Amigos de Dios

Madre de Dios, madre nuestra

Lugar en el libro: 17ª
Datación: 11-X-1964
Primera edición: VIII-1973
Orden de edición: 8ª

1. Nota histórica

El original mecanografiado de la homilía Madre de Dios, Madre nuestra salió de Roma hacia España el 4 de junio de 1973, casi un mes después del envío anterior 1. Iba a ser la octava entre las destinadas al "segundo volumen", y última de las publicadas por separado en vida de san Josemaría.
Ocupaba quince folios, escritos a doble interlineado, con treinta y una notas a pie de página, algunas completadas y otras no, y con ladillos definitivos. Bajo el título mencionado se leía: "Homilía pronunciada el 11-X-1964, fiesta de la Maternidad de la Santísima Virgen". En ese original, aunque corresponde a la última versión mecanográfica, se aprecian retoques en dos palabras, que debieron ser indicados por san Josemaría en la postrera lectura del texto, previa a su envío a la imprenta; por su levedad, posiblemente, no se vio necesario realizar una nueva copia, y se escribieron encima de las anteriores, previamente borradas con líquido corrector 2.
Para redactar la homilía, san Josemaría quizás pudo tener presente, como en otras ocasiones, los apuntes tomados por algún oyente de la meditación que había predicado en Roma, a los miembros del Consejo General del Opus Dei, el domingo 11 de octubre de 1964, fiesta entonces de la Maternidad divina de María. Sin embargo, es tan leve la semejanza entre el texto de aquella meditación –en realidad, por su tono, parece que se trató más bien de una oración personal hecha en voz alta– y el de la homilía, que la hipótesis de una relación entre ambos podría ser descartada 3.
Tampoco hemos podido comprobar si el Autor, al elaborar esta homilía dedicada a la maternidad espiritual de María, se había servido de alguna de sus predicaciones marianas anteriores 4. Consideramos, en consecuencia, como opinión más probable conforme a la documentación disponible, que la homilía fue directamente redactada para ser publicada, y que san Josemaría la quiso asociar, mediante la fecha de datación (coincidente con la de la meditación mencionada), a una festividad mariana para él muy querida, como afirma al comienzo de la homilía 5, portadora además de felices recuerdos, antiguos y recientes.
Conviene recordar, en efecto, que el 11 de octubre de 1964, día en que está datada, era el vigésimo primer aniversario del nihil obstat para la erección diocesana del Opus Dei, emanado por la Santa Sede en 1943. Aquella aprobación romana había significado "una consolidación jurídica de la estructura de gobierno de la Obra y el poner las bases para un futuro régimen interdiocesano y de derecho pontificio" 6. San Josemaría guardaba en su memoria, con filial agradecimiento a la Santísima Virgen, el hecho de que aquella appositio manuum pontificia hubiese sido fechada en Roma en la festividad de la Maternidad divina, que entonces se celebraba en ese día de octubre 7.
También se debe tener en cuenta que el día anterior a la meditación, sábado 10 de octubre de 1964, el papa Pablo VI había recibido a san Josemaría en audiencia privada, y había manifestado su gran aprecio hacia la Obra y hacia la persona de su fundador 8. Habían hablado de la configuración jurídica definitiva del Opus Dei, y el Santo Padre le había confirmado que, una vez acabados los trabajos del Concilio, podría verse el camino para alcanzarla 9. Con esos recuerdos en el corazón, aquel rato de oración en voz alta fue una encendida acción de gracias a la Santísima Trinidad, que san Josemaría quería hacer llegar al Cielo por manos de la Virgen10.
Durante los preparativos para publicar la homilía en España, se sugirieron dos retoques en el modo de citar unos textos litúrgicos, que fueron aceptados por san Josemaría e introducidos en el original11.
La primera edición de Madre de Dios, Madre nuestra tuvo lugar en Madrid, en agosto de 1973, en el folleto n. 41 de la Colección "Noray", de Ediciones Palabra. También apareció, casi contemporáneamente, incluida en el n. 170 de la Colección "Folletos Mundo Cristiano", de la editorial SARPE acompañada de la homilía Sacerdote para la eternidad.

