El sacramento no es "un rito mágico", sino el instrumento que Dios ha elegido para seguir caminando junto al hombre como compañero de viaje en la vida, para hacer la historia junto al hombre, esperándole si es necesario. Y ante esta humildad de Dios se debe tener el valor de dejarle escribir la historia, que de este modo se hace "segura". La certeza de la continua presencia divina en las vicisitudes humanas estuvo en el centro de la homilía que el Papa Francisco pronunció el 24 de septiembre.
El Pontífice repitió ante todo la invocación del salmo 121 proclamado durante la liturgia: "¡Qué alegría cuando me dijeron: Vamos a la casa del Señor!" (Sal 122 Vg 121, 1). Y "esto lo hemos hecho –explicó– porque la primera lectura nos recuerda un momento de alegría del pueblo de Dios. Un momento muy bello": aquél en el que "un rey pagano ayuda al pueblo de Dios a volver a su tierra a reconstruir el templo". La referencia es a un pasaje del libro de Esdras (Esd 6, 7-8.12.14-20)
"En la historia del pueblo de Dios –prosiguió el Papa Francisco– hay momentos bellos como éste, que dan tanta alegría, y también hay momentos malos, de dolor, de martirio, de pecado. Tanto en los momentos malos como en los momentos bellos, una cosa siempre es la misma: el Señor está ahí. Jamás abandona a su pueblo, porque el Señor aquel día del pecado, del primer pecado, tomó una decisión, hizo una elección: hacer historia con su pueblo".
"El Dios que no tiene historia porque es eterno –añadió– quiso hacer historia, caminar cerca de su pueblo. Pero más aún: hacerse uno de nosotros y como uno de nosotros caminar con nosotros en Jesús. Y esto nos habla, nos dice de la humildad de Dios". Quien "es tan grande" y poderoso precisamente en su humildad. Él "ha querido caminar con su pueblo. Y cuando su pueblo se alejaba de Él con el pecado, con la idolatría, muchas cosas que vemos en la Biblia, Él estaba ahí".
Una actitud de humildad que reconocemos también en Jesús, explicó el Pontífice: "Caminar con el pueblo, caminar con los pecadores, también caminar con los soberbios: cuánto hizo el Señor para ayudar a estos corazones soberbios de los fariseos. Quería caminar. Humildad. Dios siempre espera, Dios está junto a nosotros. Dios camina con nosotros. Es humilde. Nos espera siempre. Jesús siempre nos espera. Esta es la humildad de Dios".
Así –continuó el Papa– "la Iglesia canta con alegría esta humildad de Dios que nos acompaña como hemos hecho con el Salmo": "¡Qué alegría cuando me dijeron: Vamos a la casa del Señor!"; "iremos con alegría, pues Él nos acompaña, Él con nosotros".
"El Señor Jesús –subrayó después– también en nuestra vida personal nos acompaña con los sacramentos. El sacramento no es un rito mágico, es un encuentro con Jesucristo": en él "encontramos al Señor. Es Él junto a nosotros y nos acompaña: compañero de camino". Y "también el Espíritu Santo nos acompaña y nos enseña todo lo que nosotros no sabemos en el corazón. Nos recuerda todo lo que Jesús nos ha enseñado y nos hace sentir la belleza del buen camino. Y así Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo son compañeros de camino. Se hacen historia con nosotros".
"La Iglesia –dijo también el Papa Francisco– celebra esto con mucha alegría también en la Eucaristía". Y recordó "esa bella plegaria eucarística, que hoy rezaremos, en la que se canta el amor tan grande de Dios que ha querido ser humilde, que ha querido ser compañero de camino de todos nosotros, que ha querido también Él hacerse historia con nosotros". Y si Él –concluyó– "ha entrado en nuestra historia, entremos nosotros también un poco en su historia o al menos pidámosle la gracia de dejarnos escribir la historia por Él. Que Él nos escriba nuestra historia. Es segura".