DANIEL

Dn 1-6 Son historias que se desarrollan en las cortes de Nabucodonosor (Dn 1, 1-4, 34), de Baltasar (Dn 5, 1-30) y de Darío el medo (Dn 6, 1-29), abarcando así todo el período de la cautividad hasta Ciro el persa (véase Dn 1, 21), que decretó la vuelta de los judíos a su tierra el año 539. Solo Nabucodonosor (604-562 a.C.) y Ciro (559-530 a.C.) son reyes conocidos por la historia. La mención de Baltasar y Darío puede deberse no tanto a un error o ignorancia del autor, cuanto a su intención de señalar de algún modo el carácter ficticio de las narraciones.

Dn 2 El episodio, lleno de tensión, manifiesta el don otorgado por Dios a Daniel (véase Dn 1, 17), que era incluso superior al de José en Egipto, pues no solo interpreta el sueño, sino que Dios le revela su contenido.

Dn 2, 45 La piedra en cuanto instrumento para el advenimiento de ese reino tiene una connotación mesiánica.

Dn 3, 1-97 Historia similar a la de Dn 6. Que en ella no aparezca el profeta puede ser signo de que en su origen era independiente de las otras. La estatua representa la idolatría en general. Los tres jóvenes son ejemplo de quien pone la confianza en Dios, y de quien defiende la libertad de conciencia y de religión mediante una resistencia pasiva ante órdenes que sobrepasan las competencias de quienes rigen la sociedad.

Dn 3, 51-90 Himno de alabanza construido de forma artística: primero se alaba directamente a Dios (52-56), después se invita a que lo hagan todas las criaturas (57-88), y al final se cantan los motivos por los que alaban y dan gracias los tres jóvenes (89ss).

Dn 3, 98-4, 34 En continuidad con Dn 2, este pasaje muestra el don otorgado por Dios a Daniel y que ahora testimonia solemnemente Nabucodonosor. No hay constancia histórica de la locura de Nabucodonosor aquí mencionada; sí, en cambio, de una enfermedad parecida sufrida por Nabónidas, el último rey de Babilonia.

Dn 5 El marco histórico del relato es ficticio, pues Baltasar no fue hijo ni sucesor de Nabucodonosor; ni siquiera fue rey, sino solo gobernador de Babilonia en tiempos de Nabónidas (555-539 a.C.), último sucesor de Nabucodonosor. La narración pretende mostrar de nuevo la sabiduría de Daniel, puesta al servicio de los reyes gentiles para que reconozcan a Dios. Al mismo tiempo presenta el final del imperio babilónico (véase Dn 6, 1) como decretado por Dios. Además, Baltasar es aquí figura de Antíoco IV.

Dn 5, 25 Mane, thequel, phares (según Teodoción). Daniel interpreta estas palabras relacionándolas con tres verbos que suenan de manera parecida: maná (medir), saqal (pesar) y paras (dividir). Mediante este juego de palabras se anuncia el fin del reino babilónico y el advenimiento de los persas.

Dn 6 Daniel vive ahora una prueba semejante a la de sus compañeros en Dn 3. Con ella se cierra el ciclo de las historias en la corte. Daniel está integrado en el gobierno del rey y colabora con él, sin perder por ello su identidad judía. Los que conspiran contra él simbolizan a los judíos aliados con el poder seléucida en la época de los Macabeos.

Dn 7-12 Comienza aquí la parte apocalíptica del libro. Daniel es ahora receptor de revelaciones que le llegan, bien en sueños (7-8), bien por la lectura de la Escritura (9), bien por un anuncio angélico (10-12). Se le revela el momento del fin que había anunciado antes a Nabucodonosor (véase Dn 2, 28). Él mismo lo pone por escrito para que sirva de motivo de esperanza a los judíos que sufren la terrible persecución de Antíoco IV Epífanes.

Dn 7, 13 Hijo de hombre significa «hombre», como en Ezequiel. Connota la idea de la debilidad humana frente al aspecto terrible y feroz de las bestias. Representa al Israel fiel, «pueblo de los santos del Altísimo» (véase Dn 7, 27). En el judaísmo del s. I esta figura fue entendida como el Mesías personal y preexistente; con este sentido, Jesucristo se aplicó a sí mismo el título «Hijo del hombre», uniéndolo además a su pasión, a su resurrección y a su venida gloriosa para el juicio final.

Dn 8 Esta visión viene a desarrollar la última parte de la anterior. Ahora se trata del imperio medo-persa, derrotado por el griego, y de la actuación de Antíoco IV, el cuerno pequeño de Dn 8, 9 y el rey de Dn 8, 23. La atención se centra más en saber cuándo va a llegar el fin, con objeto de dar esperanza en medio de la persecución.

Dn 9 La revelación se da ahora a Daniel al hilo de la lectura y estudio de las profecías ya escritas, con las que, de esta forma, conecta directamente. La lectura le lleva a la oración (4-19) y con esta le llega de lo alto la comprensión actualizadora, porque la palabra pronunciada es válida para siempre (20-27).

Dn 10-12 Es la última y gran visión, en la que se dan los elementos propios del género literario de «anuncios angélicos». Ya no se habla de los personajes en forma simbólica, sino directamente de los reyes protagonistas de la historia. Incluye el pasado (Dn 11, 2-20), el presente (Dn 11, 20-39) y el futuro (12, 31-13, 4), presentado todo ello como profecía.

Dn 12, 2 Se habla de resurrección en sentido real, como la de los mártires en 2M 7, 14. 29, en orden a que los justos participen del reinado eterno que se va a instaurar en la tierra, y a que los impíos sufran el castigo.

Dn 13-14 Se trata de historias no unitarias, que presentan a Daniel como un joven desconocido movido por el espíritu de Dios para salvar a una persona inocente (13), y un judío capaz de desenmascarar a los ídolos (14). Como parte final del libro tales historias resaltan que Dios hace siempre justicia al inocente, y que la idolatría es una burda impostura.

Dn 13, 2 En Susana, cuyo nombre significa «lirio» o «azucena», puede verse una figura del pueblo de Israel por su fidelidad al marido, su belleza, su piedad y su confianza en Dios.

Dn 14 Se trata de dos relatos unidos entre sí y de carácter burlesco y popular, que culminan en un episodio similar al de Dn 6. Como colofón del libro viene a mostrar la ridiculez de la idolatría y, en contraste, la salvación otorgada por el Dios verdadero, el Dios de Israel.

Dn 14, 33-39 El episodio parece inspirado en Ez 8, 3 y en 1R 17, 6. Resalta la dignidad profética de Daniel y muestra que Dios quiere servirse de unos hombres para la salvación de otros. El profeta en cuestión solo coincide con el del libro de Habacuc en el nombre.