En las inevitables «tribulaciones de la vida» el cristiano debe confiarse al Señor en la oración, con la certeza de recibir la «auténtica paz» que infunde «valor y esperanza». Lo dijo el Papa Francisco en la misa que celebró el martes, 5 de mayo, en la capilla de la Casa Santa Marta.
«En la liturgia de hoy -observó inmediatamente el Papa Francisco- hay tres palabras que pueden ayudarnos en nuestro camino de fe y esperanza». De esta manera, explicó, en la oración colecta «al inicio de la misa pedimos al Señor fortalecer nuestra fe y nuestra esperanza». Y «estas tres palabras que vienen en estas lecturas son "tribulación”, "confianza” y "paz”».
El Papa recordó lo que sucedió a Pablo, según el relato de los Hechos de los Apóstoles (Hch 14, 19-28): tras ser apaleado, fue arrastrado fuera de la ciudad para ser apedreado. Y «los que lo perseguían creyeron que estaba muerto». Así que, Pablo «sufrió» pero luego, «cuando se repuso», les aconsejó permanecer «firmes en la fe porque debemos entrar en el reino de Dios pasando por muchas tribulaciones». El Papa Francisco recordó que «en la vida nos esperan las tribulaciones: es parte de la vida pasar por momentos oscuros, momentos difíciles».
Pero el consejo de Pablo «de entrar en el reino de Dios pasando por muchas tribulaciones no es una actitud sadomasoquista: es precisamente la lucha cristiana». Y la razón, explicó el Pontífice, es que, como dice Jesús, «el príncipe de este mundo llega, está cerca y busca separarnos precisamente del reino de Dios, de la Palabra de Jesús, de la fe, de la esperanza». Por eso «hemos pedido al Señor que fortalezca la fe y la esperanza».
Por lo tanto «las tribulaciones» están. Pero Jesús nos alienta a ser valientes: «Yo he vencido al mundo». Y «Él está precisamente por encima de las tribulaciones, Él nos ayuda a seguir adelante». Significativas, al respecto, las palabras que Jesús elige para explicar «la parábola del sembrador»: cuando «habla de la semilla que cae en terreno pedregoso dice: es como una persona que recibe la Palabra con alegría y luego en el momento de la tribulación no se siente capaz, se desalienta y desanima».
Aquí está entonces el sentido de «soportar las tribulaciones». Y «soportar», afirmó el Papa Francisco, «es una palabra que Pablo usa mucho: es más que tener paciencia, es llevar sobre los hombros, llevar el peso de las tribulaciones». También «la vida del cristiano tiene momentos así». Pero «Jesús nos dice: "Tened valor en ese momento. Yo he vencido, también vosotros venceréis”». Así, «esta primera palabra nos ilumina» para afrontar «los momentos más difíciles de la vida, los momentos que nos hacen también sufrir».
El Papa Francisco recordó después que Pablo, «después de haber dado este consejo, organiza esa Iglesia, ora por sus presbíteros, impone las manos y los confía al Señor». Y he aquí, por lo tanto, la segunda palabra: «confianza». En efecto, «un cristiano puede llevar adelante las tribulaciones y también las persecuciones confiándose al Señor: solamente Él es capaz de darnos la fuerza, de darnos la perseverancia en la fe, de darnos la esperanza».
Es necesario saber «confiar al Señor algo, confiar al Señor este momento difícil, confiarme a mí mismo al Señor, confiar al Señor a nuestros fieles; nosotros sacerdotes, obispos, confiar al Señor a nuestras familias, nuestros amigos». Es necesario saber decir al Señor: «Cuida de estos, son los tuyos».
Sin embargo, destacó el Papa, es «una oración que no siempre hacemos: «la oración de confianza». Es una bella oración cristiana la que reza: «Señor te confío esto, llévalo tú adelante». Es «la actitud de la confianza en el poder del Señor, también en la ternura del Señor que es Padre». Por lo tanto, «cuando se hace esta oración -pero auténtica, del corazón- se siente que esta persona que se encomendó al Señor está segura: Él nunca defrauda».
En síntesis, «la tribulación te hace sufrir, la confianza en el Señor te da esperanza, y de aquí viene la tercera palabra: la paz». Todo esto, destacó el Pontífice, «te da paz». Y es también «lo que Jesús dice como despedida a sus discípulos: "la paz os dejo, mi paz os doy”», como se lee en el pasaje del Evangelio de san Juan (Jn 14, 27-31) tomado de la liturgia del día. Pero, advirtió el Papa Francisco, no se trata de «una paz, una simple tranquilidad». Jesús desea precisar: «Yo doy una paz que no es la que te da el mundo», es decir, la que puede dar una cierta condición de tranquilidad. En cambio la paz que viene de Jesús «va adentro», es una «paz que te da también fuerza, refuerza lo que hoy hemos pedido al Señor: nuestra fe y esperanza».
Para concluir, el Pontífice volvió a proponer las «tres palabras» que marcaron su reflexión: «tribulación, confianza, paz». No hay que olvidar nunca que «en la vida debemos ir por los caminos de la tribulación», porque «es la ley de la vida»; pero se debe siempre recordar, precisamente «en esos momentos», de «confiarse al Señor». Y «Él nos responde con la paz». De hecho, «el Señor es Padre que nos ama mucho y nunca defrauda», reafirmó el Papa. Y prosiguió pidiendo que Dios «refuerce nuestra fe y esperanza», dándonos «la confianza de vencer las tribulaciones, porque él venció al mundo», y «donando a todos su paz».