; será cuadrado y tendrá un metro de alto. De él arrancarán unos salientes.

3 Revestirás de oro puro la parte superior, sus lados y sus salientes, y le harás alrededor una cenefa de oro.

4 Debajo de la moldura, a sus dos costados, le harás dos anillas, por las que se meterán los varales para transportarlo.

5 Harás los varales de madera de acacia y los revestirás de oro.

6 Colocarás el altar delante del velo que tapa el Arca del Testimonio y delante del propiciatorio que cubre el Testimonio, donde me encontraré contigo.

7 Aarón quemará sobre él incienso aromático; lo quemará cada mañana, cuando prepare las lámparas;

8 también lo quemará al atardecer, cuando Aarón encienda las lámparas. Será un incienso perpetuo, de generación en generación, ante el Señor.

9 No ofreceréis sobre él incienso profano, ni holocausto, ni ofrendas, ni derramaréis sobre él libación alguna.

10 Una vez al año Aarón hará la expiación sobre los salientes del altar; con la sangre de la víctima expiatoria hará sobre él expiación una vez al año en vuestras sucesivas generaciones. Este altar será muy santo para el Señor».

Tributo para el rescate

11 El Señor habló a Moisés:

12 «Cuando hagas el censo completo de los hijos de Israel, cada uno, al ser empadronado, dará al Señor un rescate por sí mismo, para que no les ocurra nada malo cuando se les empadrone.

13 Cada uno de los empadronados dará seis gramos de plata, según las pesas del Santuario: el tributo al Señor será de seis gramos de plata.

14 Todos los empadronados, de veinte años para arriba, pagarán el tributo al Señor.

15 Ni el rico pagará más ni el pobre pagará menos de seis gramos, cuando entreguen el tributo al Señor como rescate de sí mismos.

16 Recibirás de los hijos de Israel el dinero del rescate y lo destinarás al servicio de la Tienda del Encuentro. Será para ellos, ante el Señor, un recordatorio del rescate de sí mismos».

La pila de bronce

17 El Señor habló a Moisés:

18 «Harás asimismo una pila de bronce, con su basa de bronce, para las abluciones. La pondrás entre la Tienda del Encuentro y el altar, y echarás agua en ella,

19 para que Aarón y sus hijos se laven las manos y los pies.

20 Cuando vayan a entrar en la Tienda del Encuentro o cuando se acerquen al altar para oficiar, para quemar una oblación al Señor, se lavarán para no morir.

21 Se lavarán las manos y los pies, y no morirán. Será para ellos una ley perpetua, para Aarón y su descendencia, de generación en generación».

El óleo de la unción

22 El Señor habló a Moisés:

23 «Procúrate los perfumes más finos: de mirra virgen, seis kilogramos; de cinamomo, tres kilogramos; de caña aromática, tres kilogramos;

24 de casia, seis kilogramos (según las pesas del Santuario), y de aceite de oliva, siete litros.

25 Con ellos prepararás el óleo de la unción santa; harás una mezcla perfumada, como la prepara un perfumista, y servirá para la unción santa.

26 Ungirás con él la Tienda del Encuentro y el Arca del Testimonio,

27 la mesa y todos sus utensilios, el candelabro y todos sus utensilios, el altar del incienso,

28 el altar del holocausto y todos sus utensilios, y la pila con su basa.

29 Los consagrarás y serán sacrosantos. Todo cuanto los toque quedará santificado.

30 Ungirás también a Aarón y a sus hijos y los consagrarás, para que me sirvan como sacerdotes.

31 Y dirás a los hijos de Israel: “Este será el óleo de mi unción santa en todas vuestras generaciones.

32 No se derramará sobre el cuerpo de ningún otro, ni imitaréis su receta, pues es santo y como santo lo habéis de tratar.

33 El que imite esta mezcla y la derrame sobre un profano, será excluido de su pueblo"».

El incienso

34 El Señor dijo a Moisés: «Procúrate aromas: estacte, ámbar, gálbano oloroso e incienso puro, a partes iguales;

35 y, al estilo de los perfumistas, prepara con ello incienso perfumado, salado, puro y santo.

36 Muele una parte y colócala delante del Testimonio, en la Tienda del Encuentro, donde me encontraré contigo. Será sacrosanto para vosotros.

37 Este incienso que vais a elaborar, no lo imitéis para uso personal. Lo tendréis por consagrado al Señor.

38 El que imite esta mezcla para disfrutar de su perfume, será excluido de su pueblo».

Los artesanos del Santuario

Capítulo 31

1 El Señor habló a Moisés:

2 «He llamado a Besalel, hijo de Urí, hijo de Jur, de la tribu de Judá,

3 y le he llenado del espíritu de Dios, de sabiduría, de prudencia y de habilidad para toda clase de tareas:

4 para que trace proyectos, labre el oro, la plata y el bronce,

5 cincele piedras de engaste y talle la madera, y para cualquier otro tipo de trabajos.

6 Le he dado como ayudante a Oliab, hijo de Ajisamac, de la tribu de Dan, y a todas las personas expertas les he dado habilidad para que hagan todo lo que te he mandado:

7 la Tienda del Encuentro, el Arca del Testimonio, el propiciatorio que la cubre y todos los utensilios de la tienda;

8 la mesa y sus utensilios, el candelabro y todos sus utensilios, el altar del incienso,

9 el altar del holocausto y todos sus utensilios, la pila con su basa;

10 los ornamentos ceremoniales, los ornamentos sagrados del sacerdote Aarón y los ornamentos de sus hijos para las funciones sacerdotales;

11 el óleo de la unción y el incienso perfumado para el Santuario. Lo harán conforme a cuanto te he mandado».

El descanso del sábado

12 El Señor habló a Moisés:

13 «Di a los hijos de Israel: Guardaréis mis sábados, pues el sábado es una señal entre yo y vosotros, de generación en generación, para que sepáis que yo soy el Señor que os santifica.

