Autor: P. Felipe Santos Etimológicamente significa "compañero valiente". Viene de la lengua alemana.
Una de las realidades que uno observa al leer y meditar la vida breve del Santoral. Es el tiempo que dedicaban a hacer oración auténtica. Y es que la oración es humanizante al cien por cien, ayuda ser más persona purificando cada día su "yo" personal.
Era hijo de Berardo, conde los Marsi, y hermano de Reinaldo, abad del monasterio de Monte Casino. Más tarde el Papa Inocencio II lo nombró cardenal en 1138.
Balduino prefirió ser un monje cisterciense. Y tuvo la suerte de estar bajo la égida y dirección del propio san Bernardo de Claraval.
Apenas se ordenó de sacerdote, lo enviaron a un monasterio en el que encontró muchas dificultades.
Pero detrás tenía a Bernardo para orientarlo y ayudarle en todo lo que necesitaba.
Murió joven en el año 1140, y está enterrado en la catedral de Rieti, Italia.
En seguida empezó el culto a san Balduino. La gente admiraba en él su santidad, la riqueza de gracias con que Dios lo había adornado, los milagros que hacía en su nombre para la mayor gloria de Dios.
De hecho, sus reliquias se conservan en al altar de la Capilla de las Gracias.
Todo el rico mundo interior de Balduino tenía la fuente milagrosa de la unión con Dios, de su oración continuada. El trabajo era para él oración, y ésta es el mejor medio para avanzar por la senda a la que Dios llama a todo ser humano que quiere ser más él mismo.
La abadía que rigió durante años, es todo un testimonio de cómo viviendo la oración, llevando una vida austera y entregándose con amor a los hermanos, todo resulta fácil. Por eso, Balduino, siguiendo este tipo d vida, escaló la santidad.
¡Felicidades a quien lleve este nombre!