ECLESIÁSTICO

PRÓLOGO

La Ley, los Profetas y los Escritos que les siguieron nos han transmitido muchas e importantes enseñanzas, que hacen a Israel digno de elogio por su instrucción y sabiduría. Ahora bien, no basta con que los lectores se hagan sabios; es necesario también que, como expertos, puedan ayudar a los de fuera, tanto de palabra como por escrito. Por eso, mi abuelo Jesús, después de haberse dedicado asiduamente a la lectura de la Ley, los Profetas y los otros escritos de los antepasados, y de haber adquirido un gran dominio sobre ellos, se propuso escribir sobre temas de instrucción y sabiduría. Su objetivo era que los deseosos de aprender aceptaran sus enseñanzas y pudieran progresar, llevando una vida más acorde con la ley.
Quedáis, pues, invitados a leer este libro con benevolencia y atención, así como a ser indulgentes allí donde os parezca que, a pesar de nuestros denodados esfuerzos de interpretación, no hemos acertado en la traducción de algunas expresiones. Es evidente que las cosas dichas en hebreo no tienen la misma fuerza cuando se traducen a otra lengua. Esto sucede no solo en este libro, también con la Ley, los Profetas y los otros Escritos, que presentan notables diferencias respecto a sus originales.
El año treinta y ocho del rey Evergetes llegué a Egipto, donde fijé mi residencia por un tiempo. Durante mi estancia allí encontré un ejemplar de abundante y no despreciable doctrina, y me sentí obligado a emprender la traducción de este libro con empeño y diligencia. Durante este período he dedicado muchas horas de vigilia y trabajo hasta poder terminar y publicar el libro, para uso de aquellos que, viviendo en el extranjero, desean aprender y reformar sus costumbres para vivir conforme a la ley.

EL MISTERIO DE LA SABIDURÍA (1-23)

El origen divino de la sabiduría

* Capítulo 1

1 Toda sabiduría viene del Señor
y está con él por siempre.

2 La arena de los mares, las gotas de la lluvia
y los días del mundo, ¿quién los contará?

3 La altura de los cielos, la anchura de la tierra
y la profundidad del abismo, ¿quién las escrutará?

4 Antes que todo fue creada la sabiduría,
y la inteligencia prudente desde la eternidad.

5 La fuente de la sabiduría es la palabra de Dios en las alturas
y sus canales son mandamientos eternos.

6 La raíz de la sabiduría, ¿a quién fue revelada?
y sus recursos, ¿quién los conoció?

7 La ciencia de la sabiduría, ¿a quién fue revelada?
y su mucha experiencia, ¿quién la conoció?

8 Uno solo es sabio, temible en extremo:
el que está sentado en su trono.

9 El Señor mismo creó la sabiduría, la vio, la midió
y la derramó sobre todas sus obras.

10 Se la concedió a todos los vivientes
y se la regaló a quienes lo aman.
El amor del Señor es sabiduría digna de honor;
a los que se revela, se la distribuye para que lo vean.

El temor del Señor y la sabiduría

11 El temor del Señor es gloria y honor,
alegría y corona de júbilo.

12 El temor del Señor deleita el corazón,
da alegría, gozo y larga vida.
El temor del Señor es un don del Señor,
pues se asienta sobre los caminos del amor.

13 El que teme al Señor tendrá un buen final
y el día de su muerte será bendecido.

14 El comienzo de la sabiduría es temer al Señor;
fue creada con los fieles en el seno materno.

15 Entre los humanos estableció su asiento eterno,
y con su descendencia se mantendrá fiel.

16 Plenitud de la sabiduría es temer al Señor;
embriaga a sus fieles con sus frutos.

17 Les llena de tesoros toda la casa
y de sus productos los graneros.

18 Corona de la sabiduría es el temor del Señor;
ella hace florecer la paz y la buena salud.
Ambas son dones del Señor para la paz,
extienden la gloria a los que lo aman.

19 Dios vio y midió la sabiduría,
hizo llover ciencia e inteligencia
y exaltó la gloria de los que la poseen.

20 Raíz de la sabiduría es temer al Señor,
sus ramas son larga vida.

21 El temor del Señor aleja los pecados,
el que persevera aleja la cólera.

22 El injusto apasionado no puede justificarse,
porque la furia de su pasión le hará caer.

23 El hombre paciente aguanta hasta el momento oportuno,
y al final su paga es la alegría.

24 Hasta el momento oportuno retiene sus palabras,
por eso muchos alaban su prudencia.

25 Entre los tesoros de la sabiduría hay proverbios muy atinados,
pero adorar al Señor repugna al pecador.

26 Si deseas la sabiduría, guarda los mandamientos,
y el Señor te la concederá.

27 Porque el temor del Señor es sabiduría e instrucción,
le agradan la fidelidad y la mansedumbre.

28 No seas reacio al temor del Señor,
ni te acerques a él con doblez de corazón.

29 No seas hipócrita delante de los demás
y vigila siempre tus labios.

30 No te ensalces a ti mismo, si no quieres caer
y cubrirte de vergüenza,
pues el Señor revelará tus secretos
y te humillará en medio de la asamblea,
porque no te has acercado al temor del Señor
y tienes el corazón lleno de engaño.

El temor del Señor en la prueba

Capítulo 2

1 Hijo, si te acercas a servir al Señor,
prepárate para la prueba.

2 Endereza tu corazón, mantente firme
y no te angusties en tiempo de adversidad.

3 Pégate a él y no te separes,
para que al final seas enaltecido.

4 Todo lo que te sobrevenga, acéptalo,
y sé paciente en la adversidad y en la humillación.

5 Porque en el fuego se prueba el oro,
y los que agradan a Dios en el horno de la humillación.
En las enfermedades y en la pobreza pon tu confianza en él.

6 Confía en él y él te ayudará,
endereza tus caminos y espera en él.

7 Los que teméis al Señor, aguardad su misericordia
y no os desviéis, no sea que caigáis.

8 Los que teméis al Señor, confiad en él,
y no se retrasará vuestra recompensa.

9 Los que teméis al Señor, esperad bienes,
gozo eterno y misericordia.
Porque un don eterno con alegría es su recompensa.

10 Fijaos en las generaciones antiguas y ved:
¿Quién confió en el Señor y quedó defraudado?,
o ¿quién perseveró en su temor y fue abandonado?,
o ¿quién lo invocó y fue desatendido?

11 Porque el Señor es compasivo y misericordioso,
perdona los pecados y salva en tiempo de desgracia.

12 ¡Ay del corazón cobarde, de las manos inertes,
y del pecador que va por dos caminos!

13 ¡Ay del corazón desfallecido que no tiene fe,
porque no será protegido!

14 ¡Ay de vosotros, los que habéis perdido la esperanza!
¿Qué haréis cuando el Señor venga a visitaros?

15 Los que temen al Señor no desobedecen sus palabras,
los que lo aman siguen sus caminos.

16 Los que temen al Señor buscan su agrado,
los que lo aman cumplen su ley.

17 Los que temen al Señor tienen el corazón dispuesto,
y se humillan delante de él.

18 Caigamos en manos del Señor
y no en manos de los humanos,
pues su misericordia es como su grandeza.

Respeto al padre y a la madre

Capítulo 3

1 Hijos, escuchad a vuestro padre,
hacedlo así y viviréis.

2 Porque el Señor honra más al padre que a los hijos
y afirma el derecho de la madre sobre ellos.

3 Quien honra a su padre expía sus pecados,

4 y quien respeta a su madre es como quien acumula tesoros.

5 Quien honra a su padre se alegrará de sus hijos
y cuando rece, será escuchado.

6 Quien respeta a su padre tendrá larga vida,
y quien honra a su madre obedece al Señor.

7 Quien teme al Señor honrará a su padre
y servirá a sus padres como si fueran sus amos.

8 Honra a tu padre de palabra y obra,
para que su bendición llegue hasta ti.

9 Porque la bendición del padre asegura la casa de sus hijos,
y la maldición de la madre arranca los cimientos.

10 No te gloríes en la deshonra de tu padre,
pues su deshonra no es para ti motivo de gloria.

11 Porque la gloria de un hombre es la honra de su padre,
y una madre deshonrada es la vergüenza de los hijos.

12 Hijo, cuida de tu padre en su vejez
y durante su vida no le causes tristeza.

13 Aunque pierda el juicio, sé indulgente con él
y no lo desprecies aun estando tú en pleno vigor.

14 Porque la compasión hacia el padre no será olvidada
y te servirá para reparar tus pecados.

15 En la tribulación el Señor se acordará de ti,
como el hielo ante el calor así se diluirán tus pecados.

16 Quien abandona a su padre es un blasfemo,
y un maldito del Señor quien irrita a su madre.

Humildad y docilidad

17 Hijo, actúa con humildad en tus quehaceres,
y te querrán más que al hombre generoso.

18 Cuanto más grande seas, más debes humillarte,
y así alcanzarás el favor del Señor.

19 Muchos son los altivos e ilustres,
pero él revela sus secretos a los mansos.

20 Porque grande es el poder del Señor
y es glorificado por los humildes.

21 No pretendas lo que te sobrepasa,
ni investigues lo que te excede.

22 Pon atención a lo que se te encomienda,
porque no tienes necesidad de cosas secretas.

23 No te afanes por lo que supera tus capacidades,
pues ya te han enseñado cosas que te desbordan.

24 Pues a muchos desvió su presunción,
y las falsas ilusiones extraviaron sus pensamientos.

25 Si no tienes pupilas, te faltará la luz;
si careces de ciencia, no la proclames.

26 Corazón obstinado mal acaba,
y el que ama el peligro en él sucumbe.

27 Corazón obstinado se acarrea fatigas,
y el pecador acumula pecado tras pecado.

28 La desgracia del orgulloso no tiene remedio,
pues la planta del mal ha echado en él sus raíces.

29 Un corazón prudente medita los proverbios,
un oído atento es el deseo del sabio.

30 El agua apaga el fuego ardiente,
y la limosna perdona los pecados.

31 Quien responde con favores será recordado más tarde,
y cuando llegue la caída encontrará un apoyo.

Justicia con el necesitado

Capítulo 4

1 Hijo, no prives al pobre del sustento,
ni seas insensible a los ojos suplicantes.

2 No hagas sufrir al hambriento,
ni exasperes al que vive en su miseria.

3 No perturbes un corazón exasperado,
ni retrases la ayuda al indigente.

4 No rechaces la súplica del atribulado,
ni vuelvas la espalda al pobre.

5 No apartes los ojos del necesitado,
ni le des ocasión de maldecirte.

6 Porque si te maldice lleno de amargura,
su Creador escuchará su imprecación.

7 Hazte amar por la asamblea,
y ante un grande baja la cabeza.

8 Inclina tu oído hacia el pobre,
y respóndele con suaves palabras de paz.

9 Arranca al oprimido de la mano del opresor,
y no seas débil cuando hagas justicia.

10 Sé como un padre para los huérfanos
y como un marido para su madre.
Así serás como un hijo del Altísimo,
y él te amará más que tu madre.

La escuela de la sabiduría

11 La sabiduría educa a sus hijos
y se cuida de los que la buscan.

12 El que la ama, ama la vida,
y los que madrugan por ella se llenarán de gozo.

13 El que la adquiere heredará la gloria
y dondequiera que vaya, el Señor lo bendecirá.

14 Los que la sirven, sirven al Santo,
y a los que la aman, los ama el Señor.

15 El que la escucha, juzgará a las naciones,
y el que a ella se aplica, vivirá seguro.

16 Si confía en ella, la recibirá en herencia,
y sus descendientes la tendrán en posesión.

17 Porque al principio lo lleva por caminos tortuosos;
le infunde miedo y temblor,
lo atormenta con su disciplina,
hasta que pueda confiar en él,
y lo pone a prueba con sus exigencias.

18 Pero luego vuelve a él por el camino recto,
lo colma de alegría y le revela sus secretos.

19 Si él se desvía, lo abandonará
y lo dejará a merced de su propia ruina.

Vergüenza y timidez

20 Ten en cuenta las circunstancias y guárdate del mal,
pero no te avergüences de ti mismo.

21 Porque hay una vergüenza que conduce al pecado,
y hay una vergüenza que es honor y gracia.

22 No tengas miramientos en perjuicio propio,
ni sientas vergüenza por tu caída.

23 No dejes de hablar cuando sea necesario,
ni escondas tu sabiduría por la belleza.

24 La sabiduría se revela en la palabra,
y la educación en la forma de hablar.

25 No contradigas a la verdad
y avergüénzate de tu ignorancia.

26 No te avergüences de confesar tus pecados,
ni te opongas a la corriente del río.

27 No te sometas al insensato,
ni tengas miramientos con el poderoso.

28 Hasta la muerte lucha por la verdad,
y el Señor combatirá por ti.

29 No seas arrogante con tu lengua,
ni perezoso y negligente en tus obras.

30 No seas como león con tu familia,
ni un cobarde con tus servidores.

31 No tengas tu mano abierta para recibir
y cerrada para dar.

Las falsas seguridades

Capítulo 5

1 No confíes en tus riquezas,
ni digas: «Con esto me basta».

2 No sigas tu instinto y tu fuerza,
secundando las pasiones de tu corazón.

3 Y no digas: «¿Quién puede dominarme?»,
porque el Señor ciertamente te castigará.

4 No digas: «He pecado, y ¿qué me ha pasado?»,
porque el Señor sabe esperar.

5 Del perdón no te sientas tan seguro,
mientras acumulas pecado tras pecado.

6 Y no digas: «Es grande su compasión,
me perdonará mis muchos pecados»,
porque él tiene compasión y cólera,
y su ira recae sobre los malvados.

7 No tardes en convertirte al Señor,
ni lo dejes de un día para otro,
porque de repente la ira del Señor se enciende,
y el día del castigo perecerás.

8 No confíes en riquezas injustas,
porque de nada te servirán el día de la desgracia.

El dominio de la lengua

9 No avientes el grano con cualquier viento,
ni camines por cualquier sendero;
así lo hace el pecador que habla con doblez.

10 Mantente firme en tus convicciones,
y no tengas más que una palabra.

11 Sé pronto para escuchar
y tardo en responder.

12 Si sabes algo, responde a tu prójimo,
pero si no, mano a la boca.

13 Hablar puede traer gloria y deshonra,
y la lengua es la ruina del hombre.

14 Que no te tachen de murmurador,
ni pongas emboscadas con tu lengua,
porque sobre el ladrón cae la vergüenza,
y una severa condena sobre el que habla con doblez.

15 En lo grande y en lo pequeño no faltes,

Capítulo 6

1 ni de amigo te vuelvas enemigo.
Porque la mala reputación trae vergüenza y desprecio;
así le sucede al pecador que habla con doblez.

El dominio de las pasiones

2 No te dejes llevar por el impulso de tu pasión,
no sea que tu ardor te desgarre como un toro,

3 devore tus hojas, destruya tus frutos,
y al final te quedes como un tronco seco.

4 La pasión desenfrenada arruina a quien la posee
y lo convierte en irrisión del enemigo.

La amistad

5 Una palabra amable multiplica los amigos,
y la lengua afable multiplica los saludos.

6 Sean muchos los que estén en paz contigo,
pero tus confidentes, solo uno entre mil.

7 Si haces un amigo, ponlo a prueba,
y no tengas prisa en confiarte a él.

8 Porque hay amigos de ocasión,
que no resisten en el día de la desgracia.

9 Hay amigos que se convierten en enemigo,
y te avergüenzan descubriendo tus litigios.

10 Hay amigos que comparten tu mesa
y no resisten en el día de la desgracia.

11 Cuando las cosas van bien, es como otro tú,
e incluso habla libremente con tus familiares.

12 Pero si eres humillado, se pone contra ti
y se esconde de tu presencia.

13 Apártate de tus enemigos
y sé cauto incluso con tus amigos.

14 Un amigo fiel es un refugio seguro,
y quien lo encuentra ha encontrado un tesoro.

15 Un amigo fiel no tiene precio
y su valor es incalculable.

16 Un amigo fiel es medicina de vida,
y los que temen al Señor lo encontrarán.

17 El que teme al Señor afianza su amistad,
porque, según sea él, así será su amigo.

La búsqueda de la sabiduría

18 Hijo, desde tu juventud acepta la instrucción,
y hasta la vejez encontrarás sabiduría.

19 Como quien ara y siembra, acércate a ella
y espera sus buenos frutos.
Pues cultivándola te fatigarás un poco,
pero pronto comerás de sus productos.

20 Es muy dura para los ignorantes,
y es insoportable para el insensato;

21 como piedra pesada lo oprime,
y él no tardará en sacudírsela.

22 Pues la sabiduría hace honor a su nombre,
y no se manifiesta a muchos.

23 Escucha, hijo, acepta mi opinión
y no rechaces mi consejo.

24 Mete los pies en sus cepos,
y el cuello en su yugo.

25 Doblega la espalda y carga con ella,
y no te rebeles contra sus cuerdas.

26 Acércate a ella con toda tu alma,
y con toda tu fuerza custodia sus caminos.

27 Síguela, búscala, y se te manifestará,
y, una vez alcanzada, no la sueltes.

28 Porque al final hallarás su descanso,
y se convertirá en tu alegría;

29 sus cepos serán tu baluarte,
y sus cuerdas, un vestido de gloria;

30 adorno de oro será su yugo,
y sus coyundas, cintas de púrpura.

31 Como vestido de gloria te la pondrás,
y como corona de júbilo te ceñirás con ella.

32 Si quieres, hijo, serás instruido,
si te aplicas totalmente, serás hábil.

33 Si te gusta escuchar, aprenderás,
y si inclinas tu oído, serás sabio.

34 Acude a la reunión de los ancianos,
y si hay uno que sea sabio, únete a él.

35 Escucha con interés toda palabra que viene de Dios,
y que no se te escapen los proverbios agudos.

36 Si ves a un hombre prudente, madruga en su busca,
y que tus pies desgasten el umbral de su puerta.

37 Reflexiona sobre los preceptos del Señor
y medita siempre sus mandatos.
Él mismo fortalecerá tu corazón,
y te será concedida la sabiduría que deseas.

Consejos diversos sobre la vida social

Capítulo 7

1 No hagas el mal, y el mal no te alcanzará,

2 sepárate del injusto, y él se alejará de ti.

3 Hijo, no siembres en surcos de injusticia,
no sea que coseches siete veces más.

4 No pidas al Señor el poder,
ni al rey un puesto de honor.

5 No te hagas el justo delante del Señor,
ni te las des de sabio ante el rey.

6 No aspires al puesto de juez,
no sea que no puedas erradicar la injusticia,
te acobardes ante el poderoso
y pongas una mancha en tu rectitud.

7 No peques en la asamblea de la ciudad,
ni te rebajes en la comunidad.

8 No cometas dos veces un pecado,
porque ni una sola quedarás impune.

9 No digas: «Él tendrá en cuenta mis muchas ofrendas,
y el Dios altísimo las aceptará, cuando se las presente».

10 No seas pusilánime en tu oración,
ni te olvides de hacer limosnas.

11 No te burles del afligido,
pues hay uno que humilla y exalta.

12 No trames engaños contra tu hermano,
ni tampoco contra tu amigo.

13 Proponte no decir mentira alguna,
pues el hábito de mentir no lleva a nada bueno.

14 No hables demasiado en la asamblea de ancianos,
ni repitas las palabras en tu oración.

15 No desprecies el trabajo duro,
ni la labranza, pues los creó el Altísimo.

16 No te unas a la multitud de pecadores,
recuerda que la ira no tardará.

17 Humíllate profundamente,
porque el castigo del impío es fuego y gusanos.

La familia

18 No cambies a un amigo por dinero,
ni a un hermano verdadero por el oro de Ofir.

19 No repudies a una mujer sabia y buena,
pues su gracia vale más que el oro.

20 No maltrates al criado que trabaja fielmente,
ni al jornalero que pone el alma en su faena.

21 Ama al siervo inteligente como a ti mismo,
y no le niegues la libertad.

22 ¿Tienes rebaños? Cuídalos;
y si te dan ganancias, consérvalos.

