La gran mayoría de estos beatos nacieron y murieron en poblaciones de las provincias valencianas de España, donde sufrieron el martirio durante la guerra civil española.
Ellos fueron: José Aparicio Sanz y 36 más presbíteros, 19 mujeres y 18 jóvenes de Acción Católica, 18 frailes predicadores dominicos, 2 presbíteros de la diócesis de Zaragoza incluidos en el proceso de beatificación, 10 frailes menores franciscanos, 12 frailes menores capuchinos, 6 religiosas capuchinas de la Orden de Santa Clara, 12 jesuitas, 30 salesianos de San Juan Bosco, 2 religiosas Hijas de María Auxiliadora, 20 terciarios capuchinos de la Virgen de los Dolores, un sacerdote dehoniano, 6 hermanos de las Escuelas Cristianas, 24 religiosas carmelitas de la Caridad, una religiosa servita, 8 religiosas escolapias, una misionera claretiana, 2 hermanitas de los Ancianos Desamparados y 3 terciarias capuchinas de la Sagrada Familia.
Impulsados por los arzobispos Marcelino Olachea y José María Lahiguera, siervo de Dios, así como por el presbiterio diocesano y el foro de laicos y por sus respectivas ordenes religiosas, Valencia dedicó muchas energías humanas para que estos procesos pudieran llegar a su conclusión y fueran un instrumento de evangelización, especialmente en los campos de la catequesis, de la pastoral juvenil y de la promoción vocacional.
El proceso de beatificación llegó a su punto final el 11 de marzo del 2001, cuando fueron beatificados por Juan Pablo II estos 233 mártires de la persecución religiosa en España.