Viaje apostólico a Indonesia... y Singapur (2-13.IX.24)
Dadeer di'ak!
Lo primero de todo, [les] hago una pregunta, a ver quién me la contesta. ¿Qué hacen los jóvenes? –¿Qué hacen los jóvenes?–. Tú [indica a una joven]. "Proclamar a Cristo" [responde la joven]. Muy bien.
¿Qué otra cosa hacen los jóvenes? –¿Qué otra cosa?–. "Proclamar la Palabra de Dios" [responde otro joven]. Muy bien.
¿Qué otra cosa hacen los jóvenes? "Amarse unos a otros" [responde otro joven]. Amar, los jóvenes tienen una gran capacidad de amar.
¿Qué otra cosa hacen los jóvenes? "Debemos cultivar la paz en nuestro país" [responde otro joven]. Esto no se lo olviden nunca. Muy bien, –muy bien–.
Pero hay una cosa que los jóvenes hacen siempre, los jóvenes de diversa nacionalidad, los jóvenes de diversas religiones. ¿Saben, qué cosa hacen los jóvenes siempre? Los jóvenes hacen lío, –los jóvenes hacen lío–. ¿Están de acuerdo?, ¿están de acuerdo con esto? [Los jóvenes responden].
Les agradezco los saludos, los testimonios y las preguntas, les agradezco los bailes. Porque ustedes saben que bailar es expresar con todo el cuerpo un sentimiento. ¿Ustedes conocen algún joven que no sepa bailar? [Los jóvenes responden]. La vida viene con el baile, y ustedes son un país de gente joven.
Hay una cosa que yo le decía esta mañana a un obispo, no me voy a olvidar más de la sonrisa de ustedes. No dejen de sonreír. Y ustedes, los jóvenes, son la mayor parte de la población de esta tierra, y su presencia llena de vida esta tierra, la llena de esperanza y la llena de futuro. No pierdan el entusiasmo de la fe. Imagínense un joven sin fe, con la cara "así".
¿Pero saben ustedes qué es lo que a un joven –a una joven– lo tira abajo? Los vicios. Estén atentos, porque vienen aquellos que se llaman vendedores de felicidad y te venden la droga, te venden tantas cosas que te dan felicidad por media hora, nada más. Ustedes conocen esto mejor que yo. –Ustedes conocen mejor que yo esta situación–. ¿La conocen o no? [Los jóvenes responden]. No escucho [los jóvenes responden de nuevo]. Muy bien, gracias.
Yo les deseo que sigan adelante con la alegría de la juventud. Pero, no se olviden de una cosa, que ustedes son herederos de aquellos que los precedieron fundando esta nación. Por eso, no pierdan la memoria. La memoria de aquellos que los precedieron y con tanto sacrificio consolidaron esta nación.
Y hay dos cosas que a mí me tocaron el corazón cuando iba pasando por sus calles, me tocaron mucho el corazón: la juventud de este país y la sonrisa de su pueblo. Ustedes son un pueblo que sabe sonreír, sigan así, no se olviden de esto.
Un joven tiene que soñar. Y, ¿cómo se hace Padre para soñar? ¿se bebe alcohol? [Los jóvenes responden]. No, si haces eso vas a tener pesadillas. Los invito a soñar, a soñar cosas grandes. Un joven que no sueña es un jubilado de la vida. Y alguno de estos jóvenes, alguno de entre ustedes, ¿es un jubilado? [Los jóvenes responden]. Los jóvenes tienen que hacer lío, para mostrar la vida que tienen. Pero un joven normalmente se encuentra en medio del camino de la vida, está en la mitad –en medio del camino de la vida–. Entre los niños chicos y los mayores. Y ustedes, ¿saben cuál es una de las riquezas más lindas, más hermosas, que tiene una sociedad? ¿Lo saben? Son los ancianos, los abuelos. Ustedes jóvenes [son una riqueza] y la otra punta son los ancianos, pero son los abuelos –son los ancianos– los que les dan sabiduría a los jóvenes. Ustedes, ¿respetan a los ancianos? [Los jóvenes responden]. Los ancianos nos preceden siempre en la historia, a nosotros los jóvenes, ¿verdad? Los ancianos son un tesoro. Los dos tesoros de un pueblo son los niños y los ancianos. ¿Entendido? Haber repítanlo ustedes, ¿cuáles son los dos tesoros más grandes de un pueblo? [Los jóvenes responden]. Los niños y los ancianos. Por eso, una sociedad que tiene tantos niños, como la de ustedes, tiene que cuidarlos. Y [una sociedad] que tiene tantos ancianos, que son la memoria, tiene que respetarlos y cuidarlos.
