Seglar de la Tercera Orden de Santo Domingo, abogado, casado y dedicado a acoger adolescentes incorregibles. Fundó el santuario de Nuestra Señora del Rosario de Pompeya y la congregación dominicana de Hijas del Santísimo Rosario de Pompeya. Fue beatificado por Juan Pablo II.
La historia del Patito Feo es famosa casi universalmente. Sabemos lo que es sentirse poco atractivos y fuera de lugar. La mayoría de nosotros abrigamos secretamente la idea de que quizá, después de todo, resultemos ser un cisne. El Beato Bartolo Longo deseaba establecer la devoción al rosario en el valle donde había existido la antigua ciudad de Pompeya. Todos sus intentos por interesar a sus habitantes fracasaron. Tuvo entonces la idea de llevar hasta dicha área una imagen de Nuestra Señora del Rosario, pero la única imagen que pudo encontrar era muy mala. No le ayudó mucho el que la única forma que tuvo de hacérsela enviar fuera en un vagón de estiércol.
La condesa Mariana de Fusco, amiga (y posteriormente esposa) del Beato Bartolome, creyó que el cuadro era tan horrible que dijo: "Debe haber sido pintado a propósito para destruir la devoción a Nuestra Señora." Sin embargo, una vez restaurado, se convirtió en el foco de numerosas peregrinaciones y el centro de un importante santuario de Nuestra Señora del Rosario. ¿Qué hay en tu vida que parezca arrugado y de lamentable aspecto? ¿Qué te hace sentirte no deseado y falto de atractivo? El Beato Bartolo (y el Patito Feo) miraron, más allá de lo externo, al potencial de lo interno. No importa cómo te sientas en este mismo momento; tienes un potencial enorme. El ejemplo del Beato Bartolo nos enseña que con fe, optimismo (y un poco de trabajo duro) todas las cosas pueden ser hechas como nuevas.