DEL PAPA
A LOS JEFES DE ESTADO
PARA PRESENTAR
EL "DECÁLOGO DE ASÍS"
A Sus Excelencias
los jefes de Estado o de Gobierno
Hace exactamente un mes tenía lugar en Asís la Jornada de oración por la paz en el mundo. Hoy mi pensamiento se dirige espontáneamente hacia los responsables de la vida social y política de los países que estaban representados por los jefes religiosos de numerosas naciones.
Las intervenciones inspiradas de esos hombres y mujeres, representantes de las diferentes confesiones religiosas, así como su deseo sincero de trabajar a favor de la concordia, de la búsqueda común del auténtico progreso y de la paz en el seno de toda la familia humana, encontraron su expresión elevada y concreta a la vez en un "decálogo" proclamado al concluir esa jornada excepcional.
Tengo el honor de enviar el texto de este compromiso común a Su Excelencia, convencido de que estas diez proposiciones podrán inspirar la acción política y social de su gobierno. Pude constatar que los participantes en el encuentro de Asís estaban más animados que nunca por una convicción común: la humanidad tiene que escoger entre el amor y el odio. Y al sentirse todos miembros de una misma familia humana, supieron traducir esta aspiración a través de este decálogo, persuadidos de que el odio destruye, por el contrario el amor construye.
Deseo que el espíritu y el compromiso de Asís lleven a todos los hombres de buena voluntad a la búsqueda de la verdad, de la justicia, de la libertad, del amor, para que toda persona humana pueda gozar de sus derechos inalienables, y cada pueblo de la paz. Por su parte, la Iglesia católica, que pone su confianza y esperanza en "el Dios del amor y de la paz" (2Corintios 13, 11), seguirá comprometiéndose para que el diálogo leal, el perdón recíproco y la concordia mutua tracen la ruta de los hombres en este tercer milenio.
Agradeciendo a Su Excelencia el interés que presta a mi mensaje, aprovecho la ocasión que se me ofrece para asegurarle mi profunda estima.
Vaticano, 24 de febrero de 2002
DECÁLOGO DE ASÍS POR LA PAZ
1.- Nos comprometemos a proclamar nuestra firme convicción de que la violencia y el terrorismo son incompatibles con el auténtico espíritu de la religión y, condenando todo recurso a la violencia y a la guerra en nombre de Dios o de la religión, nos comprometemos a hacer todo lo que nos sea posible para desarraigar las causas del terrorismo.
2. Nos comprometemos a educar a la gente en el respeto y la estima mutuos para favorecer una convivencia fraterna y pacífica entre personas de diferentes grupos étnicos, culturas y religiones.
3. Nos comprometemos a promover la cultura del diálogo para que crezcan la comprensión y la confianza recíproca entre individuos y pueblos, siendo éstas las premisas de la paz auténtica.
4. Nos comprometemos a defender el derecho de toda persona humana a vivir una existencia digna, según al propia identidad cultural y a formar libremente una familia.
5. Nos comprometemos a dialogar con sinceridad y paciencia, sin considerar lo que nos diferencia como un muro imposible a superar, sino por el contrario reconociendo que el encuentro con la diversidad de los demás puede convertirse en una oportunidad para mejorar la comprensión recíproca.
6. Nos comprometemos a perdonarnos mutuamente los errores y prejuicios del pasado y del presente, y a apoyarnos en el común esfuerzo por derrotar el egoísmo y la prepotencia, el odio y la violencia, así como a aprender del pasado que la paz sin la justicia no es una auténtica paz.
7. Nos comprometemos a estar de la parte de los que sufren a causa de la miseria y el abandono, haciéndonos portavoces de quien no tiene voz y trabajando concretamente para superar tales situaciones, con la convicción de que nadie puede ser feliz solo.
8. Nos comprometemos a hacer nuestro el grito de quien no se resigna a la violencia y al mal y queremos contribuir con todas nuestras fuerzas para dar a la humanidad de nuestro tiempo una esperanza real de justicia y de paz.
9. Nos comprometemos a alentar toda iniciativa que promueva la amistad entre los pueblos, convencidos de que el progreso tecnológico, cuando falta un entendimiento solidario entre los pueblos, expone al mundo a crecientes riesgos de destrucción y muerte.
10. Nos comprometemos a pedir a los líderes de las naciones que hagan todos los esfuerzos posibles para crear y consolidar, a nivel nacional e internacional, un mundo de solidaridad y paz, basado en la justicia.
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