Ángelus
Viaje apostólico a Malta, 2-3.IV.22
Domingo, 3 de abril de 2022

Queridos hermanos y hermanas:

Agradezco las palabras que Mons. Scicluna me ha dirigido en nombre de todos ustedes. Pero soy yo el que les digo a ustedes: ¡Gracias!

Quisiera expresar mi gratitud al señor Presidente de la República y a las autoridades, a mis hermanos obispos, a ustedes, queridos sacerdotes, religiosos y religiosas, y a todos los ciudadanos y fieles de Malta y de Gozo por la acogida y el afecto recibidos. Esta tarde, después de haberme encontrado con varios hermanos y hermanas migrantes, será ya hora de volver a Roma, pero llevaré conmigo muchos momentos y palabras de estos días. Tantos gestos. Sobre todo, guardaré en el corazón numerosos rostros, y el rostro luminoso de Malta. También agradezco a quienes han trabajado para esta visita y quisiera saludar cordialmente a los hermanos y hermanas de diversas confesiones cristianas y religiones que encontré durante estos días. A todos les pido que recen por mí; yo lo haré por ustedes. ¡Rezamos unos por otros!

En estas islas se respira el sentido del Pueblo de Dios. Sigan adelante así, recordando que la fe crece en la alegría y se fortalece en la entrega. Continúen la cadena de santidad que ha llevado a tantos malteses a darse con entusiasmo a Dios y a los demás. Pienso en Dun Gorg Preca, que fue canonizado hace quince años. Y, por último, quisiera dirigir unas palabras a los jóvenes, que son vuestro futuro. Queridos amigos jóvenes, comparto con ustedes lo más hermoso de la vida. ¿Saben qué es? Es la alegría de desgastarse en el amor, que nos hace libres. Pero esta alegría tiene un nombre: Jesús. Les deseo la belleza de enamorarse de Jesús, que es Dios de la misericordia –lo hemos escuchado hoy en el Evangelio–, que cree en ustedes, sueña con ustedes, ama sus vidas y no los defraudará jamás. Y para avanzar siempre con Jesús también con la familia, con el pueblo de Dios, no se olviden de las raíces. Hablar con los mayores, hablar con los abuelos, hablar con los ancianos.

Que el Señor los acompañe y que la Virgen los proteja. Le pedimos ahora por la paz, pensando en la tragedia humanitaria de la martirizada Ucrania, todavía bajo los bombardeos de esta guerra sacrílega. No nos cansemos de rezar y de ayudar a los que sufren. ¡Que la paz esté con ustedes!