Homilía Por María hacia Jesús
Lugar en el libro: 14ª
Datación: 4-V-1957
Primera edición: V-1969
Orden de edición: 5ª
Se han conservado escasos datos sobre el origen y elaboración de la homilía Por María, hacia Jesús, aunque ha llegado a nuestras manos el original de la última versión mecanografiada del texto: catorce folios a doble espacio, con veintisiete notas a pie de página1. Bajo el título se lee: “(homilía pronunciada el 4 de mayo de 1957)"; sin referencia al nombre del autor. Consta también, por la documentación archivada, que su proceso de redacción lo llevó a cabo san Josemaría entre el 10 de marzo de 1969 (fecha del envío a España de La conversión de los hijos de Dios, que la precedía en el tiempo)2 y el 20 de abril del mismo año, día en que fue a su vez remitida ésta.
La comunicación que acompañaba su envío ofrece información sobre la génesis del texto: una petición hecha al autor (“Enviamos una homilía del Padre, que habían solicitado de la redacción de Telva"), aunque deja abierta la posibilidad de que sea publicada en otro medio de comunicación (“Tampoco habría inconveniente en que apareciera en otra revista")3. Cabría inferir, a la vista de esa comunicación, que la revista “Telva" –en la que había aparecido La conversión de los hijos de Dios– había solicitado un nuevo texto a san Josemaría, en este caso de temática mariana4. Por razones que desconocemos, la homilía no apareció en “Telva", sino que fue editada por vez primera en la revista “Ama", en su n. 227, segunda quincena de mayo de 1969, pp. 43-49.
No hay constancia de los materiales previos, que pudiera haber tenido en cuenta san Josemaría para elaborar el texto. Los apuntes archivados de su predicación en torno a la Santísima Virgen son abundantes, pero no hemos hallado conexión más o menos directa entre alguno de esos documentos y el texto de la homilía. Es plausible pensar que la escribió directamente para ser publicada. Tampoco disponemos de datos acerca de la fecha con que la quiso datar (4 de mayo de 1957, sábado).
El texto publicado en “Ama", con los ladillos intermedios y las notas a pie de página, respondía fielmente al original recibido de Roma. No sucedió así, en cambio, con el título que la revista dio a la homilía, pues el original, Por María, hacia Jesús, fue sustituido, sorprendentemente, por el de: “¡Son soles!", expresión que alude a una tradición narrada en el texto, pero que se aparta del título que le había dado el autor. Desconocemos si ese cambio fue consultado, aunque cabe suponer que no. Tampoco se incluía en la edición de “Ama" la fecha de la homilía. Se recuperaron ambos –el título original y la fecha de datación– en la edición aparecida un año después en la colección de Folletos “Mundo Cristiano", n. 100 (abril, 1970). Precisamente en un ejemplar de ese folleto, en su segunda edición (agosto 1970), introdujo san Josemaría algunas correcciones al texto, que señalaremos en el lugar correspondiente5.
Una última particularidad en relación con la homilía. Durante años, tanto en las ediciones que se hicieron por separado, como estando ya incluida en Es Cristo que pasa, se mantuvo un dato erróneo en la fecha de la romería a Sonsoles a la que se refiere san Josemaría en dos pasajes de la homilía6. El autor, fiándose de la memoria, había escrito: “1933", pero en realidad –como había dejado anotado en otros documentos– debía decir: “1935". Se corrigió ese dato erróneo en 19857.
Una homilía mariana, en el mes de mayo
El misterio de María, elegida para ser la Madre del Verbo Encarnado y ensalzada, por esa misma razón, a la condición de Madre de la Iglesia y de todos los hombres, está esencialmente vinculado al misterio de Cristo, tanto en sus aspectos teológicos más profundos como en sus manifestaciones espirituales y pastorales más inmediatas. En una serie de meditaciones como las que desarrolla san Josemaría en este libro, en las que se contemplan ordenadamente las verdades reveladas sobre Cristo y su proyección en la existencia del cristiano como alter Christus, es completamente lógico –y hasta necesario– dirigir también la mirada hacia María, para resaltar cuanto, a través de Ella, ha querido revelarnos Dios.
En este libro encontramos dos homilías marianas: la que ahora estamos considerando, situada sistemáticamente en el tiempo pascual, e inspirada en la tradición mariana del mes de mayo; y la que, más adelante, tomará como objeto de meditación la solemnidad litúrgica de la Asunción de María al Cielo. En la primera, si queremos expresarlo en términos teológicos, san Josemaría aborda de manera más directa la consideración de la misión maternal (Madre de Dios y Madre de los hombres) para la que ha sido escogida María, bajo cuyo amparo somos conducidos al encuentro de su Hijo. En la segunda, en cambio, denominada: La Virgen Santa, causa de nuestra alegría, se detendrá más bien en la contemplación de la santidad de la Virgen, no tanto en su plenitud del Cielo cuanto, principalmente, en su admirable caminar en la tierra –en el ámbito de su existencia cotidiana junto a Jesús–, que hace de Ella Maestra de la que aprender y Modelo al que imitar.
