1 Proverbios de Salomón, hijo de David, rey de Israel:
2 Para aprender sabiduría y doctrina,
para entender sentencias inteligentes,
3 para adquirir disciplina y sensatez,
derecho, justicia y rectitud;
4 para enseñar sagacidad al inexperto,
saber y reflexión al muchacho
5 (lo escucha el sensato y aumenta su saber,
el prudente adquiere habilidad);
6 para entender proverbios y dichos,
sentencias de sabios y enigmas.
7 El comienzo de la sabiduría es el temor del Señor,
los necios desprecian la sabiduría y la disciplina.
8 Escucha, hijo mío, los consejos de tu padre,
no rechaces la instrucción de tu madre:
9 pues serán diadema en tu cabeza,
como una gargantilla en tu cuello.
10 Hijo mío, no te dejes seducir,
no accedas a gente sin escrúpulos.
11 Si te dicen: «Ven con nosotros,
preparemos emboscadas mortales,
acechemos sin motivo al honrado;
12 lo tragaremos vivo, como el Abismo,
entero, como quien baja a la tumba;
13 nos haremos con grandes riquezas,
llenaremos de botín nuestra casa;
14 comparte tu suerte con nosotros,
haremos bolsa común».
15 Tú, hijo mío, no sigas su camino,
aparta tus pies de su senda,
16 pues sus pies corren tras el mal,
se apresuran a derramar sangre.
17 Mas en vano se ponen redes
cuando son vistas por las aves.
18 Sus emboscadas les resultarán mortales,
atentarán contra su propia vida.
19 Este es el fin de los codiciosos:
los mata su propia codicia.
20 La sabiduría pregona por las calles,
en las plazas levanta la voz;
21 grita en lugares concurridos,
en la plaza pública proclama:
22 «¿Hasta cuándo, ignorantes, amaréis la ignorancia,
y vosotros, insolentes, recaeréis en la insolencia,
y vosotros, necios, rechazaréis el saber?
23 Prestad atención a mis razones,
derramaré mi espíritu sobre vosotros,
quiero comunicaros mis palabras.
24 Os llamé, y vosotros rehusasteis;
extendí mi mano y la rechazasteis;
25 despreciasteis mis consejos,
no aceptasteis mis advertencias.
26 Pues bien, yo me reiré de vuestra desgracia,
me burlaré cuando os alcance el terror.
27 Cuando os alcance como tormenta el terror,
cuando os llegue como huracán la desgracia,
cuando os alcancen la angustia y la aflicción,
28 me llamaréis, pero no os escucharé;
me buscaréis, pero no me encontraréis.
29 Por haber menospreciado el saber
y no querer temer al Señor,
30 por no aceptar mis consejos
y despreciar mis reprensiones,
31 comerán el fruto de su conducta,
se hartarán de los planes que hicieron.
32 La indisciplina matará a los irreflexivos,
la indolencia acabará con los necios;
33 mas quien me escucha vivirá tranquilo,
seguro y sin temor a la desgracia».
1 Hijo mío, si aceptas mis palabras,
si quieres conservar mis consejos,
2 si prestas oído a la sabiduría
y abres tu mente a la prudencia;
3 si haces venir a la inteligencia
y llamas junto a ti a la prudencia;
4 si la procuras igual que el dinero
y la buscas lo mismo que un tesoro,
5 comprenderás lo que es temer al Señor
y alcanzarás el conocimiento de Dios.
6 Porque el Señor concede sabiduría,
de su boca brotan saber e inteligencia;
7 atesora acierto para el hombre recto,
es escudo para el de conducta intachable;
8 custodia la senda del honrado,
guarda el camino de sus fieles.
9 Entonces podrás comprender
justicia, derecho y rectitud,
el camino que lleva a la felicidad:
10 la sabiduría penetrará en tu mente
y te agradará el saber.
11 La perspicacia cuidará de ti,
la prudencia te protegerá;
12 te librará del mal camino,
del hombre perverso,
13 que abandona la senda recta
para ir por caminos tenebrosos;
14 que goza haciendo el mal,
complacido en sus perversas ideas;
15 que va por rumbos tortuosos
y sigue caminos extraviados.
16 Te librará de la mujer extraña,
de la desconocida seductora,
17 que abandonó al amigo de su juventud
y olvidó la alianza de su Dios.
18 Su casa se ladea hacia la muerte,
sus sendas hacia la tierra de las sombras.
19 Los que entran allí no vuelven,
no dan con la senda de la vida.
20 Sigue, pues, el buen camino,
imita la conducta del honrado,
21 pues los rectos habitarán la tierra
y los íntegros permanecerán en ella;
22 pero los malvados serán arrancados,
los canallas, extirpados de ella.
1 Hijo mío, no olvides mi enseñanza,
guarda en el corazón mis preceptos,
2 pues te traerán largos días,
años de vida y prosperidad.
3 Que no te dejen la bondad y la lealtad,
llévalas colgadas al cuello,
grábalas bien en el corazón:
4 alcanzarás favor y aceptación
lo mismo ante Dios que ante los hombres.
5 Confía en el Señor con toda el alma,
no te fíes de tu propia inteligencia;
6 cuenta con él cuando actúes,
y él te facilitará las cosas;
7 no te las des de sabio,
teme al Señor y evita el mal:
8 será salud para tu cuerpo,
medicina para tus huesos.
9 Honra a Dios con tus riquezas,
con la primicia de todas tus cosechas:
10 tus graneros se colmarán de grano,
rebosarán mosto tus lagares.
11 Hijo mío, no rechaces la reprensión del Señor,
no te enfades cuando él te corrija,
12 porque el Señor corrige a los que ama,
como un padre al hijo preferido.
13 Dichoso el que encuentra sabiduría,
el hombre que logra inteligencia:
14 adquirirla vale más que la plata,
es más provechosa que el oro
15 y más valiosa que las perlas;
no se le comparan las joyas.
16 En la diestra trae largos años,
honor y riquezas en la izquierda;
17 sus caminos son deleitosos,
todas sus sendas prosperan;
18 es árbol de vida para quienes la acogen,
son dichosos los que se aferran a ella.
19 El Señor cimentó la tierra con sabiduría
y afirmó el cielo con inteligencia;
20 con su saber se abren los veneros
y las nubes destilan rocío.
21 Hijo mío, no las pierdas de vista,
conserva la prudencia y la reflexión:
22 serán ellas tu aliento vital,
serán el adorno de tu cuerpo.
23 Así caminarás confiado
y no tropezará tu pie.
24 Podrás descansar sin temor,
dormir con un sueño relajado.
25 No temerás el terror repentino
ni el ataque de los malvados cuando llegue,
26 pues el Señor estará a tu lado
y librará tu pie de la trampa.
27 No niegues un favor a quien lo necesita,
si está en tu mano concedérselo.
28 Si tienes, no digas al prójimo:
«Anda, vete; mañana te lo daré».
29 No trames daños contra tu prójimo,
mientras vive confiado a tu lado;
30 no pleitees con nadie sin motivo,
si no te ha hecho daño alguno;
31 no envidies al hombre violento,
ni trates de imitar su conducta,
32 porque el Señor detesta al perverso
y pone su confianza en los honrados;
33 el Señor maldice la casa del malvado
y bendice la morada del justo;
34 el Señor se burla de los burlones
y concede su gracia a los humildes.
35 Los sabios heredan honores,
los necios acumulan deshonra.
1 Escuchad, hijos, la instrucción paterna;
prestad atención y adquirid inteligencia.
2 Os transmito un saber excelente,
no abandonéis mi enseñanza.
3 También yo fui un hijo para mi padre,
querido cual unigénito para mi madre;
4 mi padre me instruía diciéndome:
«Guarda mis palabras en tu corazón,
observa mis mandatos y vivirás».
5 Adquiere sabiduría, adquiere inteligencia;
no la olvides, ni dejes mis consejos;
6 no la abandones y ella te cuidará,
ámala y te protegerá.
7 El comienzo de la sabiduría es adquirirla,
con todos tus haberes compra prudencia;
8 conquístala, y te hará noble;
abrázala, y te colmará de honores;
9 te tocará con hermosa diadema,
te ceñirá una espléndida corona.
10 Escucha, hijo mío, recibe mis palabras,
y aumentarán los años de tu vida.
11 Te instruiré en el camino de la sabiduría,
te guiaré por la senda recta;
12 al caminar, serán ágiles tus pasos;
cuando corras, no tropezarás;
13 agárrate a la instrucción, no la sueltes;
consérvala, que en ello te va la vida.
14 No transites por rutas de malvados,
no pises el camino de los perversos;
15 déjalo a un lado, no cruces por él;
apártate de él, pasa de largo.
16 Los malvados no duermen si no hacen el mal,
pierden el sueño si no acaban con alguien;
17 se hartan de crímenes como de pan,
se embriagan de violencia como de vino.
18 La senda del justo es aurora luminosa,
crece su luz hasta hacerse mediodía;
19 mas los malvados caminan en tinieblas,
y no saben dónde tropiezan.
20 Hijo mío, atiende a mis palabras,
presta atención a mis razones;
21 nunca las pierdas de vista,
guárdalas en tu corazón,
22 pues dan vida a quien las encuentra,
proporcionan salud a su cuerpo.
23 Sobre todo, vigila tus intenciones,
pues de ellas brota la vida.
24 Aparta de tu boca la maledicencia,
aleja la mentira de tus labios;
25 mira siempre de frente,
que no se desvíe tu mirada.
26 Mira dónde pones los pies
y será seguro tu camino;
27 No te desvíes a derecha ni a izquierda,
aparta tus pasos de la maldad.
