Al comienzo de la ceremonia, se os ha preguntado: "¿Qué queréis para vuestros hijos?" Y todos habéis dicho: "La fe". Pedís a la Iglesia la fe para vuestros hijos, y hoy recibirán el Espíritu Santo y el don de la fe, cada uno en su propio corazón, en su propia alma. Pero esta fe debe desarrollarse, debe crecer. Sí, alguno me puede decir: "Sí, sí, deben estudiarla…". Sí, cuando vayan al catecismo estudiarán bien la fe, aprenderán la catequesis. Pero antes de ser estudiada, la fe debe ser transmitida, y este es un trabajo que os toca a vosotros. Es una tarea que recibís hoy: transmitir la fe, la transmisión de la fe. Y esto se hace en casa. Porque la fe siempre debe ser transmitida "en dialecto": el dialecto de la familia, el dialecto de la casa, en la atmósfera del hogar.
Esta es vuestra tarea: transmitir la fe con el ejemplo, con las palabras, enseñando a hacer la señal de la Cruz. Esto es importante. Mirad, hay niños que no saben hacer la señal de la cruz. "Haz el signo de la cruz": y hacen algo así, que no se entiende lo que es. En primer lugar, enseñadles esto.
Pero lo importante es transmitir la fe con vuestra vida de fe: que vean el amor del matrimonio, que vean la paz de la casa, que vean que Jesús está allí. Y me permito un consejo –perdonad, pero os aconsejo esto–: no riñáis nunca delante de los niños, nunca. Es normal que los cónyuges riñan, es normal. Lo contrario sería raro. Hacedlo, pero que no escuchen, que no vean. No sabéis la angustia que tiene un niño cuando ve que sus padres riñen. Esto, me permito deciros, es un consejo que os ayudará a transmitir la fe. ¿Es malo discutir? No siempre, pero es normal, es normal. Pero que los niños no lo vean, no lo escuchen, porque les angustia.
Y ahora continuaremos con la ceremonia del bautismo, pero recordad esto: vuestra tarea es transmitirles la fe. Transmitirla en casa porque la fe se aprende allí; luego uno estudia catequesis, pero en casa [se recibe] fe.
Y antes de continuar, me gustaría deciros algo más: Sabéis que los niños se sienten hoy en un ambiente extraño: hace demasiado calor, están tapados … Y sienten el aire pesado… Entonces lloran porque tienen hambre, tienen hambre. Y una tercera razón para llorar es el "llanto preventivo". Una cosa extraña: no saben qué va a pasar y piensan: "Primero lloro, luego veremos…". Es una defensa. Os digo: que estén cómodos. Tened cuidado para no taparlos demasiado. Y si lloran de hambre, dadles de mamar. A las madres, les digo: Dad de mamar a los niños, tranquilas, el Señor quiere esto. ¿Por qué, dónde está el peligro? Que ellos también tengan una vocación polifónica: uno comienza a llorar, y el otro hace el contrapunto, y luego el otro, y al final es un coro de llantos.
Y así avanzamos en esta ceremonia, en paz, conscientes de que es vuestra tarea transmitir la fe.