La liturgia griega distingue a San Andrйs con el titulo de protocletos, el primer llamado; pero, en rigor, este titulo ha de compartirlo con el apуstol Juan; ellos fueron los primeros que, en una tarde inolvidable, escucharon las palabras, nuevas para el mundo, de Jesъs. Este recuerdo, siempre fresco en la memoria de Juan, ha quedado esculpida en su Evangelio.
Juan Bautista, austero y centelleante, habia encendido los бnimos y alentado la esperanza del pueblo judнo, que ansiaba al Redentor. Jesъs en Nazaret cuelga las herramientas de carpinterosu Madre lo mira expectantey, envuelto en los peregrinos, se hace bautizar por Juan en el Jordбn. Iba a empezar su vida pъblica. Una de aquellas tardes, el Bautista se encuentra dialogando con sus discнpulos, a corta distancia pasa Jesъs. El Bautista exclama, con voz y mirada de profeta: He ahн el Cordero de Dios. Juan y Andrйs se miraron con ojos encendidos; atуnitos, siguen a Jesъs de cerca. Atrбs queda el Bautista. El mundo da aquн el primer paso hacia Jesъs. Jesъs acepta y agradece su gesto al decirles: їQuй buscбis? Quieren saber dуnde vive para dialogar en la intimidad y en el secreto del hogar. Hay por medio un misterio que no se puede decir en la calle. Rabbн, que quiere decir Maestro, їdуnde habitas? Venid y ved, les dijo Jesus. Le acompaсaron a su morada. Una de tantas cabaсas para guardianes de campos que aъn hoy se conservan. Allн pasaron con Jesъs desde las cuatro de la tarde hasta el anochecer.
Nos conmueve pensar en el diбlogo de aquella tarde entre Jesъs y los dos discнpulos del Bautista. Aquellas palabras de Jesъs, que inicia su vida piiblica de una forma tan sencilla, debieron de ser como las primeras flores intactas de una rica primavera o como el agua primera de una fuente. El mundo no habia hollado esas palabras ni los hombres habian adulterado su contenido. Palabras reciйn estrenadas para un mundo que debнa encontrar en ellas su salvaciуn. Alborea alegre la era de la gracia. Las palabras de Jesъs iban horadando los corazones de aquellos pescadores sencillos, ya preparados por la predicaciуn de Juan. Aquel gozo espiritual, aquel descubrimiento insospechado llenу de un entusiasmo sin doblez el corazуn de Andrйs. Al llegar a casa con la impresiуn de la entrevista, dijo a su hermano Pedro: Hemos hallado el Mesнas. Y Pedro contagiado por la fe de su hermano, corre a Jesъs, y en Йl encontrу la hora inicial de una singular grandeza. Empieza a granar el mensaje de Jesъs en los pobres. No fue йsta sin embargo, la llamada definitiva. Andrйs volviу a mojar sus pies en el lago de Genesaret, a echar las redes y a sufrir los encantos y desencantos anejos al duro oficio de pescador.
Las barcas se alinean junto a la costa; los pescadores, descalzos, preparan sus redes o hacen el recuento de la pesca recogida; cae el sol lenta, majestuosamente; hay alegria y esperanza. Pasa Jesъs y junto aquellos pescadores en faena lanza la red de su llamada: Venid y os harй pcscadores de hombres. Allн quedу todo: el mar y la barca, peces y redes, y se fueron en pos de Jesъs. Eran Andrйs y Pedro. Despuйs Santiago y Juan.
Durante los tres aсos de la vida pъblica, la vida de San Andres se hunde en el anonimato. Rбpidos destellos fulgurantes nos descubren apenas la contextura espiritual del apуstol. Una vida andariega, azarosa, junto al Maestro, oyendo y empapбndose del embrujo desconcertante de sus enseсanzas y de su vida. Privaciones, sufrimientos y la amargura final de una decepciуn cruel a la muerte de Jesъs.
