ZACARÍAS

PRIMER ZACARÍAS (1-8)

Epígrafe

Capítulo 1

1 El mes octavo del año segundo de Darío, la palabra del Señor fue dirigida al profeta Zacarías, hijo de Baraquías, hijo de Idó, en estos términos:

El profeta exhorta a la conversión

2 «El Señor se irritó mucho contra vuestros padres».

3 Les dirás: Esto dice el Señor del universo:
Volveos a mí –oráculo del Señor del universo– y yo me volveré a vosotros, dice el Señor del universo.

4 No seáis como vuestros padres, a quienes predicaron los profetas de antaño diciendo: «Esto dice el Señor del universo: Convertíos de vuestra mala conducta y de vuestras perversas acciones». Pero ni me escucharon ni me hicieron caso –oráculo del Señor–.

5 ¿Dónde están vuestros padres? Y los profetas, ¿vivirán para siempre?

6 ¡Ay! ¿No es verdad que mis palabras y mandatos que les di por medio de mis siervos los profetas hicieron mella en vuestros padres y se convirtieron diciendo: «El Señor del universo nos ha tratado como había pensado, según nuestro comportamiento y nuestras acciones»?

Primera visión: vigilancia divina y consuelo para su pueblo

7 El día veinticuatro del mes undécimo, el mes de sebat, el año segundo de Darío, la palabra del Señor fue dirigida al profeta Zacarías, hijo de Baraquías, hijo de Idó, en estos términos:

8 Tuve una visión nocturna. Había un hombre montado en un caballo rojo entre los mirtos, en la hondonada. Tras él había caballos rojos, alazanes y blancos.

9 Pregunté:
–Señor, ¿qué caballos son esos?
El mensajero que me hablaba me contestó:
–Yo te enseñaré qué son.

10 El hombre que estaba entre los mirtos tomó la palabra y dijo:
–Estos son los que el Señor envió a inspeccionar toda la tierra.

11 Respondieron al mensajero del Señor que estaba entre los mirtos:
–Hemos inspeccionado la tierra y toda vive en paz.

12 Respondió el mensajero del Señor:
–Señor del universo, ¿hasta cuándo seguirás sin compadecerte de Jerusalén y de las ciudades de Judá contra las que te enojaste durante setenta años?

13 El Señor respondió al mensajero que me hablaba con buenas palabras, con palabras de consuelo.

14 Me dijo el mensajero que me hablaba: Proclama lo que sigue: «Esto dice el Señor del universo:
Vivo una intensa pasión por Jerusalén;
siento por Sión celos terribles.

15 Estoy profundamente irritado
contra los pueblos arrogantes,
pues yo me enojé un poco
y ellos echaron leña al fuego.

16 Por eso, esto dice el Señor:
Me vuelvo a Jerusalén con ternura
y se construirá mi templo en ella
–oráculo del Señor del universo–;
se volverá a utilizar el cordón de medir.

17 Proclama esto otro:
Esto dice el Señor del universo:
Mis ciudades volverán a rebosar de bienes,
y el Señor consolará de nuevo a Sión
y elegirá de nuevo a Jerusalén».

Segunda visión: cuernos y herreros

Capítulo 2

1 Levanté los ojos y vi cuatro cuernos.

2 Pregunté al mensajero que me hablaba:
–¿Qué son esos cuernos?
Me respondió:
–Son los cuernos que han dispersado a Judá, Israel y Jerusalén.

3 El Señor me mostró cuatro herreros.

4 Pregunté:
–¿Qué andan haciendo esos herreros?
Me respondió:
–Son los cuernos que dispersaron a Judá hasta que nadie pudo levantar cabeza. Pero vinieron los herreros para espantarlos y expulsar los cuernos de los pueblos que habían alzado su poder contra la tierra de Judá para dispersarlo.

Tercera visión: el cordón de medir

5 Levanté los ojos y vi un hombre que tenía en su mano un cordón de medir.

6 Le pregunté:
–¿Adónde vas?
Me respondió:
–A medir Jerusalén para ver cuál es su anchura y cuál su longitud.

7 El mensajero que me hablaba salió y vino otro mensajero a su encuentro.

8 Me dijo: Vete corriendo y dile al oficial aquel: «Jerusalén será una ciudad abierta a causa de los muchos hombres y animales que habrá en ella;

9 yo le serviré de muralla de fuego alrededor y en ella seré su gloria».