Les voy a contar una historia. Resulta que en una familia comían juntos el papá, la mamá, los hijos y el abuelo muy anciano. Y el abuelo, pobrecito muy anciano, cuando comía se ensuciaba, se le caía la comida. Entonces, el papá decidió poner una mesa en la cocina para que el abuelo comiera solo ahí. Y le explicó a la familia que, teniendo al abuelo fuera, podrían invitar gente sin pasar vergüenza por el anciano. Piensen esto, pasaron unos días y el papá llegó y encontró a su hijo de cinco años jugando con unas maderas. Y el papá le preguntó, ¿qué estás haciendo con esas maderas? Estoy haciendo una mesa [le respondió el niño]. ¿Para qué? Para ti. Para cuando seas viejo y tengas que comer solo.
Los dos tesoros más grandes que tiene una sociedad son los niños y los abuelos. Repitamos juntos, ¿cuáles son los dos tesoros más grandes de la sociedad? [Los jóvenes responden]. Por favor, cuiden a los niños y cuiden a los abuelos, ¿de acuerdo? Y ahora un aplauso muy grande a nuestros abuelos.
Ustedes en este país tan sonriente tienen una historia maravillosa: de heroísmo, de fe, de martirio y, sobre todo, de perdón y de reconciliación. Les hago una pregunta, ¿quién es la persona, en toda la historia, que fue capaz de perdonar y querer reconciliar? Piensen bien. ¿Quién es esa persona? –¿quién es?– [Los jóvenes responden]. ¡Jesús! Jesús nuestro hermano es quien nos quiere a todos juntos, y [el tema de la] reconciliación me lleva a recomendarles a ustedes tres cosas –[lo digo] e?n particular a los jóvenes–: libertad, compromiso, fraternidad.
En la lengua tetum hay un dicho que dice: "ukun rasik-an", es decir, tener la capacidad de gobernarse a sí mismo. Un joven o una joven que no son capaces de gobernarse a sí mismos, que no son capaces de vivir el "ukun rasik-an" ¿Qué son?, ¿repitan? [Los jóvenes responden], son dependientes. Muy bien. Y un hombre, una mujer, un joven, una joven que no se gobierna a sí mismo es esclavo, es dependiente, no es libre. Y, ¿de qué puede ser esclavo un joven? A ver conteste alguno de ustedes. ¿de qué? Del pecado, del celular. Después les cuento una cosa relacionada con el celular. De qué otras cosas, ¿de qué puede ser esclavo? Se puede ser esclavo de su propio deseo, [del] creerse omnipotente. ¿De qué otra cosa un joven puede ser esclavo? [Los jóvenes responden]. Lindo. La arrogancia, un joven que es siempre así, es un joven arrogante. Por el contrario, un joven comprometido, un joven que trabaja, ¿cómo es? Díganme. ¿Cómo es? [Los jóvenes responden]. Es un joven que trabaja, que ama la simplicidad. ¿Qué más? Que tiene responsabilidad. Un joven que ama la compañía de los hermanos, de las hermanas, que tiene responsabilidad, es un joven que ama la patria. Eso es muy importante.
Y hay otra cosa [importante que dijeron] Rogéria y Cecilia Efranio, refiriéndose a la importancia de cuidar la casa común y de cultivar la unidad de la familia. Un joven tiene que entender que ser libre no es hacer lo que uno quiere, sino que un joven tiene responsabilidad. Y una de las responsabilidades que tiene es aprender a cuidar la casa común, y para eso el joven tiene que comprometerse. Hay un proverbio oriental que dice: los tiempos difíciles crean hombres fuertes. Y miren a sus padres, a sus abuelos, que tuvieron que enfrentar tiempos difíciles para construir la libertad del país. Y por eso ustedes tienen que aprender a manejar los tiempos difíciles.