1 Hijo mío, atiende a mi sabiduría,
presta atención a mi experiencia,
2 de ese modo serás reflexivo
y tus labios sabrán lo que dicen.
3 La seductora tiene miel en los labios,
sus palabras son más suaves que el aceite,
4 pero al final son amargas como ajenjo,
letales como espada de dos filos.
5 Corren sus pies hacia la muerte,
sus pasos se encaminan al Abismo;
6 le da igual el camino de la vida,
no le importa que su senda se extravíe.
7 Así pues, hijo mío, escúchame,
no rechaces los consejos que te doy:
8 aleja de ella tu camino,
no te acerques a la puerta de su casa,
9 pues cederías a otros tu honor,
tu dignidad a gente implacable.
10 Así no gozarán extraños de tus bienes,
ni tu renta acabará yendo a casa ajena.
11 Al final acabarías lamentándolo,
con tu cuerpo y tu carne agotados.
12 Pensarás: «¿Por qué rechacé la disciplina,
por qué mi corazón despreció la corrección?
13 ¿Por qué no escuché a mis maestros
y no hice caso a mis preceptores?
14 Me he encontrado al borde de la ruina
en medio de la asamblea convocada».
15 Bebe agua de tu propia cisterna,
la que mana dentro de tu pozo.
16 ¿Se derramarán tus fuentes por la calle,
se perderán tus arroyos por las plazas?
17 Guárdalos solo para ti,
no los compartas con extraños.
18 Sea bendita tu fuente,
goza de la esposa de tu juventud:
19 cierva encantadora, graciosa gacela,
que siempre te embriaguen sus caricias,
que de continuo te deleite su amor.
20 No busques, hijo, deleite en la seductora,
no cedas al abrazo de una desconocida;
21 que el Señor vigila la conducta del hombre,
observa atento todos sus pasos.
22 Su propia maldad atrapa al malvado,
queda preso en los lazos de su pecado;
23 morirá por no dejarse corregir,
tanta insensatez lo perderá.
1 Hijo mío, si sales fiador de tu vecino,
si das la mano en favor de un extraño;
2 si te has enredado con tus palabras,
dejándote atrapar por ellas,
3 haz esto, hijo mío, para librarte
(pues caíste en manos de tu vecino):
ve, insiste, importúnalo,
4 no concedas sueño a tus ojos
ni des reposo a tus párpados:
5 escapa como gacela de la trampa,
como pájaro de la red del cazador.
6 Ve a observar a la hormiga, perezoso,
fíjate en sus costumbres y aprende.
7 No tiene capataz,
ni jefe ni inspector;
8 pero reúne su alimento en verano,
recopila su comida en la cosecha.
9 ¿Hasta cuándo dormirás, perezoso?,
¿cuándo te sacudirás la modorra?
10 Un rato duermes, otro dormitas,
cruzas los brazos y a descansar.
11 ¡Y te llega la miseria del vagabundo,
te sobreviene la pobreza del mendigo!
12 El hombre malvado y perverso
anda con el engaño en la boca;
13 guiña los ojos, menea los pies,
va haciendo gestos con los dedos;
14 maquina desatinos, planea maldades,
provoca continuas peleas.
15 Por eso, de pronto, llega su ruina,
su caída, de repente y sin remedio.
Cosas que el Señor detesta
16 Seis cosas detesta el Señor,
y una séptima aborrece del todo:
17 ojos altaneros, lengua mentirosa,
manos que derraman sangre inocente,
18 corazón que maquina planes perversos,
pies que se apresuran tras la maldad,
19 testigo falso que proclama mentiras
y hombre que siembra discordias entre hermanos.
20 Atiende, hijo, la instrucción de tu padre,
no rechaces la enseñanza de tu madre.
21 Llévalas siempre en tu corazón,
cuélgalas en torno a tu cuello:
22 cuando camines serán tu guía,
velarán junto a ti cuando duermas,
hablarán contigo cuando despiertes.
23 Lámpara es la instrucción y luz la enseñanza,
camino de vida la reprensión que corrige.
24 Te protegerán de la mala mujer,
de la lengua seductora de la extraña.
25 Que tu corazón no ansíe su hermosura,
no dejes que te atrapen sus miradas;
26 con la prostituta basta un trozo de pan,
mas la mujer casada pretende apoderarse de la vida del varón.
27 ¿Puede alguien meter fuego en su seno
sin que así se le queme la ropa?
28 ¿Puede alguien andar sobre brasas
sin que así se le quemen los pies?
29 Pues lo mismo el que se acerque a la mujer del prójimo:
no quedará indemne quien la toque.
30 ¿No es despreciado un ladrón cuando roba,
aunque sea para saciar el hambre?
31 Si le pillan, pagará siete veces,
tendrá que dar todo su patrimonio.
32 Quien comete adulterio carece de juicio,
arruina su vida quien actúa de ese modo;
33 cosechará golpes e insultos,
nunca se borrará su infamia.
34 Los celos enfurecerán al marido,
no perdonará el día de la venganza;
35 no se avendrá a compensaciones,
ni las querrá por generosas que sean.
1 Hijo mío, conserva mis palabras,
guarda como tesoro mis mandatos;
2 conserva mis mandatos y vivirás,
mi enseñanza como la niña de tus ojos.
3 Átalos a tus dedos,
grábalos en tu corazón.
4 Considera a la Sabiduría como hermana tuya,
y llama pariente a la inteligencia:
5 te guardará de la mujer seductora,
de la desconocida que embelesa.
6 Estaba en la ventana de mi casa,
observando a través de las rejas;
7 miraba a un grupo de inexpertos,
cuando vi entre todos los jóvenes
a un muchacho falto de juicio.
8 Atravesaba la calle, cerca de una esquina,
e iba directo hacia la casa de ella.
9 Era al anochecer, cuando muere el día,
cuando oscurece y se acerca la noche.
10 En esto se le acerca la mujer,
con ropas y ademanes de ramera:
11 una mujer descarada e insolente,
cuyos pies no paran en casa;
12 en la calle o en la plaza,
en cada esquina se pone al acecho.
13 Abraza al joven y lo besa,
lo mira con descaro y le dice:
14 «Tengo preparado un sacrificio,
pues hoy cumplo mi promesa;
15 por eso he salido a tu encuentro,
ansiosa, y al fin te he encontrado.
16 He cubierto mi lecho de sábanas,
de telas estampadas de Egipto;
17 he perfumado mi lecho
con mirra, áloe y nardo.
18 Vamos a embriagarnos de caricias hasta el alba,
a saciarnos de los placeres del amor;
19 mi marido no está en casa,
ha salido para un largo viaje;
20 se ha llevado la bolsa del dinero,
hasta la luna llena no vuelve».
21 Lo seduce con palabras cariñosas,
lo conquista con labios lisonjeros;
22 y el infeliz le sigue los pasos,
lo mismo que un buey al matadero,
como ciervo atrapado en el lazo,
23 hasta que una flecha le traspasa el hígado;
como pájaro se precipita en la red,
sin saber que se juega la vida.
24 Y ahora, hijo mío, escúchame,
presta atención a mis palabras;
25 no se extravíe tu corazón por sus caminos,
no vayas a perderte por sus sendas,
26 pues ella ha acabado con muchos,
sus víctimas son incontables.
27 Su casa conduce al Abismo,
se hunde en la morada de la muerte.
1 Oíd, la sabiduría pregona,
la inteligencia levanta su voz,
2 en los montículos, al borde del camino,
de pie, a la vera de las sendas;
3 junto a las puertas de la ciudad,
pregonando en las vías de acceso:
4 «A vosotros os llamo, señores;
a los humanos dirijo mi voz:
5 inexpertos, aprended sagacidad;
necios, adquirid buen juicio».
6 Escuchad, que os hablo con franqueza,
mis labios rebosan sinceridad;
7 mi paladar saborea la verdad,
mis labios detestan el mal;
8 todas mis palabras son honestas,
nada en ellas es pérfido o falso;
9 son claras para el que sabe entender,
son rectas para quien tiene conocimiento.
10 Aceptad mi instrucción, no la plata;
el conocimiento mejor que el oro fino,
11 pues la sabiduría vale más que las perlas,
ninguna joya se la puede comparar.
12 Yo, la sabiduría, habito con la prudencia
y busco la compañía de la reflexión.
13 (Quien teme al Señor odia el mal).
Detesto el orgullo y la soberbia,
la mala conducta y la boca falsa;
14 poseo el buen consejo y el acierto,
mías son la prudencia y el valor;
15 por mí reinan los reyes,
y los príncipes promulgan leyes justas;
16 por mí gobiernan los gobernantes,
y los nobles dan sentencias justas;
17 yo amo a los que me aman,
los que madrugan por mí me encuentran;
18 yo traigo riqueza y honor,
fortuna copiosa y prosperidad;
19 mi fruto es mejor que el oro puro,
y mi renta vale más que la plata;
20 camino por sendero justo,
por las sendas del derecho,
21 para legar riquezas a mis amigos
y colmar todos sus tesoros.
22 El Señor me creó al principio de sus tareas,
al comienzo de sus obras antiquísimas.
23 En un tiempo remoto fui formada,
antes de que la tierra existiera.
24 Antes de los abismos fui engendrada,
antes de los manantiales de las aguas.
25 Aún no estaban aplomados los montes,
antes de las montañas fui engendrada.
26 No había hecho aún la tierra y la hierba,
ni los primeros terrones del orbe.
27 Cuando colocaba los cielos, allí estaba yo;
cuando trazaba la bóveda sobre la faz del abismo;
28 cuando sujetaba las nubes en la altura,
y fijaba las fuentes abismales;
29 cuando ponía un límite al mar,
cuyas aguas no traspasan su mandato;
cuando asentaba los cimientos de la tierra,
30 yo estaba junto a él, como arquitecto,
y día tras día lo alegraba,
todo el tiempo jugaba en su presencia:
31 jugaba con la bola de la tierra,
y mis delicias están con los hijos de los hombres.