14 Guardaréis, pues, el sábado, porque es un día santo para vosotros. El que lo profane es reo de muerte. El que trabaje será excluido de su pueblo.

15 Durante seis días se trabajará, pero el día séptimo es sábado, día de descanso consagrado al Señor. El que trabaje en sábado es reo de muerte.

16 Los hijos de Israel guardarán el sábado de generación en generación como alianza perpetua.

17 Será señal perpetua entre yo y los hijos de Israel, pues en seis días hizo el Señor los cielos y la tierra, y el séptimo descansó y tomó respiro».

18 Cuando acabó de hablar con Moisés en la montaña del Sinaí, le dio las dos tablas del Testimonio, tablas de piedra escritas por el dedo de Dios.

El becerro de oro y la alianza renovada

El becerro de oro

* Capítulo 32

1 Viendo el pueblo que Moisés tardaba en bajar de la montaña, se reunió en torno a Aarón y le dijo: «Anda, haznos un dios que vaya delante de nosotros, pues a ese Moisés que nos sacó de Egipto no sabemos qué le ha pasado».

2 Aarón les contestó: «Quitadles los pendientes de oro a vuestras mujeres, hijos e hijas, y traédmelos».

3 Todo el pueblo se quitó los pendientes de oro y se los trajeron a Aarón.

4 Él los recibió, trabajó el oro a cincel y fabricó un becerro de fundición. Entonces ellos exclamaron: «Este es tu dios, Israel, el que te sacó de Egipto».

5 Cuando Aarón lo vio, edificó un altar en su presencia y proclamó: «Mañana es fiesta del Señor».

6 Al día siguiente se levantaron, ofrecieron holocaustos y presentaron sacrificios de comunión. El pueblo se sentó a comer y beber, y después se levantaron a danzar.

7 El Señor dijo a Moisés: «Anda, baja de la montaña, que se ha pervertido tu pueblo, el que tú sacaste de Egipto.

8 Pronto se han desviado del camino que yo les había señalado. Se han hecho un becerro de metal, se postran ante él, le ofrecen sacrificios y proclaman: “Este es tu Dios, Israel, el que te sacó de Egipto"».

9 Y el Señor añadió a Moisés: «Veo que este pueblo es un pueblo de dura cerviz.

10 Por eso, déjame: mi ira se va a encender contra ellos hasta consumirlos. Y de ti haré un gran pueblo».

11 Entonces Moisés suplicó al Señor, su Dios: «¿Por qué, Señor, se va a encender tu ira contra tu pueblo, que tú sacaste de Egipto, con gran poder y mano robusta?

12 ¿Por qué han de decir los egipcios: “Con mala intención los sacó, para hacerlos morir en las montañas y exterminarlos de la superficie de la tierra"? Aleja el incendio de tu ira, arrepiéntete de la amenaza contra tu pueblo.

13 Acuérdate de tus siervos, Abrahán, Isaac e Israel, a quienes juraste por ti mismo: “Multiplicaré vuestra descendencia como las estrellas del cielo, y toda esta tierra de que he hablado se la daré a vuestra descendencia para que la posea por siempre"».

14 Entonces se arrepintió el Señor de la amenaza que había pronunciado contra su pueblo.

15 Moisés se volvió y bajó del monte con las dos tablas del Testimonio en la mano. Las tablas estaban escritas por ambos lados;

16 eran hechura de Dios y la escritura era escritura de Dios grabada en las tablas.

17 Al oír Josué el griterío del pueblo dijo a Moisés: «Se oyen gritos de guerra en el campamento».

18 Contestó él: «No es grito de victoria, no es grito de derrota, que son cantos lo que oigo».

19 Al acercarse al campamento y ver el becerro y las danzas, Moisés, encendido en ira, tiró las tablas y las rompió al pie de la montaña.

20 Después agarró el becerro que habían hecho, lo quemó y lo trituró hasta hacerlo polvo, que echó en agua y se lo hizo beber a los hijos de Israel.

21 Moisés dijo a Aarón: «¿Qué te ha hecho este pueblo para que nos acarreases tan enorme pecado?».

22 Contestó Aarón: «No se irrite mi señor. Sabes que este pueblo es perverso.

23 Me dijeron: “Haznos un dios que vaya delante de nosotros, pues a ese Moisés que nos sacó de Egipto no sabemos qué le ha pasado".

24 Yo les dije: “Quien tenga oro que se desprenda de él y me lo dé; yo lo eché al fuego y salió este becerro"».

25 Moisés vio que el pueblo estaba desenfrenado, pues Aarón le había quitado el freno, exponiéndole a la burla de sus enemigos.

26 Entonces Moisés se plantó a la puerta del campamento y exclamó: «¡A mí los del Señor!», y se le unieron todos los levitas.

27 Y les dijo: «Así dice el Señor, el Dios de Israel: “Ceñíos cada uno la espada al costado, revisad el campamento de puerta a puerta y volved a revisarlo. Mate cada uno a su hermano, a su amigo y a su vecino"».

28 Los levitas cumplieron la orden de Moisés y cayeron aquel día unos tres mil hombres del pueblo.

29 Luego Moisés dijo: «Consagraos hoy al Señor, cada uno a costa de su hijo o de su hermano. Que él os dé hoy la bendición».

30 Al día siguiente Moisés dijo al pueblo: «Habéis cometido un pecado gravísimo; pero ahora subiré al Señor a expiar vuestro pecado».

31 Volvió, pues, Moisés al Señor y le dijo: «Este pueblo ha cometido un pecado gravísimo haciéndose dioses de oro.

32 Pero ahora, o perdonas su pecado o me borras del libro que has escrito».

33 El Señor respondió: «Al que haya pecado contra mí lo borraré del libro.

34 Ahora ve y guía a tu pueblo al sitio que te dije: mi ángel irá delante de ti; y cuando llegue el día de la cuenta, les pediré cuentas de su pecado».

