La Palabra de Dios, que al oírla "provoca estupor", se ha de custodiar celosamente en lo profundo del corazón. Esta fue la exhortación del Pontífice en su homilía del 8 de junio. Estupor es lo que percibieron quienes escuchaban a Jesús –cuando tenía doce años– en el Templo ante los doctores que le interrogaban, como relata el Evangelio de Lucas (Lc 2, 41-51), igual que quedaron asombrados José y María al encontrar a Jesús, a quien buscaban desde hacía tres días. El primer efecto de la Palabra de Dios es, por lo tanto, el de asombrar, puesto que en ella volvemos a encontrar el sentido de lo divino, señaló el Santo Padre: "Y después nos da alegría. Pero el estupor es más que la alegría. Es un momento en el cual se siembra la Palabra de Dios en nuestro corazón".
Custodiar la Palabra de Dios –explicó el Papa– "quiere decir abrir nuestro corazón" a ella, "como la tierra se abre para recibir la semilla. La Palabra de Dios es semilla y se siembra. Y Jesús nos dijo lo que sucede con la semilla. Algunas caen a lo largo del camino, vienen los pájaros y las comen". Esto sucede cuando no se custodia la Palabra. Significa que ciertos "corazones no saben recibirla". Sucede también que otras semillas caen "en una tierra con muchas piedras y la semilla no logra echar raíces y muere", es decir, cuando no somos capaces de custodiarla porque no somos constantes; y cuando llega una tribulación nos olvidamos de ella.
"La Palabra cae también en tierra no preparada –agregó el Pontífice–, donde hay espinas, y al final muere" porque "no se la custodia". Pero, ¿qué son las espinas? Lo dice Jesús mismo: "El apego a las riquezas, los vicios, todas estas cosas".
Custodiar la Palabra de Dios es recibirla en nuestro corazón", insistió el Papa Francisco. Pero es necesario "preparar nuestro corazón para recibirla. Meditar siempre sobre lo que nos dice esta Palabra hoy, mirando lo que sucede en la vida". Leer "la vida con la Palabra de Dios: esto significa custodiar". Pero significa también hacer memoria. "La memoria –dijo al respecto el Pontífice– es una custodia de la Palabra de Dios, nos ayuda a custodiarla, a recordar todo lo que el Señor ha hecho en mi vida, todas las maravillas de la salvación".