Nació en Avor, Francia con el nombre de Elizabeth Catez. Siendo aún niña, murió su padre pero siempre encontró cariño y apoyo con su madre y su hermana Margarita. Isabel iba creciendo y su carácter se iba descubriendo. Ella misma confesará más tarde en sus cartas su "terrible genio". Sus furias, sus explosiones, su carácter dominante van a ser el campo de batalla durante toda su vida. Al mismo tiempo poseía un corazón cariñoso y fiel.
Siendo una joven muy devota, sabía también gozar de todo lo bueno que ofrece la vida y era muy amante de la naturaleza. Desde los 14 años, escogió a Jesús como único esposo y se unió a él por el voto de virginidad. Aunque hubiera deseado entrar al Carmelo, su madre no se lo permitió, y ella obedeció. Al cumplir 21 años, le fue permitido por fin ingresar en el convento con el nombre de Sor Isabel de la Trinidad. Y efectivamente lo fue: hija amantísima de la Santísima Trinidad. Ella descubrió su vocación en la Iglesia: ser para Dios "una alabanza de gloria". Hasta el punto que esta mística francesa lo tomó como un nombre simbólico: laudem gloria, y algunas de sus cartas las firmará con este nombre.