35 El Señor castigó al pueblo por el becerro que había hecho Aarón.

La presencia del Señor

Capítulo 33

1 El Señor dijo a Moisés: «Anda, sal de aquí, con el pueblo que sacaste de la tierra de Egipto, a la tierra que prometí a Abrahán, Isaac y Jacob con este juramento: “Se la daré a tu descendencia".

2 Enviaré delante de ti un ángel y expulsaré a cananeos, amorreos, hititas, perizitas, heveos y jebuseos.

3 Sube a la tierra que mana leche y miel. Yo no subiré contigo, porque eres un pueblo de dura cerviz y te destruiría en el camino».

4 Cuando el pueblo oyó estas palabras tan duras, guardó luto y nadie se vistió de gala.

5 El Señor dijo entonces a Moisés: «Di a los hijos de Israel: Sois un pueblo de dura cerviz; un solo momento que subiera contigo, y te destruiría. Ahora, pues, quítate tus joyas, y veré lo que hago contigo».

6 Los hijos de Israel se desprendieron de sus joyas desde la montaña del Horeb.

7 Moisés levantó la tienda y la plantó fuera, a distancia del campamento, y la llamó «Tienda del Encuentro». El que deseaba visitar al Señor, salía fuera del campamento y se dirigía a la Tienda del Encuentro.

8 Cuando Moisés salía en dirección a la tienda, todo el pueblo se levantaba y esperaba a la entrada de sus tiendas, mirando a Moisés hasta que este entraba en la tienda.

9 En cuanto Moisés entraba en la tienda, la columna de nube bajaba y se detenía a la entrada de la tienda, mientras el Señor hablaba con Moisés.

10 Cuando el pueblo veía la columna de nube a la puerta de la tienda, se levantaba y se postraba cada uno a la entrada de su tienda.

11 El Señor hablaba con Moisés cara a cara, como habla un hombre con un amigo. Después Moisés volvía al campamento, mientras Josué, hijo de Nun, su joven ayudante, no se apartaba del interior de la tienda.

12 Moisés dijo al Señor: «Tú me has dicho: “Guía a este pueblo"; pero no me has comunicado a quién enviarás conmigo. No obstante, tú me has dicho: “Yo te conozco personalmente y te he concedido mi favor".

13 Ahora bien, si realmente he obtenido tu favor, muéstrame tus designios, para que yo te conozca y obtenga tu favor; mira que esta gente es tu pueblo».

14 Respondió el Señor: «Iré yo en persona y te daré el descanso».

15 Replicó Moisés: «Si no vienes en persona, no nos hagas salir de aquí;

16 pues ¿en qué se conocerá que yo y tu pueblo hemos obtenido tu favor, sino en el hecho de que tú vas con nosotros? Así tu pueblo y yo nos distinguiremos de todos los pueblos que hay sobre la faz de la tierra».

17 El Señor respondió a Moisés: «También esto que me pides te lo concedo, porque has obtenido mi favor y te conozco personalmente».

18 Entonces, Moisés exclamó: «Muéstrame tu gloria».

19 Y él le respondió: «Yo haré pasar ante ti toda mi bondad y pronunciaré ante ti el nombre del Señor, pues yo me compadezco de quien quiero y concedo mi favor a quien quiero».

20 Y añadió: «Pero mi rostro no lo puedes ver, porque no puede verlo nadie y quedar con vida».

21 Luego dijo el Señor: «Aquí hay un sitio junto a mí; ponte sobre la roca.

22 Cuando pase mi gloria, te meteré en una hendidura de la roca y te cubriré con mi mano hasta que haya pasado.

23 Después, cuando retire la mano, podrás ver mi espalda, pero mi rostro no lo verás».

La alianza renovada

Capítulo 34

1 El Señor dijo a Moisés: «Labra dos tablas de piedra como las primeras y yo escribiré en ellas las palabras que había en las primeras tablas que tú rompiste.

2 Prepárate para mañana, sube al amanecer a la montaña del Sinaí y espérame allí en la cima de la montaña.

3 Que nadie suba contigo, ni aparezca nadie en toda la montaña; ni siquiera las ovejas o las vacas pastarán en la ladera de la montaña».

4 Moisés labró dos tablas de piedra como las primeras, madrugó y subió a la montaña del Sinaí, como le había mandado el Señor, llevando en la mano las dos tablas de piedra.

5 El Señor bajó en la nube y se quedó con él allí, y Moisés pronunció el nombre del Señor.

6 El Señor pasó ante él proclamando: «Señor, Señor, Dios compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia y lealtad,

7 que mantiene la clemencia hasta la milésima generación, que perdona la culpa, el delito y el pecado, pero no los deja impunes y castiga la culpa de los padres en los hijos y nietos, hasta la tercera y cuarta generación».

8 Moisés al momento se inclinó y se postró en tierra.

9 Y le dijo: «Si he obtenido tu favor, que mi Señor vaya con nosotros, aunque es un pueblo de dura cerviz; perdona nuestras culpas y pecados y tómanos como heredad tuya».

10 El Señor dijo a Moisés: «Yo voy a concertar una alianza: en presencia de tu pueblo haré maravillas como no se han hecho en ningún país ni nación, para que el pueblo con el que vives vea las obras terribles que voy a hacer por medio de ti.

11 Cumple lo que yo te mando hoy; expulsaré delante de ti a amorreos, cananeos, hititas, perizitas, heveos y jebuseos.

12 Guárdate de hacer alianza con los habitantes de la tierra donde vas a entrar; porque serían un lazo para ti.

13 Derribarás sus altares, quebrarás sus estelas, talarás sus árboles sagrados.

14 No te postres ante otro dios, porque el Señor se llama “Celoso", y es un Dios celoso.

15 No hagas alianza con los habitantes de la tierra, no sea que, cuando se prostituyan con sus dioses y les ofrezcan sacrificios, te inviten a comer con ellos.