Una última cosa antes de irme, se trata de un valor que tienen que aprender, la fraternidad. Ser hermanos, no ser enemigos. Sus mayores, sus padres y sus abuelos, quizás con ideas diversas, fueron hermanos. Les pregunto: ¿es bueno que los jóvenes tengan ideas diversas? [Los jóvenes responden], ¿para qué?, ¿para pelearnos con los otros?, ¿o para respetarnos? [Los jóvenes responden]. Yo creo que tú piensas esto: si yo soy de esta religión y tú eres de esta otra religión, nos vamos a pelear. Esto no es así, hay que respetarse. Repitamos esa palabra: respetarse.
Les hago una pregunta, ¿el odio es una buena actitud? [Los jóvenes responden]. El amor y el servicio, estas son las verdaderas actitudes. Ahora todos juntos vamos a repetir: odio no, amor y servicio sí. [Los jóvenes responden]. Otra vez, que no escuche bien. Y si un joven, una joven, se pelea con otro, ¿qué tiene que hacer? [Los jóvenes responden]. –No oigo, ¿qué cosa dijeron?–. Repitamos todos juntos: amor y reconciliación. No escuche bien. Amor y reconciliación.
Hay una cosita que yo no sé si en este país sucede, pero en otros países sí: el bullying. ¿Aquí hay bullying? El bullying es una actitud por medio de la cual se aprovechan del más débil. Porque es feo, porque es gordo, porque camina mal, pero siempre es una actitud fea porque usa la debilidad de los demás. Aquí, en Timor-Leste, ¿hay bullying? Por favor, de ahora en adelante no más bullying.
Queridos jóvenes, sean ustedes herederos de la historia tan linda que los precedió, –sea herederos de la historia tan hermosa que los precedió–. Y llévenla adelante. Tengan coraje –tengan coraje para llevar las cosas adelante–. Y si se pelean reconcíliense. Yo les agradezco todo lo que ustedes hacen por la patria, por el pueblo de Dios. Y recordemos lo que nos ha dicho Ilham, que habló recién, que tenemos que amarnos más allá de toda diferencia étnica o religiosa. ¿Entendieron esto? [Los jóvenes responden]. Reconciliación, convivencia con toda diferencia, esto es importante. ¿Estamos de acuerdo? [Los jóvenes responden].
Y antes de terminar, tengo que darles un consejo, hagan lío –hagan lío–. Mi segundo consejo, respeten y escuchen a los ancianos, ¿de acuerdo? Primer consejo ¿Cuál es? [Los jóvenes responden]. Muy bien. Y ¿el segundo consejo? [Los jóvenes responden].
Que Dios los bendiga mucho, gracias por esta presencia, gracias por el canto y el baile, muy lindos. ¿Y cómo dijimos? Perdón, ya me olvidé. ¿Cómo eran los dos consejos?, ¿el primero?, ¿el segundo? Hagan lío –hagan lío– y respeten a los ancianos. Que Dios les conserve esta alegría. Que Dios se la conserve siempre.
Palabras espontáneas al final del encuentro, antes de retirarse:
Gracias por vuestra alegría, gracias por vuestra sonrisa. Yo les di dos consejos a ustedes. El primero, ¿cuál es? [Los jóvenes responden]. Hagan lío. ¿Y el segundo? [Los jóvenes responden]. Los jóvenes tienen que hacer lío y los jóvenes tienen que respetar a los ancianos. ¿De acuerdo? Todos juntos: primero, hacer lío; segundo, respeto por los ancianos.
Gracias por la presencia. Me voy de esta tierra, que es de sonrisas, con el rostro de ustedes y con las esperanzas de ustedes en el corazón. Que Dios me los bendiga a todos.
El primer consejo. [Los jóvenes responden].
El segundo. [Los jóvenes responden].