32 Por tanto, hijos míos, escuchadme:
dichosos los que siguen mis caminos;
33 escuchad la instrucción,
no rechacéis la sabiduría.
34 Dichoso el hombre que me escucha,
velando día a día en mi portal,
guardando las jambas de mi puerta.
35 Quien me encuentra, encuentra la vida
y alcanza el favor del Señor.
36 Quien me pierde se arruina a sí mismo;
los que me odian aman la muerte.
1 La sabiduría se ha hecho una casa,
ha labrado siete columnas;
2 ha sacrificado víctimas,
ha mezclado el vino
y ha preparado la mesa.
3 Ha enviado a sus criados a anunciar
en los puntos que dominan la ciudad:
4 «Vengan aquí los inexpertos»;
y a los faltos de juicio les dice:
5 «Venid a comer de mi pan,
a beber el vino que he mezclado;
6 dejad la inexperiencia y viviréis,
seguid el camino de la inteligencia».
7 Quien corrige al insolente recibe insultos;
quien reprende al malvado, desprecios.
8 No corrijas al insolente, que te odiará;
reprende al sensato y te querrá;
9 instruye al sabio, y será más sabio;
enseña al honrado, y aprenderá.
10 El comienzo de la sabiduría es el temor del Señor,
conocer al Santo implica inteligencia.
11 Por mí prolongarás tus días,
se añadirán años a tu vida;
12 si eres sensato, lo serás en tu provecho;
si te burlas, solo tú lo pagarás.
13 La mujer necia es bullanguera,
la ingenua no tiene vergüenza;
14 se sienta a la puerta de su casa,
en un asiento que domina la ciudad,
15 para gritar a la gente que pasa,
a los que van derechos por el camino:
16 «Vengan aquí los inexpertos;
quiero hablar a los faltos de juicio.
17 El agua robada es más dulce;
el pan a escondidas, más sabroso».
18 Y no saben que en su casa están las sombras,
que sus invitados bajan a lo hondo del Abismo.
1 Hijo sensato, alegría de su padre;
hijo necio, tristeza de su madre.
2 Tesoros injustos de nada sirven,
mas la justicia libra de la muerte.
3 El Señor no deja que el justo pase hambre,
pero rechaza la codicia del malvado.
4 Manos perezosas generan pobreza;
brazos diligentes, riqueza.
5 Hombre prudente recoge en verano,
quien duerme durante la cosecha se abochorna.
6 La cabeza del honrado atrae bendiciones,
la boca del malvado encubre violencia.
7 El recuerdo del justo es bendito,
el nombre del malvado se extingue.
8 El hombre juicioso acepta el mandato,
el que habla necedades se pierde.
9 Hombre sincero camina seguro,
hombre retorcido queda al descubierto.
10 Guiñar el ojo acarrea pesares,
reprender con franqueza es buen remedio.
11 Manantial de vida es la boca del justo,
pero la boca del malvado encubre violencia.
12 El odio provoca reyertas,
el amor disimula las ofensas.
13 En labios prudentes hay sabiduría,
la espalda del necio se mide con la vara.
14 El sabio atesora saber,
la boca del necio es ruina inminente.
15 La fortuna del rico es su baluarte,
la miseria es la ruina del pobre.
16 El salario del honrado es la vida;
la ganancia del malvado, el fracaso.
17 Quien se deja instruir se encamina a la vida,
quien rechaza la reprensión se extravía.
18 Labios embusteros encubren el odio,
quien difunde calumnias es un insensato.
19 Quien mucho habla no escapa al pecado,
quien refrena los labios se llama sensato.
20 Plata de ley la boca del honrado,
mente perversa no sirve de nada.
21 Labios honrados apacientan a muchos,
la falta de juicio mata a los necios.
22 La bendición del Señor enriquece,
junto a ella el esfuerzo no es nada.
23 El necio se divierte haciendo trampas;
el hombre prudente, con la sabiduría.
24 Al malvado le sucede lo que teme,
al honrado se le da lo que desea.
25 La tempestad arrebata al malvado,
el honrado está firme para siempre.
26 Vinagre a los dientes, humo a los ojos:
el holgazán que recibe un encargo.
27 Quien teme al Señor prolonga la vida,
los años del malvado se acortan.
28 La esperanza sonríe a los honrados,
la ilusión del malvado fracasa.
29 El Señor es refugio del honrado,
y acarrea la ruina al malhechor.
30 El honrado jamás vacilará,
el malvado no habitará la tierra.
31 De boca honrada brota sabiduría,
la lengua tramposa será cercenada.
32 Labios honrados destilan agrado,
de la boca del malvado brota el engaño.
1 El Señor detesta la balanza engañosa,
los pesos exactos lo complacen.
2 Tras la soberbia llega la vergüenza,
con los humildes está la sabiduría.
3 La integridad guía a los honrados,
la falsedad descarría a los malvados.
4 La riqueza es inútil el día del castigo,
pero la justicia salva de la muerte.
5 La honradez del justo le allana el camino,
el malvado caerá en su propia maldad.
6 La rectitud salva a los honrados,
la codicia acaba con los ruines.
7 Muere el malvado y muere su esperanza,
acaba la confianza que puso en las riquezas.
8 El honrado se libra del peligro,
y el malvado entra en su lugar.
9 La boca del malvado arruina a su prójimo,
el honrado se pone a salvo porque lo sabe.
10 Si el justo prospera, se alegra la ciudad,
y si se arruina el malvado, hace fiesta.
11 Por la bendición de los rectos prospera la ciudad,
por la boca de los malvados se arruina.
12 El insensato desprecia a su prójimo,
el hombre prudente se calla.
13 El chismoso desvela secretos,
el que es de fiar los guarda.
14 Pueblo sin gobernantes se hunde,
con muchos consejeros se salva.
15 Quien fía a un extraño sale perjudicado,
quien evita las fianzas vive tranquilo.
16 Mujer hermosa se hace respetar,
los valientes conservan sus riquezas.
17 El hombre bueno se beneficia de su bondad,
el hombre cruel se destroza a sí mismo.
18 La cosecha del malvado resulta engañosa,
quien siembra honradez tiene paga segura.
19 Quien obra rectamente va derecho a la vida,
quien va tras la maldad camina hacia la muerte.
20 El Señor detesta el corazón perverso,
se muestra complacido en la conducta limpia.
21 El malvado no escapará al castigo,
el linaje del honrado se salvará.
22 Como anillo de oro en jeta de puerco
es mujer hermosa falta de seso.
23 El deseo del honrado se cumple,
la esperanza del malvado se malogra.
24 Hay quien es generoso y se enriquece,
quien ahorra injustamente y empobrece.
25 El hombre generoso prosperará,
quien alivia la sed será saciado.
26 El pueblo maldice al que acapara trigo;
a quien lo vende, lo cubre de bendiciones.
27 Quien se afana en el bien será favorecido;
al que busca el mal, el mal lo encontrará.
28 Quien confía en sus riquezas se marchita,
como follaje reverdecen los honrados.
29 Quien descuida su casa hereda viento,
el necio acaba esclavo del sabio.
30 El fruto de la honradez es árbol de vida,
quien es sensato cautiva a la gente.
31 Si el honrado recibe su paga en la tierra,
¡cuánto más el hombre malvado y pecador!
1 Quien ama la reprensión ama el saber,
quien odia la corrección se embrutece.
2 El honrado alcanza el favor del Señor,
el hombre intrigante será condenado.
3 Quien se apoya en la maldad se tambalea,
la raíz del honrado se afianza segura.
4 Mujer de valía es corona del marido;
mujer indigna, carcoma de sus huesos.
5 Los planes del honrado son rectos;
las ideas del malvado, traidoras.
6 Las palabras del malvado son trampa mortal,
lo que dice el honrado salva a la gente.
7 El malvado se hunde y desaparece,
la casa del honrado se mantiene.
8 El hombre prudente se gana la estima,
el corazón perverso es despreciado.
9 Más vale modestia y valerse a sí mismo
que ser presuntuoso y no tener pan.
10 El honrado se preocupa de su ganado,
el malvado tiene entrañas crueles.
11 Quien cultiva la tierra se harta de pan,
quien persigue ilusiones es un insensato.
12 La codicia es trampa del malvado,
la raíz del honrado se mantiene.
13 El malvado se enreda en sus palabras,
el honrado escapa del aprieto.
14 El hombre se harta del fruto de su boca,
cada cual recibe según sus acciones.
15 El necio piensa que es recto su camino,
el hombre sabio escucha los consejos.
16 El necio demuestra al instante su ira,
el hombre prudente disimula la ofensa.
17 Quien dice la verdad proclama la justicia,
el testigo falso se aferra a la mentira.
18 El chismoso hiere como espada,
la lengua del sabio sana.
19 Palabra veraz permanece por siempre;
discurso mentiroso, solo un instante.
20 Quien trama el mal provoca amargura,
quien fomenta la paz produce alegría.
21 El honrado escapa a todo lo malo,
el malvado vive lleno de desgracias.
22 El Señor detesta los labios mentirosos;
le agrada, en cambio, el hombre sincero.
23 Hombre prudente oculta su saber,
corazón necio pregona su ignorancia.
24 Mano laboriosa se hace con el mando,
mano perezosa tiene que servir.
25 La angustia deprime el corazón,
una buena palabra lo alegra.
26 El honrado guía a su prójimo,
el camino del malvado lo extravía.