16 Ni tomes a sus hijas para tus hijos, pues se prostituirán sus hijas con sus dioses y prostituirán a tus hijos con sus dioses.

17 No te hagas estatuas de dioses.

18 Guarda la fiesta de los Ácimos: durante siete días comerás panes ácimos, según te mandé, en el tiempo señalado del mes de abib, porque en el mes de abib saliste de Egipto.

19 Todo primer nacido macho que abra el vientre es mío, sea ternero o cordero.

20 El primer nacido del asno lo rescatarás con un cordero y, si no lo rescatas, lo desnucarás. Rescatarás también al primogénito de tus hijos. Nadie se presentará ante mí con las manos vacías.

21 Seis días trabajarás, y al séptimo descansarás; incluso en la siembra o en la siega, descansarás.

22 Celebra la fiesta de las Semanas, al comenzar la siega del trigo, y la fiesta de la Cosecha, al terminar el año.

23 Tres veces al año se presentarán todos los varones en presencia del Señor, el Señor Dios de Israel;

24 pues desposeeré a las naciones delante de ti y ensancharé tus fronteras, y nadie codiciará tus campos cuando subas a visitar al Señor tu Dios tres veces al año.

25 No ofrezcas pan fermentado con la sangre de mi sacrificio. De la víctima de la Pascua no quedará nada para el día siguiente.

26 Trae a la Casa del Señor tu Dios las primicias de tus tierras.

No cuezas el cabrito en la leche de la madre».

27 El Señor dijo a Moisés: «Escribe estas palabras: de acuerdo con estas palabras concierto alianza contigo y con Israel».

28 Moisés estuvo allí con el Señor cuarenta días con sus cuarenta noches, sin comer pan ni beber agua; y escribió en las tablas las palabras de la alianza, las Diez Palabras.

29 Cuando Moisés bajó de la montaña del Sinaí con las dos tablas del Testimonio en la mano, no sabía que tenía radiante la piel de la cara, por haber hablado con el Señor.

30 Aarón y todos los hijos de Israel vieron a Moisés con la piel de la cara radiante y no se atrevieron a acercarse a él.

31 Pero Moisés los llamó. Aarón y los jefes de la comunidad se acercaron a él, y Moisés habló con ellos.

32 Después se acercaron todos los hijos de Israel, y Moisés les comunicó las órdenes que el Señor le había dado en la montaña del Sinaí.

33 Cuando terminó de hablar con ellos, se cubrió la cara con un velo.

34 Siempre que Moisés entraba ante el Señor para hablar con él, se quitaba el velo hasta la salida. Al salir, comunicaba a los hijos de Israel lo que se le había mandado.

35 Ellos veían la piel de la cara de Moisés radiante, y Moisés se cubría de nuevo la cara con el velo, hasta que volvía a hablar con Dios.

Construcción del Santuario

El sábado

Capítulo 35

1 Moisés convocó a toda la asamblea de los hijos de Israel y les dijo: «Esto es lo que el Señor os manda hacer:

2 “Durante seis días se trabajará, pero el día séptimo será santo para vosotros, día de descanso consagrado al Señor. El que trabaje en él es reo de muerte.

3 No encenderéis fuego en ninguna de vuestras viviendas el día del sábado"».

Colecta de materiales

4 Moisés dijo a toda la asamblea de los hijos de Israel: «Esto es lo que mandó el Señor: de vuestros bienes ofreced un tributo al Señor;

5 todos los de corazón generoso ofrecerán en tributo al Señor oro, plata y bronce,

6 púrpura violácea, roja y escarlata, lino y pelo de cabra,

7 pieles de carnero teñidas de rojo, pieles de tejón y maderas de acacia,

8 aceite para la lámpara, aromas para el óleo de la unción y para el incienso perfumado,

9 piedras de ónice y piedras de engaste para el efod y el pectoral.

10 Todas las personas expertas entre vosotros, que se presenten para hacer cuanto ha mandado el Señor:

11 la Morada con su tienda y cubierta, broches y tablones, travesaños, columnas y basas,

12 el Arca con sus varales, el propiciatorio y el velo que lo cubre,

13 la mesa con sus varales y todos sus utensilios, los panes presentados,

14 el candelabro con sus lámparas, utensilios y el aceite para el alumbrado,

15 el altar del incienso con sus varales, el óleo de la unción, el incienso perfumado y la cortina colocada a la entrada de la Morada,

16 el altar de los holocaustos con su rejilla de bronce, sus varales y todos sus utensilios; la pila con su basa,

17 los cortinones del atrio con sus columnas y basas y la cortina de la entrada del atrio,

18 las estacas de la Morada y las estacas del atrio con sus cuerdas,

19 los ornamentos ceremoniales para las funciones del Santuario, los ornamentos sagrados del sacerdote Aarón y los ornamentos de sus hijos para oficiar».

20 Entonces toda la asamblea de los hijos de Israel se retiró de la presencia de Moisés;

21 y todos los hombres de corazón generoso que se sentían animados trajeron tributos al Señor para las obras de la Tienda del Encuentro, para todo su culto y para los ornamentos sagrados.

22 Acudieron hombres y mujeres; todos los de corazón generoso aportaron hebillas, pendientes, anillos, pulseras y toda clase de objetos de oro, y cada uno lo balanceaba ritualmente ante el Señor.

23 Los que poseían púrpura violácea, roja o escarlata, lino, pelo de cabra, pieles de carnero teñidas de rojo y pieles de tejón, los trajeron.

24 Los que deseaban ofrecer tributo de plata y bronce, se lo trajeron al Señor, y los que poseían maderas de acacia para cualquier obra, las trajeron.

25 Todas las mujeres expertas en el oficio hilaron con sus propias manos y trajeron las labores en púrpura violácea, roja, escarlata y en lino.