Oráculos complementarios

10 ¡Ay, ay! Escapad del país del norte
–oráculo del Señor–,
pues os dispersé a los cuatro vientos del cielo
–oráculo del Señor–.

11 ¡Ay! Escapa, Sión,
tú que habitas en Babilonia.

12 Pues esto dice el Señor del universo,
cuya Gloria me ha enviado a los pueblos
que os han expoliado:
«El que os toca a vosotros,
toca a la niña de mis ojos».

13 Ahí voy con el puño en alto;
sus servidores tendrán botín;
y así reconocerán
que el Señor me ha enviado.

14 Alégrate y goza, Sión,
pues voy a habitar en medio de ti
–oráculo del Señor–.

15 Aquel día se asociarán al Señor
pueblos sin número;
ellos serán mi pueblo,
y habitaré en medio de ti.
Entonces reconocerás
que el Señor del universo
me ha enviado a ti.

16 Judá será la herencia del Señor,
su lote en la tierra santa,
y volverá a elegir a Jerusalén.

17 ¡Silencio todo el mundo
ante el Señor que se levanta
de su morada santa!

Cuarta visión: el sumo sacerdote Josué

Capítulo 3

1 Y me mostró al sumo sacerdote Josué, de pie ante el mensajero del Señor, y a Satán, en pie, a su derecha para acusarlo.

2 Dijo el mensajero del Señor al Satán: «Que te increpe el Señor, Satán; que te increpe el Señor, el que elige Jerusalén. ¿Acaso no es este un tizón sacado del fuego?».

3 Josué llevaba vestidos sucios y estaba ante el mensajero.

4 Dijo este a los que estaban ante él: «Quitadle los vestidos sucios». Y dijo a Josué: «Mira, aparto de ti tu pecado y te visto con vestido de fiesta».

5 Dijo luego: «Que le pongan una diadema limpia en la cabeza». Le colocaron una diadema limpia en la cabeza y le pusieron los vestidos. El mensajero del Señor estaba allí de pie.

6 El mensajero del Señor declaró solemnemente a Josué lo siguiente:

7 «Esto dice el Señor del universo:
Si marchas por mis caminos
y cumples mis preceptos,
tú también administrarás mi templo.
Te ocuparás de mis atrios
y podrás entrar aquí
con estos que me rodean».

Oráculo sobre «el Germen»

8 Escucha, Josué, sumo sacerdote,
tú y los compañeros que se sientan en tu presencia
–pues esos hombres son un presagio–.
Mirad, voy a hacer venir
a mi siervo «Germen».

9 Mirad la piedra que pongo ante Josué,
es piedra única con siete ojos.
Yo mismo grabaré su inscripción
–oráculo del Señor del universo–,
y apartaré el pecado de este país
en un solo día –oráculo del Señor–.

10 Aquel día os invitaréis unos a otros
debajo de la parra y de la higuera.
Quinta visión: los dos ungidos y dos oráculos de Zorobabel

* Capítulo 4

1 Volvió el mensajero que hablaba conmigo y me despertó como se despierta a quien duerme.

2 Me dijo:
–¿Qué ves?
Respondí:
–Veo un candelabro de oro macizo con un depósito y siete lámparas en su parte superior, y cada una de ellas con siete brazos.

3 Junto a él hay dos olivos, uno a la derecha y otro a la izquierda del depósito.

4 Pregunté al mensajero que me hablaba:
–¿Qué representa todo esto, señor?

5 Me contestó el mensajero que me hablaba:
–¿No sabes lo que representa todo esto?
Le respondí:
–No, señor.

6 Me dijo él:
–Este es el mensaje del Señor a Zorobabel: «Ni con violencia ni por la fuerza, sino por mi espíritu, dice el Señor del universo.

7 ¿Quién eres tú, gran montaña? Conviértete en llano ante Zorobabel. ¡Él es quien saca la piedra de remate entre aclamaciones y vivas!».

8 Me dijo el Señor del universo:

9 «Zorobabel puso personalmente los cimientos de este templo y él mismo lo rematará. Entonces reconocerás que el Señor del universo me envió a vosotros.