23 ¿Tienes hijos? Edúcalos,
doblega su cerviz desde la juventud.

24 ¿Tienes hijas? Vigila su cuerpo,
y no les pongas cara muy risueña.

25 Casa a tu hija y habrás concluido una gran tarea,
pero dásela a un hombre prudente.

26 ¿Tienes una esposa que te gusta? No la despidas;
pero si no la amas, no confíes en ella.

27 Honra a tu padre con todo tu corazón,
y no olvides los dolores de tu madre.

28 Recuerda que ellos te engendraron,
¿qué les darás a cambio de lo que te dieron?

Los sacerdotes y los pobres

29 Teme al Señor con toda tu alma,
y respeta a sus sacerdotes.

30 Ama a tu Creador con todas tus fuerzas,
y no abandones a sus ministros.

31 Teme al Señor y honra al sacerdote,
dale su porción tal como te fue prescrito:
las primicias, los sacrificios de reparación,
la pierna de los animales sacrificados,
el sacrificio de santificación
y las primicias de las cosas santas.

32 Tiende también tu mano al pobre,
para que tu bendición sea completa.

33 Sé generoso con todos los vivos,
y a los muertos no les niegues tu generosidad.

34 No te retraigas ante los que lloran,
y aflígete con los que se afligen.

35 No dejes de visitar al enfermo,
porque con estas obras te harás querer.

36 En todas tus acciones ten presen-te tu final,
y así jamás cometerás pecado.

Actitudes desaconsejadas

Capítulo 8

1 No disputes con el poderoso,
no sea que caigas en sus manos.

2 No pelees con el rico,
no sea que te venza con su influencia,
porque el oro ha perdido a muchos
y ha pervertido corazones de reyes.

3 No disputes con un charlatán,
y no eches más leña a su fuego.

4 No bromees con el insensato,
no sea que se burle de tus padres.

5 No reproches al que se arrepiente del pecado,
recuerda que todos somos culpables.

6 No te burles del anciano,
pues también nosotros envejeceremos.

7 No te alegres de la muerte de nadie,
recuerda que todos moriremos.

8 No desdeñes los discursos de los sabios,
sino ocúpate en meditar sus proverbios,
porque de ellos aprenderás instrucción
y el arte de servir a los grandes.

9 No desprecies los discursos de los ancianos,
que también ellos aprendieron de sus padres;
porque de ellos aprenderás inteligencia
y a responder cuando sea necesario.

10 No atices las brasas del pecador,
no sea que te quemes en sus llamas.

11 No te encares con el insolente,
para que no tienda una trampa a tu boca.

12 No prestes a uno más fuerte que tú,
y si le prestas, dalo por perdido.

13 No salgas fiador por encima de tus posibilidades,
y si lo haces, piensa en cómo pagar.

14 No entres en pleito con un juez,
ya que, dada su condición, sentenciarán a su favor.

15 Con un temerario no vayas de viaje,
no sea que te complique la vida,
pues él actuará según su capricho
y a causa de su locura tú te perderás.

16 No pelees con el violento,
ni atravieses con él el desierto,
porque para él la vida no tiene valor
y, cuando estés indefenso, te matará.

17 Con un necio no te aconsejes,
pues es incapaz de mantener la palabra.

18 Delante de un extraño no hagas nada secreto,
pues no sabes lo que sacará a la luz.

19 No abras tu corazón a cualquiera,
ni le dejes que te arrebate la felicidad.

Mujeres peligrosas

Capítulo 9

1 No tengas celos de tu propia mujer,
no sea que la incites a portarse mal contigo.

2 No te entregues del todo a tu mujer,
no sea que te llegue a dominar.

3 No te acerques a una cortesana,
no sea que caigas en sus redes.

4 No tengas trato con una coplera,
no sea que te enredes en sus artimañas.

5 No te fijes demasiado en la doncella,
no sea que te castiguen por causa suya.

6 No te entregues a prostitutas,
no sea que pierdas tu patrimonio.

7 No andes fisgoneando por las calles de la ciudad,
ni deambules por sus parajes solitarios.

8 Aparta tus ojos de una mujer hermosa,
y no te fijes en belleza ajena.
Por la belleza de una mujer muchos se perdieron,
y a su lado el amor se inflama como el fuego.

9 Jamás te sientes junto a una mujer casada,
ni disfrutes del vino con ella,
no sea que tu alma se vaya tras ella
y por tu pasión resbales hacia la ruina.

Relaciones con los demás

10 No abandones a un viejo amigo,
pues el nuevo nunca será igual.
Vino nuevo es el amigo nuevo,
cuando sea añejo, lo beberás con alegría.

11 No envidies el auge del pecador,
pues no sabes cuál será su fatal desenlace.

12 No te dejes fascinar por el éxito de los impíos,
recuerda que no llegarán impunes al abismo.

13 Aléjate de quien tiene poder para matar,
y no tendrás que temer a la muerte.
Si te acercas a él, no te descuides,
no sea que te quite la vida.
Mira que caminas entre emboscadas
y paseas sobre la muralla de la ciudad.

14 En cuanto puedas, atiende a tu prójimo
y aconséjate con los sabios.

15 Conversa con los inteligentes
y habla siempre de la ley del Altísimo.

16 Hombres justos compartan tu mesa,
y sea tu orgullo el temor del Señor.

Los gobernantes

17 La obra es loada por la destreza del artista
y el gobernante, por su palabra sabia.

18 El charlatán es temido en su ciudad,
y el deslenguado se hace odioso por sus palabras.

Capítulo 10

1 Gobernante sabio instruye a su pueblo,
autoridad inteligente está bien consolidada.

2 A tal gobernante, tales ministros,
a tal alcalde, tales vecinos.

3 Un rey sin instrucción arruina a su pueblo,
pero la ciudad prospera por los gobernantes prudentes.

4 En manos del Señor está el gobierno de la tierra,
sobre ella suscitará a su tiempo al hombre apto.

5 En manos del Señor está el éxito del hombre,
y él otorga su gloria al legislador.

Orgullo e insolencia

6 Por ningún agravio guardes rencor al prójimo,
ni actúes guiado por un arrebato de insolencia.

7 La soberbia es odiosa al Señor y a los humanos,
y para ambos es un delito la injusticia.

8 La soberanía pasa de una nación a otra,
a causa de las injusticias, la violencia y el dinero.
Nadie es más injusto que el avaro,
pues vende hasta la propia alma.

9 ¿De qué se enorgullece el que es tierra y ceniza?,
¡si ya en vida su vientre es podredumbre!

10 La larga enfermedad desconcierta al médico,
y quien hoy es rey mañana también morirá.

11 Cuando un hombre muere,
recibe como herencia lombrices, bichos y gusanos.

12 Principio de la soberbia es alejarse del Señor
y apartar el corazón del Creador.

13 Porque principio de la soberbia es el pecado,
y quien se entrega a ella hace llover abominación.
Por eso el Señor les infligió calamidades,
y los abatió completamente.

14 El Señor derribó del trono a los poderosos,
y en su lugar hizo sentar a los sencillos.

15 El Señor arrancó las raíces de los soberbios,
y en su lugar plantó a los humildes.

16 El Señor devastó los territorios de las naciones
y los destruyó hasta los cimientos de la tierra.

17 Arrebató a algunos y los destruyó,
borrando de la tierra su recuerdo.

18 No se ha creado la soberbia para el ser humano,
ni la ira apasionada para el nacido de mujer.

El verdadero honor

19 ¿Qué raza es digna de honor? La del ser humano.
¿Qué raza es digna de honor? Los que temen al Señor.
¿Qué raza es despreciable? La del ser humano.
¿Qué raza es despreciable? Los que violan los mandamientos.

20 Entre hermanos, su jefe es digno de honor,
pero el Señor honra a los que le temen.

21 Principio de acogida es el temor del Señor,
pero principio de rechazo son la obstinación y la soberbia.

22 Rico o distinguido o pobre,
su orgullo es el temor del Señor.

23 No es justo despreciar al pobre inteligente,
ni es conveniente honrar al pecador.

24 El noble, el juez y el poderoso reciben honores,
pero ninguno es mayor que quien teme al Señor.

25 Al criado sabio lo servirán hombres libres,
y el hombre inteligente no lo criticará.

26 No presumas de sabio al hacer tu tarea,
ni te gloríes, cuando estés en aprieto.

27 Más vale el que trabaja y anda sobrado
que el que alardea y carece de pan.

28 Hijo, ten una moderada estima de ti mismo,
y valórate en la justa medida.

29 ¿Quién defenderá al que se condena a sí mismo?
¿Quién honrará al que a sí mismo se desprecia?

30 El pobre es honrado por su saber,
y el rico es honrado por su riqueza.

31 Quien es apreciado en la pobreza,
¡cuánto más lo será en la riqueza!
Y quien es despreciado en la riqueza,
¡cuánto más lo será en la pobreza!

Capítulo 11

1 La sabiduría del humilde levantará su cabeza,
y se le hará sentar entre los grandes.

2 No alabes al hombre por su belleza,
ni desprecies a nadie por su aspecto.

3 Pequeña es la abeja entre los animales que vuelan,
pero su producto es el más dulce.

4 No presumas de los vestidos que llevas,
ni te engrías en los momentos de gloria;
pues admirables son las obras del Señor
y, sin embargo, se ocultan a los humanos.

5 Muchos tiranos acabaron por los suelos,
mientras un desconocido se ceñía la corona.

6 Muchos poderosos fueron abatidos,
y hombres ilustres cayeron en otras manos.

Trabajo y confianza en el Señor

7 Antes de informarte, no recrimines;
reflexiona primero y censura después.

8 Antes de escuchar, no respondas,
ni interrumpas al que tiene la palabra.

9 Por lo que no te incumbe, no discutas,
ni interfieras en litigios de pecadores.

10 Hijo, no multipliques tus ocupaciones,
porque si mucho abarcas, no quedarás impune;
y por más que corras, no alcanzarás,
y por más que quieras huir, no escaparás.

11 Hay quien trabaja, se fatiga y apresura,
y a pesar de esto está más necesitado.

12 Hay quien es débil y necesita ayuda,
carece de bienes y le sobra pobreza,
pero el Señor lo mira con benevolencia,
lo rescata de su humillación,

13 le hace levantar la cabeza
y muchos se asombran al verlo.

14 Bien y mal, vida y muerte,
pobreza y riqueza vienen del Señor.

15 La sabiduría, la ciencia y el conocimiento de la ley vienen del Señor,
el amor y la buena conducta son de él;

16 la insensatez y la oscuridad han sido creadas para los pecadores;
los que se complacen en el mal, envejecerán en él.

17 El don del Señor permanece con los piadosos,
y su benevolencia los guiará siempre hacia el éxito.

18 Hay quien se hace rico a fuerza de trabajar y ahorrar,
y esta es la parte de su recompensa:

19 cuando dice: «Ahora ya puedo descansar
y disfrutar de todos mis bienes»,
no sabe cuánto tiempo pasará,
hasta que tenga que dejarlo todo a otros y muera.

20 Sé fiel en tu deber y dedícate a él,
y envejece en tu tarea.

21 No admires las obras del pecador,
mas confía en el Señor y sé constante en tu esfuerzo,
porque es cosa fácil para el Señor
enriquecer al pobre de repente, en un instante.

22 La bendición del Señor es la recompensa del piadoso,
en un instante hace florecer su generosidad.

23 No digas: «¿Qué necesito?,
o ¿qué bienes podría conseguir todavía?».

24 No digas: «Ya tengo bastante,
¿qué mal puede sucederme ahora?».

25 En día de bienes, se olvidan los males,
en día de males, se olvidan los bienes;

26 porque es fácil para el Señor, en el día de la muerte,
pagar a cada uno según su conducta.

27 El mal momentáneo hace olvidar el gozo,
pero cuando el hombre se acerca al fin se descubren sus obras.

28 Antes de la muerte no felicites a nadie,
porque solo en su final se conoce a la persona.

Cautela con el desconocido

29 No metas a cualquiera en tu casa,
pues son muchas las mañas del astuto.

30 Perdiz cautiva en jaula
es el corazón del orgulloso:
un espía al acecho de tu caída.

31 Trama insidias cambiando el bien en mal,
y deshonra las cosas más dignas.

32 Una chispa enciende un brasero,
así el pecador acecha en busca de sangre.

33 Guárdate del malvado, que maquina el mal,
no sea que te deshonre para siempre.

34 Mete en casa a un extraño y te causará problemas,
te hará sentir extraño con tu propia familia.

Cautela con los favores

Capítulo 12

1 Si haces el bien, mira a quién,
y sacarás provecho de tus favores.

2 Haz bien al piadoso y obtendrás recompensa,
si no de él mismo, al menos del Altísimo.

3 Ningún beneficio para el que persiste en el mal,
ni para quien se niega a hacer limosna.

4 Da al que es piadoso, pero no ayudes al pecador.

5 Haz el bien al humilde, pero no des nada al malvado;
niégale el pan, no se lo des,
porque podría utilizarlo para dominarte,
y tú recibirías el doble de mal
por el bien que le habrías hecho.

6 Que también el Altísimo odia a los pecadores,
y se vengará de los malvados;
los protege en vistas al día de su castigo.

7 Da al que es bueno,
pero no ayudes al pecador.

Amigos y enemigos

8 No se conoce al amigo en la prosperidad,
ni se oculta al enemigo en la adversidad.

9 Cuando uno prospera, sus enemigos se entristecen,
pero en la adversidad, hasta su amigo lo abandona.

10 No te fíes nunca de tu enemigo,
pues su maldad es como bronce que se oxida.

11 Aunque se haga el humilde y camine con la cabeza baja,
ten cuidado y desconfía de él.
Compórtate con él como quien pule un espejo,
y verás que la herrumbre no lo corroe del todo.

12 No lo pongas junto a ti,
no sea que te derribe y te quite el puesto.
No lo sientes a tu derecha,
no sea que pretenda ocupar tu asiento,
y que al final comprendas mis palabras
y te pese recordar mis consejos.

13 ¿Quién se compadece del encantador mordido por la serpiente
y de todos los que se acercan a las fieras?

14 Lo mismo le ocurre al que anda con el pecador
y se enreda con sus pecados.

15 Por un tiempo el pecador permanecerá contigo,
pero si sucumbes, no te soportará.

16 El enemigo habla con labios melosos,
pero en su corazón trama cómo arrojarte a la fosa.
El enemigo tiene lágrimas en los ojos,
pero llegada la ocasión, no se saciará de verter sangre.

17 Si te ocurre una desgracia, allí lo encontrarás
y, fingiendo ayudarte, te pondrá la zancadilla.

18 Meneará la cabeza, aplaudirá,
hablará largo rato entre dientes y cambiará de cara.

Capítulo 13

1 El que toca la pez se mancha,
el que se junta a un soberbio acabará siendo como él.

El trato con los ricos y poderosos

2 No cargues un peso superior a tus fuerzas,
ni te juntes a uno más fuerte y rico que tú.
¿Cómo se puede juntar el cántaro con la olla?
Chocará con ella y se romperá.

3 El rico ofende y encima se irrita,
el pobre es ofendido y encima se excusa.

4 Si le eres útil, te utilizará,
y si eres torpe, te abandonará.

5 Si tienes bienes, se asociará contigo
y te despojará sin que le duela.

6 Si te necesita, te engañará,
te sonreirá y te dará esperanzas;
te hablará amablemente
y dirá: «¿Qué necesitas?».

7 Te avergonzará en sus banquetes,
te despojará dos o tres veces
y acabará burlándose de ti.
Y después, si te ve, te evitará
y meneará la cabeza mofándose de ti.

8 Procura que no te engañen,
que no te humillen por tu insensatez.

9 Si te invita un poderoso, mantente a distancia,
así te llamará con mayor insistencia.

10 No te adelantes, no sea que te rechace,
ni te quedes muy lejos, no sea que te olvide.

11 No pretendas hablar con él de igual a igual,
ni te fíes de sus muchas palabras,
pues con su palabrería te pondrá a prueba
y sonriendo te examinará.

12 Es un despiadado que no guarda sus palabras
y no te ahorrará ni golpes ni cadenas.

13 Ten cuidado y pon mucha atención,
porque caminas junto a tu propia ruina.

14 Si escuchas estas cosas en sueños, despierta;
ama al Señor durante toda tu vida
e invócalo para que te salve.

Clases sociales

15 Todo animal ama a su semejante,
y todo hombre a su prójimo.

16 Todo viviente se une con su especie,
y todo hombre se junta a su semejante.

17 ¿Cómo puede convivir el lobo con el cordero?
Lo mismo ocurre con el pecador y el piadoso.

18 ¿Qué paz puede haber entre la hiena y el perro?,
y ¿qué paz puede haber entre el rico y el pobre?

19 Los asnos salvajes son presa de los leones en el desierto,
así los pobres son presa de los ricos.

20 El soberbio aborrece la humildad,
y así el rico aborrece al pobre.

21 Cuando el rico se tambalea, sus amigos lo sostienen,
pero cuando el humilde cae, sus amigos lo rechazan.

22 Cuando el rico resbala, muchos lo sujetan,
y si dice estupideces, le dan la razón;
cuando el pobre resbala, se lo reprochan,
y si habla con sensatez, no le hacen caso.

23 Habla el rico y todos callan,
y ponen sus palabras por las nubes.
Habla el pobre y dicen: «¿Quién es este?».
Y si tropieza, lo ayudan a caer.

24 Buena es la riqueza adquirida sin pecado,
mala es la pobreza en boca del impío.

La conciencia

25 El corazón de una persona cambia su rostro,
sea para bien, sea para mal.

26 Un rostro alegre revela un buen corazón;
inventar proverbios es un ejercicio difícil.

Capítulo 14

1 Dichoso el hombre que no ha faltado de palabra,
ni sufre remordimientos por sus pecados.

2 Dichoso aquel cuya conciencia nada le reprocha,
ni ha perdido la esperanza.

El tacaño

3 No es buena la riqueza para el mezquino,
y al avaro, ¿de qué le sirve el dinero?

4 El que con privaciones acumula, para otros acumula,
y de sus bienes otros disfrutarán.

5 El que es tacaño consigo mismo, ¿con quién será generoso?,
ni siquiera disfruta de sus propios bienes.

6 Nadie peor que el avaro consigo mismo,
esa es la paga de su maldad.

7 Si hace algo bueno es por descuido
y al final manifiesta su maldad.

8 El hombre avaricioso es malvado,
desvía la mirada y desprecia a los demás.

9 El codicioso nunca está satisfecho con su suerte,
pues la codicia malsana seca el alma.

10 El tacaño hasta el pan escatima,
y en su propia mesa pasa hambre.

Disfrutar de las riquezas

11 Hijo, en cuanto te sea posible, cuida de ti mismo
y presenta dignamente tus ofrendas al Señor.

12 Recuerda que la muerte no puede tardar,
y que el decreto del abismo no te ha sido revelado.

13 Antes de morir, haz el bien a tu amigo,
según tus posibilidades, sé generoso con él.

14 No te prives de pasar un día feliz,
no dejes escapar un deseo legítimo.

15 ¿No dejarás a otro el fruto de tu trabajo
y de tus fatigas, para que se lo repartan a suertes?