Así, pues, María como Madre, y María como Maestra y Modelo, son las dos vertientes de la espiritualidad mariana –de raíz cristocéntrica– que san Josemaría va a meditar en estas páginas para sus lectores. Ahora, al estudiar la homilía: Por María, hacia Jesús, nos ocupamos exclusivamente de la primera. Y, ante todo, destacando su matiz predominante.
Además de en esta homilía, la maternidad espiritual de Santa María ha sido tomada también en consideración por san Josemaría en otra, titulada: Madre de Dios y Madre nuestra, perteneciente al libro Amigos de Dios. Aunque en ambos lugares sea coincidente la temática de fondo, conviene advertir, al mismo tiempo, la leve diferencia de enfoque teológico y de acentuación espiritual con que se aborda en cada una.
En la homilía de Amigos de Dios, el punto de mira –insistimos en la levedad de los matices– es más cristológico y la acentuación más individual: María es Madre de Cristo y Madre de cada uno de los que somos, por la gracia, otro Cristo. Cabría condensar su intencionalidad en esta frase: “Te aconsejo para terminar que hagas, si no lo has hecho todavía, tu experiencia particular del amor materno de María"8. En cambio, en la que ahora estudiamos el enfoque es más eclesiológico, y la acentuación más colectiva; su intencionalidad podría quedar reflejada, por ejemplo, en estas palabras: “María nos hace sentirnos hermanos. (...) María lleva a Jesús, y Jesús es primogenitus in multis fratribus, primogénito entre muchos hermanos"9.
Mensaje del título e hilo conductor
Como en casos anteriores, también en éste debe afirmarse que el hilo conductor de la homilía ha quedado perfectamente formulado en el mensaje que expresa el título: Por María, hacia Jesús. Pero es preciso añadir enseguida otros aspectos.
El título dado por el autor al texto es una variación de la tradicional expresión espiritual mariana: “a Jesús (o hacia Jesús) por María", que personalmente ha utilizado con asiduidad en su predicación oral y en sus textos escritos, y, como veremos, con matices propios. Establecer la génesis histórica de la fórmula clásica –“ad Iesum per Mariam"– no es tarea fácil, justamente por la amplitud de su utilización en la Iglesia. Es preciso, ante todo, distinguir entre fondo y forma, o bien, de otro modo, entre contenido y literalidad, y señalar inmediatamente que en ninguno de esos ámbitos parece posible encontrar un itinerario que conduzca con plena certeza al origen.
En el terreno del contenido, la idea expresada en “ad Iesum per Mariam" está teológicamente apoyada en la doctrina de la mediación materna de María, presente ya en la literatura patrística, en especial desde la definición del dogma de la maternidad divina en el Concilio de Éfeso (a. 431). En la época medieval, dicha doctrina de la mediación de la Madre de Dios ante su divino Hijo a favor nuestro, adquiere un gran impulso, tanto en el terreno pastoral-devocional como en el litúrgico. En ese amplio contexto referencial –la mediación maternal de María–, quizás pueda encontrarse, a comienzos del siglo XII –dentro del ámbito monacal–, un eslabón entre contenido y literalidad de nuestra fórmula10.
En época más cercana, y en el ámbito de la literatura espiritual, la fórmula ad Iesum per Mariam está ligada de manera especial a san Luis Mª Grignion de Monfort (1643-1716) y a su enseñanza acerca de la “consagración a Jesucristo por medio de la consagración a María". Concretamente, su “Tratado de la verdadera devoción a la Santísima Virgen" está construido sobre el esquema: a) Dios se ha hecho hombre por María, y ha querido que todo lo alcancemos por María; b) María ha sido, pues, el camino escogido por Dios para darnos su amor; por tanto, c) la devoción a María es también camino seguro para ir a Jesucristo11. Es decir: para llegar a Cristo es preciso pasar por María. Esa forma de devoción (ir a María y por ella a Cristo) es denominada por Monfort “consagración": consagración a Cristo por María.
En realidad, con independencia de las específicas concreciones que adquiera en esta o aquella forma de espiritualidad, la fórmula como tal: “a Jesús (o hacia Jesús) por María", puede ser tenida como norma general en el camino de identificación con Cristo12, pues María es no sólo mediadora ante el Mediador13, sino también modelo perfecto de amorosa conformación con su Hijo y con la voluntad del Padre. Como veremos, esos aspectos comunes están presentes en la homilía que anotamos, junto con otros más propios y característicos de san Josemaría.
La primera parte del título, “Por María", lleva inscrita, en efecto, una concreta clave de lectura. “Por María", quiere principalmente decir, a mi entender: “a través del recurso a su condición maternal", o, de otro modo: “a través del trato filial con Ella". Y del mismo modo, también la segunda parte del título, “hacia Jesús", porta su propia clave de significado: “hacia Jesús", en la Iglesia y con la Iglesia. En resumen, María, conforme a su misión de Madre, a) nos conduce maternalmente a su Hijo, y b) nos lo hace encontrar en la Iglesia, o bien, nos muestra a la Iglesia con Él.
