Al final de esta celebración, os saludo cordialmente a todos vosotros aquí presentes, especialmente a los que han participado en el Encuentro internacional en vista de la asamblea sinodal sobre los jóvenes, promovida por el dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida en colaboración con la Secretaría General del Sínodo de los Obispos. Este saludo se extiende a todos vosotros jóvenes que hoy, en torno a sus obispos, celebran la Jornada mundial de la juventud en cada diócesis del mundo. Es otra etapa de la gran peregrinación, iniciada por san Juan Pablo ii, que el año pasado nos reunió en Cracovia y que nos convoca en Panamá en enero de 2019. Por esto, dentro de algunos instantes, los jóvenes polacos entregarán la cruz de la Jornada mundial de la juventud a los jóvenes panameños, acompañados, los unos y los otros, por sus pastores y las autoridades civiles.
Pidamos al Señor que la cruz, unida al icono de María Salus Populi Romani, allí por donde pase haga crecer la fe y la esperanza, revelando el amor invencible de Cristo.
A Cristo, que hoy entra en la Pasión, y a la Virgen encomendamos a las víctimas del atentado terrorista sucedido el viernes pasado en Estocolmo, como también a los que son aún duramente probados por la guerra, desastre de la humanidad. Y rezamos por las víctimas del atentado perpetrado lamentablemente hoy, esta mañana, en El Cairo, en una iglesia copta. A mi querido hermano, su santidad Papa Teodoro II, a la Iglesia copta y a toda la querida nación egipcia expreso mi profundo pésame, rezo por los difuntos y por los heridos, estoy cercano a los familiares y a toda la comunidad. El Señor convierta el corazón de las personas que siembran terror, violencia y muerte, y también el corazón de los que hacen y trafican con armas.