Pocas veces nos citan su nombre los evangelios. En la multiplicaciуn de los panes se hace,cargo de la imposibilidad de dar de comer a la multitud con cinco panes y dos peces. Seсor, aquн hay un joven que tiene cinco panes y dos peces. Pero їquй es esto para tanta gente? Tambiйn con Felipe sirviу de intermediario entre Jesъs y unos griegos, llegados para la fiesta de la Pascua que querнan verle, asombrados por el ardor de la gente que seguнa al Maestro. Su nombre aparece, por excepciуn, entre los tres discнpulos predilectosPedro, Juan y Santiagocuando йstos pedнan explicaciones a Jesъs sobre los acontecimientos del fin de Jerusalйn y sobre la predicciуn sombrнa del fin del mundo. A esto se reducen los relatos evangйlicos.
De ellos se deduce que era natural de Betsaida. Ciudad situada junto al lago de Genesaret, visitada frecuentemente por Jesъs y favorecida con multitud de milagros, no supo corresponder a esta predilecciуn de Cristo, por lo cual fue duramente maldecida por Йl. De allн salieron Santiago, Juan y Felipe, ademбs de Pedro.
De oficio era pescador, por lo que su vida se desarrollaba en el lago y sus alrededores. Participaba de los vicios y virtudes de los de su clase, sometidos a una vida y un paisaje que influнa hondamente en sus caracteres. Los pescadores son gentes, por lo general, sencillas y poco cultas. Estos hombres enjutos, curtidos al sol y al viento, viven entregados totalmente a su oficio, tienen que pasar noches enteras sin dormir, en maniobras ininterrumpidas con las redes (William). En esta vida dura y бspera, con sus muchos fracasos y escasa alegrнas, fue donde se forjу la firme vocaciуn del apуstol. La intrepidez y la constancia, alentada por la fuerza del Espнritu, hizo de йl un apуstol decidido.
Vivнa, aunque mayor, con su hermano Pedro. Con йste se trasladу desde Betsaida a Cafarnaъn cuando Jesъs hizo a esta ciudad centro de sus operaciones apostуlicas.
No sabemos con seguridad si estaba casado, como Pedro, o soltero. Ni el Evangelio ni la tradiciуn posterior nos dicen nada claro sobre esta materia. Las opiniones de los Santos Padres y escritores antiguos se dividen y no es posible encontrar una soluciуn clara. La opiniуn mбs comъn es que todos los apуstoles, excepto Juan, estuvieron casados. Tambiйn podrнa ser que los dos primeros apуstoles que hablaron con Jesъs fueran vнrgenes. De cualquier modo, todo lo dejу por seguir a Cristo.
Aparece San Andrйs como hombre de нndole calmada y serena, opuesto a la impetuosidad caracterнstica de su hermano Pedro. De corazуn noble y abierto, inspiraba simpatнa y confianza. De carбcter sensible, era fбcil al entusiasmo sencillo cuando una gran idea le dominaba. Aunque participу en las pequeсas rivalidades de los apуstoles sobre cuбl serнa el mayor y podнa presentar el tнtulo de primer llamado, no parece, sin embargo, apetecer grandes cosas. Le vencнan en atrevimiento y en arrojo los hijos del Zebedeo, y sobre todo su hermano Pedro. Mбs sensato y prudente, Andrйs; mбs pagado de sн mismo, y, por lo tanto, sujeto a mбs imprudencias, Pedro; los dos de espнritu leal y constante, sano y abierto. Si alguna virtud ha de calificarle, serнa la sencillez.
Todo esto se deduce de las referencias bнblicas y tambiйn de las noticias que nos dan los Santos Padres y los escritores eclesiбsticos. En cuanto a йstas, que recogen la tradiciуn en torno al santo apуstol, no todas son igualmente ciertas, y por eso es conveniente distinguir lo cierto de lo dudoso.
Entre los documentos mбs antiguos que hablan de San Andrйs, es importantнsima la carta de los presbнteros de la iglesia de Acaya dirigida a toda la Iglesia. En ella, cariсosa y largamente, se narra el martirio de San Andrйs en la ciudad de Acaya. De esta carta proceden la mayor y mejor parte de las noticias que nos da la antigьedad cristiana. Ademбs, cada dнa los eruditos que han estudiado este documento, se inclinan a darle mбs valor histуrico, si no en las circunstancias, sн en lo substancial del relato. En ella nos vamos a apoyar para lo que sigue.