16 Da y recibe, disfruta de la vida,
porque en el abismo no hay que esperar satisfacciones.

17 Todo viviente envejece como un vestido,
pues es ley eterna que hay que morir.

18 Como las hojas verdes de un árbol frondoso,
que unas caen y otras brotan,
así las generaciones de carne y sangre:
unas mueren y otras nacen.

19 Toda obra corruptible desaparece,
y su autor se va con ella.

Los beneficios de la sabiduría

20 Dichoso el hombre que se aplica a la sabiduría
y razona con su inteligencia.

21 Dichoso el que presta atención a sus caminos
y se fija en sus secretos;

22 sale en su busca como un cazador
y se pone al acecho en sus caminos;

23 se asoma a sus ventanas
y a sus puertas escucha;

24 acampa muy cerca de su casa
y clava una estaca en sus muros;

25 monta su tienda junto a ella
y acampa en morada apacible;

26 pone sus hijos a su abrigo
y bajo sus ramas se cobija;

27 a su sombra se protege del calor
y habita al reparo de su gloria.

Capítulo 15

1 Así obra el que teme al Señor,
el que observa la ley alcanza la sabiduría.

2 Ella le sale al encuentro como una madre
y lo acoge como una joven esposa.

3 Lo alimenta con pan de inteligencia
y le da a beber agua de sabiduría.

4 Si se apoya en ella, no vacilará,
si se aferra a ella, no quedará defraudado.

5 Ella lo ensalzará sobre sus compañeros
y en medio de la asamblea le abrirá la boca.

6 Encontrará gozo y corona de júbilo,
y un nombre eterno recibirá en herencia.

7 Jamás la alcanzarán los insensatos
y los pecadores nunca la verán.

8 Está lejos de los orgullosos,
y los mentirosos nunca se acuerdan de ella.

9 En la boca del pecador no cabe la alabanza,
porque el Señor no se la ha concedido.

10 Pues la alabanza se proclama con sabiduría,
y es el Señor quien la inspira.

La libertad humana

11 No digas: «Por culpa del Señor me he desviado»,
porque lo que él detesta no lo hace.

12 No digas: «Él me ha extraviado»,
porque él no tiene necesidad del pecador.

13 El Señor detesta la abominación
y tampoco la quieren los que le temen.

14 Al principio él creó al hombre
y lo dejó en poder de su propio albedrío.

15 Si quieres, guardarás los mandamientos
y permanecerás fiel a su voluntad.

16 Él te ha puesto delante fuego y agua,
extiende tu mano a lo que quieras.

17 Ante los hombres está la vida y la muerte,
y a cada uno se le dará lo que prefiera.

18 Porque grande es la sabiduría del Señor,
fuerte es su poder y lo ve todo.

19 Sus ojos miran a los que le temen,
y conoce todas las obras del hombre.

20 A nadie obligó a ser impío,
y a nadie dio permiso para pecar.

Dios castiga a los impíos

Capítulo 16

1 No desees una multitud de hijos inútiles,
no te goces de tener hijos impíos.

2 Aunque sean muchos, no te alegres,
si no tienen temor del Señor.

3 No confíes en su larga vida,
ni te creas seguro a causa de su número.
Sufrirás a causa de un dolor prematuro
y repentinamente conocerás su final.
Que más vale uno que mil,
y morir sin hijos, que tenerlos impíos.

4 Un solo hombre inteligente repoblará la ciudad,
pero la raza de los sin ley quedará desolada.

5 Muchas cosas como estas vieron mis ojos,
y cosas aún más graves oyeron mis oídos.

6 En la asamblea de los pecadores se enciende el fuego,
contra la nación rebelde se inflamó la ira.

7 El Señor no perdonó a los antiguos gigantes,
los que se rebelaron a causa de su fuerza.

8 No perdonó a los vecinos de Lot,
a los que aborrecía por su soberbia.

9 No se apiadó de la nación corrompida,
de los que alardeaban de sus pecados.
Todo esto se lo hizo a las naciones de corazón endurecido,
y pese a la abundancia de sus santos no se dejó conmover.

10 Y así trató a los seiscientos mil de a pie
amotinados por su dureza de corazón.
Con golpes y misericordia los castigó y curó,
el Señor los protegió con piedad y disciplina.

11 Aunque solo hubiera uno de dura cerviz,
sería asombroso que quedara impune;
pues misericordia e ira están con él;
es poderoso cuando perdona y cuando descarga su ira.

12 Tan grande como su misericordia es su severidad,
y juzga al hombre según sus obras.

13 No escapará el pecador con su rapiña,
ni se frustrará la paciencia del piadoso.

14 Reservará un sitio para el que da limosna,
cada uno recibirá según sus obras.

15 El Señor hizo que el faraón se obstinara para que no lo reconociese;
puso así de manifiesto su poder bajo el cielo.

16 En toda la creación se manifiesta su misericordia,
y ha repartido su luz y oscuridad a los humanos.

Dios todo lo ve

17 No digas: «Me esconderé del Señor,
y, ¿quién se acordará de mí allá arriba?
Entre la gran muchedumbre no seré reconocido,
pues, ¿quién soy yo en la inmensa creación?».

18 Mira el cielo y los cielos altísimos,
el abismo y la tierra se estremecen ante su visita.
Todo el universo fue creado y existe por su voluntad.

19 Los montes y los cimientos de la tierra
tiemblan de espanto bajo su mirada.

20 Pero en estas cosas no piensa el corazón,
¿quién presta atención a su conducta?

21 Como una tempestad que el humano no ve,
la mayoría de sus obras se realizan en secreto.

22 Las obras de justicia, ¿quién las anuncia?,
o ¿quién las espera?, pues la alianza está lejos.
Y el examen de todas las cosas será al final.

23 Estas cosas piensa el insensato;
el estúpido y descarriado solo piensa necedades.

El ser humano en la creación

24 Escúchame, hijo, y aprende la ciencia,
y aplica tu corazón a mis palabras.

25 Revelaré con mesura la instrucción,
y con precisión anunciaré la ciencia.

26 Cuando al principio el Señor creó sus obras,
después de hacerlas, determinó sus funciones.

27 Ordenó para siempre su actividad,
y sus dominios por todas sus generaciones.
No tienen hambre ni se cansan,
y eso que no abandonan su tarea.

28 Ninguna choca con su compañera,
y jamás desobedecen su palabra.

29 Después de esto el Señor miró a la tierra
y la colmó de sus bienes.

30 Cubrió su faz con toda clase de vivientes,
y todos volverán a ella.

Capítulo 17

1 El Señor creó al ser humano de la tierra,
y a ella lo hará volver de nuevo.

2 Concedió a los humanos días contados y un tiempo fijo,
y les dio autoridad sobre cuanto hay en la tierra.

3 Los revistió de una fuerza como la suya
y los hizo a su propia imagen.

4 Hizo que todo ser viviente los temiese,
para que dominaran sobre fieras y aves.

5 Recibieron el uso de las cinco operaciones del Señor,
como sexta, les concedió participar de la inteligencia;
y como séptima, la palabra intérprete de sus operaciones.

6 Discernimiento, lengua y ojos,
oídos y corazón les dio para pensar.

7 Los llenó de ciencia y entendimiento,
y les enseñó el bien y el mal.

8 Puso su mirada en sus corazones,

9 para mostrarles la grandeza de sus obras,
y les concedió gloriarse por siempre de sus maravillas.

10 Por eso alabarán su santo nombre,
para contar la grandeza de sus obras.

11 Puso delante de ellos la ciencia,
y les dejó en herencia una ley de vida,
para que piensen que los que ahora viven son mortales.

12 Estableció con ellos una alianza eterna,
y les enseñó sus decretos.

13 Sus ojos vieron la grandeza de su gloria
y sus oídos oyeron su voz gloriosa.

14 Les dijo: «Guardaos de toda iniquidad»,
y les dio a cada uno preceptos acerca del prójimo.

La justicia divina

15 La conducta humana está siempre ante Dios,
no puede ocultarse a sus ojos.

16 Desde la juventud sus caminos conducen al mal
y no son capaces de transformar
sus corazones de piedra en corazones de carne.

17 Pues al repartir las naciones de toda la tierra,
a cada nación asignó un jefe,
pero la porción del Señor es Israel;

18 a este, por ser el primogénito, lo cuida con disciplina
y le dispensa la luz del amor sin abandonarlo.

19 Para el Señor todas sus obras son como el sol,
y sus ojos están siempre sobre su conducta.

20 No se le pueden ocultar injusticias de ellos,
y todos sus pecados están delante del Señor.

21 Pero el Señor, que es bueno y conoce su imagen,
no los rechaza ni los abandona, sino que los perdona.

22 La limosna del hombre es para él como un sello,
y custodia la generosidad como la niña del ojo.
Reparte arrepentimiento entre sus hijos e hijas.

23 Después de esto se levantará y les retribuirá,
y dará a cada uno su recompensa.

24 Pero a los que se arrepienten les permite volver,
y consuela a los que han perdido la esperanza.

Llamada a la conversión

25 Retorna al Señor y abandona el pecado,
reza ante su rostro y elimina los obstáculos.

26 Vuélvete al Altísimo y apártate de la injusticia
–pues él mismo te guiará de las tinieblas a la luz salvífica–
y detesta con toda el alma la abominación.

27 En el abismo ¿quién alabará al Altísimo
como lo hacen los vivos y quienes le dan gracias?

28 Para el muerto, como quien no existe, desaparece la alabanza,
solo el que está vivo y sano alaba al Señor.

29 ¡Qué grande es la misericordia del Señor
y su perdón para los que retornan a él!

30 El hombre no puede tenerlo todo,
porque ningún humano es inmortal.

31 ¿Qué hay más luminoso que el sol?, y también se eclipsa;
los que son carne y sangre maquinan el mal.

32 Dios pasa revista al ejército de las alturas celestes;
los hombres son todos polvo y ceniza.

La misericordia divina

Capítulo 18

1 El que vive eternamente lo creó todo por igual;

2 solo el Señor es reconocido justo,
y no hay otro fuera de él.

3 Gobierna el mundo con la palma de su mano,
y todo obedece a su voluntad,
pues él con su poder es rey de todos,
separando en ellos las cosas santas de las profanas.

4 A nadie permitió que anunciara sus obras.
¿Quién rastreará sus maravillas?

5 ¿Quién medirá el poder de su majestad?
¿Quién conseguirá narrar sus misericordias?

6 No hay nada que quitar, ni nada que añadir,
ni se pueden rastrear las maravillas del Señor.

7 Cuando el hombre termina, entonces empieza,
cuando se detiene, entonces queda asombrado.

8 ¿Qué es el hombre?, ¿para qué sirve?,
¿cuál es su bien y cuál su mal?

9 Los días del hombre son cien años como mucho;
el día más imprevisible de todos es el de la muerte.

10 Como gota de agua en el mar, como grano de arena,
así son sus pocos años frente a un día de la eternidad.

11 Por eso el Señor es paciente con los humanos
y derrama sobre ellos su misericordia.

12 Él ve y sabe que el fin de ellos es miserable,
por eso multiplica su perdón.

13 El hombre se compadece de su prójimo,
el Señor, de todo ser viviente.
Él reprende, adoctrina, enseña
y guía como un pastor a su rebaño.

14 Se compadece de los que acogen la instrucción
y de los que se afanan por sus decretos.

Dar con generosidad

15 Hijo, a los favores no añadas un reproche,
ni a cada regalo palabras ofensivas.

16 ¿No mitiga el rocío el calor ardiente?
Así una palabra es mejor que un regalo.

17 ¿No vale más una palabra que un buen obsequio?
Ambas cosas son propias del hombre caritativo.

18 El necio reprocha sin caridad,
y el regalo del avaro consume los ojos.

Reflexión y cautela

19 Antes de hablar, infórmate,
y antes de caer enfermo, cuídate.

20 Antes del juicio, examínate a ti mismo,
y a la hora de la visita encontrarás perdón.

21 Antes de caer enfermo, humíllate,
y cuando peques, muestra arrepentimiento.

22 Nada te impida cumplir un voto a tiempo,
y no esperes a la muerte para cumplirlo.

23 Antes de hacer una promesa, prepárate,
y no seas como uno que tienta al Señor.

24 Acuérdate de la ira de los últimos días,
y del momento del castigo, cuando él aparte su rostro.

25 En tiempo de abundancia acuérdate de la carestía,
de la pobreza y la indigencia en los días de riqueza.

26 De la mañana a la tarde cambia el tiempo,
y todo pasa deprisa delante del Señor.

27 La persona sabia en todo es precavida,
y en ocasión de pecado se abstiene de la culpa.

28 Todo el que es prudente conoce la sabiduría,
y esta rinde homenaje a quien la encuentra.

29 Los prudentes en el hablar también se hacen sabios
y derraman como lluvia proverbios acertados.
Es mejor poner la confianza en un solo amo
que confiarse a un difunto con corazón muerto.

Autodominio

30 No vayas detrás de tus pasiones
y pon un freno a tus deseos.

31 Si te concedes la satisfacción de la pasión,
serás el hazmerreír de tus enemigos.

32 No te deleites con muchos placeres,
para no empobrecerte a su costa.

33 No te arruines festejando con dinero prestado,
cuando no tienes nada en la bolsa,
pues serás uno que insidia contra la propia vida.

Capítulo 19

1 Un obrero bebedor nunca se hará rico,
y el que desprecia lo pequeño poco a poco caerá.

2 Vino y mujeres pervierten a los sensatos,
y el que anda con prostitutas aún es más temerario.

3 Larvas y gusanos serán su herencia,
el temerario será eliminado.

Dominio de la lengua

4 El que pronto se confía no tiene juicio,
y el que peca, a sí mismo se perjudica.

5 El que se complace en el mal será condenado,
pero el que resiste a los placeres corona su vida.

6 El que domina la lengua vivirá sin peleas,
y el que detesta la palabrería evita el mal.

7 No repitas nunca un chisme
y no sufrirás ningún daño;

8 ni a amigo ni a enemigo se lo cuentes,
y si para ti no es pecado, no lo descubras,

9 pues el que te escucha desconfiará de ti
y, llegada la ocasión, te despreciará.

10 ¿Has oído algo? ¡Muera contigo!
¡Tranquilo, que no reventarás!

11 El necio oye una noticia y ya siente dolores,
como la mujer que va a dar a luz un hijo.

12 Flecha clavada en el muslo
es la noticia en las entrañas del necio.

Corrección fraterna

13 Pregunta a tu amigo: quizá no ha hecho nada,
y si lo hizo, para que no vuelva a hacerlo.

14 Pregunta a tu prójimo: quizá no ha dicho nada,
y si lo dijo, para que no lo repita.

15 Pregunta a tu amigo, pues a menudo se trata de calumnia,
y no te creas todo lo que se dice.

16 Hay quien resbala sin querer,
pero, ¿quién no ha pecado con su lengua?

17 Pregunta a tu prójimo antes de censurarlo,
y deja que se cumpla la ley del Altísimo.

18 El temor del Señor es principio de acogida,
la sabiduría obtiene de él el amor.

19 El conocimiento de los mandatos del Señor es instrucción de vida;
los que hacen lo que le agrada obtendrán los frutos del árbol de la inmortalidad.

Verdadera y falsa sabiduría

20 Toda sabiduría es temor del Señor,
y en toda sabiduría está la práctica de la ley
y el conocimiento de su omnipotencia.

21 Un criado que dice al amo: «No haré lo que te agrada»,
aunque después lo haga, irrita a quien le da de comer.

22 No es sabiduría el conocimiento del mal,
ni prudencia la deliberación de los pecadores.

23 Hay una habilidad que es abominación
y hay un insensato que carece de sabiduría.

24 Más vale uno corto de inteligencia pero que teme al Señor,
que uno muy inteligente pero que infringe la ley.

25 Hay una habilidad perfecta que es injusta,
y hay quien intriga para obtener un juicio favorable,
pero el sabio es justo en el juicio.

26 Hay quien hace el mal encorvado por la pena,
pero su interior está lleno de engaño.

27 Se cubre la cara y se hace el sordo,
pero, cuando nadie lo vea, te tomará la delantera,

28 y, si por falta de fuerzas se priva de pecar,
en cuanto encuentre la ocasión, hará el mal.

29 Por el aspecto se conoce al hombre,
y por el rostro se conoce al inteligente.

30 El vestido del hombre, la sonrisa de su boca
y el modo de caminar revelan lo que es.

Silencio y palabras

Capítulo 20

1 Hay reprensión inoportuna,
y hay quien calla por prudencia.

2 ¡Cuánto mejor reprender que enfadarse!

3 El que se confiesa culpable evita la humillación.

4 Eunuco empeñado en desflorar a una doncella,
así es el que impone la justicia por la fuerza.

5 Hay quien calla pasando por sabio,
y hay quien se hace odioso por su verborrea.

6 Hay quien calla porque no tiene respuesta,
y hay quien calla porque conoce el momento oportuno.

7 El sabio guarda silencio hasta el momento oportuno,
pero el fanfarrón e insensato deja pasar la oportunidad.

8 El charlatán se hace abominable,
y el que pretende imponerse se hace odioso.
¡Qué hermoso es mostrar arrepentimiento cuando a uno lo reprenden!
Así, pues, evitarás un pecado voluntario.

Paradojas

9 Hay quien en la desgracia encuentra fortuna,
y hay ganancia que trae pérdidas.

10 Hay regalo que no te aprovecha,
y hay regalo que rinde el doble.

11 Hay humillación que viene de la gloria,
y hay quien de la postración levanta cabeza.

12 Hay quien compra mucho con poco,
y luego lo paga siete veces más caro.

13 El sabio se hace amable con sus palabras,
mientras las lisonjas del necio son inútiles.

14 El regalo del necio no te aprovecha,
así tampoco el del avaro, hecho por necesidad,
pues sus ojos, en lugar de uno, son muchos;

15 da poco y te echa en cara mucho,
abre la boca como un pregonero;
presta hoy y mañana reclama;
una persona así es detestable.

16 Dice el necio: «No tengo ni un amigo
y nadie agradece mis favores.
Los que comen mi pan son malas lenguas».

17 ¡Cuántos y cuántas veces se reirán de él!
Pues no acoge con recto entendimiento lo que tiene,
ni es indiferente ante lo que no tiene.

El hablar inoportuno

18 Mejor es resbalar en el suelo que con la lengua,
así la caída de los malos llegará rápidamente.

19 Persona sin educación es como chiste inoportuno:
está siempre en boca de ignorantes.

20 De la boca del necio no se acepta un proverbio,
pues nunca lo dice en el momento adecuado.

21 A algunos la indigencia los aleja del pecado,
y cuando llega el descanso, no tienen remordimientos.

22 Hay quien se pierde por vergüenza,
y quien se pierde por hacer caso de un insensato.

23 Hay quien por vergüenza hace promesas al amigo,
y lo convierte en enemigo innecesariamente.

24 Grave defecto para una persona es la mentira
y está siempre en boca de ignorantes.

25 Mejor ladrón que mentiroso empedernido,
pero ambos heredarán la perdición.

26 El hábito del mentiroso es una deshonra,
la vergüenza lo acompaña siempre.

El sabio y la sabiduría

27 El sabio se abre camino con las palabras,
y el prudente agrada a los grandes.

28 El que cultiva la tierra aumentará su cosecha,
y el que agrada a los grandes expía la injusticia.

29 Presentes y regalos ciegan los ojos de los sabios,
y como bozal en boca ahoga el reproche.

30 Sabiduría oculta y tesoro invisible,
¿para qué sirven una y otro?

31 Más vale el que oculta su necedad
que el que oculta su sabiduría.

32 Más vale constancia inflexible en la búsqueda del Señor
que conducir sin control el carro de la propia vida.

Sobre el pecado

Capítulo 21

1 Hijo, ¿has pecado? No lo hagas más,
y por tus faltas pasadas pide perdón.

2 Huye del pecado como de una serpiente,
pues, si te acercas, te morderá.
Dientes de león son sus dientes,
que destrozan vidas humanas.