26 Todas las mujeres expertas y bien dispuestas tejieron el pelo de cabra.

27 Los jefes trajeron piedras de ónice y piedras de engaste para el efod y el pectoral,

28 aromas y aceite para la lámpara, para el óleo de la unción y para el incienso perfumado.

29 Todos los hijos de Israel, hombres y mujeres, que se sentían con corazón generoso para contribuir a las diversas tareas que el Señor había mandado por medio de Moisés, trajeron sus ofrendas voluntarias al Señor.

Los artesanos del Santuario

30 Moisés dijo a los hijos de Israel: «El Señor ha llamado a Besalel, hijo de Urí, hijo de Jur, de la tribu de Judá,

31 y le ha llenado del espíritu de Dios, de sabiduría, de prudencia y de habilidad para toda clase de tareas,

32 para que trace proyectos, labre el oro, la plata y el bronce,

33 cincele piedras de engaste y talle la madera, y para cualquier otro tipo de trabajos.

34 También le ha dado talento para enseñar a otros, lo mismo que a Oliab, hijo de Ajisamac, de la tribu de Dan.

35 Les ha llenado de habilidad para trazar proyectos y realizar cualquier clase de labores: bordar en púrpura violácea, roja o escarlata y en lino, proyectar y realizar toda clase de trabajos».

Capítulo 36

1 Besalel, Oliab y todos los expertos a quienes el Señor había dotado de habilidad y destreza para ejecutar los diversos trabajos del Santuario realizaron lo que el Señor había ordenado.

2 Moisés convocó a Besalel, a Oliab y a todos los expertos a quienes el Señor había dotado de habilidad y que estaban dispuestos a colaborar en la ejecución de la obra,

3 y puso a disposición de ellos todos los tributos aportados por los hijos de Israel para los diversos trabajos del Santuario. Como estos seguían trayendo ofrendas voluntarias cada mañana,

4 todos los expertos que ejecutaban los diversos trabajos del Santuario dejaron su trabajo

5 y fueron a decir a Moisés: «El pueblo trae más de lo que se necesita para los trabajos que el Señor ha mandado realizar».

6 Entonces Moisés mandó que se pregonase de viva voz por el campamento: «Que ningún hombre ni mujer traiga más tributos para el Santuario». Y el pueblo cesó de traerlos.

7 El material era más que suficiente para todos los trabajos que se debían ejecutar.

La Morada

8 Todos los expertos que colaboraban en la obra hicieron la Morada con diez tapices de lino fino retorcido de púrpura violácea, roja y escarlata, con querubines bordados.

9 Cada tapiz medía doce metros y medio de largo por uno ochenta de ancho. Todos los tapices tenían la misma medida.

10 Unieron los tapices en dos series de a cinco cada una,

11 e hicieron unas presillas de púrpura violácea para cada uno de los bordes de las dos series de tapices:

12 hicieron cincuenta presillas para el primer tapiz y otras cincuenta para el borde del segundo, correspondiéndose las presillas entre sí.

13 Hicieron, además, cincuenta broches de oro y se unieron con ellos los tapices, de modo que la Morada formaba una unidad.

14 Se tejieron también tapices de pelo de cabra para que sirvieran de tienda a la Morada. Se hicieron once tapices de este tipo.

15 Cada tapiz medía quince metros de largo por dos de ancho. Los once tapices tenían la misma medida.

16 Se unieron cinco tapices por un lado y seis por el otro.

17 Se hicieron cincuenta presillas para el borde del tapiz de una serie y cincuenta presillas para el borde del tapiz de la otra serie.

18 Se fabricaron también cincuenta broches de bronce para unir la tienda y formar así una unidad.

19 Hicieron, además, para la tienda una cubierta de pieles de carnero teñidas de rojo y una sobrecubierta de pieles de tejón.

20 Prepararon también para la Morada unos tablones de madera de acacia y los pusieron de pie.

21 Cada tablón medía cinco metros de largo por setenta y cinco centímetros de ancho,

22 y llevaba dos espigones ensamblados con los contiguos. Se hicieron así todos los tablones de la Morada.

23 Se fabricaron, pues, los tablones para la Morada: veinte tablones para la parte sur.

24 Debajo de ellos se hicieron cuarenta basas de plata: dos basas bajo un tablón, para sus dos espigones, y dos basas bajo otro tablón, para sus dos espigones.

25 Para el segundo lado de la Morada, por el Norte, se fabricaron otros veinte tablones,

26 con sus cuarenta basas de plata: dos basas bajo un tablón y dos basas bajo otro tablón.

27 Para el lado posterior de la Morada, al poniente, hizo seis tablones.

28 Preparó, además, dos tablones para los ángulos de la Morada, al fondo.

29 Estaban unidos por abajo y por arriba, a la altura de la primera anilla. Así se hizo con los dos tablones que formaron los dos ángulos.

30 En total, ocho tablones con sus basas de plata: dieciséis basas, dos basas bajo cada uno de los tablones.

31 Se hicieron también travesaños de madera de acacia: cinco para los tablones de un lado de la Morada,

32 cinco para los tablones del otro lado de la Morada y cinco para los tablones del lado posterior de la Morada, al poniente.

33 El travesaño central, a media altura de los tablones, atravesaba de un extremo al otro.

34 Se revistieron de oro los tablones y se les hizo anillas de oro para pasar los travesaños; también se revistieron de oro los travesaños.

35 Se hizo un velo de púrpura violácea, roja y escarlata y lino fino retorcido, y se bordaron en él unos querubines.

36 Los colgaron de cuatro columnas de acacia revestidas de oro, provistas de ganchos de oro; y fundieron para ellas cuatro basas de plata.

37 Se hizo también para la entrada de la tienda una cortina de púrpura violácea roja y escarlata y lino fino retorcido, recamada,

38 con sus cinco postes y sus ganchos. Se revistieron de oro sus capiteles y sus varillas, mientras que sus cinco basas eran de bronce.