Es tradiciуn que despuйs de la venida del Espнritu Santo le correspondiу a San Andrйs evangelizar la Escitia, cuna de pueblos bбrbaros y feroces, en la parte sur de la Rusia actual, junto al mar Negro. Mas, como los demбs apуstoles, no se limitarнa a una sola regiуn. La tradiciуn recogida por los escritores antiguos nos da noticias de otras tierras evangelizadas: Asia Menor, Peloponeso, Tracia, Capadocia, Bitinia, Epiro. Traspasarнa el Cбucaso y penetrarнa en las fronteras del Imperio romano. Estas tierras vendrнan a ocupar en el mapa moderno, al menos en parte, las regiones de Grecia, Turquнa, Bulgaria, Albania, Yugoslavia, Rumania, Ucrania y, sobre todo, las ciudades junto al mar Negro.
A San Andrйs atribuye Nicйforo, en su catбlogo de obispos de la Iglesia de Bizancio, la creaciуn de esta sede, tan importante en el Oriente por su esplendor polнtico y religioso frente a Roma. Dice Nicйforo: El apуstol Andrйs fue el predicador del Evangelio en Bizancio. Construyу un templo, donde se rogaba a Dios con santas oraciones, y ordenу obispo a su sucesor. Evangelizу, pues, segun esta tradiciуn, la ancha zona de contacto entre Europa y Asia habitada por gentes refinadamente cultas, degradadas en sus cultos misteriosos y en sus costumbres corrompidas; o por gentes de instintos salvajes y bбrbaros, que amenazaban la seguridad del pueblo romano.
San Isidoro de Sevilla recoge la tradiciуn que dice que el apуstol Andrйs predicу a los etнopes.
Mбs explнcita es en cuanto al martirio la narraciуn de los presbнteros de Acaya. No se puede dudar, a la luz de tantos y tan graves testimonios, que muriу en Patrбs ciudad de la regiуn de Acaya, en la penнnsula de Crimea. Ciudad helйnica que debe su celebridad precisamente al martirio de San Andrйs.
El martirio consistiу en ser colgado en una cruz aspada en forma de equis. La tradiciуn la llama cruz de San Andrйs y es el sнmbolo tradicional para distinguir a este apуstol. El arte la ha consagrado asн. Cruz distinta en su forma a la de Jesъs y Pedro. Tampoco fue clavado en ella, sino atado con fuertes cordeles por las extremidades, a fin de prolongar su agonнa y hacer su muerte mбs dolorosa. Jesъs y los dos hermanosPedro y Andrйsfueron crucifi,cados, aunque cada uno de forma diferente. Cristo les reservу una muerte semejante, como un lazo que los une en la vida y en la muerte, en la fidelidad a la misiуn evangelizadora, en el testimonio ъltimo de la sangre. Asemejarse a Jesъs hasta en la muerte es una gracia que Dios otorgу a los dos pescadores de Galilea.
Estas son las circunstancias de su martirio. Llega Andrйs a Patrбs de Acaya, y su predicaciуn es tan bien recibida por los paganos, que en poco tiempo son muchos los que creen en la predicaciуn y en los milagros del discнpulo de Cristo. En Roma se perseguнa ya a los cristianos. Por los caminos del Imperio, hollados pacнficamente por los apуstoles, corrнan las noticias de que en la Urbe no era grata la secta de los cristianos. Egeas, procуnsul romano en Acaya, temiу la rбpida eficacia de la predicaciуn de Andrйs, y por fidelidad a Roma iniciу la persecuciуn. No se dirige directamente al apуstol, sino a sus discнpulos. Y йste, superando los momentos de turbaciуn, se presenta directamente a Egeas. Va a jugar su ъltima batalla. Quiere atraerle dulce o severamente a la verdad o morir en testimonio de esa verdad que predica.
Frente a frente Andrйs y Egeas, van a discutir de los altos misterios del cristianismo. Andrйs predica la salvaciуn por la cruz de Cristo: pero Egeas, pagano, que sabe que la cruz es el castigo infamante propio de esclavos, afrenta suprema entre gentiles, se mofa de la muerte ignominiasa de Cristo en la cruz. El Santo, encendido en celo y en santa ira, hace un elogio lleno de vida de la cruz y de su poder salvador en Cristo. Se le escapan dos lбgrimas, que denotan, no dolor, sino el ansia de morir en la cruz, de imitar al Maestro hasta en la muerte.