10 ¡Quien se reía de los comienzos humildes se alegrará al contemplar la piedra arrancada por Zorobabel! Esos siete son los siete ojos del Señor que recorren toda la tierra».

11 Continué preguntándole:
–¿Qué son estos dos olivos, uno a la derecha y otro a la izquierda del depósito?

12 Pregunté por segunda vez:
–¿Y los dos brotes de olivo de los que mana el aceite como oro a través de los tubos dorados?

13 Me dijo:
–¿No sabes lo que significan?
Le respondí:
–No, señor.

14 Me dijo:
–Esos dos son los dos ungidos, los que están ante el Señor de toda la tierra.

Sexta visión: el libro que vuela

Capítulo 5

1 Levanté los ojos de nuevo y vi un libro volando.

2 Me preguntó:
–¿Qué ves?
Le respondí:
–Veo un libro volando de unos diez metros de largo y unos cinco de ancho.

3 Me dijo:
–Es la maldición que se extiende sobre toda la tierra: según ella, todo ladrón está libre de culpa y, según ella, todo el que jura en falso está libre de culpa.

4 La envío –oráculo del Señor del universo– para que entre en casa del ladrón y en casa del que jura en falso. Y pasará la noche en su casa y acabará con vigas y muros.

Séptima visión: el caldero y las mujeres

5 Salió el mensajero que me hablaba y me dijo:
–Levanta los ojos y mira lo que aparece.

6 Pregunté:
–¿Qué es eso?
Me respondió:
– Lo que sale es un recipiente. Y añadió: Es la perversidad de toda la tierra.

7 Entonces se levantó una tapadera de plomo y había una mujer sentada en el recipiente.

8 Me dijo: «Es la maldad». La empujó dentro del recipiente y puso la tapadera de plomo.

9 Levanté los ojos y vi salir dos mujeres con el viento en sus alas, alas como de cigüeña; y alzaron el recipiente entre cielo y tierra.

10 Pregunté al mensajero que hablaba conmigo:
–¿Adónde llevan el recipiente?

11 Respondió el mensajero que hablaba conmigo:
–Le van a construir una casa en la tierra de Sinear. Allí la pondrán y allí estará, en su pedestal.
Octava visión: carros y caballos

Capítulo 6

1 Levanté los ojos de nuevo y vi cuatro carros que salían de entre dos montañas. Las montañas eran de bronce.

2 El primer carro iba tirado por caballos rojos; el segundo, por caballos negros;

3 el tercero, por caballos blancos, y el cuarto, por caballos pardos, robustos.

4 Pregunté al mensajero que hablaba conmigo:
–¿Qué es todo esto, señor?

5 Me respondió:
–Los que salen son los cuatro vientos celestes, los que asisten al Señor de toda la tierra.

6 Los caballos negros salen hacia el país del norte; los blancos, hacia el oeste; los pardos, hacia el sur.

7 Se adelantaron los caballos robustos, impacientes por recorrer la tierra. El mensajero les dijo: «¡Salid a recorrer la tierra!». Y recorrieron la tierra.

8 El mensajero me gritó así: «Mira, los que han salido hacia el país del norte desfogarán mi cólera contra el país del norte».

Coronación

9 Me llegó la palabra del Señor en estos términos:

10 «Toma ofrendas de los exiliados, de Jelday, de Tobías y de Yedaías, y vete ese día a casa de Josías, hijo de Sofonías, pues acaban de llegar de Babilonia.

11 Toma plata y oro, haz una corona y ponla en la cabeza de Josué, hijo de Josadac, el sumo sacerdote.

12 Y le dirás: «Esto dice el Señor del universo:
Este es el hombre llamado Germen;
germinará de sus raíces
y construirá el santuario del Señor.

13 Él construirá el santuario del Señor; asumirá la dignidad real, se sentará en su trono y reinará. En su trono también estará un sacerdote, y la concordia reinará entre ambos.

14 La corona será un memorial en el santuario del Señor para Jelday, Tobías y Yedaías, así como para la generosidad del hijo de Sofonías.

15 Y los que vengan de lejos construirán el santuario del Señor y sabrán que el Señor del universo me envió a ellos, y escucharán atentamente al Señor su Dios».