27 Cazador perezoso nada guisará,
al hombre lo enriquece su trabajo.
28 Sendero recto lleva a la vida,
camino torcido conduce a la muerte.
1 Hijo sabio ama la disciplina,
hijo insolente rechaza la corrección.
2 Hombre de bien se nutre de lo que dice,
hombre malvado se alimenta de violencia.
3 Guarda su vida quien vigila sus palabras,
busca su ruina quien habla sin sentido.
4 Anhela el perezoso y no logra nada,
desea el diligente y queda satisfecho.
5 El honrado odia la mentira,
el malvado calumnia y deshonra.
6 La rectitud protege al honrado,
la maldad destruye al pecador.
7 Hay quien se hace el rico y nada tiene,
y quien pasa por pobre y tiene mucho.
8 Al rico lo protegen sus riquezas,
al pobre no le importan amenazas.
9 La luz del honrado brilla con fuerza,
la lámpara del malvado se apaga.
10 La insolencia provoca conflictos,
el sabio se deja aconsejar.
11 Riqueza repentina se esfuma,
quien reúne poco a poco se enriquece.
12 Esperanza diferida enferma el corazón,
deseo satisfecho es árbol de vida.
13 Quien desprecia la palabra se pierde,
quien respeta el mandato está a salvo.
14 La enseñanza del sabio es fuente de vida
y libra de los lazos de la muerte.
15 El buen sentido se gana favores,
la conducta retorcida atrae la desgracia.
16 El sensato actúa con reflexión,
el necio exhibe su ignorancia.
17 El mal mensajero hunde en la desgracia,
el enviado fiel procura tranquilidad.
18 Miseria y vergüenza a quien rechaza la advertencia,
quien se deja corregir se cubrirá de honor.
19 Deseo satisfecho endulza la vida,
apartarse del mal desagrada a los necios.
20 Trata con sabios y sabio te harás,
frecuenta a los necios y acabarás mal.
21 La desgracia persigue al pecador,
el bien acompaña a los honrados.
22 La herencia del bueno llega hasta los hijos de sus hijos,
la fortuna del impío va a parar al honrado.
23 En el barbecho de los pobres abunda el pan,
pero los hay que perecen por falta de justicia.
24 Quien no usa la vara odia a su hijo,
quien lo ama lo corrige a tiempo.
25 El honrado come y queda satisfecho,
el vientre del malvado padece escasez.
1 Mujer sabia edifica su casa,
la necia la destruye con sus manos.
2 Quien anda con rectitud teme al Señor,
quien va por mal camino lo desprecia.
3 La boca del necio le acarrea latigazos,
los labios del prudente son su defensa.
4 Donde faltan bueyes falta el trigo,
toros robustos multiplican la cosecha.
5 Testigo fiel nunca miente,
testigo falso difunde mentiras.
6 El arrogante fracasa al buscar sabiduría,
es fácil el saber para el hombre inteligente.
7 Mantente alejado del necio,
no hallarás saber en sus palabras.
8 La sabiduría del prudente asegura su camino,
al necio le descarría su propia necedad.
9 Los necios se ríen de sus culpas,
los rectos gozan de favor.
10 El corazón conoce su propia amargura,
y no comparten extraños su alegría.
11 La casa del malvado será destruida,
la morada del honrado verá prosperidad.
12 Hay caminos que parecen rectos
y al final conducen a la muerte.
13 Incluso entre risas sufre el corazón,
y al final la alegría acaba en dolor.
14 De su conducta se jacta el malhechor;
de sus obras, el hombre de bien.
15 El ingenuo se lo cree todo,
el prudente sabe dónde pisa.
16 El sabio teme y se aparta del mal,
el necio arrogante se cree seguro.
17 El impulsivo comete locuras,
el reflexivo se muestra paciente.
18 Los simples heredan necedad,
los prudentes se coronan de saber.
19 Los malvados se inclinarán ante los buenos;
los impíos, ante las puertas del honrado.
20 Detestan al pobre sus propios vecinos;
en cambio, al rico le sobran amigos.
21 Quien desprecia a su prójimo peca,
dichoso quien se apiada del pobre.
22 Los que traman el mal se pierden,
amor y lealtad al que hace el bien.
23 Todo esfuerzo obtiene recompensa,
el mucho hablar conduce a la miseria.
24 Corona de los sabios es su saber;
diadema de los necios, su torpeza.
25 El testigo veraz salva vidas,
el impostor propaga mentiras.
26 Temer al Señor es refugio seguro,
servirá de defensa a los hijos.
27 Temer al Señor es fuente de vida,
libra de los lazos de la muerte.
28 Pueblo numeroso, gloria del rey;
escasez de súbditos, ruina del príncipe.
29 Quien tiene paciencia abunda en prudencia,
quien es impulsivo demuestra torpeza.
30 Ánimo tranquilo es vida del cuerpo,
la envidia carcome los huesos.
31 Quien oprime al pobre ofende a su Hacedor,
quien se apiada del indigente lo honra.
32 El malvado se hunde en su propia maldad,
el honrado se halla seguro en su honradez.
33 El corazón del sensato alberga sabiduría,
entre los necios es desconocida.
34 La justicia engrandece a una nación,
su fracaso es la ruina de los pueblos.
35 Siervo inteligente se gana al rey,
el tonto se hace objeto de su ira.
1 Respuesta amable calma la cólera,
palabra áspera excita la ira.
2 La lengua del sabio rezuma saber,
la boca del necio profiere necedades.
3 En todo lugar los ojos del Señor
observan malvados y honrados.
4 Lengua amable es árbol de vida,
lengua áspera rompe el corazón.
5 El necio desprecia la corrección paterna,
el prudente escucha la reprensión.
6 La casa del honrado desborda de bienes,
las ganancias del malvado son inestables.
7 Los labios del sabio destilan ciencia;
la mente del necio, ignorancia.
8 El Señor detesta el sacrificio del malvado,
la oración de los rectos alcanza su favor.
9 El Señor detesta la conducta del malvado,
pero ama al hombre que busca la justicia.
10 Quien deja el buen camino tendrá su castigo,
quien odia la corrección morirá.
11 El Señor conoce Abismo y Perdición,
¡cuánto más el corazón humano!
12 El soberbio no quiere reprensiones,
por eso no se junta con los sabios.
13 Corazón contento alegra el semblante,
corazón afligido deprime el ánimo.
14 La mente inteligente cultiva el saber,
la boca del tonto se apacienta de sandeces.
15 Para el apenado todos los días son malos,
corazón feliz siempre está de fiesta.
16 Más vale poco con temor del Señor
que grandes tesoros con preocupación.
17 Más vale ración de verdura con amor
que buey cebado con rencor.
18 Hombre impulsivo provoca peleas,
hombre paciente calma contiendas.
19 En la senda del vago crecen espinos,
la ruta del que trabaja está allanada.
20 Hijo sabio alegra a su padre,
hijo necio deshonra a su madre.
21 La necedad divierte al ignorante,
el sensato camina con rectitud.
22 Si faltan consultas, fracasan los planes,
y si hay consejeros, se llevan a efecto.
23 Respuestas adecuadas alegran al hombre,
resulta agradable la palabra oportuna.
24 El sensato camina hacia la vida
y se libra de bajar al Abismo.
25 El Señor derriba la casa del soberbio
y mantiene firmes los linderos de la viuda.
26 El Señor detesta los planes perversos;
le agradan, en cambio, las palabras sinceras.
27 Quien mucho codicia destruye su casa,
quien odia el soborno vivirá.
28 La mente del honrado medita la respuesta,
la boca del malvado vomita maldades.
29 El Señor está lejos de los malvados
y escucha la oración de los honrados.
30 Mirada benévola alegra el corazón,
buena noticia fortalece el cuerpo.
31 Oído que escucha corrección adecuada
tiene entre los sabios su morada.
32 Quien rechaza la corrección se desprecia,
quien escucha la reprensión se hace sensato.
33 Temer al Señor educa en la sabiduría,
delante de la gloria va la humildad.
1 El hombre tiene proyectos,
el Señor proporciona la respuesta.
2 El hombre se cree irreprochable,
pero el Señor examina sus intenciones.
3 Encomienda al Señor tus tareas,
y tendrán éxito tus planes.
4 El Señor da a cada cosa su destino,
al malvado el día funesto.
5 El Señor detesta al arrogante,
tarde o temprano lo pagará.
6 Amor y fidelidad reparan la culpa,
temer al Señor aparta del mal.
7 Si el Señor aprueba la conducta de alguien,
lo reconcilia incluso con sus enemigos.
8 Más vale poco con justicia
que muchas ganancias injustas.
9 El hombre proyecta su camino,
el Señor dirige sus pasos.
10 Los labios del rey son un oráculo:
su boca no yerra cuando juzga.
11 Balanza exacta es del Señor,
obra suya las pesas de la bolsa.
12 Los reyes detestan el mal,
el trono se afianza en la justicia.
13 El rey aprueba las palabras sinceras,
ama al que habla con honradez.
14 La ira del rey preludia la muerte,
el hombre sensato sabe apaciguarla.
15 La serenidad del rey preludia la vida,
su favor parece lluvia de primavera.
16 Más vale adquirir sabiduría que oro,
mejor poseer inteligencia que plata.
17 La senda del honrado se aparta del mal,
quien cuida su camino conserva su vida.
18 La soberbia precede a la ruina;
el orgullo, a la caída.
19 Más vale ser sencillo entre pobres
que repartir botín con soberbios.
20 Quien atiende a la palabra prospera,
dichoso quien confía en el Señor.
21 Al hombre juicioso lo llaman prudente,
palabras suaves añaden persuasión.
22 La sensatez es fuente de vida,
la necedad castiga a los necios.
