Señores cardenales, queridos hermanos obispos y sacerdotes, hermanos y hermanas:
Me complace encontraros al final de los trabajos de vuestra asamblea; y agradezco a monseñor Piero Marini las corteses palabras que me ha dirigido en nombre de todos al inicio de este encuentro. Saludo a los delegados nacionales designados por las Conferencias episcopales y, de modo especial, a la delegación del comité filipino guiada por monseñor José Palma, arzobispo de Cebú, ciudad en la que tendrá lugar el próximo Congreso eucarístico internacional, en enero de 2016.
Durante esos días, el mundo católico tendrá fijos los ojos del corazón en el sumo misterio de la Eucaristía para sacar de él un renovado impulso apostólico y misionero. He aquí por qué es importante prepararse bien, y os doy las gracias, queridos hermanos y hermanas, por el trabajo que estáis desempeñando con el fin de ayudar a los fieles de cada continente a comprender cada vez más y mejor el valor y la importancia de la Eucaristía en nuestra vida.
La Eucaristía tiene el lugar central en la Iglesia porque es ella quien "hace la Iglesia". Como afirma el Concilio Vaticano II, recordando las palabras del gran Agustín, ella es "sacramentum pietatis, signum unitatis, vinculum caritatis" (Sacrosanctum concilium, 47).
El tema escogido para el próximo Congreso eucarístico internacional es muy significativo: "Cristo en vosotros, esperanza de la gloria" (Col 1, 27). Esto da plena luz al vínculo entre la Eucaristía, la misión y la esperanza cristiana. Hoy existe una falta de esperanza en el mundo, por eso la humanidad tiene necesidad de escuchar el mensaje de nuestra esperanza en Jesucristo. La Iglesia proclama este mensaje con ardor renovado, utilizando nuevos métodos y nuevas expresiones. Con el espíritu de la "nueva evangelización", la Iglesia lleva este mensaje a todos y, de modo especial, a los que, incluso estando bautizados, se han alejado de la Iglesia y viven sin hacer referencia a la vida cristiana.
El 51° Congreso eucarístico internacional ofrece la oportunidad de experimentar y comprender la Eucaristía como un encuentro transformador con el Señor en su palabra y en su sacrificio de amor, a fin de que todos puedan tener vida, y vida en abundancia (cf. Jn 10, 10). El Congreso es la ocasión propicia para redescubrir la fe como fuente de Gracia que trae alegría y esperanza en la vida personal, familiar y social.
El encuentro con Jesús en la Eucaristía será fuente de esperanza para el mundo si, transformados por el poder del Espíritu Santo a imagen de aquel que encontramos, aceptamos la misión de transformar el mundo donando la plenitud de vida que nosotros mismos hemos recibido y experimentado, llevando esperanza, perdón, sanación y amor a quienes tienen necesidad, especialmente a los pobres, los desheredados y los oprimidos, compartiendo con ellos la vida y las aspiraciones y caminando con ellos en la búsqueda de una auténtica vida humana en Cristo Jesús.
Queridos hermanos y hermanas, encomiendo desde ahora el próximo Congreso eucarístico internacional a la Virgen María. Que la Virgen proteja y acompañe a cada uno de vosotros, a vuestras comunidades, y haga fecundo el trabajo que estáis realizando con vistas al importante evento eclesial en Cebú. Os pido por favor que recéis por mí y a todos os bendigo de corazón.