Una cierta síntesis de estas ideas, y a la vez una importante línea teológica de fondo de la homilía, nos la ofrecen estas palabras: “María edifica continuamente la Iglesia, la aúna, la mantiene compacta. Es difícil tener una auténtica devoción a la Virgen, y no sentirse más vinculados a los demás miembros del Cuerpo Místico, más unidos también a su cabeza visible, el Papa. Por eso me gusta repetir: omnes cum Petro ad Iesum per Mariam!, ¡todos, con Pedro, a Jesús por María!"14. Ya se ve que san Josemaría hace preceder el tradicional: “ad Iesum per Mariam", por un “omnes cum Petro" que recarga ulteriormente su contenido teológico. Es una peculiar formulación del fundador del Opus Dei, a la que volveremos en las anotaciones al texto.
Así, pues, encontramos un hilo de fondo formado por un doble aspecto. La contemplación y constante referencia a la maternidad espiritual de María15, permite acercarse más conscientemente –y con más provecho– a una dimensión central del misterio de la Iglesia: su dimensión familiar y fraterna, en cuanto comunión en Cristo, por el Espíritu Santo, de los hijos de Dios16. “Seguramente también vosotros, al ver en estos días a tantos cristianos que expresan de mil formas diversas su cariño a la Virgen Santa María, os sentís más dentro de la Iglesia, más hermanos de todos esos hermanos vuestros"17.
Todo lo que acabamos de exponer de manera sucinta, lo desarrolla la homilía en cinco amplios parágrafos, cuyos títulos y principales contenidos mariológicos y marianos, condensados ahora por nosotros en una de sus frases –serán resaltados oportunamente en las anotaciones al texto–, son los siguientes:
– “Los textos de las Sagradas Escrituras que nos hablan de Nuestra Señora, hacen ver precisamente cómo la Madre de Jesús acompaña a su Hijo paso a paso, asociándose a su misión redentora, alegrándose y sufriendo con Él, amando a los que Jesús ama, ocupándose con solicitud maternal de todos aquellos que están a su lado"18.
– “Cada uno de nosotros, al evocar su propia vida y ver cómo en ella se manifiesta la misericordia de Dios, puede descubrir mil motivos para sentirse de un modo muy especial hijo de María"19.
– “Para comprender el papel que María desempeña en la vida cristiana, para sentirnos atraídos hacia Ella, para buscar su amable compañía con filial afecto, no hacen falta grandes disquisiciones, aunque el misterio de la Maternidad divina tiene una riqueza de contenido sobre el que nunca reflexionaremos bastante"20.
– “Los que consideran superadas las devociones a la Virgen Santísima, dan señales de que han perdido el hondo sentido cristiano que encierran, de que han olvidado la fuente de donde nacen: la fe en la voluntad salvadora de Dios Padre, el amor a Dios Hijo que se hizo realmente hombre y nació de una mujer, la confianza en Dios Espíritu Santo que nos santifica con su gracia. Es Dios quien nos ha dado a María, y no tenemos derecho a rechazarla, sino que hemos de acudir a Ella con amor y con alegría de hijos"21.
– “El misterio de María nos hacer ver que, para acercarnos a Dios, hay que hacerse pequeños. (...) Ser pequeños exige abandonarse como se abandonan los niños, creer como creen los niños, pedir como piden los niños. Y todo eso lo aprendemos tratando a María"22.
– “Si buscáis a María, encontraréis a Jesús. Y aprenderéis a entender un poco lo que hay en ese corazón de Dios que se anonada, que renuncia a manifestar su poder y su majestad, para presentarse en forma de esclavo"23.
– “Si caminamos de la mano de la Virgen Santísima, Ella hará que nos sintamos hermanos de todos los hombres: porque todos somos hijos de ese Dios del que Ella es Hija, Esposa y Madre"24.
– “No podemos vivir de espaldas a la muchedumbre, encerrados en nuestro pequeño mundo. No fue así como vivió Jesús. (...) Cuando somos de verdad hijos de María comprendemos esa actitud del Señor, de modo que se agranda nuestro corazón y tenemos entrañas de misericordia"25.
– “Cristo nos urge. Cada uno de vosotros ha de ser no sólo apóstol, sino apóstol de apóstoles, que arrastre a otros, que mueva a los demás para que también ellos den a conocer a Jesucristo"26.
– “Sed audaces. Contáis con la ayuda de María, Regina apostolorum. Y Nuestra Señora, sin dejar de comportarse como Madre, sabe colocar a sus hijos delante de sus precisas responsabilidades. (...) Muchas conversiones, muchas decisiones de entrega al servicio de Dios han sido precedidas de un encuentro con María"27.