Las almas perdidasdice el apуstolhay que rescatarlas por el misterio de la cruz. El corazуn de Egeas se endurece. Un romano nunca podrб esperar la salvaciуn de un crucificado. Intenta disuadir al Santo de sus propуsitos, pero todo es inъtil: la obsesiуn santa de la cruz le hace desear en su corazуn tal gйnero de martirio, y la maldad endurecida del procуnsul no tiene inconveniente en dar este suplicio refinado a aquel hombre que le predica una verdad absurda, que no comprende. Una vez mбs, la verdad clara de Cristo luchando con las tinieblas paganas hasta hacer correr la sangre de los que llevan la antorcha de la luz.
Antes de colgarlo en la cruz aspada manda azotarlo bбrbaramente. El deseo de la cruz lo devora, y es mбs tardo el verdugo para ponйrsela en los hombros que el Santo para abrazarse con ella. Al verla arde su corazуn en un monуlogo нntimo y expresivo, una cordial bienvenida al ser deseado largamente. Como al niсo a quien su sueсo mбs bonito se le convirtiera en una realidad. Este es el saludo: Me acerco a ti, Ўoh cruz!, seguro y alegre; recнbeme tъ tambiйn con alegrнa. Acuйrdate que soy discнpulo de Aquel que pendiу de ti. Siempre me has guardado fidelidad y yo ardo en deseos de abrazarte. ЎOh cruz, llena de bienes!, tъ has robado la belleza y esplendor de los miembros del Seсor, que eran las piedras preciosas que te adornaban. ЎCuбnto tiempo te he deseado, con quй ansiedad y constancia te he buscado, y por fin mi espнritu, que te aсoraba dulcemente, te ve delante de mн! Lнbrame de los hombres y llйvame a mi Maestro, para que de tus brazos me reciba quien en tus brazos me salvу.
En esta cruz tan ardientemente apetecida estuvo cuatro dias y cuatro noches, explicando las ъltimas lecciones, y las mбs hermosas, a los discнpulos, que no se quitaban de su lado. Los confortaba, los animaba a sufrir y a esperar. Aquella lenta agonнa le hacнa gustar con mбs fruiciуn el fin de sus dias, la inmolaciуn por el Maestro. Poder testimoniar y rubricar con la propia sangre lo que fue semilla de verdad por los caminos del mundo. La misiуn de apуstol estaba cumplida, y de los бsperos brazos de la cruz volу a los brazos calientes de Jesus. Su cuerpo, recogido con cariсo por los discнpulos, fue enterrado por una noble matrona.
Hasta aquн el relato resumido, del cual bien podemos tener por cierto la substancia del hecho, envuelto en unas circunstancias que lo hacen mбs jugoso y admirable.
Andrйs ha sido un apуstol, ha coronado felizmente su carrera apostуlica. El apуstol da testimonio de la verdad del que le envнa. La llamada de Jesъs le ha conferido un sello imborrable y le ha confiado una misiуn. El apуstol es el enviado de Jesъs, y aquн estб su grandeza. No en sus dotes personales, en sus valores humanos, en su actividad, en su influencia; la magnitud de su personalidad reside en que un dнa Jesъs puso en йl sus ojos, comprendiу la mirada penetrante, aceptу la misiуn que se le encomendaba y fue fiel hasta la muerte al mensaje recibido de Jesъs, sin arredrarse ante la muerte ni ante los poderes humanos. Ser apуstol es orientar la vida y la obra hacia Jesъs y hacia los hombres: recibir de Jesъs palabra y vida y dar a los hombres, sin adulterarla, sin cambiarla, esa vida y esa palabra. El don del apostolado lleva a esto, a dar la vida, a sellar la palabra recibida con la muerte si asн lo quiere Jesъs. Y esto con fe, con alegrнa y con amor. Ser apуstol es dar testimonio de Jesъs hasta lo ъltimo.
Entre las virtudes de San Andrйs destacan la mansedumbre y la humildad, la sencillez e ingenuidad de su alma, el entusiasmo sincero por aquel Jesъs a quien conociу una tarde inolvidable junto a las aguas del Jordбn. El primer llamado demostrу una gran constancia en la predicaciуn y una paciencia inquebrantable en el dolor, dice el breviarнo godo.
