Obispo y mártir Autor: P. Felipe Santos Etimológicamente significa "poderoso en la paz". Viene de la lengua alemana.
Hay gente que dice que está tan ocupada que no encuentra tiempo para encontrarse con Dios. Lo primero es la actividad y si queda algún momento libre, entonces se reza a Dios.
Desde luego no fueron estas ideas las que guiaron las sendas santas de san Federico.
La vida de este obispo de Utrecht tiene dos partes. La primera es la biografía que escribió sobre él, en el siglo XI, un tal Otberto. No aporta muchos datos.
La otra parte es la de su vida pastoral como obispo de esta bella ciudad.
Con seguridad se sabe que tomó parte en el concilio de Maguncia en el año 833. Evangelizó a Frisones.
El provenía -según fuentes fidedignas- de una familia inglesa. A la muerte de su antecesor en el episcopado, fue elegido para sucederle entre los años 825-828. Encontró apoyo en el emperador Lotario.
¿Qué hizo de especial? Su primera tarea apostólica consistió en una lucha a muerte contra los paganos que todavía poblaban aquel lugar.
Se había puesto en plan de dominadores después de la invasión de los Normandos. Federico, con su oración, buen ejemplo y palabra vibrante, consiguió aplacar su furia y su rebeldía.
Otro tema muy importante en su vida, aunque más dolorosa que la primera, fue la denuncia de los matrimonios incestuosos y de los divorcios.
Cuando denunció al emperador Ludovico Pío que no podía casarse con otra mujer, mientras viviese la primera, dicen que lo mandó asesinar para quitárselo de en medio. Otros dicen que fue en mercenario el que lo mató el 18 de julio del año 838. Está enterado en la cripta de la catedral de Utrecht.
¡Felicidades a quien lleve este nombre!