SEGUNDA Y TERCERA CARTAS DE SAN JUAN

Estas dos cartas que, por su brevedad, se designan también como epístolas menores de San Juan, responden en su estructura al modelo de las cartas de la época en el ambiente grecorromano: tienen al principio un protocolo –con el nombre del remitente, los destinatarios y el saludo– y, al final, la despedida. El autor se presenta en ambas como «el Presbítero» 1. La segunda se dirige «a la Señora Elegida y a sus hijos» 2, expresión que es un modo figurado de designar a una iglesia local, muy probablemente de Asia Menor. La tercera va dirigida a un cristiano llamado Gayo 3, y quizás a través de él a un grupo de fieles. La gran difusión que tuvieron desde el principio –a pesar de su brevedad– constituye un testimonio implícito acerca de la autoridad de su autor. A esto se añaden los abundantes testimonios que, desde los tiempos más antiguos, atribuyen estas cartas al Apóstol San Juan. Así, San Policarpo (†156) –discípulo del Apóstol– en su Carta a los Filipenses 4 parece utilizar el texto de 2Jn 1, 7. San Ireneo (†202) –discípulo a su vez del anterior– cita 2Jn 1, 7 y 2Jn 1, 11, atribuyendo esta carta expresamente a San Juan 5. También Tertuliano (†hacia el 222), testigo de la Iglesia en el Norte de África, alude a 2Jn 1, 7 6. Un testimonio indirecto se encuentra en Clemente de Alejandría (†214), que para introducir una cita de 1 Juan emplea la fórmula: «Juan en su epístola mayor…», dando a entender que conocía, al menos, otra carta menor del mismo autor 7. Citas explícitas de las dos cartas se encuentran en diversos escritores de los siglos III al V: San Dionisio de Alejandría 8, San Atanasio 9, San Cirilo de Jerusalén10, San Gregorio Nacianceno11, San Agustín12, etc. Ambas cartas figuran junto con 1 Jn como obras del Apóstol San Juan en las más antiguas listas o cánones de los libros inspirados. Junto a este amplio consenso –reflejado en tantos testimonios provenientes de diversos lugares de la Iglesia–, hubo también en los primeros siglos algunas dudas acerca de la autenticidad joánica de estas dos cartas. Ya Orígenes (†253) menciona esas dudas existentes en su tiempo13. Eusebio coloca ambas cartas entre los «escritos discutidos» del Nuevo Testamento, es decir, los que no eran admitidos por todos como canónicos14, si bien él personalmente las aceptaba15. Lo mismo cabe decir de San Jerónimo, que las consideraba auténticas, pero sin dejar de señalar las dudas al respecto que hubo en su tiempo16. El origen de estas dudas es un texto de Papías de Hierápolis (escrito hacia el año 130) que menciona a un Juan «el presbítero» distinto, al parecer, de Juan «apóstol»17.

1. CONTENIDO

En 2Jn los destinatarios son la «Señora Elegida y sus hijos» (v. 1). Lo más probable es que no se trate de una noble dama cristiana y su familia, sino de una iglesia local. De manera semejante, en la despedida se llama «tu hermana Elegida» (v. 13) a la comunidad cristiana desde donde escribe el Apóstol, probablemente Éfeso. Las recomendaciones que hace el autor coinciden con los temas tratados más ampliamente en 1 Jn: el amor fraterno y la observancia de los mandamientos (vv. 4-6), y el cuidado frente a los seductores (vv. 7-11). Ante éstos, que «no confiesan a Jesucristo venido en carne» (v. 7), el Apóstol exhorta a los fieles a permanecer en la doctrina de Cristo (v. 9), que es el Hijo del Padre (v. 3), para vivir así en comunión con el Padre y el Hijo (v. 9).

3Jn va dirigida a un cristiano de nombre Gayo (v. 1), del que no tenemos más noticias. San Juan le elogia por ser un verdadero cristiano (vv. 3-4), lo cual demostraba practicando la hospitalidad con los enviados por el Apóstol (vv. 5-8), expresando así al mismo tiempo su respeto por la persona de San Juan. Esta actitud contrasta con la de Diotrefes, que debía de ser el que dirigía aquella comunidad (v. 9): éste no acata la autoridad del Apóstol, ni recibe a sus enviados, e incluso se atreve a excomulgar a quienes lo hacen (vv. 9-10). Por esta razón, una carta que el Apóstol había escrito anteriormente (v. 9) no había surtido ningún efecto. También se nombra a un cierto Demetrio, probablemente el portador de la carta, y del cual «todos dan testimonio» (v. 12). Suele suponerse que Demetrio tenía el encargo o bien de reemplazar a Diotrefes en el gobierno de la comunidad, o bien de instituir a Gayo en este cargo.

