Viaje apostólico Mozambique, Madagascar y Mauricio, 4-10.IX.19
Queridos hermanos y hermanas:
Al concluir esta celebración, deseo dirigir un cordial saludo a todos vosotros.
Agradezco sinceramente a Mons. Razanakolona las palabras que me ha dirigido, y con él a los demás hermanos obispos presentes, a los sacerdotes, a las personas consagradas, a los esposos con sus familias, a los catequistas y a vosotros, todos los fieles.
Aprovecho esta oportunidad para expresar mi profundo agradecimiento al Presidente de la República y a todas las autoridades civiles del país por su amable bienvenida, y lo extiendo a quienes, de diferentes maneras, han contribuido al éxito de mi visita. Que el Señor os recompense y bendiga a todo vuestro pueblo, por intercesión del beato Rafael Luis Rafiringa, cuyas reliquias están expuestas aquí sobre el altar, y de la beata Victoria Rasoamanarivo.
Y ahora nos dirigimos a la Bienaventurada Virgen en oración, el día en que recordamos su nacimiento, aurora de la salvación para la humanidad. Que María Inmaculada, a quien vosotros amáis y veneráis como vuestra Madre y Patrona, acompañe el camino de Madagascar en la paz y en la esperanza.