Ayudó a restaurar la abadía de Connor que había sido destruida por la invasión vikinga, se convirtió en arzobispo de Armagh. Sufrió muchas persecuciones por parte de los nobles que deseaban apropiarse de los bienes de la Iglesia. En 1139 partió hacia Roma, deteniéndose en Claraval en casa de su amigo san Bernardo. Malaquías suplicó al Papa que le dejase abandonar el cargo, con el fin de ir a vivir como monje en Claraval, a lo cual el Papa respondió nombrándole legado pontificio y jefe de la Iglesia de Irlanda. Desplegó Malaquías una actividad infatigable, convirtiendo a su país en uno de los más religiosos de la cristiandad.
San Malaquías, abad de Bangor, obispo de Connor, arzobispo de Armagh, y primado de Irlanda, 1148. Murió en la abadía de Claraval, donde hubiera entrado religioso si se lo concediera el Romano Pontífice. Amigo de San Bernardo, introdujo la Orden del Cister en Irlanda, y mereció que el abad de Claraval escribiese su vida. Con su nombre corren unas profecías acerca de los papas, que nadie conoció hasta el siglo XVI.