2. COMPOSICIÓN Y ENSEÑANZA

Además de los testimonios de la Tradición, también las semejanzas de expresión y contenido de ambas cartas con la primera y el cuarto evangelio, hablan a favor de la paternidad literaria de San Juan. En efecto, no cabe duda de que las dos epístolas son del mismo autor: basta comparar el saludo inicial y la despedida, con formulaciones casi idénticas18. Por otra parte, ambas, particularmente la segunda, contienen una serie de locuciones e ideas que son características de San Juan. Así, son típicamente joaneos los giros: «amar de verdad»19; «conocer la verdad»20; «permanecer en Cristo» o «en la doctrina de Cristo»21; «poseer al Padre y al Hijo»22; referirse a la primera enseñanza cristiana con el giro «como habéis oído desde el principio»23; la insistencia en el amor fraterno –«amémonos unos a otros»24–, mandamiento que no es nuevo, sino que lo tenemos desde el principio25; el amor a Dios consiste en guardar sus mandamientos26; quien obra el bien, «es de Dios»27, mientras que quien obra el mal, «no ha visto a Dios»28. En las dos primeras cartas se habla de los «muchos anticristos», «falsos profetas» o «seductores» que han aparecido en el mundo29; son quienes «no confiesan a Jesucristo venido en carne»30. También en las dos el Apóstol expresa el deseo de que «nuestra alegría sea completa»31. Como se ve, apenas hay un versículo de 2Jn que no tenga su paralelo en 1Jn. De hecho, suele considerarse la segunda como un primer esbozo –o bien como un resumen– de la primera.

A falta de otros datos de la Tradición, se puede suponer razonablemente que estas cartas fueron escritas en los últimos años del siglo I, como una advertencia en momentos en que el peligro de los herejes y disidentes no era aún tan grave como revela 1Jn.

1 2Jn 1; 3Jn 1, 1.
2 2Jn 1.
3 3Jn 1, 1.
4 cfr Ad Philippenses 7, 1.
5 cfr Adversus haereses 1, 16, 3; 3, 16, 8.
6 cfr De carne Christi 24.
7 cfr Stromata 2, 16, 76.
8 cfr Eusebio de Cesarea, Historia ecclesiastica 7, 25, 11.
9 Epistulae 39.
10 Catecheses 4, 36.
11 Carmina 1, 12, 37.
12 De doctrina christiana 2, 8, 12.
13 cfr In Ioannem 5, 3; vid. Eusebio de Cesarea, Historia ecclesiastica 6, 25, 7-10.
14 cfr Historia ecclesiastica 3, 25, 3.
15 cfr Demonstratio Evangelica 3, 5, 88.
16 cfr Ad Paulinum 53, 8; De viris illustribus 9.
17 Eusebio de Cesarea, Historia ecclesiastica 3, 39, 4.
18 cfr 2Jn 1, 1 con 3Jn 1, 1, 1; 2 Jn 4 con 3Jn 1, 1, 3.4; 2Jn 1, 12 con 3Jn 1, 1, 13.14.
19 1Jn 1, 3.18; 2Jn 1, 1; 3Jn 1, 1, 1.
20 1Jn 1, 2, 21; 2Jn 1, 1.
21 cfr 1Jn 1, 2.28; 2Jn 1, 9.
22 cfr 1Jn 1, 2.23; 2Jn 1, 9.
23 1Jn 1, 2.24; 1Jn 1, 3, 11; 2Jn 1, 6.
24 1Jn 1, 3, 11.23; 1Jn 1, 4.7; 2Jn 1, 5.
25 cfr 1Jn 1, 2.7; 2Jn 1, 5.
26 cfr 1Jn 1, 5, 3; 2Jn 1, 6.
27 1Jn 1, 3.10; 3Jn 1, 1, 11.
28 1Jn 1, 3.6; 3Jn 1, 11.
29 1Jn 1, 2.18; 4, 1; 2Jn 1, 7.
30 1Jn 1, 4, 2; 2Jn 1, 7.
31 1Jn 1, 4; 2Jn 1, 12.