2. Líneas teológico-espirituales de fondo

Alcanzar la experiencia personal del amor materno de María

Este hermoso texto sobre la Virgen, en el que el Autor despliega, en clave espiritual y pastoral, todo su corazón mariano y su sabiduría mariológica, está centrado en la contemplación de la Maternidad divina y de la Maternidad espiritual de Santa María. El sustantivo Madre, usado inseparablemente en un sentido o en el otro –véase el título de la homilía–, aparece escrito más de cincuenta veces. Esa Maternidad es, en esencia, su único argumento.
En el párrafo 293, de carácter temáticamente espiritual, pero también de alta densidad teológica, nos parece descubrir la intención de fondo del texto: su hilo conductor. San Josemaría, sin hablar de sí mismo, quiere hacernos partícipes de una íntima disposición –hecha de fe, esperanza y amor sobrenaturales– que late en su alma y llena sus días. Consiste, diciéndolo con sus palabras, en gozar como bien propio, como fuente de esperanza y de fortaleza, de la "experiencia particular del amor materno de María". Todo en la homilía encamina hacia el logro de tan admirable objetivo.
En cierto modo, esa meta se podía ya entrever veladamente en las homilías previas. Si se lee detenidamente el párrafo 293c, se aprecia que las cualidades estupendas y deseables que en él se describen ("encontrarás enseguida todo el amor de Cristo, te verás metido en esa vida inefable de Dios […], te llenarás de deseos de servir […]. Serás el cristiano que a veces sueñas ser"…), son las que han ido apareciendo a lo largo del volumen, reunidas ahora como características de un camino posible y aconsejable: el que se forja en el alma como fruto de alcanzar aquella "experiencia particular".
Como es lógico, el sentido filial mariano está esencialmente unido, en el alma y en la doctrina de san Josemaría, al "sentido de la filiación divina". Saberse hijo en el Hijo, "otro Cristo", no puede desligarse del sentirse también particularmente hijo de Santa María.
Completamos esta breve descripción del contenido de la homilía destacando las principales líneas de fondo de sus cinco apartados.

Fe del pueblo cristiano (nn. 275-276)

Que María, elegida para ser Madre de Dios hecho Hombre, ha recibido también el don y la misión de ser Madre espiritual de los hombres, es una verdad de fe, firme y felizmente creída por el pueblo cristiano en cuanto proclamada por Dios mismo en el Calvario, y confesada solemnemente por la Iglesia –cuando hubo de hacerlo, para defenderla de los errores nestorianos– en el Concilio de Éfeso, del año 431. "Quiera Dios Nuestro Señor –escribe san Josemaría– que esta misma fe arda en nuestros corazones, y que se alce de nuestros labios un canto de acción de gracias: porque la Trinidad Santísima, al haber elegido a María como Madre de Cristo, Hombre como nosotros, nos ha puesto a cada uno bajo su manto maternal. Es Madre de Dios y Madre nuestra" (275c). Esa entrega a nosotros de su Madre para que lo sea también nuestra, es calificada por el Autor como "exceso de amor" del Redentor, que "ansiaba redimirnos, disponía de muchos modos para ejecutar su Voluntad Santísima, según su infinita sabiduría. Escogió uno, que disipa todas las posibles dudas sobre nuestra salvación y glorificación" (276b).

Madre del Amor Hermoso (nn. 277-280)

Amaba san Josemaría repetir esta advocación mariana, "Madre del Amor Hermoso", que el libro del Eclesiástico (Sirácida) aplica a la Sabiduría divina, y que la Iglesia ha utilizado en su liturgia como primera lectura de algunas de las Misas de Santa María.
El Autor fue muy devoto de este título, singularmente expresivo del amor purísimo de María, que es para nosotros: "Lección de amor hermoso, de vida limpia, de un corazón sensible y apasionado, para que aprendamos a ser fieles al servicio de la Iglesia. No es un amor cualquiera este: es el Amor. Aquí no se dan traiciones, ni cálculos, ni olvidos. Un amor hermoso, porque tiene como principio y como fin el Dios tres veces Santo, que es toda la Hermosura y toda la Bondad y toda la Grandeza" (277b).
Extendió san Josemaría por todo el mundo la devoción a ese Amor Hermoso de nuestra Madre ("Ella es la seguridad, el Amor que nunca abandona, el refugio constantemente abierto, la mano que acaricia y consuela siempre", 279a)12.