El Arca

Capítulo 37

1 Besalel hizo el Arca de madera de acacia, de un metro y cuarto de larga por setenta y cinco centímetros de ancha y otros tantos de alta.

2 La revistió de oro puro, por dentro y por fuera, y le puso alrededor una cenefa de oro.

3 Fundió cuatro anillas de oro y las colocó en los cuatro pies, dos a cada lado.

4 Hizo también varales de madera de acacia y los revistió de oro.

5 Metió los varales por las anillas laterales del Arca, para transportarla.

6 Fabricó también un propiciatorio de oro puro, de un metro y cuarto de largo por setenta y cinco centímetros de ancho.

7 Hizo dos querubines cincelados en oro para los dos extremos del propiciatorio:

8 un querubín para un extremo y el otro querubín para el otro extremo, arrancando cada uno de un extremo del propiciatorio.

9 Los querubines extendían sus alas por encima, cubriendo con ellas el propiciatorio. Estaban uno frente a otro, mirando al centro del propiciatorio.

La mesa

10 Hizo una mesa de madera de acacia de un metro de larga por medio de ancha y setenta y cinco centímetros de alta.

11 La revistió de oro puro y le puso alrededor una cenefa de oro.

12 Puso alrededor de ella un reborde de un palmo de ancho y alrededor del reborde una cenefa de oro.

13 Le hizo cuatro anillas de oro y las colocó en los ángulos de las cuatro patas.

14 Sujetó las anillas al reborde; por ellas se metían los varales para transportar la mesa.

15 Hizo los varales de madera de acacia y los revistió de oro. Con ellos se transportaba la mesa.

16 Hizo también los utensilios de la mesa: sus fuentes, sus navetas, sus jarras y copas para las libaciones, todo de oro puro.

El candelabro

17 Hizo también un candelabro de oro puro. Cinceló la base y el fuste del candelabro; sus copas, cálices y corolas formaban un cuerpo con él.

18 De sus lados arrancaban seis brazos: tres por un lado y tres por el otro.

19 Un brazo tenía tres copas, como flores de almendro, con cáliz y corola; y tres copas, como flores de almendro, con cáliz y corola, tenía el otro; así los seis brazos que arrancaban del candelabro.

20 El candelabro tenía cuatro copas, como flores de almendro, con cáliz y corola.

21 Un cáliz bajo dos brazos, formando cuerpo con él, otro cáliz bajo otros dos brazos, formando cuerpo con él, y otro cáliz bajo otros dos brazos, formando cuerpo con él; y así los seis brazos que arrancaban del candelabro.

22 Sus cálices y sus fustes formaban cuerpo con el candelabro; el conjunto formaba una pieza de oro puro cincelado.

23 Hizo también de oro puro sus siete lámparas, sus despabiladeras y ceniceros.

24 Empleó treinta y cinco kilogramos de oro puro para hacer el candelabro y todos sus utensilios.

El altar del incienso

25 Hizo el altar del incienso de madera de acacia. Medía medio metro de largo por otro medio de ancho; era cuadrado y tenía un metro de alto. De él arrancaban unos salientes.

26 Revistió de oro puro la parte superior, sus lados y sus salientes y le hizo alrededor una cenefa de oro.

27 Debajo de la cenefa, a sus dos costados, le hizo dos anillas por las que se metían los varales para transportarlo.

28 Hizo los varales de madera de acacia y los revistió de oro.

29 Preparó también el óleo de la unción santa y el incienso perfumado puro, al estilo de los perfumistas.

El altar de los holocaustos y la pila

Capítulo 38

1 Hizo el altar de los holocaustos de madera de acacia: medía dos metros y medio de largo por otros tantos de ancho; era cuadrado y tenía un metro y medio de alto.

2 En las cuatro esquinas había unos salientes que formaban cuerpo con él, y lo revistió de bronce.

3 Hizo todos los utensilios del altar: ceniceros, paletas, aspersorios, trinchantes y braseros; todos sus utensilios los fabricó de bronce.

4 Fabricó para el altar un enrejado de bronce, y lo colocó bajo los rebordes del altar, de modo que el enrejado llegaba hasta la mitad del altar.

5 Soldó cuatro anillas en los cuatro ángulos del enrejado de bronce, para meter por ellas los varales.

6 Hizo los varales de madera de acacia y los revistó de bronce,

7 y los metió por las anillas de los dos lados del altar, para transportarlo. Construyó el altar con tablas huecas.

8 Hizo asimismo una pila de bronce, con su basa de bronce, además de los espejos de las mujeres que servían a la entrada de la Tienda del Encuentro.

El atrio

9 Hizo también el atrio. En el lado sur, puso unos cortinones de lino fino retorcido, a lo largo de cincuenta metros.

10 Sus veinte columnas y sus veinte basas eran de bronce, pero sus ganchos y varillas eran de plata.

11 En el lado norte había asimismo cortinones, a lo largo de cincuenta metros, y veinte columnas con sus veinte basas de bronce; los ganchos de las columnas y sus varillas eran de plata.

12 En el lado oeste, colocó cortinones en una longitud de veinticinco metros, con sus diez columnas y sus diez basas; los ganchos de las columnas y sus varillas eran de plata.

13 En el lado este había una anchura de veinticinco metros:

14 por un costado, había siete metros y medio de cortinones, con sus tres columnas y sus tres basas;

15 y por el otro costado, a un lado y a otro de la entrada del atrio, había siete metros y medio de cortinones, con sus tres columnas y sus tres basas.

16 Todos los cortinones que rodeaban el atrio eran de lino fino retorcido.

17 Las basas de las columnas eran de bronce, sus ganchos y sus varillas de plata. Revistió de plata los capiteles, y todas las columnas del atrio llevaban varillas de plata.

18 El tapiz de la puerta del atrio era de púrpura violácea, roja y escarlata y lino fino retorcido, recamado. Medía diez metros de largo por dos metros y medio de alto, lo mismo que los cortinones del atrio.

