Nacido en 409 en Turquía, fue el más célebre de los estilitas después de su maestro San Simeón. Fue cenobita y anacoreta antes de pasar los treinta y tres últimos años de su vida subido en una columna (stulos en griego) a las orillas del Bósforo. Su vivienda era una plataforma que reposaba sobre dos altos pilares, circundada por una balaustrada y coronada por un pequeño tejado. La gente se congregaba a su alrededor para escuchar la predicación de Daniel que nunca recurría a los adornos de la retórica y a palabras difíciles. Siempre trataba los mismos temas: la necesidad de amar a Dios, puesto que Él nos ama; la infelicidad que produce el pecado; y el amor al prójimo y muy particular a los pobres. Los emperadores bizantinos recurrían a menudo a sus consejos y, como los demás, tenían que subir por una escalera si querían hablar con él.
San Daniel de Maratha, estilita, 489. Habia nacido cerca de Samosata en la aldea de Maratha. Observó la vida monástica desde los doce años, y habiendo intentado los monjes sus compañeros hacerle abad, huyó en dirección a Antioquía. En el camino se entrevistó con San Simeón, el primero y el más famoso de los estilitas, decidiendo imitar su ejemplo. Efectivamente, al poco tiempo levantaba una columna en una altura cercana a Constantinopla, y en ella vivió el resto de su vida