Consulta sobre el ayuno.Búsqueda del Señor

Capítulo 7

1 La palabra del Señor se dirigió a Zacarías el día cuatro de quisleu (que es el mes noveno), del año cuarto del rey Darío.

2 Betel-Saréser envió a Reguen Mélec y sus gentes para aplacar al Señor.

3 Preguntaron a los sacerdotes del templo del Señor del universo y a los profetas: «¿Debo hacer duelo y penitencia el quinto mes, como he venido haciendo durante muchos años?».

4 Me llegó esta palabra del Señor:

5 «Anuncia a todo el pueblo de la tierra y a los sacerdotes: Al ayunar y hacer penitencia el quinto y el décimo mes durante setenta años, ¿ayunasteis por mí?

6 Cuando comíais y bebíais, ¿no comíais y bebíais en provecho propio?

7 ¿No era esto lo que decía el Señor por medio de sus profetas de antaño, cuando Jerusalén estaba habitada y tranquila, y las ciudades que la rodean, en el Negueb y en la Sefelá, estaban también habitadas?».

Exigencias éticas no cumplidas en el pasado

8 La palabra del Señor se dirigió a Zacarías:

9 «Esto dice el Señor del universo: Pronunciad sentencias justas y practicad el amor y la misericordia unos con otros.

10 No oprimáis a viudas y huérfanos, a emigrantes y pobres, y que nadie ande pensando el mal que va a hacer a su prójimo.

11 Pero no quisieron escuchar, se obstinaron en su rebelión y cerraron sus oídos para no escuchar.

12 Endurecieron su corazón más que el diamante y, de esta forma, no escucharon la Ley y los mensajes que el Señor les enviaba por su espíritu, por medio de los profetas de antaño. Y el Señor se encolerizó vivamente.

13 Y como no escucharon cuando yo les hablé, así tampoco los escucharé cuando me llamen, dice el Señor del universo.

14 Los dispersé entre todos los pueblos que no conocían y, tras su marcha, el país fue un desierto, sin habitantes ni transeúntes. Convirtieron en desierto un país delicioso».

Siete oráculos de restauración

Capítulo 8

1 Vino la palabra del Señor del universo diciendo:

2 «Esto dice el Señor del universo:
Vivo una intensa pasión por Sión,
siento unos celos terribles por ella».

3 «Esto dice el Señor:
Voy a volver a Sión,
habitaré en Jerusalén.
Llamarán a Jerusalén
“Ciudad Fiel",
y al monte del Señor del universo,
“Monte Santo"».

4 «Esto dice el Señor del universo:
De nuevo se sentarán ancianos y ancianas
en las calles de Jerusalén;
todos con su bastón,
pues su vida será muy larga.

5 Y sus calles estarán llenas
de niños y niñas jugando».

6 «Esto dice el Señor del universo:
Y si al resto de este pueblo
le parece imposible
que suceda esto en aquellos días,
¿será también imposible para mí?».
–oráculo del Señor del universo–.

7 «Esto dice el Señor del universo:
Aquí estoy yo para salvar
a mi pueblo de Oriente a Occidente.

8 Los traeré y vivirán
en Jerusalén;
ellos serán mi pueblo
y yo seré su Dios
en fidelidad y justicia».

9 «Esto dice el Señor del universo:
¡Ánimo, los que escuchasteis aquellos días
las palabras de los profetas presentes
cuando echaron los cimientos del templo
y del santuario del Señor del universo!

10 Antes de aquellos días,
el salario de la gente nada valía;
el rendimiento del ganado era nulo,
y el que luchaba no conseguía
la paz frente al enemigo.
Y yo había enfrentado
a unos contra otros.

11 Pero ahora ya no estoy
en la misma actitud que antes
con el resto de este pueblo
–oráculo del Señor del universo–,

12 pues la semilla de paz será:
la viña da fruto,
la tierra da su producto
y los cielos dan rocío,
y comparto todo esto
con el resto de este pueblo.

13 Sucederá que así como
fuisteis maldición entre los pueblos,
casa de Judá y casa de Israel,
lo mismo os salvaré y seréis bendición.
No temáis. ¡Que se fortalezcan vuestras manos!».