19 Sus cuatro columnas y sus cuatro basas eran de bronce; sus ganchos de plata, lo mismo que el revestimiento de sus capiteles y sus varillas.

20 Todas las estacas de la Morada y del atrio que la rodeaba eran de bronce.

Gastos de la construcción

21 Estos son los gastos de la construcción de la Morada del Testimonio, que registraron los levitas por orden de Moisés y bajo la dirección de Itamar, hijo del sacerdote Aarón.

22 Besalel, hijo de Urí, hijo de Jur, de la tribu de Judá, hizo todo lo que el Señor había mandado a Moisés.

23 Colaboró con él Oliab, hijo de Ajisamac, de la tribu de Dan, artesano, diseñador y bordador en púrpura violácea, roja y escarlata, y en lino.

24 Todo el oro empleado en la obra de la construcción del Santuario, oro de la ofrenda balanceada ritualmente, pesó unos mil cien kilogramos, según las pesas del Santuario.

25 La plata de los registrados de la asamblea pesó unos tres mil seiscientos veinte kilogramos, según las pesas del Santuario:

26 seis gramos, según las pesas del Santuario, por cada uno de los registrados en el censo, de veinte años para arriba, esto es, seiscientos tres mil quinientos cincuenta hombres.

27 Unos tres mil cuatrocientos kilogramos de plata se emplearon en la fundición de las basas del Santuario y de las basas del velo: aproximadamente unos treinta y cuatro kilogramos por basa.

28 Con los doscientos veinte kilogramos restantes se hicieron ganchos y varillas para las columnas y se revistieron los capiteles.

29 El bronce de la ofrenda balanceada ritualmente pesó unos dos mil seiscientos kilogramos.

30 Con él se fabricaron las basas de la entrada a la Tienda del Encuentro, el altar de bronce con su enrejado de bronce y todos los utensilios del altar,

31 las basas del recinto del atrio y las basas de la entrada del atrio, todas las estacas de la Morada y todas las estacas del atrio.

Ornamentos sagrados

Capítulo 39

1 Confeccionaron los ornamentos ceremoniales para el servicio del Santuario en púrpura violácea, roja y escarlata, y lino fino retorcido. Hicieron también los ornamentos sagrados para Aarón, como el Señor había mandado a Moisés.

2 Hizo el efod de oro, de púrpura violácea, roja y escarlata y de lino fino retorcido.

3 Hicieron panes de oro, los cortaron en hilos y los bordaron en la púrpura violácea, roja y escarlata, y en el lino fino retorcido.

4 Pusieron al efod dos hombreras unidas por los extremos.

5 El cíngulo para sujetar el efod formaba una pieza con él y era de la misma elaboración: de oro, púrpura violácea, roja y escarlata y lino fino retorcido, como el Señor se lo había mandado a Moisés.

6 Engastaron las piedras de ónice en engarces de oro, y grabaron en ellas como en un sello los nombres de los hijos de Israel.

7 Las colocaron sobre las hombreras del efod, como piedras recordatorio de los hijos de Israel, como el Señor se lo había mandado a Moisés.

8 Hizo el pectoral, artísticamente elaborado, al estilo del efod: de oro, púrpura violácea, roja y escarlata, y lino fino retorcido.

9 Era cuadrado y lo hicieron doble; medía un palmo de largo por uno de ancho.

10 Lo guarnecieron de cuatro hileras de piedras: en la primera hilera, cornalina, topacio y esmeralda;

11 en la segunda hilera, rubí, zafiro y diamante;

12 en la tercera hilera, ópalo, ágata y amatista;

13 en la cuarta hilera, crisólito, ónice y jaspe. Todas ellas iban engastadas en montura de oro.

14 Llevaba doce piedras con sus nombres, correspondientes a los nombres de los hijos de Israel. Estaban grabadas como los sellos, cada una con su nombre, conforme a las doce tribus.

15 Hicieron, además, para el pectoral cadenillas de oro puro, trenzadas como cordones.

16 Hicieron dos engastes de oro y dos anillas de oro que sujetaron a los dos extremos del pectoral.

17 Pasaron las dos cadenillas de oro por las dos anillas a los extremos del pectoral,

18 pusieron los dos cabos de las dos cadenillas sobre las dos monturas y los fijaron en las hombreras del efod, por la parte delantera.

19 Hicieron otras dos anillas de oro que pusieron en los dos extremos del pectoral, en el borde interior que mira hacia el efod.

20 Hicieron otras dos anillas de oro y las fijaron en la parte inferior y delantera de las hombreras del efod, junto al empalme y por encima del cíngulo del efod.

21 Sujetaron las anillas del pectoral con las anillas del efod mediante un cordón de púrpura violácea, de modo que quedara sobre el cíngulo del efod y no pudiera desprenderse el pectoral del efod, como el Señor se lo había mandado a Moisés.

22 Hizo el manto del efod, todo él de púrpura violácea.

23 Llevaba en el centro una abertura para la cabeza, con un dobladillo alrededor como la abertura de un coselete, para que no se rasgase.

24 Alrededor de los bordes del manto, pusieron granadas de púrpura violácea, roja y escarlata y de lino fino retorcido;

25 y, alternando con las granadas, cascabeles de oro:

26 un cascabel de oro y una granada, otro cascabel de oro y otra granada sobre los bordes del manto, todo alrededor. Se usaba para oficiar, como el Señor se lo había mandado a Moisés.

27 Confeccionaron túnicas de lino para Aarón y sus hijos,

28 bandas, birretas con adornos y calzones de lino fino retorcido.

29 Las bandas estaban recamadas en lino fino retorcido, púrpura violácea, roja y escarlata, como el Señor se lo había mandado a Moisés.

30 Hicieron también una diadema de oro puro, la diadema santa, y grabaron en ella, como en un sello: «Consagrado al Señor».