Madre de la Iglesia (nn. 281-283)

En este pasaje de la homilía, datada en 1964, se hace eco el Autor de ciertas dificultades que corrían por entonces en algunos ambientes acerca de "si era o no oportuno llamar a María Madre de la Iglesia", y señala: "La Madre de Dios y, por eso, Madre de todos los cristianos, ¿no será Madre de la Iglesia, que es la reunión de los que han sido bautizados y han renacido en Cristo, hijo de María?" (282c). Y luego se extiende a considerar aspectos de esa maternidad, que induce también, con ayuda de la gracia de Dios, el deseo de imitarla en todo: "Si nos identificamos con María, si imitamos sus virtudes, podremos lograr que Cristo nazca, por la gracia, en el alma de muchos que se identificarán con Él por la acción del Espíritu Santo. Si imitamos a María, de alguna manera participaremos en su maternidad espiritual" (281c).
El título del apartado y su contenido guardan probablemente relación, aunque no se detengan en pormenores teológicos, con la alocución del papa Pablo VI al Concilio Vaticano II, el 21 de noviembre de 1964. Vale la pena recordar aquí uno de los pasajes de aquel memorable discurso. Muchos Padres conciliares, indica el Papa, habían pedido con insistencia al Concilio "una declaración explícita de la función maternal de María que la Virgen ejerce sobre el pueblo cristiano". Pablo VI también lo deseaba, y hace ver que el título de "Madre de la Iglesia" sintetizaba muy bien "el puesto privilegiado que este Concilio ha reconocido a la Virgen en la Santa Iglesia". Con esos presupuestos, dirá: "Así, pues, para gloria de la Virgen y consuelo nuestro, Nos proclamamos a María Santísima Madre de la Iglesia, es decir, Madre de todo el pueblo de Dios, así de los fieles como de los pastores que la llaman Madre amorosa, y queremos que de ahora en adelante sea honrada e invocada por todo el pueblo cristiano con este gratísimo título. / Se trata de un título, venerables hermanos, que no es nuevo para la piedad de los cristianos; antes bien, con este nombre de Madre, y con preferencia a cualquier otro, los fieles y la Iglesia entera acostumbran a dirigirse a María. Ciertamente que ese título pertenece a la esencia genuina de la devoción a María, encontrando su justificación en la dignidad misma de la Madre del Verbo Encarnado"13.

Maestra de fe, de esperanza y de caridad (nn. 284-288)

En los párrafos que conforman este apartado, el Autor contempla a la Virgen como maestra de santidad, o lo que es igual, como maestra de la práctica de las virtudes teologales. También ha mirado así a Santa María en otros pasajes del libro, anteriores o posteriores a estos (cfr. 204c, maestra de fe; 255b, maestra de oración). Y del mismo modo, en otros de sus libros (cfr. ECP, 173-175; C, 502; S, 33; F, 555), ha hablado de María como maestra de oración, de entrega sin límites, de amor a Dios, etc. Aquí, al hilo de las escenas evangélicas, pone la atención en el ejemplo que se desprende de las actitudes de nuestra Madre, meditadas, y leídas con espíritu filial. "Como Madre, enseña; y, también como Madre, sus lecciones no son ruidosas" (284a); lecciones discretas, propias de su fiat "sincero, entregado, cumplido hasta las últimas consecuencias, que no se manifestó en acciones aparatosas, sino en el sacrificio escondido y silencioso de cada jornada" (ECP, 172a; cfr. C, 509)14.

Madre nuestra (nn. 289-293)