3 Espada de doble filo es la trasgresión,
no hay remedio para su herida.

4 Terror y violencia devastan la riqueza,
así la casa del soberbio será arrasada.

5 La oración del pobre llega a los oídos de Dios,
y le hará justicia inmediatamente.

6 El que odia la reprensión sigue las huellas del pecador,
y el que teme al Señor se convierte de corazón.

7 De lejos se conoce al deslenguado,
pero el sensato reconoce sus deslices.

8 El que edifica su casa con dinero ajeno
es como el que amontona piedras para su tumba.

9 Como haz de estopa es la reunión de los malvados,
y su final es una llamarada de fuego.

10 El camino de los pecadores está bien adoquinado,
pero desemboca en lo hondo del abismo.

El sabio y el necio

11 El que guarda la ley domina sus pensamientos,
y el culmen del temor del Señor es la sabiduría.

12 Quien no es habilidoso no aprenderá,
pero hay una habilidad que aumenta la amargura.

13 La ciencia del sabio crece como un torrente,
y su consejo como fuente de vida.

14 La mente del necio es como una vasija rota
y no retiene ningún conocimiento.

15 Si el instruido oye una palabra sabia,
la elogia y le añade otra;
si la oye el imbécil, se burla de ella
y se la echa a la espalda.

16 La explicación del necio es como fardo en el camino,
pero en los labios del inteligente se encuentra la gracia.

17 La opinión del sensato es requerida en la asamblea,
y sus palabras se meditan en el corazón.

18 Casa en ruinas es la sabiduría del necio,
y la ciencia del tonto, palabras incoherentes.

19 Como cepos en los pies es la educación para el bobo,
como esposas en su mano derecha.

20 El necio ríe estrepitosamente,
mientras el sabio apenas sonríe en silencio.

21 Joya de oro es la educación para el sensato,
es como brazalete en su brazo derecho.

22 El necio irrumpe en casa ajena,
el experimentado se presenta con respeto.

23 El insensato fisgonea la casa desde la puerta,
el hombre bien educado se espera fuera.

24 Es falta de educación escuchar detrás de la puerta,
el sensato se avergüenza de ello.

25 Los charlatanes hablan con insistencia,
los sensatos miden sus palabras.

26 Los necios tienen el corazón en la boca,
los sabios tienen la boca en el corazón.

Tres tipos de mala conducta

27 Cuando el impío maldice a su adversario,
a sí mismo se maldice.

28 El murmurador se perjudica a sí mismo,
y el vecindario lo detesta.

Capítulo 22

1 El perezoso se parece a una piedra enfangada,
y todos le silban al ver su indignidad.

2 El perezoso se parece a una bola de excrementos,
todo el que la toca se sacude la mano.

Hijos desvergonzados

3 Vergüenza del padre tener un hijo maleducado,
pero si es una hija, será su ruina.

4 La hija sensata es la herencia de su marido,
y la desvergonzada entristece al que la engendró.

5 La descarada avergüenza al padre y al marido,
y los dos la desprecian.

6 Música en duelo es advertencia inoportuna,
pero azotes y corrección en todo tiempo son sabiduría.

7 Los hijos que tienen de qué vivir con una vida honrada
hacen olvidar el origen oscuro de sus padres;

8 los hijos altaneros y que se enorgullecen sin educación
deshonran la nobleza de su linaje.

Otra vez el necio

9 Enseñar al necio es como pegar cascotes,
como despertar al que duerme un sueño profundo.

10 Conversar con el necio es conversar con un adormilado,
al final dirá: «¿De qué se trata?».

11 Llora por el muerto, pues ha perdido la luz,
llora por el necio, pues ha perdido la inteligencia;
llora tiernamente al muerto, porque ya descansa;
con todo, la vida del necio es peor que la muerte.

12 El duelo por un muerto dura siete días,
pero por un necio e impío, todos los días de su vida.

13 Con el insensato no multipliques las palabras,
y con el tonto no vayas de camino;
obtuso como es, despreciará todas tus cosas.
Guárdate de él, no sea que tengas un disgusto
y te contamines con su roce.
Apártate de él y encontrarás reposo,
y no te irrites por su estupidez.

14 ¿Qué hay más pesado que el plomo?,
y ¿cuál es su nombre sino «necio»?

15 Arena, sal y bola de hierro
son más fáciles de llevar que el insensato.

16 Armazón de madera bien trabado en una casa
no se desmorona con un terremoto;
así el corazón asentado en reflexión madura,
en el momento del peligro no se acobarda.

17 Corazón apoyado en deliberación inteligente
es como estuco de arena en pared bien lijada.

18 Empalizada puesta en lo alto
no resiste ante el viento;
así el corazón cobarde amparado en ideas necias
no resiste ante el temor.

La amistad

19 Quien hiere el ojo, hace saltar lágrimas,
y quien hiere el corazón, descubre el sentimiento.

20 Quien tira una piedra a un pájaro, lo ahuyenta,
y quien injuria a un amigo, rompe la amistad.

21 Si has empuñado la espada contra tu amigo,
no desesperes, pues aún puede haber vuelta atrás;

22 si has abierto la boca contra tu amigo,
no temas, pues aún puede haber reconciliación,
a menos que haya injuria, soberbia,
revelación de secreto o golpe a traición;
en estos casos tu amigo se escapará.

23 Gánate la confianza del prójimo en su pobreza,
para que en su prosperidad puedas disfrutar con él;
en tiempo de tribulación permanece a su lado,
para que, cuando herede, heredes con él.
Pues, no siempre hay que despreciar la apariencia,
ni debe maravillar que el rico no tenga sentido común.

24 Antes del fuego salen del horno vapor y humo,
así antes de la sangre aparecen las injurias.

25 Nunca me avergonzaré de proteger a un amigo,
y no me esconderé de su presencia;

26 y si por causa suya me ocurre algún mal,
todo el que se entere se guardará de él.

Oración por la autodisciplina

27 ¿Quién pondrá una custodia a mi boca
y un sello de prudencia en mis labios,
para que yo no caiga por causa suya,
y mi lengua no me pierda?

Capítulo 23

1 ¡Oh Señor, padre y dueño de mi vida,
no me abandones a su capricho,
y no me dejes caer por su culpa!

2 ¿Quién aplicará el látigo a mis pensamientos,
y a mi corazón la disciplina de la sabiduría,
para que no queden impunes mis faltas,
ni se pasen por alto mis pecados?

3 No sea que mis errores aumenten
y se multipliquen mis pecados,
que yo caiga ante mis adversarios,
y mi enemigo se burle de mí;
para ellos está lejos la esperanza de tu misericordia.

4 Señor, padre y Dios de mi vida,
no dejes que sea altiva mi mirada,

5 y aparta de mí la concupiscencia.

6 Que la sensualidad y la lujuria no se apoderen de mí,
no me entregues a una pasión vergonzosa.

La disciplina en el hablar

7 Escuchad, hijos, la instrucción sobre el hablar,
quien la guarde no quedará atrapado.

8 El pecador se enreda en sus propios labios,
el calumniador y el soberbio tropiezan en ellos.

9 No habitúes tu boca al juramento,
ni te acostumbres a nombrar al Santo.

10 Pues, igual que un criado continuamente vigilado
no quedará libre de golpes,
así el que jura y nombra a Dios a todas horas
no quedará libre de pecado.

11 El hombre que mucho jura se llena de maldad,
y el látigo no se apartará de su casa.
Si se equivoca, su pecado le cae encima.
y si no cumple, peca dos veces,
Si jura en falso, no será absuelto:
su casa ciertamente se llenará de desgracias.

Palabras groseras

12 Hay un lenguaje equiparable a la muerte:
¡que no se encuentre en la heredad de Jacob!
Pues los piadosos están lejos de todas estas cosas
y no se revuelcan en los pecados.

13 No te acostumbres a la baja grosería,
porque en ella hay motivo de pecado.

14 Acuérdate de tu padre y de tu madre,
cuando te sientes en medio de los grandes,
no sea que te descuides ante ellos
y, comportándote como un necio,
llegues a desear no haber nacido
y a maldecir el día de tu nacimiento.

15 El que está acostumbrado a injurias
no se corregirá en toda su vida.

El hombre lujurioso

16 Dos clases de personas multiplican los pecados,
y una tercera provoca la ira:

17 el sensual que arde como el fuego
no se apagará hasta consumirse;
el lujurioso con su propia familia
no cejará hasta que el fuego lo abrase;
para el lujurioso cualquier pan es dulce,
no descansará hasta que haya muerto.

18 El que es infiel a su mujer
dice para sí: «¿Quién me ve?,
la oscuridad me envuelve y las paredes me encubren,
y nadie me ve, ¿qué he de temer?;
el Altísimo no se acordará de mis pecados».

19 Solo teme los ojos de los humanos,
y no sabe que los ojos del Señor
son diez mil veces más brillantes que el sol,
observan todos los caminos de los humanos,
y penetran hasta los rincones más ocultos.

20 Antes de ser creadas, todas las cosas le eran conocidas,
y también lo son después de concluidas.

21 Este hombre será castigado en las plazas de la ciudad,
y cuando menos lo espere, será detenido.

La mujer adúltera

22 Así también la mujer que es infiel a su marido,
y le da un heredero nacido de un extraño.

23 Primero, ha desobedecido la ley del Altísimo;
segundo, ha faltado a su marido;
tercero, se ha prostituido con adulterio
y le ha dado hijos de un extraño.

24 Esta será llevada a la asamblea,
y el castigo caerá sobre sus hijos.

25 Sus hijos no echarán raíces,
y sus ramas no darán frutos.

26 Dejará un recuerdo maldito,
y su infamia no se borrará.

27 Y los que vengan después de ella reconocerán
que nada es mejor que el temor del Señor,
nada más dulce que guardar sus mandamientos.

28 Grande gloria es seguir a Dios,
abundancia de días, que tú seas acogido por él.

LA SABIDURÍA EN LA SOCIEDAD (24,1-42,14)

El elogio de la sabiduría
La sabiduría hace su propio elogio

* Capítulo 24

1 La sabiduría hace su propia alabanza
encuentra su honor en Dios
y se gloría en medio de su pueblo.

2 En la asamblea del Altísimo abre su boca
y se gloría ante el Poderoso.

3 «Yo salí de la boca del Altísimo,
y como niebla cubrí la tierra.

4 Puse mi tienda en las alturas,
y mi trono era una columna de nube.

5 Sola recorrí la bóveda del cielo
y me paseé por la profundidad del abismo.

6 Goberné sobre las olas del mar y sobre toda la tierra,
sobre todos los pueblos y naciones.

7 En todos ellos busqué un lugar de descanso
y una heredad donde establecerme.

8 Entonces el Creador del universo me dio una orden,
el que me había creado estableció mi morada
y me dijo: “Pon tu tienda en Jacob,
y fija tu heredad en Israel".

9 Desde el principio, antes de los siglos, me creó,
y nunca jamás dejaré de existir.

10 Ejercí mi ministerio en la Tienda santa delante de él,
y así me establecí en Sión.

11 En la ciudad amada encontré descanso,
y en Jerusalén reside mi poder.

12 Arraigué en un pueblo glorioso,
en la porción del Señor, en su heredad.

13 Crecí como cedro del Líbano,
como ciprés de las montañas del Hermón.

14 Crecí como palmera de Engadí,
como plantel de rosas de Jericó,
como gallardo olivo en la llanura,
como plátano crecí.

15 Como cinamomo y aspálato di perfume,
como mirra exquisita derramé aroma,
como gálbano y ónice y estacte,
como nube de incienso en la Tienda.

16 Como terebinto extendí mis ramas,
un ramaje de gloria y de gracia.

17 Como vid lozana retoñé,
y mis flores son frutos bellos y abundantes.

18 Yo soy la madre del amor hermoso y del temor,
del conocimiento y de la santa esperanza,
me doy a todos mis hijos,
escogidos por él desde la eternidad.

19 Venid a mí los que me deseáis,
y saciaos de mis frutos.

20 Pues mi recuerdo es más dulce que la miel,
y mi heredad más dulce que los panales.

21 Los que me comen todavía tendrán hambre,
y los que me beben todavía tendrán sed.

22 Quien me obedece no pasará vergüenza,
y los que se ocupan de mí no pecarán».

La sabiduría y la ley

23 Todo esto es el libro de la alianza del Dios altísimo,
la ley que nos prescribió Moisés
como herencia para las asambleas de Jacob.

24 No dejéis de ser fuertes en el Señor;
permaneced unidos a él para que os fortalezca.
El Señor todopoderoso es el único Dios,
y fuera de él no hay salvador.

25 Ella, la ley, rebosa sabiduría como el Pisón,
como el Tigris en la estación de los primeros frutos;

26 desborda inteligencia como el Éufrates,
como el Jordán en tiempo de cosecha;

27 derrama enseñanza como el Nilo,
como el Guijón durante la vendimia.

28 El primero no acabó de comprenderla,
ni tampoco el último ha podido rastrearla.

29 Pues su pensamiento es más ancho que el mar,
y su consejo más profundo que el gran abismo.

30 Y yo, como canal que deriva de un río,
como acequia que atraviesa un jardín,

31 dije: «Regaré mi huerto
y empaparé mis eras».
Y he aquí que el canal se me convirtió en un río,
y el río se convirtió en un mar.

32 Haré que mi enseñanza brille como la aurora
y que resplandezca en la lejanía.

33 Derramaré mi enseñanza como profecía
y la transmitiré a las generaciones futuras.

34 Fijaos que no he trabajado solo para mí,
sino para todos aquellos que buscan la sabiduría.

Postulados sociales de la sabiduría

Proverbios numéricos

Capítulo 25

1 Tres cosas desea mi alma
que agradan al Señor y a los humanos:
concordia entre hermanos, amistad entre vecinos,
y marido y mujer bien avenidos.

2 Tres tipos de personas detesta mi alma
y su conducta me llena de indignación:
pobre orgulloso, rico embustero,
y viejo lascivo e insensato.

3 Si en la juventud no has recogido nada,
¿cómo quieres encontrar algo en la vejez?

4 ¡Qué bien sienta a las canas el juicio,
y a los ancianos saber aconsejar!

5 ¡Qué bien sienta a los ancianos la sabiduría,
y a los ilustres la reflexión y el consejo!

6 La mucha experiencia es la corona de los ancianos,
y su orgullo es el temor del Señor.

7 Hay nueve situaciones que considero dichosas,
y una décima que la diré con palabras:
el hombre satisfecho de sus hijos,
el que en vida puede ver la caída de sus enemigos.

8 Dichoso el que vive con una mujer sensata
y el que no tiene que arar con buey y asno;
el que no resbala con su lengua
y el que no sirve a un amo indigno de él.

9 Dichoso el que ha encontrado la prudencia,
y quien se dirige a oídos atentos.

10 ¡Qué grande es el que encuentra la sabiduría!
Pero nadie aventaja al que teme al Señor.

11 El temor del Señor está por encima de todo,
el que lo posee, ¿a quién se le puede comparar?

12 El temor del Señor es el comienzo de su amor;
pero es la fe lo que hace que nos unamos a él.

Malas mujeres y enemigos

13 ¡Cualquier herida, menos la del corazón!
¡cualquier maldad, menos la de mujer!

14 ¡Cualquier desgracia, menos la que proviene de los adversarios!
¡Cualquier venganza, menos la de los enemigos!

15 No hay veneno como el de la serpiente,
ni furia como la del enemigo.

16 Prefiero vivir con un león o dragón
que convivir con una mujer malvada.

17 La maldad de la mujer desfigura su semblante
y oscurece su rostro como el de un oso.

18 Su marido se sienta entre los vecinos
y sin poder contenerse suspira amargamente.

19 Toda malicia es poca junto a la de la mujer,
¡que la suerte del pecador caiga sobre ella!

20 Cuesta arenosa para pies de anciano,
así es la mujer charlatana para un marido pacífico.

21 No te dejes seducir por la belleza femenina,
ni te apasiones por una mujer.

22 Motivo de indignación, deshonra y vergüenza
es la mujer que mantiene a su marido.

23 Corazón abatido, rostro sombrío
y herida del corazón es la mujer malvada.
Manos caídas y rodillas vacilantes
es la mujer que no hace feliz a su marido.

24 Por la mujer empezó el pecado,
y por su culpa todos morimos.

25 No des salida al agua,
ni libertad de palabra a la mujer malvada.

26 Si no se comporta según tu voluntad,
apártala de tu lado.

Mujeres buenas

Capítulo 26

1 Dichoso el marido de una mujer buena,
el número de sus días se duplicará.

2 Mujer valerosa es la alegría de su marido,
él vivirá en paz todos los años de su vida.

3 Una mujer buena es una herencia valiosa
que toca en suerte a los que temen al Señor:

4 sean ricos o pobres, su corazón estará contento
y llevarán siempre la alegría en el rostro.

Mujeres malas

5 Tres cosas teme mi corazón
y una cuarta me da miedo:
calumnia en la ciudad, motín popular
y falsa acusación: las tres son peores que la muerte;

6 pero pena y dolor de corazón es una mujer celosa de otra,
el látigo de su lengua a todos instiga.

7 Yugo de bueyes mal ajustado es la mujer malvada;
querer dominarla es como agarrar un escorpión.

8 Mujer borracha es una exasperación,
no podrá ocultar su vergüenza.

9 La mujer adúltera provoca con la mirada,
y sus párpados la delatan.

10 Ante una joven atrevida, refuerza la guardia,
no sea que, al menor descuido, se aproveche de ti.

11 Guárdate de sus ojos descarados,
y no te extrañes si te conducen al mal.

12 Como caminante sediento, ella abre la boca
y bebe de cualquier agua que encuentra;
se sienta frente a cualquier tienda
y abre su aljaba a cualquier flecha.

Elogio de una buena esposa

13 El encanto de la mujer complace a su marido,
y su ciencia lo reconforta.

14 La mujer silenciosa es un don del Señor,
la mujer bien educada no tiene precio.

15 La mujer honesta duplica su encanto,
es incalculable el valor de la que sabe controlarse.

16 Sol que sale por las alturas del Señor
es la belleza de la mujer buena en su casa bien ordenada.

17 Lámpara que brilla en el candelabro santo
es un rostro hermoso sobre una figura esbelta.

18 Columnas de oro sobre pedestales de plata
son las piernas bonitas sobre talones firmes.
Cualidades del ser humano

28 Dos cosas entristecen mi corazón,
y la tercera me produce indignación:
el guerrero que desfallece en la miseria,
hombres inteligentes tratados con desprecio
y quien se pasa de la justicia al pecado:
a este el Señor lo destina a la espada.

