Nació en Vic, España, y de una familia culta y cristiana. Ingresa en el convento de las dominicas en Barcelona; unos años después inició la Congregación de Concepcionistas Misioneras de la Enseñanza, dedicada a la educación y la promoción de la mujer, para dotarla de la mayor formación humana y religiosa posible, “en todas las clases sociales”.
Carmen es una mujer fuerte y alegre, con mucho sentido del humor y una gran capacidad para perdonar.
Tenía una gran devoción a la Eucaristía y a María Inmaculada y la supo inculcar a sus religiosas y alumnas. Cuando murió dejó abiertas trece casas y encaminada su obra a la universalización congregacional. Fue beatificada el 15 de marzo de 1998 por Juan Pablo II.