23 En mente sabia hay discursos prudentes,
sus labios tienen palabras persuasivas.
24 Panal de miel las palabras amables,
dulces al paladar, remedio para el cuerpo.
25 Hay caminos que parecen rectos
y al final conducen a la muerte.
26 Obrero necesitado trabaja con afán,
su propia boca lo estimula.
27 El depravado cava tumbas funestas,
lleva en sus labios fuego abrasador.
28 El tramposo provoca peleas,
el chismoso divide a los amigos.
29 El violento seduce a su prójimo
y lo lleva por el mal camino.
30 Quien guiña el ojo prepara intrigas,
quien ha hecho el mal se muerde los labios.
31 Las canas son corona de gloria,
el fruto de una vida honrada.
32 Más vale ser paciente que valiente,
dominarse que conquistar ciudades.
33 Se tiran los dados sobre la mesa,
pero la decisión viene del Señor.
1 Más vale mendrugo seco con paz
que casa llena de festines y discordia.
2 Un siervo inteligente suplanta al hijo indigno
y comparte la herencia con los hermanos.
3 La plata en el crisol, el oro en el horno;
los corazones los prueba el Señor.
4 El malvado hace caso de embustes,
el mentiroso da oído a la malicia.
5 Quien se burla del pobre afrenta a su Hacedor,
quien se alegra de su desgracia lo pagará.
6 Corona de los ancianos, sus nietos;
gloria de los hijos, sus padres.
7 No le va al necio lenguaje distinguido,
menos al noble palabras engañosas.
8 El soborno es talismán para quien lo hace:
en cualquier circunstancia tiene éxito.
9 Quien busca amistad disimula la ofensa,
quien la pregona divide a los amigos.
10 La corrección aprovecha al sensato
más que cien golpes al necio.
11 El rebelde solo busca problemas,
le enviarán un cruel mensajero.
12 Mejor topar con osa sin cachorros
que con loco en pleno delirio.
13 A quien devuelve mal por bien,
el mal rondará por su casa.
14 Quien comienza una riña suelta las aguas,
aprende a retirarte antes de iniciarla.
15 Absolver al culpable y condenar al inocente:
dos cosas que detesta el Señor.
16 ¿De qué le servirá al necio su dinero?;
¿comprará sabiduría si no tiene seso?
17 El amigo ama en todo tiempo,
el hermano nace para el peligro.
18 ¡Qué imprudente quien estrecha la mano,
quien sale fiador de su compañero!
19 Quien ama peleas ama el delito,
quien agranda sus puertas invita al robo.
20 Mente retorcida no encuentra dicha,
lengua embustera cae en desgracia.
21 Quien engendra un necio se acarrea su mal,
el padre de un tonto no tendrá alegría.
22 Corazón alegre favorece al cuerpo,
ánimo deprimido seca los huesos.
23 El malvado acepta sobornos a escondidas,
con ánimo de torcer el curso de la justicia.
24 El sensato pone su vista en la sabiduría,
los ojos del necio se mueven sin rumbo.
25 Hijo necio, dolor de su padre,
fuente de amargura para su madre.
26 No está bien multar al inocente,
y menos azotar a los nobles.
27 Quien habla poco demuestra sensatez,
el ánimo sereno revela talento.
28 Necio callado pasa por sabio,
por inteligente quien no abre la boca.
1 Quien quiere desunir busca pretextos,
por todos los medios provoca peleas.
2 Al necio no le gusta la prudencia,
sino airear lo que lleva dentro.
3 Cuando llega el impío, viene el desprecio,
y con la ignominia llega el oprobio.
4 Las palabras del hombre son agua profunda,
torrente desbordado, fuente de sabiduría.
5 No está bien favorecer al culpable
ni declarar culpable al inocente.
6 Los labios del necio promueven peleas,
su boca llama a los golpes.
7 La boca del necio es su ruina;
sus labios, trampa para su vida.
8 Las palabras del chismoso son dulces,
bajan hasta el fondo de las entrañas.
9 El hombre negligente en su trabajo
es hermano del hombre destructor.
10 Torre firme es el nombre del Señor,
donde el justo se refugia seguro.
11 El rico se atrinchera en su fortuna,
la considera muralla imbatible.
12 La soberbia lleva a la ruina,
la humildad conduce al triunfo.
13 Quien responde antes de escuchar
queda avergonzado como un necio.
14 El animoso soporta los males;
si se deprime, ¿quién lo sostendrá?
15 Mente perspicaz adquiere el saber,
el oído de los sabios busca conocer.
16 Un obsequio abre al hombre caminos,
le permite llegar hasta los grandes.
17 El primero en declarar parece justo,
hasta que llega la otra parte y lo desmiente.
18 Las suertes ponen fin a los litigios
y deciden entre gente poderosa.
19 Un hermano ofendido es peor que plaza fuerte,
las querellas entre hermanos son cerrojos del castillo.
20 Del fruto de la boca se harta el vientre,
del producto de sus labios se saciará.
21 Muerte y vida dependen de la lengua;
conforme se elija, eso se comerá.
22 Quien encuentra mujer encuentra la dicha,
un favor que le hace el Señor.
23 El pobre habla suplicando,
el rico responde con dureza.
24 Hay compañeros que llevan a la ruina
y amigos más queridos que un hermano.
1 Más vale pobre de conducta íntegra
que necio de lenguaje engañoso.
2 No vale esfuerzo sin reflexión,
quien corre demasiado se extravía.
3 Hombre necio yerra el camino
y encima se enfrenta al Señor.
4 La riqueza multiplica los amigos,
y al pobre lo abandonan los vecinos.
5 Testigo falso no queda impune,
no escapa quien dice mentiras.
6 Muchos adulan al hombre generoso,
todos son amigos del que da.
7 Si al pobre no le quieren sus hermanos,
¡con más razón lo abandonan los vecinos!
8 Quien adquiere sensatez se ama a sí mismo,
quien actúa con prudencia encuentra la dicha.
9 Testigo falso no queda impune,
se perderá quien dice mentiras.
10 No le va al necio la vida de lujo,
menos al siervo gobernar a príncipes.
11 Hombre sensato refrena su ira,
tiene a honra olvidar las ofensas.
12 La ira del rey es rugido de león;
rocío sobre hierba, su favor.
13 Hijo necio es desgracia del padre,
gotera continua la mujer pendenciera.
14 Casa y fortuna se heredan del padre,
mujer juiciosa es un don del Señor.
15 La pereza provoca modorra,
el holgazán pasará necesidad.
16 Quien guarda el precepto guarda su vida,
quien descuida su conducta morirá.
17 Presta al Señor quien se apiada del pobre,
él le pagará su buena acción.
18 Castiga a tu hijo mientras hay esperanza,
pero no te excedas hasta matarlo.
19 El hombre violento merece castigo,
y si lo perdonas, lo incitarás aún más.
20 Escucha el consejo, acepta la instrucción,
y en el futuro llegarás a sabio.
21 Los humanos multiplican sus proyectos,
pero se cumplen los planes del Señor.
22 Los humanos aspiran al lucro,
mejor ser pobre que mentiroso.
23 Quien teme al Señor se dirige a la vida,
dormirá tranquilo y sin pesadillas.
24 El perezoso mete la mano en el plato,
pero es incapaz de llevarla a la boca.
25 Castiga al soberbio y el simple se hará cauto,
reprende al inteligente y aumentará su saber.
26 Quien maltrata a su padre y despide a su madre
es un hijo infame e indigno.
27 Si dejas, hijo mío, de aceptar consejos,
acabarás perdido por falta de principios.
28 El testigo perverso se burla del derecho,
la boca del malvado se traga el delito.
29 Para el arrogante se prepara el látigo,
los azotes para la espalda del necio.
1 El vino excita, embriaga el licor,
quien en ellos se pierde no llega a sabio.
2 Rugido de león es la ira del rey:
quien la provoca se juega la vida.
3 Quien evita peleas es digno de honor,
el insensato se mete en discu¬siones.
4 El perezoso no labra en otoño,
en la cosecha busca y no encuentra.
5 Un plan meditado es agua profunda,
el hombre sagaz sabe sacarla.
6 Muchos se las dan de sinceros,
pero ¿quién hallará un hombre fiel?
7 El honrado procede con rectitud,
¡dichosos los hijos que deje!
8 Cuando el rey se sienta en el tribunal,
con su mirada avienta todo mal.
9 ¿Quién puede decir: «Soy puro,
me encuentro limpio de pecado»?
10 Un peso y otro peso; una medida y otra medida:
dos cosas que detesta el Señor.
11 Con sus actos deja ver ya el muchacho
si sus obras serán puras y rectas.
12 Oído que oye, ojo que ve:
los dos son obra del Señor.
13 No tomes gusto al sueño, te empobrecerás;
ten los ojos abiertos, de pan te hartarás.
14 «Malo, malo», dice el comprador;
pero después se felicita por su compra.
15 Hay oro y corales en cantidad;
para joya, una boca sincera.
16 Quítale la ropa, exígele prendas,
pues salió fiador de un extraño.
17 El pan robado resulta sabroso,
pero la boca se llena de arena.
18 Somete tus planes al consejo de otros,
con sabia estrategia prepara la guerra.
19 El chismoso descubre secretos,
deja la compañía del charlatán.
20 El que maldice a su padre y a su madre
verá extinguirse su luz en plena noche.
21 Fortuna ganada de golpe
nunca prospera al final.
22 No digas: «Me las pagará»,
confía en el Señor y te salvará.
23 El Señor detesta dos pesas distintas,
no está bien trampear con la balanza.
24 El Señor dirige los pasos del hombre,
¿cómo puede el hombre discernir su camino?
