Amigos de Dios

Trabajo de Dios

Lugar en el libro: 4ª
Datación: 6-II-1960
Primera edición: V-1977
Orden de edición: 15ª

1. Nota histórica

El día 22 de marzo de 1977 fue enviado a España el texto de la homilía Trabajo de Dios 1. Era la sexta, entre las que había dejado preparadas san Josemaría, que se remitía desde Roma para ser publicada. Desde el envío anterior –La esperanza del cristiano, remitida el 5 de mayo de 1976– habían transcurrido algo más de diez meses. No conocemos el motivo de este amplio intervalo.
El original mecanografiado del que disponemos consta de diecinueve folios a doble espacio, con veintiocho notas a pie de página. En el primer folio, ha sido anotada a mano la fecha de envío: "22-III-77", así como el título: "TRABAJO DE DIOS", y debajo: "(Homilía pronunciada el 6-II-1960)". Esa fecha correspondía, según el calendario litúrgico del momento, al sábado de la IV semana después de Epifanía.
Ese texto es, lógicamente, el mismo enviado a España para su publicación. En él se advierten algunos pequeños retoques de palabras, realizados en la revisión final antes de enviarla. Al comentar el texto, en los lugares oportunos, mencionaremos estos retoques, que suponen leves cambios en la última versión mecanografiada del original, y establecen, por tanto, el texto definitivo 2.
Además, en el original que manejamos se han incorporado, a posteriori, algunas correcciones de erratas descubiertas, más tarde, durante el proceso de edición. También se aprecian algunas mejoras en el aparato crítico 3. Esto significa que esa copia –única de la que se dispone– coincide enteramente con el texto de la primera edición; de hecho, está archivada en la carpeta que reúne todos los originales publicados 4.
En la preparación del texto, san Josemaría utilizó como base algunos apuntes –tomados a oído por algunos oyentes, y por tanto no literales– de una meditación, que predicó en Roma el 16 de abril de 1960, durante un curso de retiro, en el que participaban algunos miembros del Consejo General. Aquella jornada coincidía con el Sábado Santo (o Sábado de Gloria, como entonces se denominaba), razón por la que en la meditación no se hacen referencias a la liturgia del día 5.
La homilía Trabajo de Dios vio por vez primera la luz en la revista Mundo Cristiano, año XV, n. 172, mayo de 1977, pp. 39-46 6. Junto al título: Trabajo de Dios y una foto del Autor, la redacción de la revista incluyó la siguiente entradilla:
"En este mes de mayo, iniciado con la celebración de una fiesta de San José que recuerda el valor cristiano del trabajo, nos honramos en ofrecer a nuestros lectores esta homilía, pronunciada por Monseñor Josemaría Escrivá de Balaguer el 6 de febrero de 1960, inédita hasta ahora. Dios había escogido a Monseñor Escrivá de Balaguer como instrumento fidelísimo para fundar el Opus Dei, camino de santificación en el trabajo profesional y en el cumplimiento de los deberes ordinarios del cristiano. Con su vida, con su palabra y con sus escritos, recordó que es preciso convertir todos los momentos y circunstancias de la vida en ocasión de amar a Dios, y de servir con alegría y con sencillez a la Iglesia, al Romano Pontífice y a las almas".

