La tentación, la curiosidad, el miedo y por último la gracia. Cuatro situaciones que se pueden verificar en la dificultad. De ello habló el Papa en la misa del martes 2 de julio, por la mañana, en la capilla de la Domus Sanctae Marthae.
El Santo Padre inició su homilía destacando la singularidad de la liturgia del día, que hace pensar en ciertas situaciones "conflictivas", difíciles de afrontar. Reflexionar en ellas, precisó, "nos hará bien".
La primera actitud: la lentitud con la que Lot responde a la invitación del ángel que le pide apresurarse a dejar la ciudad antes de que sea destruida. Así, se refirió al episodio de la destrucción de Sodoma y Gomorra y de la salvación que Abrahán obtuvo para Lot y su familia.
Estaba muy decidido, pero cuando llega el momento de huir "va despacio, no se apresura". Lot "quería marcharse, pero despacio", incluso cuando el ángel le dice que huya. La actitud de Lot, según el Pontífice, representa "la incapacidad de apartarse del pecado. Queremos salir, estamos decididos; pero hay algo que nos tira hacia atrás". En efecto, "es muy difícil cortar con una situación pecaminosa". Pero "la voz de Dios nos dice: "huye"". Se trata, precisó el Pontífice, de "huir para ir adelante en el camino de Jesús".
La segunda actitud. "El ángel –recordó el Papa– dice que no se mire atrás: "huye y no mires atrás, sigue adelante". También esto es un consejo para superar la nostalgia del pecado". Un consejo recurrente en la Palabra de Dios. El Santo Padre mencionó la huida del pueblo de Dios en el desierto. Un pueblo que, tras huir, continuaba teniendo nostalgia "de las cebollas de Egipto", olvidando que esas cebollas las comían "en la mesa de la esclavitud". Ante el pecado es necesario huir sin nostalgia y recordar que "la curiosidad no sirve, hace mal". Huir y no mirar atrás porque "somos débiles todos y debemos defendernos".
La tercera actitud: el miedo. La referencia es el episodio de la barca en la que estaban los apóstoles y que improvisamente es embestida por la tempestad (Mt 8, 23-27). "La barca estaba cubierta por las olas –recordó el Pontífice–. "¡Sálvanos Señor que perecemos!", dicen ellos. El miedo, también ésta, es una tentación del demonio. Tener miedo de ir adelante por el camino del Señor". "Jesús muchas veces lo dijo: "no tengáis miedo". El miedo no nos ayuda", dijo el Papa.
La cuarta actitud: la gracia del Espíritu Santo, que se manifiesta "cuando Jesús hace volver la calma sobre el mar. Y todos quedan llenos de estupor". Por lo tanto, ante el pecado, la nostalgia y el miedo –destacó el Pontífice– es necesario "mirar al Señor, contemplar al Señor". Concluyó exhortando: "No seamos ingenuos ni cristianos tibios: seamos audaces, valientes. Sí, somos débiles pero debemos ser valientes en nuestra debilidad".