Sufrió martirio en Agen en el curso del siglo II pero no se volvió popular su devoción hasta que un monje se llevó sus reliquias a su abadía en Conques, que se encontraba en la ruta de Santiago de Compostela. Los peregrinos se detenían para rezar delante de la magnífica estatua de oro que encerraba el cráneo de la mártir. Santa Fe fue desde entonces muy venerada en Francia, Portugal y España.
Los españoles extendieron su culto por toda el continente americano; esto explica que haya tantas ciudades y pueblos con el nombre de Santa Fe en los Estados Unidos, México, Brasil, Argentina, Chile y Colombia. En este último país la capital se llama en realidad Santa Fe de Bogotá.