14 «Esto dice el Señor del universo:
De la misma forma que planeé
el mal contra vosotros,
a causa de la cólera
que me produjo el comportamiento
de vuestros padres
–dice el Señor del universo–,
y no me arrepentía,

15 de la misma forma, ahora
cambio de actitud y planeo
hacer el bien a Jerusalén
y a la casa de Judá.
No temáis».

Evocación ética en vistas al futuro

16 Esto es lo que tenéis que hacer: Deciros la verdad unos a otros; sí, la verdad. Que vuestros juicios sean de paz y justicia;

17 que nadie ande pensando hacer mal a su vecino; que nadie disfrute jurando falsamente, pues odio todas estas cosas, palabra del Señor.

Respuesta sobre el ayuno

18 Me fue dirigida la palabra del Señor:

19 «Esto dice el Señor del universo: El ayuno del cuarto, del quinto, del séptimo y del décimo mes se convertirán en gozo y alegría, y tendréis unas fiestas solemnes; apreciaréis la fidelidad y la paz».

Dos oráculos sobre las naciones que buscan al Señor

20 «Esto dice el Señor del universo:
Vendrán igualmente pueblos
y habitantes de grandes ciudades.

21 E irán los habitantes de una
y dirán a los de la otra:
Subamos a aplacar al Señor;
yo también iré a contemplar
al Señor del universo.

22 Y vendrán pueblos numerosos,
llegarán poderosas naciones
buscando al Señor del universo en Jerusalén
y queriendo aplacar al Señor».

23 «Esto dice el Señor del universo: En aquellos días, diez hombres de lenguas distintas de entre las naciones se agarrarán al manto de un judío diciendo: “Queremos ir con vosotros, pues hemos oído que Dios está con vosotros"».

SEGUNDO ZACARÍAS (9-14)

Israel, su Dios y sus vecinos

Capítulo 9

1 Oráculo.
La palabra del Señor llegó a la tierra de Jadrac
y se detuvo en Damasco.
En el Señor están puestos los ojos de Siria
y de todas las tribus de Israel;

2 también de Jamat, su vecina;
de Tiro y Sidón, donde abunda la sabiduría.

3 Tiro se ha construido una fortaleza,
ha amontonado plata como polvo
y oro como barro de las calles.

4 Pero el Señor va a apoderarse de ella,
echará al mar su fortaleza
y el fuego la devorará.

5 Lo verá Asquelón y temblará,
Gaza se retorcerá de dolor,
como Ecrón, al perder su esperanza.
Se suprimirá al rey de Gaza,
Asquelón quedará deshabitada

6 y habitarán bastardos en Asdod.
Troncharé el orgullo de los filisteos,

7 quitaré su sangre de su boca
y sus abominaciones de entre sus labios.
También él quedará
como un resto para nuestro Dios;
será como un jefe de Judá,
y Ecrón como un jebuseo.

8 Acamparé junto a mi casa y la protegeré
de los ejércitos que merodean.
Y ya no pasará sobre ellos el opresor,
pues en adelante yo mismo la vigilaré.

Rey y poder sin violencia

9 ¡Salta de gozo, Sión;
alégrate, Jerusalén!
Mira que viene tu rey,
justo y triunfador,
pobre y montado en un borrico,
en un pollino de asna.

10 Suprimirá los carros de Efraín
y los caballos de Jerusalén;
romperá el arco guerrero
y proclamará la paz a los pueblos.
Su dominio irá de mar a mar,
desde el Río hasta los extremos del país.

Imágenes de liberación

11 En cuanto a ti, por la sangre de tu alianza,
sacaré a tus prisioneros del pozo
donde no hay agua.

12 Volved de la fortaleza,
prisioneros de la esperanza.
Hoy mismo os lo anuncio:
¡voy a devolverte el doble!

13 He tensado para mí a Judá,
empuño como arco a Efraín;
lanzo a los hijos de Sión
contra los hijos de Yaván;
te empuñaré como espada de héroe.

14 El Señor aparecerá sobre ellos,
su flecha saldrá como rayo;
el Señor Dios tocará el cuerno,
avanzará entre tormentas de bochorno.

