Na

Na 1, 1-14. Yahvé, Señor de los pueblos

Na 1, 1-10. El poder arrollador de Yahvé

Este oráculo punitivo, o masa, está concebido en su introducción como un salmo, en el que se canta la omnipotencia avasalladora de Yahvé como garantía del triunfo sobre el gran enemigo, Asiría. Nahum es calificado con el nombre gentilicio de Elqoshita, oriundo de Elqosh, localidad aún no claramente identificada. Los autores modernos se inclinan por su localización en Judea, cerca del Beth-Gibrin actual, la Eleuterópolis de la época bizantina. San Jerónimo relaciona el nombre de Elqosh con el de una aldea de Galilea de su tiempo, llamada Elcesi.
El profeta presenta a Yahvé como un gigante que avanza por el cielo dispuesto a dar el ataque frontal al invasor asirio. Toda la naturaleza le está sometida: los mares, los bosques de Basan y el Carmelo se marchitan a su paso. Es ridículo, pues, que el hombre se oponga a su poder descomunal. Sus enemigos, inconscientes en sus propósitos (embebidos en su embriaguez, v.10), desaparecerán como zarzas enmarañadas, devorados como paja seca por el fuego de la ira divina.

Na 1, 11-14. La destrucción total de Nínive

Parece que el profeta tan pronto se dirige al opresor asirio como a Judá. Así parece que en el ?. 11 el autor se encara con Asiría por sus maquinaciones contra el pueblo de Dios. Por eso Yahvé les enviará el castigo, aunque ahora sus ejércitos se sientan intactos, completos y numerosos (v.12). A continuación parece que el profeta se dirige a Israel, que ha sido humillado y devastado en castigo de sus pecados; pero esto no volverá a repetirse: Yo te he humillado y no volveré a humillarte (v.12b). Ha logrado quebrantar el yugo que pesaba sobre el pueblo elegido y romper las cadenas que le tenían esclavizado. Yahvé ha decretado la extirpación total del opresor: de Nínive no quedará ni la memoria de su nombre (v.14); sus templos serán saqueados y las imágenes esculpidas e ídolos fundidos, orgullo de los asirios, desaparecerán, y toda la ciudad de Nínive quedará convertida en un montón de ruinas, un inmenso sepulcro ignominioso.

Na 2, 1-14. Caída y ruina de Nínive

Na 2, 1/2-7/8. El ataque a Nínive

En la mente del profeta se agolpan las escenas del ataque a la ciudad de Nínive. La descripción es vigorosa y llena de patetismo. Las frases entrecortadas se suceden. Primero invita irónicamente a Nínive a prestarse a la defensa: cíñete los lomos. (v.1/2). Y a continuación describe con vivo colorido al ejército invasor de Nínive. Los soldados enemigos avanzan vestidos de escarlata, con sus escudos color de sangre; sus carros ruedan estrepitosamente y sus caballos inundan el campo de batalla como un torbellino (c.3/4-5)· Ante su avance arrollador, los príncipes asirios se aperciben del peligro y emprenden la huida, tropezando en la marcha, y, en un último esfuerzo desesperado, corren a los muros para preparar las defensas.
Pero los enemigos conocen el punto débil de la fortaleza, y así abren las esclusas de los canales para que inunden la fortaleza, último reducto de la resistencia: se abren las puertas de los ríos (v.6/7), y el palacio es inundado, con el consiguiente pavor: el palacio está sumido en el terror. Autores antiguos, como Ktesias y Diodoro-de Sicilia, dicen que Nínive fue anegada por una inundación del Tigris. En todo caso, el profeta nos da una descripción muy plausible de la invasión y destrucción de Nínive por los invasores babilonios y medos en 612 a.C. En su perspectiva pro/etica, muchos detalles no han de tomarse al pie de la letra; los profetas sólo suelen resaltar lo esencial de los hechos, que aquí es la certeza de la destrucción de la gran metrópoli asiría.
Lo demás es ropaje literario y esfuerzo de la imaginación para presentar con vivos colores el acontecimiento a sus lectores. Uno de estos detalles es el referente al expolio del templo de Istar, la diosa de la fecundidad, identificada con Venus: La reina es desnudada y sacada a luz (?.7/8). Quiza se aluda al hecho de que la imagen de la diosa fuese despojada de sus adornos y sacada de su recinto sagrado, sumido en la oscuridad. Es el fin de su culto. Por ello, sus servidoras (hieródulas, mujeres dedicadas al culto sexual, al servicio del templo) lloran y gimen como palomas. Al desaparecer la reina, se terminan los ingresos lucrativos que su culto proporcionaba.
El v.2/3 parece que está fuera de lugar, pues el contexto no favorece su situación actual. La alusión a la restauración de Judá después de la devastación parece exigir se traslade a continuación del v.15 del c.1, donde se habla de la paz traída por el mensajero a la nación israelita.