25 ¡Qué riesgo hacer un voto a la ligera
y arrepentirte después de prometerlo!
26 Un rey sabio avienta a los malvados,
hace rodar sobre ellos el trillo.
27 Lámpara del Señor el espíritu humano:
sondea lo más íntimo de las entrañas.
28 Bondad y lealtad sostienen al rey,
la misericordia consolida su trono.
29 La fuerza es el orgullo de los jóvenes;
las canas, el adorno de los viejos.
30 Heridas y llagas remedian el mal,
los golpes sanan el interior.
1 El corazón del rey es una acequia
que el Señor canaliza adonde quiere.
2 El hombre juzga recto su camino,
pero el Señor pesa los corazones.
3 Practicar el derecho y la justicia
el Señor lo prefiere a los sacrificios.
4 Ojos altivos, corazón ambicioso;
faro de los malvados es el pecado.
5 Los planes del diligente traen ganancia;
los del hombre atolondrado, indigencia.
6 Tesoros ganados con boca embustera,
humo que se disipa y trampa mortal.
7 La violencia acaba con los malvados,
pues rehúsan practicar la justicia.
8 El camino del criminal es tortuoso;
la conducta del inocente, recta.
9 Mejor vivir en rincón de azotea
que en palacio con mujer pendenciera.
10 El malvado se afana en el mal,
nunca se apiada del prójimo.
11 Castigas al cínico y aprende el inexperto,
pero el sabio aprende oyendo la lección.
12 El honrado observa la casa del malvado
y ve cómo se hunde en la desgracia.
13 Quien cierra los oídos al clamor del pobre
no será escuchado cuando grite.
14 Regalo a escondidas calma la ira;
obsequio discreto, el furor violento.
15 Al justo le alegra la justicia;
en cambio, al culpable le aterroriza.
16 Quien deja el camino de la prudencia
habitará en compañía de los muertos.
17 Quien ama el placer acaba en la miseria,
amigo de vino y perfumes no prospera.
18 El malvado pagará por el justo;
el impío, por el hombre honrado.
19 Mejor vivir en desierto
que con mujer pendenciera e irritable.
20 En casa del sabio, tesoro y perfumes;
el necio despilfarra lo que tiene.
21 Quien busca justicia y bondad
encontrará vida y gloria.
22 El sabio asaltará la ciudad de los fuertes,
derribará la fortaleza en que confiaban.
23 Quien guarda la boca y la lengua
se guarda también de peligros.
24 Llaman arrogante al fanfarrón insolente,
pues se porta con orgullo desmedido.
25 Los propios deseos matan al perezoso,
pues sus manos se niegan a trabajar.
26 El malvado codicia de continuo,
el honrado da sin reservas.
27 Sacrificio de malvados es odioso,
mucho más si hay mala intención.
28 Testigo falso acabará perdido,
quien escucha tendrá la última palabra.
29 El malvado aparenta seguridad,
el honrado está seguro de lo que hace.
30 No hay sabiduría ni prudencia
ni consejo contra el Señor.
31 Se prepara al caballo para el combate,
la victoria la concede el Señor.
1 Más vale fama que riqueza,
mejor estima que plata y oro.
2 Rico y pobre tienen en común
que a los dos los hizo el Señor.
3 El prudente ve el mal y se protege,
los incautos se arriesgan para su mal.
4 Si eres humilde y temes al Señor
tendrás riquezas, vida y honor.
5 En la senda del perverso, espinas y trampas;
quien cuida de sí mismo se aleja de ellas.
6 Educa al muchacho en el buen camino:
cuando llegue a viejo seguirá por él.
7 El rico se hace dueño de los pobres;
el deudor, esclavo del acreedor.
8 Quien siembra maldad cosecha desgracia,
el ímpetu de su cólera se esfumará.
9 El hombre generoso será bendecido,
pues comparte su pan con el pobre.
10 Expulsa al insolente y acabarán las peleas,
habrán terminado riñas y ofensas.
11 Al rey le gusta un corazón sincero,
se complace en quien habla con ingenio.
12 Los ojos del Señor custodian el saber,
desbaratan las palabras del traidor.
13 ¡Fuera hay un león, dice el holgazán;
seré devorado en plena calle!
14 Trampa peligrosa la boca de la extraña,
en ella caerá quien rechaza al Señor.
15 La necedad se pega al corazón del joven,
la vara de la corrección la despegará.
16 Quien oprime al pobre lo enriquece,
quien da al rico se empobrece.
17 Escucha y haz caso a las sentencias de los sabios,
presta atención a mi enseñanza;
18 te gustará guardarlas dentro,
tenerlas a punto en tus labios.
19 Para que pongas tu confianza en el Señor
he pensado instruirte hoy.
20 Te he escrito treinta sentencias
en las que hay consejos sabios,
21 para que puedas conocer la verdad,
y traer un informe preciso
a la persona que te dio un encargo.
22 No explotes al pobre por ser pobre
ni atropelles al desgraciado en el tribunal,
23 porque el Señor defenderá su causa
y despojará de la vida a los que lo despojan.
24 No tengas trato con el iracundo
ni busques la compañía del violento,
25 no sea que aprendas sus andanzas
y te pongas tú mismo una trampa.
26 No te acostumbres a dar la mano
ni a salir fiador de deudas;
27 pues si no tienes para pagar,
te quitarán la cama de debajo.
28 No desplaces linderos antiguos
que pusieron tus antepasados.
29 ¿Conoces a alguien diestro en su oficio?
Entrará al servicio de reyes,
y no de gente mediocre.
1 Si te sientas a la mesa de un señor,
mira bien lo que tienes delante:
2 pon freno a tu apetito
si tienes mucha hambre;
3 no mires con ansia sus manjares,
porque es comida engañosa.
4 No te afanes en ir tras la riqueza,
sé sensato y no pienses en ella.
5 Dejas un poco de mirarla y ya no está:
echa alas de águila y vuela hacia el cielo.
6 No te juntes a comer con el avaro,
no codicies sus ricos alimentos,
7 porque son como pelo en la garganta:
«Anda, come y bebe», te dice,
pero no te habla con sinceridad.
8 Vomitarás el bocado que has comido,
habrás malgastado tus hermosas palabras.
9 No hables a oídos del necio,
despreciará tus sabias palabras.
10 No desplaces los linderos fijados
ni invadas el campo del huérfano,
11 porque es poderoso su redentor,
y defenderá su causa contra ti.
12 Aplica tu mente a la instrucción,
tus oídos a palabras sensatas.
13 No escatimes castigos al joven,
no va a morir porque lo azotes;
14 si lo azotas con la vara,
librarás su vida del Abismo.
15 Hijo mío, si se hace sabio tu corazón,
también mi corazón se alegrará.
16 Me alegraré de todo corazón
si tus labios hablan con acierto.
17 No tengas envidia del pecador,
vive siempre en el temor del Señor,
18 pues así tendrás porvenir
y no se frustrará tu esperanza.
19 Escucha, hijo mío, sé sabio;
pórtate siempre con rectitud.
20 No andes mezclado con bebedores
ni con gente que se harta de carne;
21 pues borrachos y comilones empobrecen,
los holgazanes se visten de harapos.
22 Escucha al padre que te engendró,
no desprecies la vejez de tu madre.
23 Compra la verdad y no la vendas:
sabiduría, instrucción y sensatez.
24 El padre del honrado rebosa de gozo,
quien tiene un hijo sabio se alegra.
25 ¡Ojalá tu padre se alegre por ti
y pueda brincar de gozo tu madre!
26 Hijo mío, confía en mí,
acepta de buen grado mi ejemplo.
27 Trampa peligrosa es la ramera,
pozo estrecho la mujer ajena;
28 se pone al acecho como un ladrón
y provoca traiciones entre los hombres.
29 ¿De quién los quejidos? ¿De quién los lamentos?
¿De quién las peleas? ¿De quién los pleitos?
¿De quién las heridas sin motivo?
¿De quién la mirada extraviada?
30 De la gente que se pasa con el vino
y anda catando bebidas.
31 No mires el vino: ¡Qué tono rojizo!
¡Qué brillo en el vaso! ¡Entra suavemente!
32 Al final morderá como serpiente,
después picará como víbora.
33 Tus ojos soñarán quimeras,
solo te saldrán incoherencias.
34 Te sentirás como viajero en alta mar,
sentado en la punta del mástil.
35 «Me han zurrado y no me duele,
me han pegado y no siento nada.
¿Cuándo me despejaré? ¡Volveré a hacerlo!».
1 No tengas envidia del malvado
ni trates de buscar su compañía,
2 pues su mente trama violencia
y sus labios profieren maldades.
3 Una casa se edifica con sabiduría,
se consolida usando inteligencia;
4 con el saber se llenan las estancias
de objetos preciosos, deseables.
5 Más vale sabio que fuerte,
hombre experto que forzudo.
6 Con estrategia se gana la guerra,
el triunfo es fruto del consejo.
7 La sabiduría supera al necio,
en público no abre la boca.
8 Al hombre que trama maldades
la gente lo llama intrigante;
9 el necio intriga para pecar,
la gente detesta al insolente.
10 Si flaqueas cuando llega la desgracia
es que tu valor es limitado.
11 Libra a los condenados a muerte,
atiende a los que van a morir.
12 Aunque digas: «No me daba cuenta»,
el que pesa los corazones lo sabe,
el que vigila tu vida se entera:
pagará a cada cual por sus obras.
13 Come miel, hijo mío, que es buena,
el panal es dulce al paladar:
14 así es la sabiduría para tu vida;
si la encuentras, tendrás porvenir,
tu esperanza no fracasará.