29 Difícilmente está libre de culpa el negociante,
y el comerciante no se verá libre de pecado.

Capítulo 27

1 Por amor al dinero muchos han pecado,
y el que pretende enriquecerse desvía la mirada.

2 La estaca se clava unida entre dos piedras,
así entre compra y venta se introduce el pecado.

3 Quien no se aferra enseguida al temor del Señor
pronto verá su casa arruinada.

4 Cuando se agita la criba, quedan los desechos;
así, cuando la persona habla, se descubren sus defectos.

5 El horno prueba las vasijas del alfarero,
y la persona es probada en su conversación.

6 El fruto revela el cultivo del árbol,
así la palabra revela el corazón de la persona.

7 No elogies a nadie, antes de oírlo hablar,
porque ahí es donde se prueba una persona.

Peligros de la mala lengua

8 Si buscas la justicia, la encontrarás,
y te la vestirás como túnica de gloria.

9 Los pájaros anidan con los de su especie,
y la verdad con los que la practican.

10 El león acecha a su presa,
y el pecado a los que cometen injusticias.

11 Las palabras del piadoso rezuman sabiduría,
pero el insensato cambia como la luna.

12 No pierdas el tiempo con los necios,
pero entre los sensatos demórate sin reparos.

13 La conversación de los necios es exasperante,
solo se ríen de los placeres del pecado.

14 El lenguaje del que jura sin cesar eriza los cabellos,
y ante sus disputas hay que taparse los oídos.

15 Riña de orgullosos hace correr sangre,
es penoso escuchar sus insultos.

Los secretos

16 El que revela secretos no es de fiar,
y nunca encontrará un amigo íntimo.

17 Ama a tu amigo y confíate a él,
pero si revelas sus secretos, deja de ir tras él;

18 porque como el asesino elimina a su víctima,
así tú has destruido la amistad de tu prójimo.

19 Como pájaro que has dejado escapar de tu mano,
así has perdido a tu amigo y no lo recobrarás.

20 No vayas en su busca, porque se fue lejos,
huyó como gacela de la trampa.

21 Se puede vendar una herida,
se puede perdonar una ofensa,
pero no hay esperanza para el que ha revelado un secreto.

Hipocresía y consecuencias

22 El que guiña el ojo, algo malo está tramando,
y nadie podrá disuadirlo de ello.

23 En tu presencia habla con dulzura
y muestra admiración por tus palabras;
pero luego cambiará de lenguaje
y se escandalizará de tus palabras.

24 Muchas cosas detesto, pero nada tanto como a este,
y el Señor también lo detesta.

25 Quien tira una piedra al aire, sobre su cabeza la tira,
el golpe a traición hiere al que lo da.

26 Quien cava una fosa, caerá en ella,
quien tiende una trampa, en ella quedará atrapado.

27 Quien hace el mal, se le volverá contra él,
aunque no sepa de dónde le viene.

28 Escarnios e insultos le esperan al orgulloso,
pues la venganza le acecha como un león.

29 Los que se alegran de la caída del piadoso
caerán en la trampa y el dolor los consumirá antes de morir.

El rencor

30 Rencor e ira también son detestables,
el pecador los posee.

Capítulo 28

1 El vengativo sufrirá la venganza del Señor,
que llevará cuenta exacta de sus pecados.

2 Perdona la ofensa a tu prójimo
y, cuando reces, tus pecados te serán perdonados.

3 Si un ser humano alimenta la ira contra otro,
¿cómo puede esperar la curación del Señor?

4 Si no se compadece de su semejante,
¿cómo pide perdón por sus propios pecados?

5 Si él, simple mortal, guarda rencor,
¿quién perdonará sus pecados?

6 Piensa en tu final y deja de odiar,
acuérdate de la corrupción y de la muerte
y sé fiel a los mandamientos.

7 Acuérdate de los mandamientos
y no guardes rencor a tu prójimo;
acuérdate de la alianza del Altísimo
y pasa por alto la ofensa.

Las riñas

8 Apártate de las disputas y evitarás el pecado,
porque el violento atiza las disputas.

9 El pecador enzarza a los amigos,
siembra discordia entre los que están en paz.

10 Según sea la leña, así arde el fuego,
cuanto más violencia, mayor es la disputa;
según sea la fuerza de la persona, así es su furor,
cuanto mayor es su riqueza, más se enciende su ira.

11 Riña repentina enciende el fuego,
disputa precipitada hace correr sangre.

12 Si soplas sobre una chispa, prenderá,
si le escupes encima, se apagará,
y ambas cosas salen de tu boca.

Las malas lenguas

13 Maldice al charlatán y al mentiroso,
porque han perdido a muchos que vivían en paz.

14 A muchos ha sacudido la lengua calumniadora,
y los ha dispersado de nación en nación;
ha arrasado ciudades fuertes
y ha arruinado familias de príncipes.

15 La lengua calumniadora ha repudiado a mujeres excelentes,
privándoles del fruto de sus trabajos.

16 El que la escucha no encontrará descanso,
ni plantará su tienda en paz.

17 Un golpe del látigo produce moratones,
un golpe de lengua quebranta los huesos.

18 Muchos han caído a filo de espada,
pero no tantos como las víctimas de la lengua.

19 Dichoso el que de ella se protege,
y no ha estado expuesto a su furor,
el que no ha cargado su yugo,
ni ha sido atado con sus cadenas.

20 Porque su yugo es de hierro,
y sus cadenas de bronce.

21 Trágica es la muerte que ocasiona,
¡es mucho mejor el abismo!

22 Pero no tiene poder sobre los piadosos,
y en sus llamas no se quemarán.

23 Los que abandonan al Señor en ella caerán,
en ellos prenderá su llama y no se apagará.
Como un león se lanzará contra ellos,
como una pantera los desgarrará.

24 Mira, valla tu hacienda con espinos,
guarda bien tu oro y tu plata.

25 Balanza y pesos para tus palabras,
puerta y cerrojo para tu boca.

26 Guárdate bien de resbalar con la lengua,
no sea que caigas ante el que te acecha.

Préstamos

Capítulo 29

1 El que es misericordioso presta a su prójimo,
quien le brinda ayuda guarda los mandamientos.

2 Presta a tu prójimo cuando pase necesidad,
y por tu parte restituye lo prestado a su debido tiempo.

3 Mantén tu palabra y sé leal con él,
y en toda ocasión encontrarás lo que necesitas.

4 Muchos pretenden adueñarse de lo prestado
y ponen en dificultad a quienes los ayudaron.

5 Antes de recibir el préstamo,
besan las manos del prójimo
y humillan la voz para conseguir su dinero;
pero, a la hora de restituir, dan largas,
responden con evasivas
y echan la culpa a las circunstancias.

6 Si consigue pagar, el otro recibirá apenas la mitad,
y aún lo considerará como una ganga.
En caso contrario, perderá su dinero,
y se habrá ganado sin necesidad un enemigo
que le devolverá maldiciones e insultos,
y en lugar de honor le devolverá desprecio.

7 Así que muchos se niegan a prestar dinero, no por maldad,
sino por miedo a que les despojen sin razón.

8 En cambio, sé generoso con el humilde,
y no le hagas esperar para darle limosna.

9 Por amor a la ley, acoge al indigente,
y según su necesidad no lo despidas con las manos vacías.

10 Por el hermano y el amigo gasta tu dinero,
que no se te oxide inútilmente bajo una piedra.

11 Utiliza tus bienes según los preceptos del Altísimo,
y te dará más provecho que el oro.

12 Almacena las limosnas en tus graneros,
y ellas te librarán de todo mal.

13 Mejor que escudo recio o pesada lanza,
ellas combatirán por ti frente al enemigo.

Fianzas

14 El hombre bueno sale fiador por su prójimo,
pero el que ha perdido la vergüenza, lo deja abandonado.

15 No olvides los favores de tu fiador,
pues él se ha expuesto por ti.

16 El pecador dilapida los bienes de su fiador,
y el ingrato no se acuerda de quien lo ha liberado.

17 La fianza ha arruinado a mucha gente de bien,
los ha sacudido como las olas del mar.

18 Ha desterrado a hombres poderosos,
que anduvieron errantes por naciones extranjeras.

19 Cuando un pecador se apresura a dar fianza,
intentando especular, se enredará en pleitos.

20 Ayuda al prójimo según tus recursos,
pero ten cuidado de no arruinarte.

La hospitalidad

21 Lo indispensable para vivir es agua, pan, vestido
y una casa para cobijarse.

22 Más vale vida de pobre bajo techo de madera
que grandes banquetes en casa ajena.

23 En lo poco y en lo mucho pon buena cara,
y no escucharás reproches de la vecindad.

24 Triste vida andar de casa en casa:
no abrirás la boca donde seas un extraño.

25 Recibirás humillado hospedaje y bebida,
y encima tendrás que oír palabras hirientes:

26 «Pasa, forastero, pon la mesa,
si tienes algo a mano, dame de comer».

27 «Vete, forastero, cede el puesto a otro más importante,
mi hermano viene a hospedarse y necesito la casa».

28 Duro es esto para el que tiene sentimientos,
reproches del casero e insultos del prestamista.

La educación

Capítulo 30

1 El que ama a su hijo lo castiga sin cesar,
para poder alegrarse en el futuro.

2 El que corrige a su hijo tendrá muchas satisfacciones,
y entre sus conocidos se sentirá orgulloso de él.

3 El que instruye a su hijo dará envidia a su enemigo,
y ante sus amigos se sentirá satisfecho.

4 Cuando el padre muere, es como si no muriese,
pues deja tras de sí un hijo semejante a él.

5 Durante su vida se alegra de verlo,
y a la hora de su muerte no siente tristeza.

6 Contra sus enemigos deja un vengador,
y para sus amigos un bienhechor.

7 El que mima a su hijo, vendará sus heridas,
a cada grito se le conmoverán sus entrañas.

8 Caballo no domado sale bravo,
hijo consentido sale arisco.

9 Mima a tu hijo y te dará sorpresas,
juega con él y te traerá disgustos.

10 No rías con él y no llorarás con él,
ni acabarás rechinando los dientes.

11 En su juventud no le des libertad,
ni pases por alto sus errores.

12 Doblega su cuello mientras es joven,
túndele las costillas cuando es pequeño,
no sea que, volviéndose rebelde, te desobedezca
y sufras por él una honda amargura.

13 Educa a tu hijo y dedícate a él,
para que no tengas que soportar su insolencia.

La salud

14 Vale más pobre sano y fuerte
que rico lleno de achaques.

15 Salud y vigor valen más que todo el oro,
un cuerpo robusto más que una inmensa fortuna.

16 No hay mejor riqueza que la salud del cuerpo,
ni mayor felicidad que la alegría del corazón.

17 Mejor es la muerte que una vida amargada,
el descanso eterno que una enfermedad incurable.

18 Manjares derramados sobre boca cerrada
son las ofrendas depositadas sobre una tumba.

19 ¿De qué le sirve al ídolo una ofrenda?
¡No la puede comer ni beber!
Lo mismo le ocurre a quien el Señor persigue:

20 mira con sus ojos y suspira,
como el eunuco que abraza a una joven doncella y suspira,
así es el que hace justicia con violencia.

21 No te abandones a la tristeza,
ni te atormentes con tus pensamientos.

22 La alegría de corazón es vida para el hombre,
y la felicidad le alarga los días.

23 Distrae tu alma y consuela tu corazón,
aparta de ti la tristeza;
pues la tristeza ha perdido a muchos,
y no se saca ningún provecho de ella.

24 Envidia y malhumor acortan los días,
las preocupaciones producen vejez prematura.

25 Un corazón radiante tiene buen apetito
y le aprovecha todo lo que come.

Las riquezas

Capítulo 31

1 El insomnio del rico acaba con su salud,
sus preocupaciones ahuyentan el sueño.

2 Las preocupaciones le impiden dormir,
alejan el sueño como una enfermedad grave.

3 El rico se afana para acumular riquezas,
y cuando descansa, se hastía de placeres.

4 El pobre se afana para encontrar sustento,
y cuando descansa, cae en la miseria.

5 Quien ama el oro no quedará impune,
quien anda tras el lucro en él se extraviará.

6 Muchos se arruinaron a causa del oro
y se encontraron cara a cara con la perdición.

7 Es una trampa para sus entusiastas,
todos los insensatos quedan atrapados en ella.

8 Dichoso el rico de conducta intachable
que no corre tras el oro.

9 ¿Quién es? Lo felicitaremos,
pues ha hecho maravillas en su pueblo.

10 ¿Quién sufrió esta prueba y fue hallado perfecto?
Será para él un título de gloria.
¿Quién pudo transgredir la ley y no la transgredió,
hacer mal y no lo hizo?

11 Sus bienes se consolidarán,
y la asamblea proclamará su bondad.

Los banquetes

12 ¿Te has sentado en una mesa opulenta?
No abras la boca de par en par,
ni digas: «¡Cuántas cosas hay aquí!».

13 Recuerda que es mala cosa el ojo codicioso;
nada peor que él en toda la creación,
pues por cualquier cosa llora.

14 No eches mano a lo que otro mira,
ni te lances sobre el mismo plato que él.

15 Juzga al prójimo como a ti mismo
y reflexiona siempre antes de actuar.

16 Come con educación lo que te pongan delante,
no seas glotón y no quedarás mal.

17 Termina el primero por educación,
no seas comilón y no te despreciarán.

18 Si estás sentado entre muchos invitados,
no alargues tu mano antes que ellos.

19 Al que es bien educado le basta poco,
y en la cama no se sofoca.

20 A estómago moderado, sueño saludable,
se levanta temprano y tiene dominio de sí.
Insomnio, vómitos y cólicos
esperan al hombre insaciable.

21 Si te viste obligado a comer demasiado,
levántate, ve a vomitar y quedarás tranquilo.

22 Escúchame, hijo, no me desprecies,
y al final comprenderás mis palabras.
En todo lo que hagas sé moderado,
y así no cogerás ninguna enfermedad.

23 Al anfitrión espléndido todos lo alaban,
y la fama de su generosidad es duradera.

24 Del anfitrión tacaño se murmura en la ciudad,
y la fama de su tacañería es duradera.

El vino

25 Con el vino no te hagas el valiente,
porque a muchos ha perdido el vino.

26 El horno pone a prueba el temple del acero,
el vino, los corazones en contienda de orgullosos.

27 El vino es vida para el hombre,
siempre y cuando se beba con medida.
¿Qué es la vida para quien le falta el vino?
Fue creado para alegrar a los humanos.

28 Alegría del corazón y regocijo del alma
es el vino bebido a tiempo y con medida.

29 Amargura del alma, el vino bebido con exceso
por incitación o desafío.

30 La embriaguez enfurece al insensato para su perdición,
debilita sus fuerzas y le ocasiona heridas.

31 En un banquete no reprendas a tu vecino,
no te burles de él si se pone alegre;
no le digas nada que pueda ofenderlo,
ni lo molestes reclamándole dinero.

De nuevo los banquetes

Capítulo 32

1 ¿Te hacen presidir la mesa? No te engrías,
sé uno más entre todos los invitados;
atiéndelos primero y luego siéntate.

2 Cuando hayas cumplido tu deber, toma asiento,
para alegrarte con ellos
y recibir la corona de la cortesía.

3 Habla, anciano, que eso te corresponde,
pero hazlo con discreción y sin estorbar la música.

4 En el momento de brindar, no seas locuaz,
ni te hagas el sabio a destiempo.

5 Sello de rubí en montura de oro
es el concierto musical en un banquete.

6 Sello de esmeralda en montura de oro
es la melodía con vino delicioso.

7 Habla, joven, si es necesario,
dos veces a lo sumo, y si te preguntan.

8 Resume tu discurso, di mucho en pocas palabras,
sé como quien sabe y al mismo tiempo calla.

9 Cuando estés entre los grandes no te iguales a ellos,
si otro está hablando, no hables tú también.

10 El relámpago se adelanta al trueno,
así la gentileza se adelanta a la modestia.

11 Llegada la hora levántate y no te entretengas,
ve corriendo a casa y no te hagas el remolón.

12 Allí, diviértete y haz lo que te guste,
pero no peques con palabras insolentes.

13 Y por todo esto bendice a tu Creador,
al que te colma de sus bienes.

El temor del Señor

14 El que teme al Señor acepta la instrucción,
los que madrugan por él encuentran su favor.

15 El que busca la ley se llena de ella,
pero al hipócrita le sirve de tropiezo.

16 Los que temen al Señor encuentran la justicia,
y sus buenas acciones brillan como la luz.

17 El pecador rechaza la corrección,
siempre encuentra excusas para hacer su voluntad.

18 El hombre sensato no olvida la reflexión,
el malvado y el orgulloso no tienen miedo a nada.

19 No hagas nada sin aconsejarte,
y no te arrepentirás de tus acciones.

20 No vayas por caminos escabrosos,
y no tropezarás con las piedras.

21 No te fíes de un camino inexplorado,

22 e incluso con tus hijos mantén distancias.

23 En todos tus actos confía en ti,
que también esto es guardar los mandamientos.

24 El que confía en la ley observa los mandamientos,
y el que confía en el Señor no sufrirá ningún daño.

Temor del Señor, sabiduría y ley

Capítulo 33

1 El que teme al Señor no sufrirá desgracias,
e incluso en la prueba será liberado.

2 El hombre sabio no aborrece la ley,
pero el que finge observarla es como nave en tempestad.

3 El que es inteligente confía en la ley,
se fía de ella como de un oráculo.

4 Prepara tu discurso y así serás escuchado,
ordena tus ideas y luego responde.

5 Rueda de carro es el sentimiento del necio,
su razonamiento como eje que da vueltas.

6 El amigo burlón es como un caballo en celo,
relincha bajo cualquier jinete.

Contrastes en la naturaleza

7 ¿Por qué un día es más importante que otro,
si todos los días del año reciben la misma luz del sol?

8 La mente del Señor los ha diferenciado,
estableciendo distintas estaciones y fiestas.

9 A unos los ensalzó y santificó,
a otros los hizo días ordinarios.

10 Así todos los humanos provienen del polvo,
de la tierra fue creado Adán.

11 El Señor los ha diferenciado con su gran sabiduría,
y ha diversificado sus caminos.

12 A unos los bendijo y ensalzó,
los santificó y los puso junto a sí;
a otros los maldijo y humilló
y los derribó de su puesto.

13 Como la arcilla en manos de alfarero,
que la modela según su voluntad,
así los humanos en manos de su Hacedor,
que da a cada uno según su criterio.

14 Frente al mal está el bien,
frente a la muerte, la vida;
así, frente al piadoso, el pecador.

15 Observa, pues, todas las obras del Altísimo,
de dos en dos, una frente a otra.

Nota autobiográfica

16 También yo, el último, he estado vigilando,
como rebuscador tras los vendimiadores.

17 Con la bendición del Señor he ido por delante
como el que rebusca tras los que vendimian.

18 Mirad que no he trabajado solo para mí,
sino para todos los que buscan la instrucción.

19 Escuchadme, grandes del pueblo,
jefes de la asamblea, prestad oído.

Testamentos e independencia

20 A hijo y mujer, a hermano y amigo
no des poder sobre ti mientras vivas.
No des a otros tus riquezas,
no sea que, arrepentido, tengas que suplicarles.