Na 2, 8/9-13/14. El saqueo de la ciudad de Nínive

El fragmento es vigoroso e impresionante. No cabe describir con más patetismo el momento del saqueo de la gran metrópoli asiría. Esta es comparada a un estanque de aguas que se van (v.8/9); es el éxodo de los fugitivos, que abandonan su ciudad por todas partes como agua que a borbotones sale de un estanque con muchas filtraciones. Es inútil que algunos den la voz de ¡Alto! a los fugitivos, pues nadie se vuelve a la ciudad, que está a punto de perecer.
Al mismo tiempo se oye una voz de los invasores que invita al saqueo de la gran capital, almacén de inmensas riquezas, acumuladas con las expoliaciones de los pueblos sojuzgados: ¡Saquead la plata, saquead el oro! (v.9/10). Y al punto el profeta presiente el efecto de la invitación a los invasores: por doquier, saqueo, pillaje, devastación (v.10/11); la consternación de los habitantes de Nínive no tiene límites: corazones llenos de espanto, rodillas temblorosas. No cabe descripción más patética y expresiva.
Ante este espectáculo, el profeta recuerda lo que fue Nínive en el pasado, cuando con toda impudencia invadía a los pueblos vencidos y los privaba de sus riquezas, reuniéndolas en la gran capital convertida en cubil lleno de rapiñas. Todo era poco para sus caprichos. El imperio asirio es comparado aquí al león, que, abusando de su fuerza, arrebata todo lo que se le antojaba para distribuirlo entre sus cachorros (v.12/13).
Pero ha llegado la hora del castigo a la despótica metrópoli del imperio asirio, la hora de experimentar la ira de Yahvé. Todo su poderío se esfumará, y de nada le servirán sus tesoros, fruto de sus rapiñas (v.13/14). Asiría desaparecerá como nación y ya no se oirá mas la voz de sus embajadores, que antes se presentaban a las cortes de los pueblos pequeños con exigencias exorbitantes e injustas. Como siempre, los profetas ven en todas las vicisitudes de los grandes imperios (en su nacimiento y en su ocaso) la mano de la Providencia divina, que dirige los hilos de la historia. Ahora ha llegado la hora del exterminio a Asiría, como más tarde llegará a Babilonia.

Na 2, 14/15-2. Invitación a Judá a regocijarse por la liberación

Una vez cumplida la justicia divina sobre el opresor injusto, el profeta entona un cántico de exultación a Judá, invitando a gozarse de las buenas nuevas o albricias que trae el mensajero de la paz. Ha llegado la hora de que Judá se entregue confiada a sus festividades en el templo para dar gracias a Dios con sus votos por la liberación cumplida. Ha pasado el invasor aBelial, el "perverso" por excelencia) y ya no volverá a ensañarse contra el pueblo de Dios.

Na 3, 1-19. La hora del castigo divino

Na 3, 1-7. Los crímenes y la ruina de Nínive

De nuevo el profeta describe la invasión de los enemigos de Nínive, que llevan la mortandad y la devastación. Se acusa a Nínive de haber cometido fornicaciones, seduciendo a las naciones (v.4). En la literatura profética, la palabra fornicación, aplicada a Israel, tiene el sentido de idolatría, pues Israel estaba unida con un pacto a Yahvé como único Esposo; por eso sus idolatrías representaban una infidelidad a este matrimonio espiritual. Pero en el caso de Nínive no parece que encaje esta acepción de fornicación aplicable a la idolatría. Más bien parece que aquí se presenta a la gran metrópoli como una meretriz, que con sus seducciones engañaba a las pequeñas naciones para que le entregaran sus tesoros.
Por otra parte, la expresión maestra en brujerías a parece aludir a las encantaciones que tanto se cultivaban en Mesopotamia, y de cuyas prácticas queda una abundante literatura. En todo caso, aquí el símil central es el de la cortesana desvergonzada, que abusa de su situación privilegiada para atraerse amantes (los pueblos limítrofes). Como a tal la va a tratar Yahvé, ya que descubrirá sus vergüenzas ante las naciones para que la reconozcan como cortesana (?·5) ? 1a desprecien como tal. Al caer en manos de sus enemigos invasores, las naciones antes seducidas se apartarán de ella espantadas: ¡Ha sido destruida Nínive! (v.7). Y entonces a la hora de la ruina nadie se compadecerá de ella.