15 No aceches el hogar del justo,
no intentes derribar su morada,
16 pues cae siete veces y se levanta,
pero el malvado se hunde en la desgracia.
17 Si cae tu enemigo, no te alegres;
si tropieza, no lo celebres,
18 no sea que al Señor no le agrade
y retire de él su castigo.
19 No pierdas la paz por el perverso
ni tengas envidia del malvado,
20 pues no hay porvenir para el perverso,
la lámpara del malvado se extingue.
21 Teme, hijo mío, al Señor y al rey,
no te enemistes con ninguno de los dos,
22 pues su castigo suele llegar sin avisar,
¿y quién conoce el alcance de su ira?
23 Otras sentencias de los sabios:
24 Quien declara inocente al culpable
recibe la maldición de los pueblos,
recibe el desprecio de las naciones;
25 pero los que reprenden al culpable serán alabados
y sobre ellos caen las bendiciones.
26 Respuesta con tino
es beso en los labios.
27 Arregla tus negocios en la calle,
ordena las faenas del campo,
y luego construyes tu casa.
28 No declares sin motivo contra el prójimo
ni engañes a nadie con tus labios.
29 No digas: «Le haré lo que me hizo,
le pagaré con la misma moneda».
30 Pasé junto al campo del holgazán,
crucé por la viña del insensato:
31 todo lo tapaban los espinos,
la maleza cubría su extensión;
la cerca de piedra, por el suelo.
32 Al verlo me puse a pensar;
al mirarlo saqué esta lección:
33 duermes a ratos o cabeceas,
cruzas los brazos y a descansar,
34 y te llega la miseria del vagabundo,
te sobreviene la pobreza del mendigo.
1 Otros proverbios de Salomón, que recopilaron los escribas de Ezequías, rey de Judá.
2 Gloria de Dios es ocultar un asunto;
gloria de los reyes, escrutarlo.
3 La altura del cielo, la hondura de la tierra
y el corazón de los reyes son inescrutables.
4 Separa la escoria de la plata
y el orfebre sacará una copa;
5 separa al malvado del rey
y su trono se afianzará en la justicia.
6 No te des importancia ante el rey,
no te coloques entre los grandes;
7 mejor que te digan: «Sube acá»,
que verte humillado ante los nobles.
Aunque hayas visto algo con tus ojos,
8 no corras a contárselo al juez;
¿qué podrías hacer al final
si el otro demuestra tu error?
9 Resuelve tu pleito con tu prójimo,
no reveles secretos ajenos,
10 no sea que te avergüence el que los oye
y no pueda borrarse tu infamia.
11 Manzana de oro con adornos de plata,
la palabra dicha a su tiempo.
12 Anillo de oro y collar de oro fino,
un sabio consejo a quien sabe escuchar.
13 Frescura de nieve en canícula de siega,
el mensajero fiel a quien lo envía.
14 Nubes y viento que no traen lluvia,
quien presume de dar y no da.
15 La paciencia persuade a un gobernante,
palabras suaves quebrantan huesos.
16 Si encuentras miel, come lo justo,
no sea que te empaches y vomites.
17 No prodigues tus visitas al vecino,
no sea que se canse y te aborrezca.
18 Garrote, espada y flecha afilada
es quien acusa en falso a su prójimo.
19 Diente picado y pie que cojea
es confiar en un traidor en la desgracia.
20 Como andar sin ropa con frío,
como echar vinagre en una herida,
así es quien canta coplas al corazón afligido.
21 Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer;
si tiene sed, dale de beber;
22 así amontonarás brasas sobre su cabeza,
y el Señor además te lo pagará.
23 Viento del norte trae la lluvia;
lengua embustera, rostro furioso.
24 Mejor vivir en rincón de azotea
que en palacio con mujer pendenciera.
25 Agua fresca en garganta sedienta,
la buena noticia de tierra lejana.
26 Fuente turbia y manantial contaminado,
el honrado que tiembla ante el malvado.
27 No está bien comer miel en exceso
ni empacharse de palabras elogiosas.
28 Ciudad abierta y sin murallas,
el hombre sin dominio de sí mismo.
1 Ni nieve al verano ni lluvia a la siega,
tampoco le sienta la gloria al necio.
2 Como gorrión en desbandada y golondrina en vuelo,
la maldición injusta no llega a su destino.
3 Látigo para caballo y freno para burro,
el garrote para la espalda de los necios.
4 No respondas al necio según su necedad,
no sea que te vuelvas como él.
5 Responde al necio según su necedad,
no vaya él a presumir de sabio.
6 Se corta los pies y bebe violencia
quien envía mensajes con un necio.
7 Las piernas del cojo trastabillan,
y el proverbio en boca de los necios.
8 Conceder honores a un necio
es atar la piedra a la honda.
9 Espinas en manos de un borracho,
el proverbio en boca de los necios.
10 Arquero que hiere a todo el que encuentra,
quien contrata a un necio y al primero que pasa.
11 Perro que vuelve a su vómito,
el necio que insiste en sus sandeces.
12 Más se puede esperar de un necio
que de uno que presume de sabio.
13 ¡Una fiera en el camino –dice el vago–,
un león en medio de la calle!
14 La puerta gira en sus goznes
y el vago en la cama.
15 El vago mete la mano en el plato
y le cuesta llevársela a la boca.
16 El vago se cree más sabio
que siete que responden con tino.
17 Meterse en discusión ajena
es como agarrar a un perro por las orejas.
18 Como loco que va disparando
tizones y saetas mortales,
19 así es quien engaña a su prójimo
y le dice que era una broma.
20 Si falta la leña, se apaga la hoguera;
si falta el chismoso, se acaba la pelea.
21 Carbón en las brasas y leña en el fuego,
el hombre pendenciero que atiza peleas.
22 Las palabras del chismoso son golosinas,
bajan hasta el fondo de las entrañas.
23 Barniz aplicado a vasija de barro,
las palabras dulces con malas intenciones.
24 El que odia habla con disimulo,
mas por dentro incuba la traición;
25 aunque sea amable, no te fíes,
medita abominaciones sin cuento;
26 disimula el odio con astucia,
mas su maldad aparece en la asamblea.
27 Quien cava un hoyo, cae en él;
a quien rueda una piedra, se le viene encima.
28 Lengua mentirosa odia a sus víctimas,
boca que adula conduce a la ruina.
1 No cantes victoria por el mañana,
no sabes lo que el día te traerá.
2 Que otro te alabe, nunca tu boca;
que sea un extraño, nunca tus labios.
3 Pesada es la piedra y la carga de arena,
aún más pesado el genio del necio.
4 Cruel es la rabia, impetuosa la ira,
¿y quién puede aguantar la envidia?
5 Más vale corrección con franqueza
que amistad encubierta.
6 Son leales los golpes de un amigo,
engañosos los besos del enemigo.
7 Estómago harto desprecia la miel,
para el cuerpo hambriento lo amargo es dulce.
8 Pájaro errante lejos de su nido,
el hombre errante lejos de su hogar.
9 Perfume e incienso alegran el corazón,
la ternura de un amigo consuela el ánimo.
10 No abandones a tu amigo ni al amigo de tu padre;
no busques a tu hermano en momentos de apuro:
más vale amigo cerca que hermano lejos.
11 Ten juicio, hijo mío, dame esa alegría,
y podré responder al que me ofende.
12 El prudente ve el peligro y se esconde,
el incauto va adelante y lo paga.
13 Quítale la ropa, exígele prendas,
pues salió fiador de un extraño.
14 A quien bendice a un vecino a gritos de madrugada
se le contará como maldición.
15 Gotera continua en día de lluvia
y mujer pendenciera son semejantes;
16 frenarla es frenar el aire
o coger aceite con la mano.
17 El hierro con el hierro se afila;
el hombre, en el roce con su prójimo.
18 Quien cuida una higuera come de su fruto,
quien vela por su amo será recompensado.
19 El rostro se refleja en el agua,
el hombre en lo que piensa.
20 Abismo y Perdición son insaciables,
e insaciables los ojos del hombre.
21 La plata en el crisol, el oro en el horno,
el hombre en boca de quien lo alaba.
22 Machaca al necio en el mortero,
que no le arrancarás la necedad.
23 Conoce cómo están tus ovejas,
presta atención a tus rebaños;
24 pues no es eterna la riqueza
ni dura siempre la fortuna.
25 Apunta el heno, asoma la hierba,
se siegan los pastos del monte;
26 tendrás corderos para vestirte,
cabritos para el precio de un campo,
27 leche de cabra para alimentarte
tú, tu familia y tus criadas.
1 El malvado huye sin que lo persigan,
el honrado está seguro como un león.
2 Un país en desorden tiene muchos jefes,
un hombre prudente y sabio mantiene el orden.
3 Gobernante que explota a los débiles
es tormenta que se lleva la cosecha.
4 Los que abandonan la ley aplauden al malvado,
los que la cumplen se indignan contra él.
5 Los malvados no entienden de justicia,
quien consulta al Señor lo entiende todo.
6 Más vale pobre de conducta honrada
que rico con malas intenciones.
7 El hijo inteligente observa la ley,
pero el amigo de libertinos deshonra a su padre.
8 Quien aumenta su riqueza prestando a usura
la acumula para quien se apiada del pobre.
9 Si uno cierra su oído a la ley,
resulta detestable su oración.
10 Quien desvía a los rectos por el mal camino
acabará cayendo en su propia trampa.
11 El rico se las da de sabio,
pero el pobre que es sagaz lo pone al descubierto.
12 Si triunfa el honrado se celebran fiestas;
si se impone el malvado, todos se esconden.
13 El que oculta sus faltas no prosperará;
el que las confiesa y cambia será compadecido.