2. Líneas teológico-espirituales de fondo

El fundador del Opus Dei habla del trabajo como "operatio Dei"
El título que hemos dado a esta breve introducción, solo tiene como objeto alentar al lector –cuya perspicacia se da por descontada– a poner gran atención en la homilía que va a leer a continuación. Estamos ante uno de los temas centrales de la enseñanza del Autor: el del trabajo humano como realidad santificable y como cauce de santificación. Si en cualquier aspecto de la espiritualidad cristiana por el que estuviésemos interesados, la doctrina del fundador del Opus Dei –como la de otros maestros de vida cristiana– pide ser conocida y merece ser consultada, en el que ahora estamos abordando esa actitud es sencillamente, a nuestro entender, indispensable, por la profundidad y originalidad de sus aportaciones.
Al ser una de las luces centrales del carisma fundacional de san Josemaría, esta del trabajo santificado y santificador –el del cristiano corriente que se desenvuelve en medio de la sociedad como uno más entre los demás, pero siempre también metido en Dios–, se halla de algún modo presente en todos sus escritos (aunque no siempre, como es lógico, explícitamente). Es, en efecto, una luz de fondo que está siempre ahí. Luz poderosa tanto en el plano doctrinal o teológico-espiritual, como también, consecuencia necesaria, en el de la praxis pastoral y evangelizadora ligada a una misión fundacional descrita por él mismo –es un ejemplo entre tantos– así: "Hemos venido, hijas e hijos queridísimos, a adoctrinar a las gentes, con una enseñanza a la vez simple y fecundísima. Dios nos pide que digamos a todas las almas que pueden y deben buscar la santidad personal en su propio estado, cada uno en el suyo, y en su oficio o profesión, en medio del mundo. Así el ideal de la santidad, único y común a todos los cristianos, es accesible a través de los distintos estados o géneros de vida, sin salirse de ellos, porque son otros tantos caminos divinos que nos llevan al Señor: basta cumplir, en cada estado y oficio, los deberes que el propio estado y el propio trabajo imponen, pues de tal modo cumplimos la Voluntad de nuestro Padre Dios" (Carta 2-II-1945, n. 9).
El título de la homilía es elocuente. No obstante, es posible que, quien no tuviera algún conocimiento previo del espíritu de san Josemaría, pudiera no captar de entrada su sentido. Pero bastaría comenzar a leer para empezar también a entender. Ya al inicio de la homilía encontramos una primera síntesis de ideas básicas: "El trabajo de cada uno, esa labor que ocupa nuestras jornadas y energías, ha de ser una ofrenda digna para el Creador, operatio Dei, trabajo de Dios y para Dios: en una palabra, un quehacer cumplido, impecable" (55d). Y conforme va avanzando el texto, van también intensificándose la hondura y la claridad. "Trabajo de Dios y para Dios", trabajo digno de ser presentado ante el Señor y de ser recibido por Él como ofrenda grata, trabajo bien hecho, acabado con amor, realizado sin tacha, trabajo que se hace oración.
En la introducción de la homilía, antes incluso de comenzar a exponer el primero de los apartados, escribe el Autor unas palabras de gran importancia para conocer su espíritu. Volveremos a meditar su sentido, pero vale ya la pena dejar constancia de su valor: "Toda la vida del Señor me enamora. Tengo, además una debilidad particular por sus treinta años de existencia oculta en Belén, en Egipto y en Nazaret. Ese tiempo –largo–, del que apenas se habla en el Evangelio, aparece desprovisto de significado propio a los ojos de quien lo considera con superficialidad. Y, sin embargo, siempre he sostenido que ese silencio sobre la biografía del Maestro es bien elocuente, y encierra lecciones de maravilla para los cristianos. Fueron años intensos de trabajo y de oración, en los que Jesucristo llevó una vida corriente –como la nuestra, si queremos–, divina y humana a la vez; en aquel sencillo e ignorado taller de artesano, como después ante la muchedumbre todo lo cumplió a la perfección" (56b).
El texto de la homilía ha sido orgánicamente dispuesto en torno a cuatro apartados, construidos desde una visión teológica positiva del quehacer del cristiano en el mundo, fundada a su vez de manera consistente –como es propio de san Josemaría, y como aquí enseguida se advierte– en la conciencia de ser en Cristo hijo de Dios.

El trabajo, participación del poder divino (nn. 57-60)

El primero de los apartados tiene como clave de fondo lo que el propio título indica. No ha de verse en el trabajo simplemente una ley inexorable o una mera obligación (57b) de la criatura humana sobre la tierra, sino también y ante todo una forma de participación, que Dios mismo nos otorga, en el gobierno de la creación, llamándonos a desarrollar dicha función con libertad y responsabilidad, más aún, con afán de santidad. "Este es el secreto de la santidad que vengo predicando desde hace tantos años" (58a): "El Señor os quiere santos en el lugar donde estáis, en el oficio que habéis elegido por los motivos que sean: a mí, todos me parecen buenos y nobles –mientras no se opongan a la ley divina–, y capaces de ser elevados al plano sobrenatural, es decir, injertados en esa corriente de Amor que define la vida de un hijo de Dios" (60a).

Valor ejemplar de la vida profesional (nn. 61-63)

La llamada a la santidad en y a través del propio trabajo es inseparable, en el espíritu de san Josemaría, de la llamada al apostolado allí donde ese trabajo se desempeña. Este es el argumento del segundo apartado de la homilía, que, en síntesis, puede sonar así: "Hemos de evitar el error de considerar que el apostolado se reduce al testimonio de unas prácticas piadosas. Tú y yo somos cristianos, pero a la vez, y sin solución de continuidad, ciudadanos y trabajadores, con unas obligaciones claras que hemos de cumplir de un modo ejemplar, si de veras queremos santificarnos" (61a). Y siempre con la convicción de que "la santificación del trabajo ordinario constituye como el quicio de la verdadera espiritualidad para los que –inmersos en las realidades temporales– estamos decididos a tratar a Dios" (61b), y ese trabajo profesional –sea el que sea–, así realizado, "se convierte en un candelero que ilumina a vuestros colegas y amigos" (ibid.).