Na 3, 8-10. Asiría seguirá la suerte de Egipto

Asiría no debe confiar en su poderío actual, pues otro imperio tan fuerte como el suyo (Egipto) desapareció: ¿Eres tú mejor que No-Amón? (Tebas). Amón era el dios principal de Tebas, y No es el nombre que en la Biblia y en las inscripciones de Asurbanipal se da a Tebas, la capital del Alto Egipto. Aquí, pues, No-Amón es el símbolo del imperio de los faraones, venido a menos desde que los imperios mesopotámicos hicieron irrupción en la costa siro-fenicio-palestina. La situación privilegiada de Egipto (sentada entre ríos o canales del Nilo) no lo salvó en el tiempo de la invasión.
De hecho, los reyes de Asiría Asaradón y Asurbanipal llegaron hasta el mismo Tebas en 663 a.C. Nahum se hace eco de este acontecimiento insólito, e insiste en que, a pesar de estar Egipto separado por las aguas, fue presa del coloso asirio, sin que le valiera la ayuda que le prestaron Etiopia, Put y Libia (v.9). La dinastía XXV egipcia, con capital en Tebas, era de origen etiópico, y fue la que sufrió el desastre bajo Asurbanipal. Put se suele identificar con la zona geográfica que actualmente ocupa Somalia; era famosa por sus riquezas y como punto de convergencia comercial con Arabia y la India. Libia es la región que actualmente lleva el mismo nombre al oeste de Egipto.
El profeta destaca estas naciones auxiliares de Egipto para mostrar que, a pesar de la fuerza conjunta de ellas, el imperio de los faraones se hundió estrepitosamente cuando los ejércitos asirios hicieron irrupción en el Alto Egipto en la segunda expedición de Asurbanipal en 663 a.C. Este rey en sus crónicas se gloría de haber saqueado totalmente a Tebas, llevando a su población cautiva al destierro. Es a lo que se refiere Nahum en su oráculo: Se fue prisionera.; sus nobles fueron echados a suerte y sus grandes fueron cargados de cadenas (v.10). El invasor asirio sufrirá la misma suerte. El profeta vaticina el desastre de Nínive unos cuarenta años después de la ruina de Tebas, cuando el imperio asirio empieza a declinar en los últimos años de Asurbanipal (668-625 a.C.).

Na 3, 11-19. La ruina total de Nínive

El profeta anuncia claramente que la suerte de Asiría no va a ser mejor que la del imperio faraónico, pues tendrá que experimentar los efectos de la justicia vengadora de Yahvé: Tú también serás embriagada (con la copa de la ira divina). Es inútil que Nínive intente defenderse ante los invasores, pues está madura para la derrota, y sus fortalezas caerán con la facilidad con que caen las brevas al sacudirse en la boca de quien las come (v.12). Los varones de Asiría no opondrán resistencia, pues son débiles como mujeres (v.13); por eso las puertas se abren de par en par al enemigo.
Irónicamente, el profeta invita a los habitantes de Nínive a apresurar los trabajos de defensa: Abastécete de agua para el asedio, amasa la arcilla. (v.14). Pero de nada servirán estos esfuerzos póstumos, porque lo devorará todo el fuego (v.15). La gran metrópoli perecerá en un momento, como consumida por un fuego devorador o un enjambre de langostas. La mención de la langosta le sirve al profeta para ampliar la comparación e invitar sarcásticamente a los ninivitas a multiplicarse como las langostas y emprender el vuelo, librándose del peligro: multiplícate como la langosta. (v.15).
La frase multiplicaste tus mercaderes más que las estrellas del cielo parece fuera de lugar, y probablemente es una glosa alusiva al emporio comercial de Nínive en sus tiempos de gloria. El glosista pudo intercalar entre las amenazas del profeta este recuerdo irónico para los felices tiempos pasados. La frase la langosta se deslarva y se va puede aludir al carácter efímero de la prosperidad comercial de Nínive, que desapareció como las langostas después que han salido de su estado larvario; y debe de ser glosa de la misma mano que la anterior.
De nuevo la imagen de las langostas es aplicada por el profeta a los funcionarios asirios. El imperio está al caer, y sus dignatarios y escribas, o funcionarios públicos, están como aletargados, sin saber reaccionar como enjambre de langostas en día frío sobre el vallado (?.17); pero llegan los primeros calores del sol y levantan el vuelo. Así, los responsables de la dirección del imperio están tranquilos; pero, cuando se acerque la hora de peligro, abandonarán su puesto, como un enjambre de langostas, dispersándose para salvar su vida.
El imperio se halla en una situación débil y expuesta a todo peligro, ya que sus responsables, sus pastores y grandes, están como adormilados, sin darse cuenta del peligro (v.18), entregados a un puro mecanismo burocrático desganado, sin autoridad e incapaz de resistir los ataques que se avecinan. Como consecuencia de esta indolencia, el pueblo se halla como un rebaño disperso por los montes, inconsciente del peligro que se avecina; y, por otra parte, no hay voces responsables que le congreguen. El imperio asirio morirá de agotamiento y cansancio, como todos los imperios. Su ruina, pues, no tiene remedio, ya que está herido con herida incurable (v.19). Y los pueblos sojuzgados están esperando la hora de levantar la cabeza y batir palmas por la desaparición del imperio tiránico asfixiante. Todos los pueblos han sufrido sus arbitrariedades y sus exacciones (¿sobre quién no descargó sin tregua tu maldad? v.19), y por eso todos se sentirán alegres por la destrucción de Nínive, símbolo de la opresión esclavizadora.