La doctrina contenida en estos puntos finales podría compendiarse en estas palabras: "Es la llena de gracia, la suma de todas las perfecciones: y es Madre. Con su poder delante de Dios, nos alcanzará lo que le pedimos; como Madre quiere concedérnoslo. Y también como Madre entiende y comprende nuestras flaquezas, alienta, excusa, facilita el camino, tiene siempre preparado el remedio, aun cuando parezca que ya nada es posible" (292c). Y desde esa perspectiva, todos los párrafos que componen el apartado se orientan a fomentar en el lector la práctica del trato filial con María, "hablándole, manifestándole nuestro cariño, ponderando en nuestro corazón las escenas de su vida en la tierra, contándole nuestras luchas, nuestros éxitos y nuestro fracasos" (290a).
Es aquí cuando encontramos enunciado el gran consejo de san Josemaría a los lectores, que dice así: "Te aconsejo (…) que hagas, si no lo has hecho todavía, tu experiencia particular del amor materno de María. No basta saber que Ella es Madre, considerarla de este modo, hablar así de Ella. Es tu Madre y tú eres su hijo; te quiere como si fueras el hijo único suyo en este mundo. Trátala en consecuencia: cuéntale todo lo que te pasa, hónrala, quiérela. Nadie lo hará por ti, tan bien como tú, si tú no lo haces" (293b). Ese es el consejo; la respuesta queda en manos de cada uno.