21 Mientras vivas y no te falte el aliento,
no te entregues en manos de otro.

22 Mejor es que tus hijos te pidan,
que estar a merced de ellos.

23 Sé dueño de todos tus asuntos,
no dejes que se manche tu reputación.

24 Cuando se acaben los días de tu vida,
a la hora de la muerte, reparte tu herencia.

Esclavos

25 Al asno, forraje, palo y carga,
al criado, pan, disciplina y trabajo.

26 Haz trabajar al siervo y encontrarás descanso,
deja libres sus manos y buscará la libertad.

27 Yugo y riendas doblegan el cuello,
al mal criado, azotes y castigos.

28 Hazle trabajar para que no esté ocioso,
que la ociosidad enseña muchos vicios.

29 Oblígale a trabajar como le corresponde,
y si no obedece, pon cepos en sus pies.

30 Pero no te excedas con nadie,
ni hagas nada injustamente.

31 Si tienes un criado, trátalo como a ti mismo,
porque con sangre lo adquiriste.

32 Si tienes un criado, trátalo como a un hermano,
porque lo necesitas como a ti mismo.

33 Si le maltratas y se marcha,
¿por qué camino irás a buscarlo?

Los sueños

Capítulo 34

1 Las esperanzas vanas y engañosas son propias del necio,
los sueños dan alas a los insensatos.

2 Atrapar sombras y perseguir viento
es fiarse de los sueños.

3 Espejo y sueño son cosas semejantes,
frente a un rostro, la imagen de un rostro.

4 De lo impuro, ¿puede salir algo puro?,
de la mentira, ¿puede salir algo verdadero?

5 Adivinaciones, augurios y sueños son cosas vanas,
como fantasías de una mujer en parto.

6 A menos que vengan de parte del Altísimo,
no abras tu corazón a estas cosas.

7 Porque muchos se extraviaron por los sueños
y fracasaron por fiarse de ellos.

8 La ley ha de cumplirse sin engaño,
y la sabiduría en una boca sincera es perfección.

Los viajes

9 El que ha viajado mucho sabe muchas cosas,
el que tiene experiencia se expresa con inteligencia.

10 Quien no ha sido probado poco sabe,
quien ha viajado posee muchos recursos.

11 Muchas cosas he visto en mis viajes,
mis conocimientos superan mis palabras.

12 Varias veces he estado en peligro de muerte,
pero me salvé gracias a todo esto.

13 Los que temen al Señor vivirán,
porque su esperanza está en aquel que los salva.

14 Quien teme al Señor de nada tiene miedo,
de nada se acobarda, porque él es su esperanza.

15 Dichoso el que teme al Señor:
¿en quién confía?, ¿quién es su apoyo?

16 Los ojos del Señor están fijos en los que lo aman,
él es para ellos protección poderosa, apoyo firme,
refugio contra el viento abrasador y el calor del mediodía,
defensa para no tropezar, auxilio para no caer.

17 Él levanta el ánimo, ilumina los ojos,
da salud, vida y bendición.

Sacrificios

18 Sacrificar el fruto de la injusticia es una ofrenda impura,
los dones de los malvados no son aceptables.

19 El Altísimo no acepta las ofrendas de los impíos,
ni perdona los pecados por la cantidad de sacrificios.

20 Como inmolar a un hijo en presencia de su padre,
es ofrecer sacrificios con los bienes de los pobres.

21 El pan de la limosna es la vida de los pobres,
quien se lo quita es un criminal.

22 Mata a su prójimo quien le roba el sustento,
quien no paga el sueldo al jornalero derrama sangre.

23 Uno edifica y otro destruye,
¿qué ganan con ello sino fatiga?

24 Uno bendice y otro maldice,
¿a quién de los dos escuchará el amo?

25 Si uno se purifica del contacto de un cadáver y lo vuelve a tocar,
¿de qué le sirve su baño de purificación?

26 Así la persona que ayuna por sus pecados
y después los vuelve a cometer;
¿quién escuchará su oración?,
¿de qué le sirve haberse humillado?

Ley y sacrificios

Capítulo 35

1 Quien observa la ley multiplica las ofrendas,
quien guarda los mandamientos ofrece sacrificios de comunión.

2 Quien devuelve un favor hace una ofrenda de flor de harina,
quien da limosna ofrece sacrificios de alabanza.

3 Apartarse del mal es complacer al Señor,
un sacrificio de expiación es apartarse de la injusticia.

4 No te presentes ante el Señor con las manos vacías,
pues esto es lo que prescriben los mandamientos.

5 La ofrenda del justo enriquece el altar,
su perfume sube hasta el Altísimo.

6 El sacrificio del justo es aceptable,
su memorial no se olvidará.

7 Glorifica al Señor con generosidad,
y no escatimes las primicias de tus manos.

8 Cuando hagas tus ofrendas, pon cara alegre
y paga los diezmos de buena gana.

9 Da al Altísimo como él te ha dado a ti,
con generosidad, según tus posibilidades.

10 Porque el Señor sabe recompensar
y te devolverá siete veces más.

La justicia divina

11 No trates de sobornar al Señor, porque no lo aceptará;
no te apoyes en sacrificio injusto.

12 Porque el Señor es juez,
y para él no cuenta el prestigio de las personas.

13 Para él no hay acepción de personas en perjuicio del pobre,
sino que escucha la oración del oprimido.

14 No desdeña la súplica del huérfano,
ni a la viuda cuando se desahoga en su lamento.

15 ¿No corren por sus mejillas las lágrimas de la viuda
y su clamor contra el que las provocó?

16 Quien sirve de buena gana, es bien aceptado,
y su plegaria sube hasta las nubes.

17 La oración del humilde atraviesa las nubes,
y no se detiene hasta que alcanza su destino.

18 No desiste hasta que el Altísimo lo atiende,
juzga a los justos y les hace justicia.

19 El Señor no tardará,
ni tendrá paciencia con los impíos,

20 hasta quebrantar los lomos de los despiadados,
y tomar venganza de las naciones;

21 hasta exterminar a los soberbios,
y quebrar el cetro de los injustos;

22 hasta pagar a cada cual según sus acciones,
las obras humanas según sus intenciones;

23 hasta hacer justicia a su pueblo,
y alegrarlo con su misericordia.

24 Buena es la misericordia en tiempo de desgracia,
como nubes de lluvia en tiempo de sequía.

Oración por Israel

Capítulo 36

1 Ten piedad de nosotros,
sálvanos, Dios del universo,
infunde tu terror a todas las naciones;

2 amenaza con tu mano al pueblo extranjero,
para que sienta tu poder.

3 Como les mostraste tu santidad al castigarnos,
muéstranos así tu gloria castigándolos a ellos:

4 para que sepan, como nosotros lo sabemos,
que no hay Dios fuera de ti.

5 Renueva los prodigios, repite los portentos,
exalta tu mano, robustece tu brazo.

6 Despierta tu furor y derrama tu ira,
extermina al adversario y aniquila al enemigo.

7 Acelera la hora, recuerda el juramento,
y que se divulguen tus grandezas.

8 Que tu fuego vengador devore a los supervivientes,
y perezcan los que hacen daño a tu pueblo.

9 Aplasta la cabeza de los jefes enemigos,
que dicen: «Fuera de nosotros no hay nadie».

10 Reúne a todas las tribus de Jacob
y dales su heredad como antiguamente.

11 Ten compasión del pueblo que lleva tu nombre,
de Israel, a quien nombraste tu primogénito;

12 ten compasión de tu ciudad santa,
de Jerusalén, lugar de tu reposo.

13 Llena a Sión de tu majestad,
y al templo, de tu gloria.

14 Da una prueba de tus obras antiguas,
cumple las profecías por el honor de tu nombre,

15 recompensa a los que esperan en ti,
y saca veraces a tus profetas,

16 escucha la súplica de tus siervos,
por amor a tu pueblo,

17 y reconozcan los confines del orbe
que tú eres Dios eterno.

El discernimiento

18 El estómago consume todo tipo de alimentos,
pero unos son mejores que otros.

19 El paladar distingue la carne de caza,
y el corazón inteligente las palabras mentirosas.

20 El de corazón retorcido provoca desgracias,
pero el experimentado le da su merecido.

Elección de esposa

21 Una mujer acepta cualquier marido,
pero unas jóvenes son mejores que otras.

22 La belleza de la mujer alegra el rostro,
y sobrepasa cuanto el hombre desea.

23 Si en su lengua hay bondad y dulzura,
su marido ya no es como los demás hombres.

24 El que consigue una mujer tiene el comienzo de la fortuna,
una ayuda semejante a él y una columna de apoyo.

25 Donde no hay valla, la propiedad es saqueada,
donde no hay mujer, el hombre gime a la deriva.

26 ¿Quién se fiará del ladrón avispado
que va saltando de ciudad en ciudad?

27 Lo mismo ocurre con el hombre que no tiene hogar
y se cobija donde la noche lo sorprende.

Falsos amigos

Capítulo 37

1 Todo amigo dice: «También yo soy tu amigo»,
pero hay amigo que lo es solo de nombre.

2 ¿No es un disgusto mortal
que un compañero o amigo se convierta en enemigo?

3 ¡Oh intención perversa! ¿De dónde saliste
para cubrir la tierra de engaño?

4 El compañero disfruta en la alegría del amigo,
pero en la desgracia se vuelve contra él.

5 El compañero compadece al amigo por interés,
y cuando llega el combate, embraza el escudo.

6 No te olvides de tu amigo del alma,
ni dejes de recordarlo cuando seas rico.

Los consejeros

7 Todo consejero da consejos,
pero hay quien aconseja en su interés.

8 Ten cuidado con el consejero,
entérate primero de qué necesita,
porque en su propio provecho te aconsejará;
no sea que eche sobre ti la suerte

9 y te diga: «Vas por buen camino»,
y luego se quede esperando para ver qué te sucede.

10 No te aconsejes con quien te mira de reojo,
y esconde tus proyectos a los que te envidian.

11 No te aconsejes
con una mujer sobre su rival,
con un cobarde sobre la guerra,
con un negociante sobre el comercio,
con un comprador sobre la venta,
con un envidioso sobre la gratitud,
con un tacaño sobre la generosidad,
con un perezoso sobre trabajo alguno,
con un empleado eventual sobre el fin de una obra,
con un siervo holgazán sobre una gran tarea:
no cuentes con ninguno de ellos para un consejo.

12 Recurre siempre a un hombre piadoso,
de quien sabes seguro que guarda los mandamientos,
que comparte tus anhelos
y que, si caes, sufrirá contigo.

13 Atiende al consejo de tu corazón,
porque nadie te será más fiel.

14 Pues la propia conciencia suele avisar
mejor que siete centinelas apostados en su torre de vigilancia.

15 Pero, sobre todo, suplica al Altísimo,
para que dirija tus pasos en la verdad.

Verdadera y falsa sabiduría

16 Principio de toda obra es el pensamiento,
y antes de toda acción está la reflexión.

17 Raíz de toda decisión es el corazón,
de él salen cuatro ramas:

18 bien y mal, vida y muerte,
mas, a la postre, siempre las domina la lengua.

19 Hay hombre hábil capaz de enseñar a muchos,
pero para sí mismo es un inútil.

20 Hay quien sabe hablar y es aborrecido,
y acabará sin tener nada que comer,

21 porque no ha recibido el favor del Señor
y carece de toda sabiduría.

22 Hay quien es sabio para sí mismo,
y los frutos de su inteligencia solo le aprovechan a él.

23 El sabio enseña a su pueblo
y los frutos de su inteligencia son dignos de fe.

24 El sabio es colmado de bendiciones
y le llaman dichoso todos los que lo ven.

25 La vida del hombre tiene los días contados,
pero los días de Israel son innumerables.

26 El sabio se gana la estima de su pueblo,
y su nombre vivirá por siempre.

La templanza

27 Hijo, a lo largo de tu vida ponte a prueba,
mira lo que te hace daño y no te lo permitas.

28 Pues no a todos les conviene todo,
ni a todo el mundo le gusta lo mismo.

29 No seas insaciable con los placeres,
ni te abalances sobre la comida,

30 pues en la gula anida la enfermedad,
y la glotonería acaba en cólicos.

31 Muchos han muerto por intemperancia,
pero quien se controla prolonga su vida.
El médico y la enfermedad

Capítulo 38

1 Honra al médico por los servicios que presta,
que también a él lo creó el Señor.

2 Del Altísimo viene la curación,
y del rey se reciben las dádivas.

3 La ciencia del médico le hace erguir la cabeza,
y es admirado por los poderosos.

4 El Señor hace que la tierra produzca remedios,
y el hombre prudente no los desprecia.

5 ¿Acaso no endulzó el agua con un leño,
para que se conociera su poder?

6 Él es quien da la ciencia a los humanos,
para que lo glorifiquen por sus maravillas.

7 Con sus medios el médico cura y elimina el sufrimiento,
con ellos el farmacéutico prepara sus mezclas.

8 Y así nunca se acaban las obras del Señor,
de él procede el bienestar sobre toda la tierra.

9 Hijo, en tu enfermedad, no te desanimes,
sino ruega al Señor, que él te curará.

10 Aparta tus faltas, corrige tus acciones
y purifica tu corazón de todo pecado.

11 Ofrece incienso, un memorial de flor de harina
y ofrendas generosas según tus medios.

12 Luego recurre al médico, pues también a él lo creó el Señor;
que no se aparte de tu lado, pues lo necesitas:

13 hay ocasiones en que la curación está en sus manos.

14 También ellos rezan al Señor,
para que les conceda poder aliviar el dolor,
curar la enfermedad y salvar tu vida.

15 El que peca contra su Hacedor
¡caiga en manos del médico!

Duelos

16 Hijo, por un muerto derrama lágrimas,
y como quien sufre atrozmente, entona un lamento;
amortaja el cadáver como es debido,
y no descuides su sepultura.

17 Llora amargamente, date fuertes golpes de pecho,
celebra el duelo según su dignidad:
un día o dos para evitar murmuraciones,
pero luego consuélate de tu tristeza.

18 Porque la tristeza lleva a la muerte,
y la pena del corazón consume las fuerzas.

19 En la desgracia se prolonga la pena,
la vida del pobre le aflige el corazón.

20 No te abandones a la tristeza,
apártala, pensando en el final.

21 No olvides que no hay retorno;
al difunto no le aprovecha tu tristeza y a ti te perjudicas.

22 Recuerda mi sentencia, que será también la tuya:
«a mí me tocó ayer, a ti te toca hoy».

23 Con el descanso del muerto haz que descanse su memoria,
consuélate de él, una vez que ha dejado de existir.

Oficios manuales

24 La sabiduría del escriba se adquiere en los ratos de ocio,
el que se libera de los negocios se hará sabio.

25 ¿Cómo podrá llegar a sabio el que empuña el arado,
y alardea de tener por lanza la aguijada,
el que conduce bueyes, los arrea mientras trabajan
y no sabe hablar más que de novillos?

26 Se dedica con empeño a abrir surcos
y se desvela cebando terneras.

27 De igual modo el obrero o artesano
que trabaja noche y día;
los que graban las efigies de los sellos
y se afanan por variar los detalles;
ponen todo su empeño en igualar el modelo
y pasan las noches rematando la obra.

28 También al herrero sentado junto al yunque,
atento a los trabajos del hierro:
el vapor del fuego le perjudica la carne
y en el calor de la fragua se fatiga;
el ruido del martillo lo ensordece
y sus ojos están fijos en el modelo de la herramienta;
se esfuerza por concluir su obra
y pasa sus noches puliendo todos los detalles.

29 Igualmente el alfarero sentado a su tarea,
haciendo girar el torno con sus pies,
continuamente preocupado por su trabajo
y atareado en producir más cantidad de piezas;

30 con su brazo moldea la arcilla,
con sus pies ablanda su dureza;
se esfuerza por acabar el barnizado
y pasa sus noches limpiando el horno.

31 Todos estos confían en sus manos,
y cada uno es experto en su oficio.

32 Sin ellos no se podría construir una ciudad,
ni se podría habitar ni circular por ella.

33 Pero no se les busca para el consejo del pueblo,
ni ocupan puestos de honor en la asamblea.
No se sientan en el sitial del juez,
ni comprenden las disposiciones del derecho.

34 No son capaces de enseñar ni de juzgar,
ni figuran entre los autores de proverbios.
Pero ellos aseguran el funcionamiento del mundo
y su preocupación está en las tareas de su oficio.

El escriba

Capítulo 39

1 No así el que se aplica de lleno
a meditar la ley del Altísimo.
Indaga la sabiduría de los antiguos
y dedica su ocio a estudiar las profecías.

2 Conserva los relatos de los hombres célebres
y penetra en las sutilezas de las parábolas.

3 Busca el sentido oculto de los proverbios
y se interesa por los enigmas de las parábolas.

4 En medio de los poderosos presta su servicio,
se presenta delante de los príncipes;
viaja por tierras extranjeras
y conoce el bien y el mal de los hombres.

5 De buena mañana, con todo el corazón
se dirige al Señor, su Creador;
reza delante del Altísimo,
abre su boca para suplicar
y pide perdón por sus pecados.

6 Si el Señor, el Grande, lo quiere,
se llenará de espíritu de inteligencia;
derramará como lluvia sabias palabras
y en la oración dará gracias al Señor.

7 Enderezará sus planes y su ciencia,
y meditará los misterios ocultos.

8 Mostrará la instrucción recibida
y se gloriará en la ley de la alianza del Señor.

9 Muchos elogiarán su inteligencia
y jamás será olvidada;
no desaparecerá su recuerdo
y su nombre vivirá por generaciones.

10 Las naciones hablarán de su sabiduría,
y la asamblea proclamará su alabanza.

11 En vida, tendrá renombre entre millares,
y cuando muera, esto le bastará.

Invitación a alabar a Dios

12 Todavía voy a exponer mis reflexiones,
pues estoy lleno como la luna llena.

13 Escuchadme, hijos piadosos, y creced
como rosal plantado junto a corrientes de agua.

14 Como incienso derramad buen olor,
floreced como el lirio,
exhalad perfume, entonad un cantar,
bendecid al Señor por todas sus obras.

15 Reconoced la grandeza de su nombre,
dadle gracias, proclamad su alabanza
con vuestros cánticos y con las cítaras,
alabadlo con estas palabras:

16 ¡Qué hermosas son las obras del Señor!
Sus órdenes se cumplen a su tiempo.
No hay por qué decir: «¿Qué es esto?, ¿para qué sirve?».
Todo se indagará a su tiempo.

17 A su palabra el agua se detuvo amontonada,
a su voz se formaron los depósitos de las aguas.

18 A una orden suya se cumple cuanto desea,
y nadie puede impedir su salvación.

19 Las acciones de los vivientes están ante él,
y nada puede ocultarse a sus ojos.

20 Su mirada abarca toda la eternidad,
y nada le causa admiración.

21 No hay por qué decir: «¿Qué es esto?, ¿para qué sirve?»,
pues todo ha sido creado con un fin.

22 Su bendición se ha desbordado como un río,
como un diluvio ha inundado la tierra.

23 Como cuando convirtió las aguas en salinas,
así las naciones experimentarán su ira.

24 Sus caminos son llanos para los fieles,
para los malvados son piedras de tropiezo.

25 Al principio creó bienes para los buenos,
y males para los pecadores.

26 Esenciales para la vida humana son:
agua, fuego, hierro y sal,
flor de harina de trigo, leche y miel,
mosto, aceite y vestido.

27 Todas estas cosas son bienes para los piadosos,
mas para los pecadores se transforman en males.

28 Hay vientos creados para castigar
y en su furia refuerzan los azotes;
en el momento final desencadenan su fuerza
y desatan la ira de su Creador.

29 Fuego y granizo, hambre y muerte
fueron creados para castigar.

30 Dientes de fieras, escorpiones, víboras
y espada vengadora para matar a los malvados.

31 Todos se alegran de recibir sus órdenes,
están preparados para intervenir en la tierra,
y llegada la ocasión no transgredirán su mandato.

