«Los coptos degollados por ser cristianos» murieron «con el nombre de Jesús en sus labios» porque habían comprendido hasta las últimas consecuencias «el escándalo de la cruz». Pero «el camino martirial» forma parte de la vida cotidiana de cada cristiano, también en la familia, en la defensa de los derechos de las personas, en la experiencia de la enfermedad. Y es el Espíritu Santo quien ayuda para saber dar testimonio y acoger «la verdad toda completa». Lo afirmó el Papa Francisco, en la misa que celebró el lunes 11 de mayo en la capilla de la Casa Santa Marta, al recordar también que el domingo llamó por teléfono al patriarca copto Tawadros, con ocasión del día de la amistad entre coptos y católicos, segundo aniversario del encuentro que tuvo lugar en el Vaticano el 10 de mayo de 2013.
«En la primera oración de hoy» al inicio de la misa, dijo el Pontífice, «hemos pedido la gracia de hacer siempre presente, en cada momento, la fecundidad de la Pascua». Y, en efecto, explicó, «la Pascua es fecunda» porque «es la vida que Jesucristo, el Señor, nos dio a través de su cruz y resurrección». Pero «¿cómo se realiza esta fecundidad?». La respuesta, destacó el Papa Francisco, la encontramos precisamente en el Evangelio de Juan Jn 15, 26-16.4) propuesto hoy por la liturgia.
En realidad, «el Señor prepara a sus discípulos para el futuro». Y «hay una palabra que puede parecer un poco extraña: escandalizar». Dice Jesús, según lo relatado por Juan: «Os he hablado de esto, para que no os escandalicéis». La cuestión que hay que comprender es: «¿de qué escándalo habla Jesús? ¿Del escándalo de las persecuciones que llegarán, del escándalo de la cruz?».
El Señor «añade una promesa» al decir: «Cuando venga el Paráclito, que os enviaré desde el Padre, el Espíritu de la verdad, él dará testimonio de mí». Y luego, «en el mismo discurso», afirma también: «Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora; cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena». En conclusión, explicó el Papa, Jesús «nos habla del futuro, de la cruz que nos espera y nos habla del Espíritu, que nos prepara para dar testimonio cristiano».
Por lo demás, prosiguió el Papa Francisco, «en estos días la Iglesia nos hace reflexionar mucho en el Espíritu Santo: Jesús dice que el Espíritu Santo que vendrá, que Él enviará, nos guiará a la verdad plena, es decir, nos enseñará las cosas que aún no ha enseñado, estas cosas que Él -añadió el Papa citando el pasaje evangélico de hoy- debe decir y de las que ellos, los discípulos, no eran aún capaces de cargar con el peso». Además el Señor afirma también que «el Espíritu os hará recordar las cosas que dije y que con la vida cayeron en el olvido». Y he aquí, explicó el Papa Francisco, «lo que hace el Espíritu: nos hace recordar las palabras de Jesús y nos enseña también las cosas que Jesús aún no ha podido decirnos, porque no éramos capaces de comprender su alcance».
«Así, la vida de la Iglesia es un camino guiado por el Espíritu que nos recuerda y nos enseña, que nos lleva a la verdad plena», destacó. Y «este Espíritu, que es compañero de camino, nos defiende también del escándalo de la cruz». San Pablo, al hablar a los corintios dijo: «Pero la cruz es necedad para los que se pierden». Luego volvió a tomar la palabra y añadió: «Los judíos exigen signos». Y «en verdad cuántas veces en el Evangelio los judíos, los doctores de la ley, exigieron a Jesús» que les diera «un signo». Por su parte «los griegos, o sea los paganos, pidieron sabiduría, ideas nuevas». Pero «nosotros predicamos sólo a Cristo crucificado, escándalo para vosotros -para los judíos- y necedad para los gentiles».
La cruz de Cristo, por lo tanto, es el escándalo. Por eso, aclaró el Papa, «Jesús prepara el corazón de sus discípulos con la promesa del Paráclito, para lo que les sucederá». Y dice: «Os he hablado todo esto para que no os escandalicéis» de la cruz de Cristo. San Juan trae estas palabras del Señor: «Os excomulgarán de la sinagoga; más aún, llegará incluso una hora cuando el que os dé muerte pensará que da culto a Dios». Y nosotros hoy, constató el Pontífice, «somos testigos de los que matan a los cristianos en nombre de Dios porque son infieles, según ellos». Esta «es la cruz de Cristo». He aquí la actualidad de las palabras de Jesús en el Evangelio de la liturgia del día: «Esto lo harán porque no han conocido ni al Padre ni a mí». Jesús nos recuerda de este modo que todo lo que le sucedió a Él, nos ocurrirá también a nosotros: «las persecuciones, las tribulaciones». Por esto no nos debemos escandalizar, conscientes de que «será el Espíritu quien nos guíe y nos haga comprender».
«Ayer -dijo después el Papa Francisco- tuve la alegría de llamar por teléfono al patriarca copto Tawadros, porque era el día de la amistad copto-católica: hablamos de algunas cosas». Y, añadió, «yo recordaba a sus fieles, degollados en la playa por ser cristianos. Estos fieles, por la fuerza que les dio el Espíritu Santo, no se escandalizaron. Morían con el nombre de Jesús en sus labios. Es la fuerza del Espíritu. El testimonio. Es verdad, esto es precisamente el martirio, el testimonio supremo».
Está también, prosiguió el Papa, «el testimonio de cada día, el testimonio de hacer presente la fecundidad de la Pascua -que hemos pedido hoy al inicio de la misa-, esa fecundidad que nos da el Espíritu Santo, que nos guía hacia la verdad plena, la verdad toda, y nos hace recordar lo que Jesús nos dice».
Por ello, destacó el Papa Francisco, «un cristiano que no toma en serio esta dimensión «martirial» de la vida no ha comprendido aún el camino que Jesús nos enseñó: camino «martirial» de cada día; camino «martirial» al defender los derechos de las personas; camino «martirial» al defender a los hijos: papá, mamá que defienden su familia; camino «martirial» de muchos, muchos enfermos que sufren por amor a Jesús. Todos nosotros tenemos la posibilidad de llevar adelante esta fecundidad pascual en este camino «martirial», sin «escandalizarnos».
Al proseguir la celebración eucarística -«memorial de la cruz» en la que «se hace presente la fecundidad pascual»- el Pontífice pidió «al Señor la gracia de recibir al Espíritu Santo que nos recordará las palabras de Jesús, que nos guiará a la verdad plena y nos preparará cada día para dar testimonio, para ofrecer este pequeño martirio de cada día o un gran martirio, según la voluntad del Señor».