El amor a la cruz, fuente de vida, deseo de redenciуn, forma la aureola mнstica de nuestro Santo. Los cristianos encuentran en este testigo del Evangelio no sуlo la aceptaciуn resignada, sino el afecto gozoso a este bбrbaro instrumento de suplicio. Nos enseсa a cargar con la cruz de cada dнa, como Jesъs quiere de nosotros. Si alguno quiere venir en pos de mн, niйguese a si mismo, tome su cruz y me siga.
Las crуnicas antiguas nos refieren multitud de milagros de San Andrйs. Este poder asombroso de hacer milagros era una prerrogativa apostуlica, un poder singular que Cristo concediу a sus apуstoles para facilitarles su predicaciуn y en testimonio de ella. Sin embargo, aunque hizo muchos milagros, no nos consta que los que se nos cuentan sean autйnticos.
El culto de San Andrйs se extendiу por toda la Iglesia, tanto oriental como occidental. Varias iglesias se disputan la gracia de poseer sus sagradas reliquias.
En las artes, la escultura y principalmente la pintura han dedicado una atenciуn, artнsticamente lograda, a San Andrйs, sobre todo en la escena de su martirio. Entre los espaсoles destacan Murillo y Ribera, el Espaсoleto: йste pintу mбs de un cuadro del Santo. Entre los extranjeros, Miguel Angel y Rubens. Todos han intentado plasmar la dulzura y serenidad de San Andrйs en el suplicio de la cruz. Asн el arte sirve a las narraciones histуricas.
ANDRЙS FUENTES
Fuente: Cathoic.net Autor: P. Бngel Amo.
Andrйs era hermano de Simуn Pedro y como йl pescador en Cafarnaъm, a donde ambos habнan llegado de su natal Betsaida. Como lo demuestran las profesiones que ejercнan los doce apуstoles, Jesъs dio la preferencia a los pescadores, aunque dentro del colegio apostуlico estбn representados los agricultores con Santiago el Menor y su hermano Judas Tadeo, y los comerciantes con la presencia de Mateo. De los doce, el primero en ser sacado de las faenas de la pesca en el lago de Tiberнades para ser honrado con el titulo de “pescador de hombres” fue precisamente Andrйs, junto con Juan.
Los dos primeros discнpulos ya habнan respondido al llamamiento del Bautista, cuya incisiva predicaciуn los habнa sacado de su pacнfica vida cotidiana para prepararse a la inminente venida del Mesнas. Cuando el austero profeta se lo seсalу, Andrйs y Juan se acercaron a Jesъs y con sencillez se limitaron a preguntarle: “Maestro, їdуnde habitas?”, signo evidente de que en su corazуn ya habнan hecho su elecciуn.
Andrйs fue tambiйn el primero que reclutу nuevos discнpulos para el Maestro: “Andrйs encontrу primero a su hermano Simуn y le dijo: Hemos encontrado al Mesнas. Y lo llevу a Jesъs”. Por esto Andrйs ocupa un puesto eminente en la lista de los apуstoles: los evangelistas Mateo y Lucas lo colocan en el segundo lugar despuйs de Pedro.
Ademбs del llamamiento, el Evangelio habla del Apуstol Andrйs otras tres veces: en la multiplicaciуn de los panes, cuando presenta al muchacho con unos panes y unos peces; cuando se hace intermediario de los forasteros que han ido a Jerusalйn y desean ser presentados a Jesъs; y cuando con su pregunta hace que Jesъs profetice la destrucciуn de Jerusalйn.
Despuйs de la Ascensiуn la Escritura no habla mбs de йl. Los muchos escritos apуcrifos que tratan de colmar este silencio son demasiado fabulosos para que se les pueda creer. La ъnica noticia probable es que Andrйs anunciу la buena noticia en regiones bбrbaras como la Scitia, en la Rusia meridional, como refiere el historiador Eusebio. Tampoco se tienen noticias seguras respecto de su martirio que, segъn una Pasiуn apуcrifa, fue por crucifixiуn, en una cruz griega.
Igual incertidumbre hay respecto de sus reliquias, trasladadas de Patrasso, probable lugar del martirio, a Constantinopla y despuйs a Amalfi. La cabeza, llevada a Roma, fue restituida a Grecia por Pablo VI. Consta con certeza, por otra parte, la fecha de su fiesta, el 30 de noviembre, festejada ya por San Gregorio Nacianceno.