32 Por eso desde el principio estaba convencido,
he reflexionado y lo he puesto por escrito:

33 «Las obras del Señor son todas buenas,
y él provee oportunamente a cualquier necesidad.

34 No hay por qué decir: “Esto es peor que aquello",
porque todo, a su tiempo, será considerado bueno.

35 Y ahora de todo corazón y a plena voz cantad himnos
y bendecid el nombre del Señor».

Miseria del ser humano

Capítulo 40

1 Penoso destino se ha asignado a todo hombre,
pesado yugo grava sobre los hijos de Adán,
desde el día en que salen del seno materno,
hasta el día de su regreso a la madre de todos.

2 El objeto de sus reflexiones, la ansiedad de su corazón
es la espera angustiosa del día de la muerte.

3 Desde el que está sentado en un trono glorioso,
hasta el que yace humillado en la ceniza y el polvo,

4 desde el que lleva púrpura y corona,
hasta el que se cubre con harapos:
todos conocen la ira y la envidia, la turbación y la inquietud,
el miedo a la muerte, el resentimiento y la discordia.

5 Y mientras descansa en el lecho,
los sueños nocturnos alteran sus pensamientos.

6 Descansa un poco, apenas un instante,
y ya, en sueños o en vigilia,
se ve turbado por sus propias visiones,
como si fuese un fugitivo que huye del combate,

7 que, justo al sentirse libre, se despierta,
sorprendido de su infundado temor.

El fin del malvado

8 Esto ocurre a todo viviente, del ser humano hasta la bestia,
pero para los pecadores es siete veces peor:

9 muerte, sangre, discordia, espada,
adversidades, hambre, tribulación, azote.

10 Todo esto fue creado para los malvados,
y por su culpa se produjo el diluvio.

11 Todo cuanto viene de la tierra, a la tierra vuelve,
todo cuanto viene del agua, en el mar desemboca.

12 Sobornos e injusticias desaparecerán,
pero la honestidad subsistirá por siempre.

13 Las riquezas de los injustos se secarán como un torrente,
son como un gran trueno que estalla en la tormenta.

14 Al abrir sus manos el injusto se alegrará,
pero los transgresores desaparecerán por completo.

15 La estirpe de los impíos tiene pocas ramas,
las raíces impuras solo encuentran piedra áspera.

16 Caña que crece en el agua o al borde del río
será arrancada antes que las otras hierbas.

17 La caridad es como un paraíso de bendición,
y la limosna permanece para siempre.

Lo bueno y lo mejor

18 Dulce es la vida del que se autoabastece y del trabajador,
pero todavía más la de quien encuentra un tesoro.

19 Tener hijos y fundar una ciudad perpetúan el nombre,
pero todavía más la mujer de conducta intachable.

20 El vino y la música alegran el corazón,
pero todavía más el amor a la sabiduría.

21 La flauta y la cítara hacen el canto agradable,
pero todavía más la lengua dulce.

22 Gracia y belleza el ojo desea,
pero todavía más el verdor de los campos.

23 Amigo y compañero se encuentran a su hora,
pero todavía más la mujer y su marido.

24 Hermano y protector ayudan en la desgracia,
pero todavía más salva la limosna.

25 Oro y plata aseguran el paso,
pero todavía más se estima el consejo.

26 La riqueza y la fuerza dan confianza,
pero todavía más el temor del Señor.
Al que teme al Señor nada le falta,
no necesita buscar otra ayuda.

27 El temor del Señor es un paraíso de bendición,
protege más que cualquier otro escudo.

Mendicidad

28 Hijo, no lleves vida de mendigo,
más vale morir que mendigar.

29 Hombre que suspira por mesa ajena
vive una vida que no es vida.
Deshonra su boca con comida ajena,
pero el instruido y educado se guarda de ello.

30 La mendicidad es dulce en la boca del descarado,
pero en sus entrañas es un fuego abrasador.

La muerte

Capítulo 41

1 ¡Oh muerte, qué amargo es tu recuerdo
para el que vive tranquilo entre sus bienes,
para el hombre despreocupado que prospera en todo
y todavía es capaz de saborear la comida!

2 ¡Oh muerte, qué dulce es tu sentencia
para el hombre necesitado y carente de fuerzas,
para el viejo acabado, preocupado por todo,
que se rebela y ha perdido la paciencia!

3 No temas la sentencia de la muerte,
recuerda a los que te precedieron y te seguirán.

4 Esta es la sentencia del Señor para todos,
¿por qué rechazar la voluntad del Altísimo?
Aunque vivas diez, cien o mil años,
en el abismo nadie te lo discutirá.

Destino de los impíos

5 Detestables son los hijos de los pecadores,
los que frecuentan las casas de los impíos.

6 La herencia de los hijos de los pecadores es la ruina,
con su linaje se perpetúa la infamia.

7 Al padre impío lo maldicen sus hijos,
porque por culpa suya son deshonrados.

8 ¡Ay de vosotros, impíos,
que habéis abandonado la ley del Altísimo!

9 Si os multiplicáis, es para la perdición,
si nacéis, nacéis para la maldición,
si morís, heredáis la maldición.

10 Todo cuanto viene de la tierra, a la tierra vuelve,
así los impíos pasan de la maldición a la ruina.

11 Los humanos hacen duelo por sus cadáveres,
pero el nombre infame de los pecadores será borrado.

12 Preocúpate por tu nombre, porque te sobrevivirá,
dura más que mil tesoros de oro.

13 La buena vida tiene los días contados,
pero el buen nombre permanece para siempre.

Verdadera y falsa vergüenza

14 Hijos, conservad en paz la instrucción.
Sabiduría escondida y tesoro oculto, ¿para qué sirven?

15 Más vale hombre que oculta su necedad,
que el que oculta su sabiduría.

16 Así pues, os voy a decir de qué tenéis que avergonzaros,
porque no está bien avergonzarse de cualquier cosa,
aunque no todos aprecian por igual las mismas cosas.

17 Avergüénzate ante tus padres de una conducta inmoral;
ante el jefe y el poderoso, de la mentira;

18 ante el juez y el magistrado, del delito;
ante la asamblea y el pueblo, de la iniquidad;

19 ante el compañero y el amigo, de la deslealtad;
ante los vecinos, del robo;

20 y ante la verdad de Dios y la alianza,
de poner los codos sobre los panes,

21 de despreciar lo que recibes y lo que das,
de no contestar a quienes te saludan,

22 de mirar a una prostituta,
de dar la espalda a tu pariente,

23 de apropiarte de la parte de otro o de su regalo,
de poner los ojos en una mujer casada,

24 de tener intimidades con la criada
–¡no te acerques a su cama!–,

25 de insultar a los amigos,
–¡no les eches en cara lo que les has dado!–,

26 de repetir lo que oyes a los demás
y de revelar secretos.

27 Así serás verdaderamente respetable,
y hallarás el favor de todos.

Capítulo 42

1 Pero no te avergüences de lo siguiente,
ni peques por respeto humano:

2 de la ley del Altísimo y de su alianza,
del juicio que justifica a los impíos,

3 de arreglar cuentas con el compañero de viaje,
de compartir tu herencia con otros,

4 de usar balanzas y pesas exactas,
de obtener grandes o pequeñas ganancias,

5 de obtener beneficios en el comercio,
de corregir con rigor a los hijos,
de tundir los lomos a un mal siervo.

6 Donde hay mujer malvada bueno es usar la cerradura,
y donde hay muchas manos poner las cosas bajo llave.

7 Lo que dejes en depósito, cuéntalo y pésalo,
el haber y el debe, vaya todo por escrito.

8 No te avergüences de corregir al necio y al insensato,
ni al viejo decrépito que litiga como un joven.
Así serás verdaderamente educado
y apreciado por todos.

Las hijas

9 Una hija es para su padre una secreta inquietud,
la preocupación por ella le quita el sueño.
Cuando es joven, por si le pasa la edad de casarse,
si está casada, por si el marido la aborrece.

10 Mientras es virgen, por si se deja seducir
y queda embarazada en la casa paterna.
Si está casada, por si es infiel al marido;
en la relación conyugal, por si resulta estéril.

11 Si tienes una hija atrevida, refuerza la vigilancia,
no sea que te convierta en el hazmerreír de tus enemigos,
comidilla de la ciudad, hablilla del pueblo
y te avergüence ante la gente.

12 No te dejes fascinar por la belleza de nadie,
y no te sientes entre mujeres.

13 Porque de los vestidos sale la polilla,
y de la mujer la malicia femenina.

14 Vale más maldad de varón que bondad de mujer;
la mujer puede ser causa de la mayor vergüenza.

LA SABIDURÍA EN LA NATURALEZA Y EN LA HISTORIA (42,15-50,29)
Himno a la creación

Dios en la creación

15 Voy a recordar las obras del Señor,
voy a contar lo que he visto.
Por la palabra del Señor fueron hechas sus obras,
y la creación está sometida a su voluntad.

16 El sol radiante todo lo contempla,
de la gloria del Señor está llena su obra.

17 Ni siquiera los santos del Señor son capaces
de contar todas las maravillas
que el Señor omnipotente ha establecido firmemente,
para que el universo subsista ante su gloria.

18 Él sondea el abismo y el corazón,
y penetra todos sus secretos.
Pues el Altísimo conoce toda la ciencia
y escruta las señales de los tiempos.

19 Anuncia lo pasado y lo futuro,
y descubre las huellas de las cosas ocultas.

20 No se le escapa ningún pensamiento,
ni una palabra se le oculta.

21 Puso en orden las grandezas de su sabiduría,
porque él existe desde siempre y por siempre;
nada se le puede añadir ni quitar,
y no necesita de consejero alguno.

22 ¡Qué deseables son todas sus obras!
Y lo que contemplamos es apenas un destello.

23 Todas viven y permanecen eternamente,
y lo obedecen en cualquier circunstancia.

24 Todas las cosas son de dos en dos, una frente a otra,
no ha creado nada imperfecto.

25 Una cosa confirma la excelencia de otra,
¿quién puede cansarse de contemplar su gloria?

Maravillas de la creación

Capítulo 43

1 Orgullo de las alturas es el firmamento límpido,
espectáculo celeste en una visión espléndida.

2 El sol proclama cuando sale:
«¡Qué admirable es la obra del Altísimo!».

3 Al mediodía reseca la tierra,
¿quién puede resistir ante su calor?

4 Para los trabajos de forja se atiza el horno,
pero tres veces más abrasa el sol las montañas;
emite vapores ardientes,
ciega los ojos con el resplandor de sus rayos.

5 Grande es el Señor que lo ha creado,
y su palabra acelera su carrera.

6 Lo mismo ocurre con la luna: es siempre puntual en sus fases,
para marcar los tiempos, señal eterna.

7 La luna es quien señala las fiestas,
astro que mengua después del plenilunio.

8 De ella reciben los meses su nombre;
ella crece maravillosamente cuando cambia,

9 como estandarte del ejército celeste
que brilla en el firmamento del cielo.
Belleza del cielo es el resplandor de las estrellas,
radiante ornamento en las alturas del Señor.

10 Se mantienen fijas según la palabra del Señor,
y no abandonan su puesto de guardia.

11 Mira el arco iris y bendice a su Hacedor,
¡qué bello en su esplendor!

12 Rodea el cielo con un arco de gloria,
lo han tendido las manos del Altísimo.

13 Con una orden suya hace caer la nieve,
con su decreto fulmina los rayos.

14 Por eso se abren sus depósitos,
y las nubes vuelan como pájaros.

15 Con su grandeza condensa las nubes,
y se desmenuzan las piedras de granizo.

16 El estallido de su trueno estremece la tierra,
a su vista se tambalean las montañas.

17 Cuando quiere, sopla el ábrego,
el huracán del Norte y los ciclones.

18 Como bandada de pájaros esparce la nieve,
que se posa en el suelo como plaga de langostas.
La belleza de su blancura deslumbra los ojos,
y al verla caer el corazón se extasía.

19 Como sal él derrama la escarcha sobre la tierra,
y al helarse forma pinchos espinosos.

20 El viento frío sopla del Norte,
y el agua se convierte en hielo;
se posa sobre las superficies acuosas,
y las reviste como de una coraza.

21 Devora los montes, quema el desierto,
y como el fuego consume cuanto verdea.

22 Como remedio de todo llega la niebla imprevista,
y el rocío, tras el calor, trae de nuevo la alegría.

23 Con su palabra somete al océano,
y en medio de él planta las islas.

24 Los que surcan el mar hablan de sus peligros,
y nosotros nos maravillamos de lo que cuentan.

25 Allí hay criaturas raras y maravillosas,
toda clase de animales y monstruos marinos.

26 Gracias a Dios su mensajero tiene éxito,
y gracias a su palabra todo está en su sitio.

Alabanzas al Creador

27 Podríamos decir mucho más y nunca acabaríamos;
mi conclusión es esta: «Él lo es todo».

28 ¿Dónde hallar fuerza para glorificarlo?
¡Él es más grande que todas sus obras!

29 Temible es el Señor, inmensamente grande,
admirable es su poder.

30 Ensalzad al Señor con vuestra alabanza,
todo cuanto podáis, que él siempre os superará;
y, al ensalzarlo, redoblad vuestra fuerza,
no os canséis, que nunca acabaréis.

31 ¿Quién lo ha visto para poder describirlo?
¿Quién puede glorificarlo dignamente?

32 Aún quedan misterios mucho más grandes:
tan solo hemos visto algo de sus obras.

33 Porque el Señor lo ha hecho todo,
y a los piadosos les ha dado la sabiduría.

El elogio de los antepasados

Presentación

Capítulo 44

1 Hagamos el elogio de los hombres ilustres,
de nuestros padres según sus generaciones.

2 Grandes glorias exhibió el Señor,
desde siempre ha mostrado su grandeza.

3 Unos fueron soberanos en sus reinos
y hombres famosos por su poder;
consejeros notables por su inteligencia
y expertos en anunciar profecías.

4 Otros guiaron al pueblo con sus consejos,
con la inteligencia de la sabiduría popular
y con las palabras sabias de su doctrina.

5 Hubo inventores de melodías musicales,
compositores de poesías,

6 hombres ricos, dotados de poder,
que vivieron en paz en sus casas.

7 Todos ellos fueron honrados por sus contemporáneos
y fueron motivo de orgullo en su tiempo.

8 Algunos de ellos dejaron un nombre
que aún se recuerda con elogio.

9 Otros no dejaron memoria,
desaparecieron como si no hubieran existido,
pasaron como si nunca hubieran sido,
igual que sus hijos después de ellos.

10 Pero hubo también hombres de bien,
cuyos méritos no han quedado en el olvido.

11 En sus descendientes se conserva
una rica herencia, su posteridad.

12 Sus descendientes han sido fieles a la alianza,
y, gracias a ellos, también sus hijos.

13 Su descendencia permanece por siempre,
y su gloria no se borrará.

14 Sus cuerpos fueron sepultados en paz,
y su nombre vive por generaciones.

15 Los pueblos hablarán de su sabiduría,
y la asamblea proclamará su alabanza.

De Henoc a Pinjás

16 Henoc agradó al Señor y fue arrebatado,
ejemplo de conversión para todas las generaciones.

17 Noé fue hallado íntegro y justo,
y en el tiempo de la ira hizo posible la reconciliación.
Gracias a él un resto supervivió en la tierra,
cuando se produjo el diluvio.

18 Con él se pactaron alianzas eternas,
para que el diluvio no exterminara a los vivientes.

19 Abrahán fue padre insigne de una multitud de naciones,
y no se halló quien le igualara en su gloria.

20 Guardó la ley del Altísimo
y con él estableció una alianza.
En su carne selló esta alianza,
y en la prueba fue hallado fiel.

21 Por eso Dios le prometió con juramento
bendecir a las naciones por su descendencia,
multiplicarle como el polvo de la tierra,
exaltar su estirpe como las estrellas,
y darle una herencia de mar a mar,
desde el Río hasta los confines de la tierra.

22 A Isaac le aseguró lo mismo,
en atención a su padre Abrahán.

23 La bendición de todos los hombres y la alianza
las hizo reposar en la cabeza de Jacob;
lo confirmó en sus bendiciones
y le otorgó la tierra en herencia;
la dividió en varias partes
y las repartió entre las doce tribus.

Capítulo 45

1 Hizo salir de él un hombre de bien
que gozó del favor de todos,
amado de Dios y de los hombres:
Moisés, de bendita memoria.

2 Le dio una gloria como la de los santos,
lo hizo poderoso para temor de sus enemigos.

3 Con su palabra puso fin a los prodigios
y lo glorificó delante de los reyes;
le dio mandamientos para su pueblo
y le mostró algo de su gloria.

4 Por su fidelidad y humildad lo santificó,
lo eligió de entre todos los vivientes.

5 Le hizo oír su voz
y lo introdujo en la negra nube;
cara a cara le dio los mandamientos,
la ley de vida y de conocimiento,
para enseñar su alianza a Jacob
y sus decretos a Israel.

6 Exaltó a Aarón, un santo como él,
su hermano, de la tribu de Leví.

7 Estableció con él una alianza eterna
y lo hizo sacerdote para el pueblo.
Lo honró con espléndidos ornamentos
y lo ciñó con una túnica de gloria.

8 Lo revistió con perfecto esplendor
y lo confirmó con las insignias de poder:
los calzones, la túnica y el efod.

9 Le colocó granadas en los bordes de sus vestidos
y muchas campanillas de oro todo alrededor,
para que tintinearan al caminar
y resonaran por todo el templo,
como memorial para los hijos de su pueblo.

10 Le dio los ornamentos sagrados, de oro, jacinto
y púrpura, obra de bordador,
y el pectoral del juicio con los signos de la verdad,
con cintas de escarlata, obra de artista;

11 con piedras preciosas, grabadas como sellos,
en engaste de oro, obra de joyero,
y con una inscripción grabada,
según el número de las tribus de Israel.

12 Encima del turbante le colocó corona de oro,
grabada con el sello de consagración,
insignia de honor, obra magnífica,
adorno que era un regalo para los ojos.

13 Antes de él nunca se vieron cosas semejantes,
y jamás un extraño se vistió de ese modo,
sino solo sus hijos
y sus descendientes para siempre.

14 Sus sacrificios se consumían totalmente,
dos veces al día sin interrupción.

15 Moisés lo consagró sacerdote,
lo ungió con óleo santo.
Así se estableció una alianza eterna para él
y para su descendencia mientras dure el cielo:
presidirá el culto, ejercerá el sacerdocio
y bendecirá a su pueblo en nombre del Señor.

16 Lo eligió de entre todos los vivientes
para presentar la ofrenda al Señor,
el incienso y el aroma como memorial,
y para hacer la expiación por el pueblo.

17 Le confió sus mandamientos
y autoridad sobre las prescripciones legales,
para que enseñara a Jacob sus dictámenes
e instruyera a Israel en la ley.

18 Unos extraños se confabularon contra él
y en el desierto le cogieron envidia:
los hombres de Datán y Abirón,
la banda enfurecida de Coré.

19 El Señor lo vio y se irritó,
y los destruyó con el ardor de su ira.
Hizo prodigios contra ellos,
consumiéndolos con su fuego ardiente.

20 Aumentó la gloria de Aarón
y le concedió una heredad.
Le otorgó las primicias de los frutos
y sobre todo pan en abundancia.