31 La sujetaron al turbante, por su parte superior, con un cordón de púrpura violácea, como el Señor se lo había mandado a Moisés.

32 Así terminaron la obra de la Morada y de la Tienda del Encuentro. Hicieron los hijos de Israel toda la obra conforme a lo que el Señor había mandado a Moisés; así lo hicieron.

Presentación de la obra a Moisés

33 Le presentaron a Moisés la Morada, la Tienda y todos sus utensilios: broches, tablones, travesaños, columnas y basas;

34 la cubierta de pieles de carnero teñidas de rojo, la cubierta de pieles de tejón y el velo de separación,

35 el Arca del Testimonio con sus varales y el propiciatorio;

36 la mesa con todos sus utensilios y los panes presentados;

37 el candelabro de oro puro con sus lámparas dispuestas en orden, sus utensilios y el aceite de las lámparas;

38 el altar de oro, el óleo de la unción, el incienso perfumado y la cortina de la entrada de la tienda;

39 el altar de bronce con su enrejado de bronce, sus varales y todos sus utensilios; la pila con su basa;

40 los cortinones del atrio, las columnas y sus basas, el tapiz de la entrada del atrio, sus cuerdas y sus estacas y demás utensilios del servicio de la Morada para la Tienda del Encuentro;

41 los ornamentos ceremoniales para oficiar en el Santuario, los ornamentos sagrados del sacerdote Aarón y los ornamentos de sus hijos para oficiar.

42 Los hijos de Israel hicieron toda la obra, conforme a lo que el Señor había mandado a Moisés.

43 Moisés examinó toda la obra que habían realizado: la habían hecho tal como el Señor había mandado. Y Moisés los bendijo.

Erección y consagración del Santuario

Capítulo 40

1 El Señor habló a Moisés:

2 «El día uno del mes primero erigirás la Morada de la Tienda del Encuentro.

3 Pondrás en ella el Arca del Testimonio y la cubrirás con el velo.

4 Meterás la mesa y dispondrás los panes; meterás el candelabro y encenderás las lámparas.

5 Colocarás el altar de oro del incienso delante del Arca del Testimonio y colgarás la cortina de la entrada de la Morada.

6 Pondrás el altar de los holocaustos delante de la entrada de la Morada de la Tienda del Encuentro.

7 Colocarás la pila entre la Tienda del Encuentro y el altar, y le echarás agua.

8 Alrededor dispondrás el atrio y colocarás el tapiz a la entrada del atrio.

9 Después tomarás el óleo de la unción y ungirás la Morada y cuanto hay en ella; la consagrarás con todos sus utensilios y será sacrosanta.

10 Ungirás asimismo el altar de los holocaustos con todos sus utensilios; consagrarás el altar y será sacrosanto.

11 Ungirás también la pila con su peana y los consagrarás.

12 Luego mandarás acercarse a Aarón y a sus hijos a la entrada de la Tienda del Encuentro y los harás lavarse con agua.

13 Revestirás a Aarón con los ornamentos sagrados, lo ungirás y lo consagrarás para que ejerza mi sacerdocio.

14 Después mandarás acercarse a sus hijos y les vestirás las túnicas.

15 Los ungirás, como ungiste a su padre, para que ejerzan mi sacerdocio. Su unción les conferirá un sacerdocio perpetuo, de generación en generación».

16 Moisés hizo todo conforme a lo que el Señor le había mandado.

17 El día uno del mes primero del segundo año fue erigida la Morada.

18 Moisés erigió la Morada, colocó las basas, puso los tablones con sus travesaños y plantó las columnas;

19 montó la tienda sobre la Morada y puso la cubierta sobre la tienda; como el Señor se lo había mandado a Moisés.

20 Luego colocó el Testimonio en el Arca, sujetó los varales al Arca y puso el propiciatorio encima del Arca.

21 Después trasladó el Arca a la Morada, puso el velo de separación para cubrir el Arca del Testimonio; como el Señor había mandado a Moisés.

22 Colocó también la mesa en la Tienda del Encuentro, en la parte norte de la Morada y fuera del velo.

23 Sobre ella dispuso los panes presentados al Señor; como el Señor había mandado a Moisés.

24 Colocó el candelabro en la Tienda del Encuentro, en la parte sur del Santuario, frente a la mesa,

25 y encendió las lámparas en presencia del Señor; como el Señor había mandado a Moisés.

26 Puso el altar de oro en la Tienda del Encuentro, frente al velo;

27 y sobre él quemó el incienso perfumado; como el Señor había mandado a Moisés.

28 Después colocó la cortina a la entrada de la Morada.

29 Puso el altar de los holocaustos a la entrada de la Morada de la Tienda del Encuentro, y sobre él ofreció el holocausto y la ofrenda, como el Señor había mandado a Moisés.

30 Colocó la pila entre la Tienda del Encuentro y el altar, y le echó agua para las abluciones.

31 Moisés, Aarón y sus hijos se lavaban manos y pies;

32 cuando iban a entrar en la Tienda del Encuentro y al acercarse al altar, se lavaban, como el Señor había mandado a Moisés.

33 Alrededor de la Morada y del altar levantó el atrio, y colocó el tapiz a la entrada del mismo. Y así acabó la obra Moisés.

La gloria del Señor

34 Entonces la nube cubrió la Tienda del Encuentro y la gloria del Señor llenó la Morada.

35 Moisés no pudo entrar en la Tienda del Encuentro, porque la nube moraba sobre ella y la gloria del Señor llenaba la Morada.

36 Cuando la nube se alzaba de la Morada, los hijos de Israel levantaban el campamento, en todas las etapas.

37 Pero cuando la nube no se alzaba, ellos esperaban hasta que se alzase.

38 De día la nube del Señor se posaba sobre la Morada, y de noche el fuego, en todas sus etapas, a la vista de toda la casa de Israel.