15 El Señor del universo los protegerá,
devorarán la carne de los honderos;
beberán y harán ruido como los borrachos,
estarán llenos como copas de ofrendas,
como las esquinas del altar.

16 Aquel día les salvará el Señor su Dios,
salvará a su pueblo como a ovejas;
serán como piedras preciosas,
como estandarte en su país.

17 ¡Qué prosperidad y qué hermosura!:
el trigo hará crecer a sus jóvenes
y el vino a sus doncellas.

Nuevas promesas de futuro

Capítulo 10

1 Pedid al Señor la lluvia
tardía de primavera.
El Señor, que crea aguaceros
y provoca borrascas,
dará a todos y a cada uno
los pastos del campo.

2 Pues los amuletos proclaman
palabras sin sentido
y los adivinos tienen visiones engañosas.
Desvelan sueños vacíos,
consuelos ilusorios.
Por ello andan desperdigados
lo mismo que ovejas,
vagan dispersos por falta de pastor.

3 Se enciende mi cólera contra los pastores,
voy a pedir cuentas a los machos cabríos;
el Señor del universo se preocupa
por el rebaño, por la casa de Judá;
hace de ellos su espléndido caballo de guerra.

4 De ellos saldrán juntos
piedra angular y estaca,
arco guerrero y jefes todos.

5 Serán como héroes,
pisoteando en la guerra
el barro de las calles.
Y lucharán porque el Señor estará con ellos
y los jinetes quedarán avergonzados.

6 Haré aguerrida a la casa de Judá,
salvaré a la casa de José;
y los instalaré en su tierra,
pues me he compadecido de ellos,
como si nunca los hubiera aborrecido.
Pues soy el Señor, su Dios, y les responderé.

7 Los de Efraín serán unos valientes,
sus corazones se alegrarán como con el vino;
sus hijos lo verán y gozarán,
sus corazones se regocijarán en el Señor.

8 Los llamaré y los reuniré,
pues los he rescatado.
Serán tan numerosos como antes.

9 Los dispersé entre las naciones,
y aun en tierras lejanas me recordarán;
criarán hijos y volverán.

10 Los haré volver de Egipto,
y de Asur los reuniré.
A la tierra de Galaad
y al Líbano los traeré,
y ni siquiera eso les bastará.

11 Atravesarán la angostura del mar,
y el Señor golpeará sus olas,
quedará seca la hondura del Nilo.
Hundiré el orgullo de Asur
y eliminaré el poder de Egipto.

12 Los haré fuertes en el Señor,
y en su nombre caminarán
–oráculo del Señor–.

Lamentos

Capítulo 11

1 Abre tus puertas, Líbano;
devore el fuego tus cedros.

2 Laméntate, ciprés,
pues ha caído el cedro;
los majestuosos árboles
están asolados.
Lamentaos, robles de Basán,
pues ahí está, por tierra,
el bosque impenetrable.

3 Lamento de los pastores,
pues quedó asolado su esplendor;
rugido de los leones,
pues quedó arrasada la espesura del Jordán.
Alegoría de los dos pastores

4 «Esto dice el Señor mi Dios: Apacienta las ovejas de matanza,

5 esas que ellos compran y matan sin escrúpulos; sus compradores decían: “¡Bendito el Señor que me ha hecho rico!". Pero los pastores no se compadecieron de ellas.

6 Pues ya no volveré a compadecerme de los habitantes del país –oráculo del Señor–. Mirad: voy a entregar a todos y cada uno en manos de su vecino y de su rey, que arrasarán el país, y no los libraré de sus manos.

7 Apacenté las ovejas de matanza para los tratantes de ovejas; tomé dos cayados: a uno llamé Bondad y al otro Concordia; y apacenté a las ovejas.

8 Eliminé a tres pastores en un mes, pues me harté de ellos y ellos de mí».

9 Y dije: «Ya no os apacentaré más; la que tenga que morir, que muera, y la que tenga que desaparecer, que desaparezca; y las que queden, que se coman unas a otras».

10 Tomé el cayado Bondad y lo partí, para romper el acuerdo que había contraído con todos los pueblos.

11 Aquel día quedó roto, y los tratantes de ovejas que me observaban se dieron cuenta de que era el que había hablado.

12 Y les dije: «Si os parece bien, pagadme mi salario; si no, dejadlo». Y contaron mi salario: treinta monedas de plata.

13 Me dijo el Señor: «Echa al tesoro el valioso precio en que me han tasado». Cogí las treinta monedas de plata y las eché en el tesoro del templo.