Hacer del trabajo oración (nn. 64-67)

Trabajo bien hecho, ofrecido a Dios, santificado, cauce de santidad personal y de apostolado: trabajo que es, con esas cualidades, sinónimo de oración. He aquí el leitmotiv del tercer apartado, cuyo título lo dice todo. Su significado es patente: "Si buscas la santificación en y a través de tu actividad profesional, necesariamente tendrás que esforzarte en que se convierta en una oración sin anonimato" (64b), una oración, por tanto, personal, de alma contemplativa que se sabe mirada y acompañada por Dios, "una gran conversación con Nuestro Padre del Cielo" (ibid.).

Hacerlo todo por Amor (nn. 68-72)

Todo lo anterior se compendia en lo que el Autor aconseja y describe en el último apartado. Obrar por amor a Dios y a los hombres significa también trabajar con espíritu de libertad, sin dar "paso al miedo o a la rutina" (68a), y nunca "como el que soporta el peso de un castigo o una maldición" (71a). No faltarán las dificultades y el sacrificio, que pueden ser siempre superados por quienes, en su tarea, en el lugar que ocupan en la sociedad, sienten "la obligación de hacer un trabajo de Dios, que siembre en todas partes la paz y la alegría del Señor" (70).

Notas

1 com/cg/22-III-1977, en AGP, A.3, 109-1-7. En el mismo envío llegó también el texto de otra homilía: Vivir cara a Dios y cara a los hombres.
2 Ya ahora, para tener una visión completa de esos retoques, ofrecemos el elenco completo:
Pág. orig. – Palabra sustituida – Nuevo término – Nº ADD
1 – "beneditio" – "benedictio" – 55b
"plenitud" – "integridad" – 55c
2 "el prodigio de sus" – "atónita" – 56a
4 "dicho" – "sostenido" – 56b
"no se pueden soltar" – "no pueden evadirse" – 57c
5 "calar" – "calar en" – 58b
6 "impedí que quitaran de la pared" – "me llamó la atención" – 59b
"de la meditación" – "del tema" – 60a
10 "terrenos" – "temporales" – 63b
"humanos" – "terrenos" – 63b
11 "limitaba en mi labor" – "limitaba a" – 64c "vuestras almas" – "cada uno de vosotros" – 64c
12 "garita como en" – "garita en"
13 "para Dios y para las aves del cielo" – "para Dios. ¿Entiendes ahora cómo" – 65c "maravillas" – "misericordias" – 66a
15 "por amor" – "por Amor" – 68 (ladillo)
17 – "conocimiento" – "convencimiento" – 70
19 – "quiero" – "quiero y venero" – 72c
3 Por ejemplo, en las referencias patrísticas está ya indicado el lugar correspondiente del Migne. Los párrafos están asimismo numerados.
4 AGP, A.3, 110-2 (y para esta homilía, 110-2-4). Al señalar que es la única copia de que se dispone, queremos decir que en este caso –único entre las dieciocho homilías– no se ha conservado copia del texto enviado a España para preparar la edición, que sí contendría los retoques últimos del Autor, pero no la corrección de las erratas descubiertas en el proceso, como tampoco la numeración de los párrafos. Esa copia debería haber sido archivada en el dossier propio de esta homilía (A.3, 109-1-7), pero no se encuentra allí; la causa de su ausencia nos es desconocida; posiblemente se trate de una simple distracción.
5 Existen tres versiones, prácticamente idénticas, de esa meditación (AGP, A.4, m600416). Versión A): Ocupa cuatro folios mecanografiados a intervalo doble; su título es: "Vida de trabajo (16-4-60)"; en la última página repite la fecha: "Roma, 16 de abril de 1960"; se conservan cuatro ejemplares, con formato distinto, aunque el contenido es el mismo; esta es la versión que utilizamos para comparación en el apartado de comentario del texto. Versión B): Dos folios y medio, espacio simple; su título: "crs+, 16-IV-60"; solo se conserva un ejemplar, cuyo contenido es prácticamente igual al de la versión A, aunque con algunos retoques terminológicos (por ejemplo, en lugar de "ejercicios", se escribe "curso de retiro"; en lugar de "Superior", "Director", etc.), que indica un origen más reciente. Versión C): Es una copia algo defectuosa de la versión A, que ocupa cuatro cuartillas, bajo el título de: "Del Padre. Tertulia. Vida de trabajo. 16-4-60". Además de esas tres versiones, se conservan también tres octavillas manuscritas por un oyente.
6 Apareció también, pocos días después, publicada como folleto en la colección "Cuadernos Mundo Cristiano", n. 10 (cuya tirada habitual era de 10.000 ejemplares).