14 Dichoso el que se mantiene alerta,
el terco caerá en la desgracia.
15 León rugiente y oso hambriento,
el gobernante que explota a los pobres.
16 Gobernante imprudente multiplica la opresión,
quien odia la avaricia vivirá muchos años.
17 Hombre perseguido por delito de sangre
corre a la tumba, ¡que nadie lo detenga!
18 Quien camina rectamente se salvará,
el camino sinuoso conduce al fracaso.
19 Quien cultiva su tierra se hartará de pan,
quien persigue quimeras se hartará de miseria.
20 El hombre leal abundará en bendiciones,
quien corre por enriquecerse no quedará impune.
21 No es bueno ser parcial con la gente,
por un trozo de pan delinque el hombre.
22 El avaro corre por enriquecerse,
sin saber que le espera la miseria.
23 Es más estimado el que corrige
que el hombre de lengua aduladora.
24 El que roba a sus padres y dice: «No es pecado»,
es un cómplice de bandoleros.
25 El codicioso provoca pleitos,
quien confía en el Señor prosperará.
26 Quien se fía de sí mismo es un necio,
quien obra con sensatez se salvará.
27 Quien da al pobre no pasará necesidad,
quien no lo ayuda será maldecido.
28 Se imponen los malvados y todos se esconden;
cuando desaparecen, aumentan los honrados.
1 Hombre que rechaza la corrección
fracasará de repente y sin remedio.
2 Cuando gobierna el honrado, el pueblo se alegra;
cuando domina el malvado, el pueblo se queja.
3 El que ama la sabiduría alegra a su padre,
el que anda con rameras malgasta sus bienes.
4 Un rey justo consolida el país,
el amigo de impuestos lo arruina.
5 El hombre que adula a su amigo
le tiende una trampa a los pies.
6 El pecado del malvado es su trampa,
y el honrado lo celebra y se alegra.
7 El honrado atiende la causa del pobre;
en cambio, el malvado no entiende nada.
8 Los provocadores agitan a los ciudadanos,
los sensatos calman los ánimos.
9 Si un sabio discute con un necio,
se enfade o se ría, nada consigue.
10 Los sanguinarios odian al honrado,
los rectos cuidan de su vida.
11 El necio desata su pasión,
el sensato sabe controlarla.
12 Gobernante que da crédito a calumnias
es que tiene malvados por sirvientes.
13 Pobre y usurero coinciden en esto:
la luz que ambos ven viene del Señor.
14 Rey que juzga con justicia a los pobres
consolida su trono para siempre.
15 Palo y corrección dan sabiduría,
niño consentido avergüenza a su madre.
16 Si gobiernan los malvados aumenta el delito,
pero los honrados los verán perecer.
17 Si corriges a tu hijo, vivirás tranquilo,
además te colmará de satisfacción.
18 Si no hay profetas, el pueblo se desmanda;
felices los que observan la ley.
19 No se corrige al siervo con palabras:
entiende, pero no obedece.
20 Más puedes esperar de un necio
que de alguien que habla sin parar.
21 Siervo mimado desde niño,
al final será desagradecido.
22 Hombre violento provoca pleitos,
hombre furioso duplica delitos.
23 El orgullo del hombre acaba humillándolo,
el de espíritu humilde será respetado.
24 Quien reparte con ladrón se daña a sí mismo:
oye la maldición, pero no lo delata.
25 Es engañoso temer a los hombres,
quien confía en el Señor vive seguro.
26 Muchos buscan el favor de quien gobierna,
pero el Señor es quien hace justicia.
27 Los justos detestan al criminal,
los malvados detestan a los honrados.
1 Palabras de Agur, hijo de Jaqué, de Masá. Sentencias de este hombre:
Me he fatigado, oh Dios;
estoy fatigado y rendido.
2 Soy animal más que hombre,
no tengo inteligencia humana;
3 no he aprendido sabiduría,
ni conozco la ciencia santa.
4 ¿Quién subió al cielo y después bajó?
¿Quién encerró el viento en sus puños?
¿Quién recogió el mar en el manto?
¿Quién fijó los confines de la tierra?
¿Cuál es su nombre y el de su hijo,
si es que lo sabes?
5 Las palabras de Dios son de fiar,
él es escudo para los que esperan en él.
6 No añadas nada a sus palabras,
te replicará y quedarás por mentiroso.
7 Dos cosas te he pedido,
no me las niegues antes de morir:
8 aleja de mí falsedad y mentira;
no me des riqueza ni pobreza,
concédeme mi ración de pan;
9 no sea que me sacie y reniegue de ti,
diciendo: «Quién es el Señor?»;
no sea que robe por necesidad
y ofenda el nombre de mi Dios.
10 No calumnies a un criado ante su amo,
te maldecirá y sufrirás las consecuencias.
11 Hay quienes maldicen a su padre
y niegan la bendición a su madre;
12 hay quienes presumen de puros
y no han limpiado su inmundicia;
13 hay quienes miran altaneros
y dirigen miradas de desprecio;
14 hay quienes tienen espadas por dientes
y mandíbulas igual que cuchillos,
para devorar a los pobres del país,
a los más necesitados de la tierra.
15 Dos hijas tiene la sanguijuela,
y las dos se llaman «Dame».
Hay tres cosas que nunca se sacian
y cuatro que no dicen «Basta»:
16 el Abismo, el seno estéril,
la tierra, que no se harta de agua,
y el fuego, que jamás dice «Basta».
17 Al hijo que se burla del padre
y desprecia la vejez de su madre,
los cuervos le sacarán los ojos
y las águilas lo devorarán.
18 Hay tres cosas que me desbordan
y cuatro que no logro entender:
19 el camino del águila por el cielo,
el camino de la serpiente sobre la roca,
el camino del barco en alta mar,
el camino del hombre con la mujer.
20 Esta es la conducta de la adúltera:
come, se lava la boca y dice:
«No he hecho nada malo».
21 Hay tres cosas que conmueven la tierra
y cuatro que no puede soportar:
22 esclavo que llega a rey,
necio harto de pan,
23 aborrecida que llega a casarse
y criada que pasa a ser señora.
24 Hay cuatro seres pequeños
que son más sabios que los sabios:
25 las hormigas, pueblo sin poder,
que en verano acumulan provisiones;
26 los tejones, pueblo sin vigor,
que hacen su guarida en las rocas;
27 las langostas, que no tienen rey,
y avanzan todas en formación;
28 las lagartijas, que se cogen con la mano,
y habitan en palacios reales.
29 Hay tres seres de andar majestuoso
y cuatro de elegante caminar:
30 el león, la más fuerte de las fieras,
que no retrocede ante nada;
31 el gallo orgulloso, el chivo,
y el rey al frente de su pueblo.
32 Si tu necedad te ha llevado a la soberbia,
reflexiona y cierra la boca:
33 apretando la leche se saca requesón,
apretando la nariz se saca sangre,
apretando la ira se saca discordia.
1 Palabras de Lemuel, rey de Masá, que le enseñó su madre:
2 ¡Qué quieres que te diga, hijo mío,
hijo de mis entrañas y mis promesas!
3 No gastes tu fuerza con mujeres,
tu vigor con las que destruyen reyes.
4 No es propio de reyes, Lemuel,
no es de reyes entregarse al vino,
ni de príncipes darse a la bebida;
5 pues beben y se olvidan de las leyes,
desatienden el derecho del indefenso.
6 Ofrece licor al desgraciado,
vino al que se siente abatido;
7 que beba y olvide su miseria,
y ya no se acuerde de sus penas.
8 Sé voz de quien no tiene voz,
defensor del hombre desvalido,
9 pronuncia sentencias justas,
defiende al pobre desprotegido.
10 (Álef) Una mujer fuerte, ¿quién la hallará?
Supera en valor a las perlas.
11 (Bet) Su marido se fía de ella,
pues no le faltan riquezas.
12 (Guímel) Le trae ganancias, no pérdidas,
todos los días de su vida.
13 (Dálet) Busca la lana y el lino
y los trabaja con la destreza de sus manos.
14 (He) Es como nave mercante
que importa el grano de lejos.
15 (Vau) Todavía de noche, se levanta
a preparar la comida a los de casa
y repartir trabajo a las criadas.
16 (Zain) Examina un terreno y lo compra,
con lo que gana planta un huerto.
17 (Jet) Se ciñe la cintura con firmeza
y despliega la fuerza de sus brazos.
18 (Tet) Comprueba si van bien sus asuntos,
y aun de noche no se apaga su lámpara.
19 (Yod) Aplica sus manos al huso,
con sus dedos sostiene la rueca.
20 (Kaf) Abre sus manos al necesitado
y tiende sus brazos al pobre.
21 (Lámed) Si nieva, no teme por los de casa,
pues todos llevan trajes forrados.
22 (Mem) Ella misma se hace las mantas,
se viste de lino y de púrpura.
23 (Nun) En la plaza respetan al marido
cuando está con los jefes de la ciudad.
24 (Sámek) Teje prendas de lino y las vende,
provee de cinturones a los comerciantes.
25 (Ayin) Se viste de fuerza y dignidad,
sonríe ante el día de mañana.
26 (Pe) Abre la boca con sabiduría,
su lengua enseña con bondad.
27 (Sade) Vigila la marcha de su casa,
no come su pan de balde.
28 (Qof) Sus hijos se levantan y la llaman dichosa,
su marido proclama su alabanza:
29 (Res) «Hay muchas mujeres fuertes,
pero tú las ganas a todas».
30 (Sin) Engañosa es la gracia, fugaz la hermosura;
la que teme al Señor merece alabanza.
31 (Tau) Cantadle por el éxito de su trabajo,
que sus obras la alaben en público.