14 Rompí el segundo cayado, Concordia, para deshacer la hermandad entre Judá e Israel.

15 Me dijo el Señor: «Toma también los aparejos de un mal pastor,

16 pues establezco un pastor en el país que no se ocupará de la oveja extraviada, ni buscará a la perdida, ni curará a la maltrecha, ni se preocupará de la sana, sino que se comerá la carne de las gordas y les arrancará las pezuñas».

17 ¡Ay del pastor inútil
que pierde las ovejas!
La espada le alcanzará
el brazo y hasta el ojo derecho;
se le secará totalmente el brazo,
y el ojo derecho se le cegará.

Restauración de Judá y de Jerusalén

Capítulo 12

1 Oráculo.
Palabra del Señor sobre Israel. Oráculo del Señor, que extiende los cielos y cimienta la tierra, que forma el aliento del hombre en su interior.

2 Voy a hacer de Jerusalén una copa embriagadora para todos los pueblos que la rodean, y también Judá participará, cuando se asedie a Jerusalén.

3 Aquel día haré de Jerusalén una piedra pesadísima para todos los pueblos; quienes la levanten se destrozarán. Y se juntarán contra ella todas las naciones de la tierra.

4 Aquel día –oráculo del Señor– haré que se espanten los caballos y se enloquezcan los jinetes, pero mantendré los ojos abiertos sobre la casa de Judá y cegaré a todos los caballos de los pueblos.

5 Se dirán los jefes de Judá para sus adentros: «Para los habitantes de Jerusalén, el Señor del universo, su Dios, es una fuerza».

6 Aquel día haré de los jefes de Judá un brasero sobre brasas, una antorcha entre gavillas; devorarán a derecha e izquierda a todos los pueblos de alrededor, y Jerusalén volverá a estar en su lugar de siempre.

7 Primero salvará el Señor las tiendas de Judá, para que ni la casa de David ni los habitantes de Jerusalén se engrían de su esplendor frente a Judá.

8 Aquel día protegerá el Señor a los habitantes de Jerusalén.
Aquel día, el más flojo será como David; la casa de David, como un dios, como un ángel del Señor al frente de ellos.

9 Aquel día me dedicaré a exterminar a todos los pueblos que han venido contra Jerusalén.

10 Derramaré sobre la casa de David y sobre los habitantes de Jerusalén un espíritu de perdón y de oración, y volverán sus ojos hacia mí, al que traspasaron. Le harán duelo como de hijo único, lo llorarán como se llora al primogénito.

11 Aquel día el duelo de Jerusalén será tan grande como el de Hadad-Rimón, en los llanos de Meguido.

12 Todo el país hará duelo, familia por familia:
la familia de la casa de David por su lado
y sus mujeres por el suyo,
la familia de la casa de Natán por su lado
y sus mujeres por el suyo,

13 la familia de la casa de Leví por su lado
y sus mujeres por el suyo,
la familia de la casa de Semeí por su lado
y sus mujeres por el suyo,
el resto de las familias, cada una por su lado
y sus mujeres por el suyo.

Capítulo 13

1 Aquel día brotará una fuente para la casa de David y para los habitantes de Jerusalén, remedio de errores e impurezas.

2 Aquel día –oráculo del Señor del universo– arrancaré del país los nombres de los ídolos y no se recordarán más. También extirparé del país a los profetas y el espíritu de impureza.

3 Y sucederá que, si alguien anda profetizando, sus padres le dirán: «Vas a morir, pues lo que profetizas en nombre del Señor es mentira». Sus padres lo traspasarán cuando esté profetizando.

4 Aquel día se avergonzarán los profetas de las visiones de sus profecías y no se vestirán ya con el manto de pelo y así pasar inadvertidos.

5 Y dirá: «Yo no soy profeta, soy labrador; compré la tierra cuando era joven».

6 Pero le dirán: «¿Y qué son esas cicatrices entre los brazos?». A lo que responderá: «Son las que me hicieron en casa de mis amantes».