Notas

1 com/cg/4-VI-1973, en AGP, A.3, 108-2-3. El 8 de mayo había sido enviado el texto de Hacia la santidad, de la que trataremos después de esta. Llegó acompañada de otra homilía, Sacerdote para la eternidad, que no sería luego incluida en Amigos de Dios.
2 Las señalaremos en el comentario al texto, pero las recogemos también aquí:
Orig. – Texto borrado – Nuevo texto – Nº ADD
p. 6 – No se lee bien, quizás decía: "al primer golpe de vista son" – "a primera vista resultan" – 281b
p. 11 – No se lee bien, quizás decía: "merecido" – "alcanzado" – 288c
En AGP, A.3, 110-2-17 se conserva una copia de ese original en la que ya se han incorporado esos retoques, y también se han añadido a mano los números marginales definitivos del texto (274-293).
3 Se conservan diversos ejemplares mecanografiados de la meditación, (los denominamos A, B y C), copia todos ellos, en distintos formatos (y con títulos variados), de una misma versión tomada a oído y luego cuidadosamente redactada por los oyentes. Se encuentran archivados en AGP, A.4, m641011. El ejemplar A) se titula: "Fiesta de la Maternidad de la Santísima Virgen María. 11-X-64"; ocupa 4 folios y medio a doble interlineado, con estrechos márgenes laterales. Lo usaremos en el posterior comentario como eventual texto básico, aunque solo en una ocasión. De este hay también una segunda copia, en la que alguien ha numerado a mano los párrafos, quizás para su propio uso. El ejemplar B), de idéntico contenido al anterior, se titula: "Palabras no literales del Padre, Meditación, 11-X-1964"; ocupa 3 folios a interlineado sencillo, y en el último se lee: "Roma, 11-X-1964". El ejemplar C), de idéntico tamaño y contenido al B, tiene en cambio otro título: "11-X-64. MATERNIDAD DE MARIA. Audiencia con Pablo VI", y en su último folio: "(Algunos párrafos no textuales de la meditación del Padre al cg 11-X-64)".
4 Las que hemos revisado, al ser predicaciones de contenido mariano, muestran algún rasgo general de semejanza con la meditación de 1964, y con la homilía que analizamos, pero el parecido es débil, y no cabe sostener una relación directa entre esos textos. Por ejemplo, se conserva el guion de una meditación de san Josemaría en los primeros años 40 del siglo pasado, titulado "Devoción a la Virgen" (AGP, A.3, 186-1-1), que ocupa una cuartilla manuscrita por una cara, y está dividido en dos partes, una de las cuales (la primera), denominada "Plática", contiene cuatro puntos, de los que uno se titula como la homilía que consideramos: "Madre de Dios y Madre nuestra"; el parecido acaba ahí: no es un precedente directo suyo. Tampoco lo son los puntos siguientes de la Plática ("Reina del cielo y de la tierra: omnipotencia suplicante" –abre llave con cuatro palabras: "Inmaculada", "Santísima", "Misericordiosísima", "Gloriosísima"–; "A Jesús se va y se viene por María"; "Guía y ejemplo de todas las virtudes"). Lo mismo cabe decir de la segunda parte del guion, denominada: "Meditación", que contiene tres apartados: "Jesús en la locura de su amor" (abre llave: "1º/ se va y se queda en el Sacramento"; "2º/ se ofrece y muere por nosotros"; "3º/ Nos deja a su Madre como Madre nuestra [‘Mujer, he ahí a tu Hijo… y a Juan He ahí a tu Madre’]"). Los otros dos apartados, señalados con letras, se titulan: "a/ Et in illa hora accepit eam discipulus in sua"; "b/ Monstra te esse Matrem".
5 Cfr. 274a.
6 VdP, 2, cap. XIV, n. 6.
7 En los apuntes de la meditación del 11 de octubre de 1964, a la que nos venimos refiriendo, se leen estas palabras: "Yo he considerado muchas veces, y os he hecho considerar, que cada paso jurídico que hemos dado, lo hemos dado bajo la protección de la Madre de Dios. Hoy, al celebrar la fiesta de la Maternidad divina de la Santísima Virgen, recuerdo –no puedo menos de recordar– que la primera vez que la Santa Sede puso sus manos sobre la Obra fue en este día, hace tantos, tantos años. Este hermano vuestro que está a mi lado [se refiere a Álvaro del Portillo] me decía: ‘Padre, estará Vd. contento de que mañana es la Virgen del Pilar’. Y yo le contestaba: ‘fiesta por fiesta, todas las de la Virgen me conmueven, me parecen estupendas, pero, puesto a escoger, prefiero la de hoy, la Maternidad’. Y no sabía entonces que la Madre de Dios había intercedido por esta Obra de Dios, y se había dado la primera aprobación".
8 En la citada meditación, en efecto, en referencia a la audiencia privada del Santo Padre, se lee: "Hijos míos, yo no podía ni soñar lo que vi y lo que oí ayer; cosas algunas que, por ser personales, me daban vergüenza, injustas, por ser de cariño. (…) Y cuando al final quiso que nos hicieran una fotografía, y dijo: ‘aquí, junto a la Virgen’, me pareció que era una señal más de la protección de Nuestra Madre. (…) No estoy acostumbrado a los buenos tratos, y lo de ayer era superlativo en todos los terrenos, también en el personal, y me da vergüenza. Yo he de dar las gracias a Nuestra Señora, otra vez, otra vez (…) para que Ella las dé a la Trinidad Beatísima".
9 Cfr. VdP, 2, cap. XXII, n. 6.
10 El Diario del Consejo General de ese día alude, aunque sobriamente, tanto a la meditación como a la audiencia del día anterior: "Día 11, domingo. Fiesta de la Maternidad de Nuestra Señora. Por la mañana el Padre nos dirige la meditación. La idea central que nos repite es el agradecimiento y el amor que hemos de tener a la Virgen Santísima. Cada paso de la historia de la Obra está señalado con un matiz mariano, y el de ayer, en la víspera de esta fiesta, confirma la regla" (anotación del 11-X-1964, en AGP, M.2.2, 430-12).
11 Esos retoques, en las notas 13 y 14, correspondientes respectivamente a los actuales 283a y 283b de Amigos de Dios, consistieron en: a) escribir: "Misa de la Maternidad divina de María, Gradual", en lugar de: "Aleluya de la Misa de la Maternidad divina de María"; y: b) "Antífona ad Communionem en las Misas de la Virgen", en lugar de: "Antífona ad Communionem en la Misa común de la B. M. Virgen".
12 Un testimonio al respecto, entre otros, es su deseo de que se esculpieran tres hermosas imágenes de María bajo esta advocación. Una está situada a la entrada de la iglesia prelaticia de Nuestra Señora de la Paz, en Roma; la segunda la regaló a la Universidad de Navarra y está ubicada en una ermita a la entrada del campus; la tercera, la entregó a la Prelatura de Yauyos (Perú), y está colocada en el santuario que lleva su mismo nombre en la ciudad de Cañete (cfr. J.L. BASTERO, "Las advocaciones marianas en los escritos del beato Álvaro del Portillo", en M. VANZINI – R. DIÁZ DORRONSORO [a cura di], Egli manifestò la sua gloria, Roma, Edusc, 2015, p. 401).
13 PABLO VI, Alocución en la clausura de la 3ª sesión del Concilio Vaticano II, 21-XI-1964, nn. 24-30.
14 Sobre María como maestra de santidad en la vida ordinaria, cfr. C. ROSSI, "María, punto de referencia de la santidad cristiana", en A. ARANDA (ed.), María, camino de retorno. Nueva evangelización y piedad mariana, Pamplona, Eunsa, 2012, pp. 191-204.