21 Por eso comen de los sacrificios del Señor,
que él concedió a Aarón y a su linaje.

22 En cambio, no tiene heredad en la tierra,
ni porción en el pueblo,
porque el Señor es su porción y su heredad.

23 Pinjás, hijo de Eleazar, es el tercero en gloria,
porque se mostró fiel en el temor del Señor.
Cuando el pueblo se rebeló, él se mantuvo firme,
con espíritu noble y valiente,
y así obtuvo el perdón para Israel.

24 Por eso el Señor hizo con él una alianza de paz,
y le designó jefe del santuario y de su pueblo.
De este modo él y su descendencia recibieron
la dignidad del sumo sacerdocio para siempre.

25 El Señor hizo también alianza con David,
hijo de Jesé, de la tribu de Judá.
Pero esta herencia real solo pasa de hijo a hijo,
mientras que la herencia de Aarón pasa a todo su linaje.

26 Que Dios os conceda la sabiduría del corazón,
para juzgar a su pueblo con justicia,
y para que no se desvirtúen los valores de los padres,
ni su gloria por todas las generaciones.

De Josué a Salomón

Capítulo 46

1 Valiente guerrero fue Josué, hijo de Nun,
sucesor de Moisés en la dignidad de profeta.
De acuerdo con lo que su nombre indica,
se mostró grande para salvar a los elegidos del Señor,
para tomar venganza de los enemigos sublevados
e introducir a Israel en su heredad.

2 ¡Qué glorioso cuando alzaba la mano
y blandía la espada contra las ciudades!

3 ¿Quién había sido tan valiente antes de él?
¡Él mismo combatía las batallas del Señor!

4 ¿Acaso no se detuvo el sol ante su mano
y un día se convirtió en dos?

5 Él invocó al Altísimo soberano,
cuando los enemigos le rodeaban por todas partes,
y el Señor, que es grande, le respondió,
enviando una terrible lluvia de granizo.

6 Cayó de golpe sobre la nación hostil,
y al bajar aniquiló a los adversarios,
para que las naciones conocieran la fuerza de sus armas
y entendieran que luchaban contra el Señor.

7 Josué se mantuvo fiel al Todopoderoso
e hizo el bien en tiempos de Moisés.
Él y también Caleb, hijo de Jefuné,
resistieron frente a la asamblea,
apartaron al pueblo del pecado
y acallaron las murmuraciones malignas.

8 Solo ellos dos se salvaron
entre seiscientos mil hombres de a pie,
para ser introducidos en la heredad,
en la tierra que mana leche y miel.

9 El Señor dio a Caleb un gran vigor
que le duró hasta su vejez,
para que subiera a las alturas del país,
que sus descendientes conservaron como heredad;

10 para que todos los hijos de Israel supieran
que es bueno seguir los caminos del Señor.

11 También los jueces, cada uno por su nombre,
cuyo corazón no se prostituyó
ni se apartaron del Señor:
¡Bendita sea su memoria!

12 ¡Que sus huesos revivan en sus tumbas,
y sus nombres se renueven
en los hijos de estos personajes ilustres!

13 Samuel fue amado de su Señor,
como profeta del Señor estableció la monarquía
y ungió a los príncipes de su pueblo.

14 Juzgó a la asamblea según la ley del Señor,
y el Señor se fijó en Jacob.

15 Por su fidelidad demostró ser profeta,
por sus oráculos fue reconocido vidente veraz.

16 Invocó al Señor todopoderoso,
cuando los enemigos lo rodeaban por todas partes,
y le ofreció un cordero lechal.

17 El Señor tronó desde los cielos,
con gran estruendo hizo resonar su voz;

18 aplastó a los jefes enemigos
y a todos los príncipes de los filisteos.

19 Antes de entrar en el reposo eterno,
dio testimonio ante el Señor y su ungido:
«De nadie he aceptado regalos,
ni siquiera unas sandalias»,
y nadie pudo contradecirlo.

20 E incluso después de muerto profetizó,
anunciando al rey su destino;
del seno de la tierra alzó su voz,
profetizó para borrar la iniquidad del pueblo.

Capítulo 47

1 Después de él surgió Natán
que profetizó en tiempos de David.

2 Como se separa la grasa en el sacrificio de comunión,
así David fue separado de entre los hijos de Israel.

3 Jugó con los leones como si fueran cabritos,
y con los osos como si fueran corderos.

4 ¿Acaso no mató de joven al gigante,
y quitó el oprobio del pueblo,
lanzando la piedra con la honda
y abatiendo la arrogancia de Goliat?

5 Porque invocó al Señor altísimo,
quien dio vigor a su diestra,
para aniquilar al potente guerrero
y reafirmar el poder de su pueblo.

6 Por eso lo glorificaron por los diez mil
y lo alabaron por las bendiciones del Señor,
ofreciéndole la diadema de gloria.

7 Pues él aplastó a los enemigos del contorno,
aniquiló a los filisteos, sus adversarios,
para siempre quebrantó su poder.

8 Por todas sus acciones daba gracias
al Altísimo, el Santo, proclamando su gloria.
Con todo su corazón entonó himnos,
demostrando el amor por su Creador.

9 Organizó coros de salmistas ante el altar,
y con sus voces armonizó los cantos;
y cada día tocarán su música.

10 Dio esplendor a las fiestas,
embelleció las solemnidades a la perfección,
haciendo que alabaran el santo nombre del Señor,
llenando de cánticos el santuario desde la aurora.

11 El Señor le perdonó sus pecados
y exaltó su poder para siempre:
le otorgó una alianza real
y un trono de gloria en Israel.

12 Le sucedió en el trono un hijo sabio,
que, gracias a él, vivió holgadamente.

13 Salomón reinó en tiempo de paz,
y Dios le dio tranquilidad en sus fronteras,
para que levantara un templo en su nombre
y edificara un santuario eterno.

14 ¡Qué sabio fuiste en tu juventud,
lleno de inteligencia como un río!

15 Tu espíritu cubrió la tierra,
la llenaste con enigmáticos proverbios.

16 Tu nombre llegó hasta las islas lejanas,
y fuiste amado por la paz que infundías.

17 De tus cantos, tus sentencias, tus proverbios
y tus interpretaciones se admiraron las naciones.

18 En nombre del Señor Dios,
que es llamado Dios de Israel,
amontonaste el oro como estaño,
como plomo multiplicaste la plata.

19 Pero entregaste tu cuerpo a las mujeres
y te dejaste dominar por ellas.

20 Profanaste así tu gloria
y deshonraste tu linaje,
acarreando la ira sobre tus hijos
y afligiéndolos con tu locura.

21 Por eso tu dinastía se dividió en dos,
y de Efraín surgió un reino rebelde.

22 Pero el Señor jamás retiró su misericordia,
no dejó que sus palabras se perdieran,
ni que se borrase la descendencia de su elegido,
ni que desapareciese el linaje del que fue su amado.
Por eso dio a Jacob un resto,
y a David un retoño nacido de él.

De Salomón a Nehemías

23 Descansó Salomón con sus padres
y dejó en el trono a uno de su linaje,
lo más loco del pueblo, falto de inteligencia:
Roboán, que pervirtió al pueblo con su consejo.

24 También Jeroboán, hijo de Nabat, hizo pecar a Israel
e indicó a Efraín el camino del pecado.
Desde entonces el pueblo cometió tantos pecados
que fueron expulsados de su tierra.

25 Hicieron toda clase de maldades,
hasta que el castigo cayó sobre ellos.

Capítulo 48

1 Entonces surgió el profeta Elías como un fuego,
su palabra quemaba como antorcha.

2 Él hizo venir sobre ellos el hambre,
y con su celo los diezmó.

3 Por la palabra del Señor cerró los cielos
y también hizo caer fuego tres veces.

4 ¡Qué glorioso fuiste, Elías, con tus portentos!
¿Quién puede gloriarse de ser como tú?

5 Tú despertaste a un cadáver de la muerte
y del abismo, por la palabra del Altísimo;

6 tú precipitaste reyes a la ruina
y arrebataste del lecho a hombres insignes;

7 en el Sinaí escuchaste palabras de reproche
y en el Horeb sentencias de castigo;

8 tú ungiste reyes vengadores
y profetas para que te sucedieran;

9 fuiste arrebatado en un torbellino ardiente,
en un carro de caballos de fuego;

10 tú fuiste designado para reprochar los tiempos futuros,
para aplacar la ira antes de que estallara,
para reconciliar a los padres con los hijos
y restablecer las tribus de Jacob.

11 Dichosos los que te vieron
y se durmieron en el amor,
porque también nosotros viviremos.

12 Cuando Elías fue arrebatado en el torbellino,
Eliseo se llenó de su espíritu.
Durante su vida ningún príncipe lo hizo temblar,
nadie pudo dominarlo.

13 Nada era imposible para él,
incluso muerto, su cuerpo profetizó.

14 Durante su vida realizó prodigios,
y después de muerto fueron admirables sus obras.

15 A pesar de todo, el pueblo no se arrepintió,
ni se apartaron de sus pecados,
hasta que fueron deportados de su tierra
y dispersados por el mundo entero.

16 Solo quedó un pueblo muy reducido,
con un príncipe de la casa de David.
Algunos de ellos hicieron lo que agrada a Dios,
pero otros multiplicaron sus pecados.

17 Ezequías fortificó su ciudad
y llevó el agua hasta dentro de ella;
con hierro horadó la roca
y construyó cisternas para el agua.

18 En su tiempo Senaquerib hizo una expedición
y envió por delante a Rabsaqués;
este partió, alzó la mano contra Sión
y se engrió con altanería.

19 Temblaron entonces corazones y manos,
y sufrieron dolores de mujeres en parto.

20 Invocaron al Señor misericordioso,
tendiendo sus manos hacia él.
Y el Santo, desde el cielo, los escuchó al instante
y los liberó por medio de Isaías.

21 Hirió el campamento de los asirios,
y su ángel los exterminó.

22 Porque Ezequías hizo lo que agrada al Señor
y se mantuvo firme en los caminos de David su padre,
como se lo ordenaba el profeta Isaías,
el grande y digno de fe en sus visiones.

23 En tiempo de Isaías el sol retrocedió,
y se prolongó la vida del rey.

24 Con gran inspiración vio el fin de los tiempos,
y consoló a los afligidos de Sión.

25 Reveló el futuro hasta la eternidad
y las cosas ocultas antes que sucedieran.

Capítulo 49

1 El recuerdo de Josías es una mezcla de incienso,
preparada por el arte del perfumista.
Es dulce como miel en la boca,
como música en medio de un banquete.

2 Trabajó por la reforma del pueblo
y extirpó la idolatría abominable.

3 Enderezó su corazón hacia el Señor
y en una época impía fortaleció la piedad.

4 Fuera de David, Ezequías y Josías,
todos cometieron muchos pecados.
Y por abandonar la ley del Altísimo,
los reyes de Judá desaparecieron.

5 En efecto, entregaron a otros su poder,
y su gloria a una nación extranjera.

6 Incendiaron la ciudad elegida del santuario
y dejaron desiertas sus calles,

7 según la palabra de Jeremías, a quien maltrataron,
consagrado profeta desde el seno de su madre,
para arrancar, destruir y derribar
y también para construir y plantar.

8 Ezequiel tuvo la visión de la gloria
que Dios le reveló en el carro de querubines,

9 porque se acordó de sus enemigos en la tempestad
y favoreció a los que seguían el camino recto.

10 En cuanto a los doce profetas:
¡que sus huesos revivan en sus tumbas,
porque ellos consolaron a Jacob
y lo salvaron con esperanza confiada!

11 ¿Cómo elogiaremos a Zorobabel?
¡Es como un anillo en la mano derecha,

12 y lo mismo Josué, hijo de Josadac!
En sus días construyeron el templo,
levantaron un santuario consagrado al Señor,
destinado a una gloria eterna.

13 También es grande la memoria de Nehemías,
él levantó nuestras murallas en ruinas,
puso puertas y cerrojos
y reconstruyó nuestras moradas.

Recapitulación

14 Nadie hubo en el mundo igual a Henoc,
pues fue arrebatado de la tierra.

15 Ni nació nunca hombre alguno como José,
guía de sus hermanos, apoyo de su pueblo;
cuyos huesos fueron venerados.

16 Sem y Set fueron famosos entre los hombres,
pero por encima de todos los vivientes sobresale Adán.

El sumo sacerdote Simón

Capítulo 50

1 Simón, el sumo sacerdote, hijo de Onías,
en su vida reparó el templo,
y en sus días fortificó el santuario.

2 Puso los cimientos de doble altura,
un alto contrafuerte de la cerca del templo.

3 En sus días se excavó el depósito de agua,
un estanque tan ancho como el mar.

4 Él cuidó de su pueblo para evitar su ruina
y fortificó la ciudad contra un posible asedio.

5 ¡Qué glorioso era cuando, rodeado de su pueblo,
salía de la casa del velo!

6 Como el lucero del alba en medio de las nubes,
como la luna en su plenilunio;

7 como el sol refulgente sobre el templo del Altísimo,
como el arco iris brillando entre nubes de gloria;

8 como rosal florecido en primavera,
como lirio junto a un manantial,
como cedro del Líbano en verano;

9 como fuego e incienso en el incensario,
como vaso de oro macizo
adornado con toda clase de piedras preciosas;

10 como olivo cargado de frutos,
como ciprés erguido hasta las nubes.

11 Cuando se ponía la vestidura de gala
y se colocaba sus elegantes ornamentos,
cuando subía hacia el altar sagrado,
llenaba de gloria el recinto del santuario.

12 Cuando recibía las porciones de las víctimas
de manos de los sacerdotes,
él mismo de pie junto al fuego del altar,
rodeado de una corona de hermanos,
como retoños de cedro en el Líbano
o como tallos de palmera engarzados.

13 Todos los hijos de Aarón en su esplendor,
con la ofrenda del Señor en sus manos,
estaban en presencia de toda la asamblea de Israel.

14 Mientras cumplía su servicio en el altar,
preparando la ofrenda del Altísimo todopoderoso,

15 tomaba en su mano la copa,
hacía la libación del vino
y lo derramaba al pie del altar,
como aroma suave para el Altísimo, Rey del universo.

16 Entonces los hijos de Aarón prorrumpían en gritos,
tocaban las trompetas de metal batido,
hacían oír su sonido imponente,
como memorial delante del Altísimo.

17 Entonces, de repente,
todo el pueblo en masa caía rostro a tierra,
para adorar al Señor, su Dios,
el Todopoderoso, el Dios altísimo.

18 Los salmistas también lo alababan con sus voces,
y su canto formaba una dulce melodía.

19 El pueblo suplicaba al Señor altísimo,
permanecía en oración ante el Misericordioso,
hasta que terminaba la ceremonia del Señor
y concluía el servicio litúrgico.

20 Entonces él bajaba y elevaba las manos
sobre toda la asamblea de los hijos de Israel,
para pronunciar con sus labios la bendición del Señor
y tener el honor de invocar su nombre.

21 Y por segunda vez todos se postraban,
para recibir la bendición del Altísimo.

Exhortación

22 Y ahora bendecid al Dios del universo,
el que hace grandes cosas por doquier,
el que enaltece nuestra vida desde el seno materno
y nos trata según su misericordia.

23 Que nos dé la alegría de corazón
y que haya paz en nuestros días,
en Israel por los siglos de los siglos.

24 Que su misericordia permanezca con nosotros
y en nuestros días nos libere.

Naciones detestables

25 Hay dos naciones que mi alma detesta,
y la tercera ni siquiera es nación:

26 los habitantes de la montaña de Seír, los filisteos
y el pueblo necio que mora en Siquén.

Nota personal

27 Doctrina de ciencia e inteligencia
ha condensado en este libro
Jesús, hijo de Sira, hijo de Eleazar, de Jerusalén,
que de su corazón derramó sabiduría a raudales.

28 Dichoso el que repase estas enseñanzas;
el que las guarde en su corazón se hará sabio.

29 Y si las pone en práctica, en todo será fuerte,
porque la luz del Señor iluminará su camino;
y a los piadosos dio sabiduría.
Bendito el Señor por siempre. Así sea. Así sea.

EPÍLOGO (51)

Oración de Jesús, hijo de Sira

Capítulo 51

1 Te doy gracias, Señor y Rey,
te alabo, oh Dios mi salvador,
a tu nombre doy gracias.

2 Porque fuiste mi protector y mi auxilio,
y libraste mi cuerpo de la perdición,
del lazo de una lengua traicionera,
de los labios que urden mentiras;
frente a mis adversarios
fuiste mi auxilio y me liberaste,

3 por tu inmensa misericordia y por tu nombre,
de las dentelladas de los que iban a devorarme,
de la mano de los que buscaban mi vida,
de las muchas tribulaciones que he sufrido;

4 de las llamas sofocantes que me envolvían,
de un fuego que yo no había encendido;

5 de las entrañas del abismo,
de la lengua impura, de la palabra mentirosa,

6 calumnia de una lengua injusta ante el rey.
Yo estaba a punto de morir,
mi vida tocaba el abismo profundo.

7 Por todas partes me asediaban y nadie me auxiliaba,
buscaba a alguien que me ayudara y no había nadie.

8 Entonces me acordé, Señor, de tu misericordia
y de tus obras que son desde siempre,
de que tú sostienes a los que esperan en ti
y los salvas de la mano de los enemigos.

9 Y desde la tierra elevé mi plegaria,
supliqué ser librado de la muerte.

10 Clamé al Señor: «Tú eres mi Padre,
no me abandones el día de la tribulación,
cuando acosan los orgullosos y estoy indefenso.
Alabaré tu nombre sin cesar
y te cantaré himnos de acción de gracias».

11 Y mi oración fue escuchada,
pues tú me salvaste de la perdición
y me libraste de aquel mal momento.

12 Por eso te daré gracias y te alabaré,
bendeciré el nombre del Señor.

En busca de la sabiduría

13 Desde joven, antes de viajar por el mundo,
busqué sinceramente la sabiduría en la oración.

14 A la puerta del templo la pedí,
y la busqué hasta el último día.

15 Cuando floreció como racimo maduro,
mi corazón se alegró.
Entonces mi pie avanzó por el camino recto,
desde mi juventud seguí sus huellas.

16 Incliné un poco mi oído y la recibí,
y me encontré con una gran enseñanza.

17 Gracias a ella he progresado mucho,
daré gloria a quien me ha dado la sabiduría.

18 Pues he decidido ponerla en práctica,
me he dedicado al bien y no quedaré defraudado.

19 He luchado para obtenerla,
he sido diligente en practicar la ley,
he tendido mis manos hacia el cielo,
lamentado lo que ignoraba de ella.

20 Hacia ella he orientado mi vida
y en la pureza la he encontrado.
Desde el principio me dediqué a ella,
por eso no quedaré defraudado.

21 Mis entrañas se conmovieron al buscarla,
por eso he hecho una buena adquisición.

22 En recompensa el Señor me dio una lengua,
y con ella lo alabaré.

23 Acercaos a mí, los ignorantes,
e instalaos en mi escuela de sabiduría.

24 ¿Por qué os tenéis que privar por más tiempo,
si estáis tan sedientos de ella?

25 He abierto la boca para decir:
«Adquiridla sin dinero».

26 Someted vuestro cuello a su yugo
y recibid instrucción:
está ahí, a vuestro alcance.

27 Ved con vuestros ojos lo poco que he trabajado,
y qué descanso tan grande he encontrado.

28 No escatiméis dinero para recibir instrucción,
pues con ella adquiriréis gran cantidad de oro.

29 Alegraos por la misericordia del Señor,
y no os avergoncéis de su alabanza.

30 Realizad vuestras obras antes del momento final
y él os dará la recompensa a su tiempo.