Espada, pastor y pertenencia recíproca

7 ¡Despierta, espada, contra mi pastor,
contra mi valeroso compañero!
–oráculo del Señor del universo–.
Hiere al pastor, que se dispersen las ovejas;
mi brazo castigará incluso a los zagales.

8 Y sucederá en todo el país
–oráculo del Señor–
que dos tercios serán exterminados,
perecerán, pero quedará un tercio.

9 A ese tercio lo pasaré por el fuego
y lo purificaré como se purifica la plata.
Él me llamará por mi nombre
y yo le responderé.
Diré: «Él es mi pueblo»,
y él dirá: «El Señor es mi Dios».

Jerusalén, su Dios y las naciones

* Capítulo 14

1 Mirad que llega el Día del Señor y se repartirá tu botín en medio de ti.

2 Reuniré a todos los pueblos en Jerusalén para la guerra. La ciudad será conquistada, las casas saqueadas, las mujeres violadas; la mitad de la ciudad irá al destierro, pero el resto de la población no será arrancado de la ciudad.

3 El Señor vendrá y guerreará contra aquellos pueblos, como cuando guerrea el día del combate.

4 Aquel día se plantarán sus pies sobre el monte de los Olivos, al este de Jerusalén. El monte de los Olivos se partirá en dos, al este y al oeste; quedará un gran valle. La mitad de la montaña se retirará hacia el norte y la otra mitad hacia el sur.

5 Y huiréis por el valle de mis montañas, pues el valle de las montañas llegará hasta Azel; huiréis como cuando el terremoto en tiempos del rey Ozías de Judá. Y llegará el Señor, mi Dios, con todos sus santos.

6 Sucederá aquel día que no habrá luz, ni frío ni calor.

7 Será un día único, que el Señor conoce: sin día ni noche. Al anochecer habrá una luz espléndida.

8 Aquel día brotarán aguas vivas de Jerusalén: la mitad irá al mar oriental, la otra mitad al occidental, tanto en verano como en invierno.

9 El Señor será rey de todo el mundo.
Aquel día el Señor y su nombre serán únicos.

10 Todo el país se convertirá en una llanura, desde Guibeá hasta Rimón, al sur de Jerusalén, que será realzada y habitada en su lugar, desde la Puerta de Benjamín hasta la Puerta Antigua, hasta la Puerta del Ángulo y la Torre de Jananel, hasta el Lagar del Rey.

11 Habitarán en ella y no habrá más exterminio; habitarán Jerusalén tranquilos.

12 Este será el castigo con el que castigará el Señor a todas las naciones que lucharon contra Jerusalén: su carne se pudrirá cuando todavía estén vivos; sus ojos se pudrirán en sus cuencas; sus lenguas se pudrirán en sus bocas.

13 Aquel día serán presa de un gran pánico enviado por el Señor; cada uno agarrará la mano de su vecino y su mano cubrirá la de su vecino.

14 También Judá combatirá en Jerusalén. Se juntará toda la riqueza de las naciones vecinas: oro, plata, vestidos en gran número.

15 El mismo castigo alcanzará a caballos, mulas, camellos, burros, y a todos los animales de sus campamentos. Así será el castigo.

16 Todos los supervivientes de las naciones que atacaron Jerusalén subirán cada año para postrarse ante el rey, el Señor del universo, y celebrarán la fiesta de las Tiendas.

17 Y a la tribu que no suba a Jerusalén para postrarse ante el rey, el Señor del universo, no le llegará la lluvia.

18 Y si la tribu de Egipto no sube y no viene, se quedará sin lluvia. Les caerá el mismo castigo con el que castigó el Señor a los pueblos que no subieron a celebrar la fiesta de las Tiendas.

19 Esta será la sanción de Egipto y la de todos los pueblos que no subieron a celebrar la fiesta de las Tiendas.

20 Aquel día los cascabeles de los caballos llevarán la inscripción: «Consagrado al Señor». Las cazuelas del templo serán como los hisopos del altar.

21 Todas las cazuelas de Jerusalén y de Judá estarán consagradas al Señor del universo. Y todos los que vengan a ofrecer un sacrificio las usarán para cocerlo.
Aquel día no quedará ni un comerciante en el templo del Señor del universo.