ÁNGELUS.
Camerino. Domingo, 16 de junio de 2019

Ayer, en Pozzomaggiore, en Cerdeña, fue proclamada beata Edvige Carboni, una sencilla mujer del pueblo que en su humilde vida cotidiana abrazó la Cruz, dando testimonio de fe y de caridad. Demos gracias por esta fiel discípula de Cristo, que pasó toda su vida al servicio de Dios y del prójimo. Un aplauso para la nueva beata, todos.

Hoy queremos recordar de una manera particular a los refugiados, en el Día Mundial que las Naciones Unidas les dedican. Esta fecha invita a todos a la solidaridad con los hombres, las mujeres y los niños que huyen de las guerras, la persecución y las violaciones de los derechos fundamentales. ¡Qué nuestras comunidades eclesiales y civiles estén cerca de ellos y atentas a sus necesidades y sufrimientos!

Sigo también con preocupación las crecientes tensiones en el Golfo Pérsico. Invito a todos a hacer uso de las herramientas de la diplomacia para resolver los complejos problemas de los conflictos en el Medio Oriente. También renuevo un sincero llamamiento a la comunidad internacional para que haga todo lo posible por fomentar el diálogo y la paz.

Al final de esta celebración, un cordial saludo a todos los presentes. Extiendo mi saludo con afecto a los enfermos, a los ancianos, a los presos y a todos aquellos que, a través de la radio y la televisión, se han unido espiritualmente a esta Santa Misa. Expreso mi más sincero agradecimiento a todas aquellas instituciones, organizaciones, asociaciones y personas que han trabajado en mi breve pero intensa visita, colaborando generosamente con la archidiócesis de Camerino-San Severino Marche. Me gustaría enviar un saludo especial y mi aliento a los habitantes de San Severino Marche, que saludaré desde lo alto saludando en helicóptero a su ciudad.

Queridos hermanos y hermanas, caminad juntos por el camino de la fe, la esperanza y la caridad, fieles a los muchos testimonios de santidad con que se enriquece vuestra tierra. Pienso, entre otros, en San Venancio, San Severino, San Ansovino, San Nicolás de Tolentino, San Pacífico y la beata Battista Varano. También pienso en las numerosas figuras de «santos de la puerta de al lado» que no son beatificados ni canonizados, pero que han sostenido –y sostienen– y han transformado a las familias y comunidades con la fuerza de su vida cristiana.

Y ahora recemos juntos la oración del Ángelus. Encomiendo toda la comunidad diocesana a la Santísima Virgen, a quien veneráis en numerosos santuarios y a quien invocáis especialmente con el título de Santa María en Vía. Ella, que animó a la primera comunidad de discípulos de Jesús con su presencia materna, también ayude hoy a la Iglesia a dar un buen testimonio del Evangelio.