Dos persecuciones
Martes 12 de abril de 2016
Son dos las persecuciones contra los cristianos: una es la «explícita», y el recuerdo del Papa se dirigió a los mártires asesinados en Pascua en Pakistán, y la otra la «educada, disfrazada de cultura, modernidad y progreso» que termina por quitarle al hombre la libertad y también el derecho a la objeción de conciencia. Pero precisamente en el sufrimiento de las persecuciones el cristiano sabe que tiene siempre al Señor a su lado, dijo Francisco durante la misa celebrada el martes 12 de abril por la mañana en la capilla de la Casa Santa Marta.
Para su meditación, el Pontífice se basó en la primera lectura (Hch 7, 51-8, 1). «Hemos escuchado -explicó- el martirio de Esteban: la tradición de la Iglesia lo llama el protomártir, el primer mártir de la comunidad cristiana». Sin embargo, «antes que él hubo niños mártires que, sin hablar pero con la vida, habían sido perseguidos por Herodes». Y «desde ese momento hasta la actualidad existen mártires en la Iglesia, ¡ha habido y hay!». Y «son hombres y mujeres perseguidos sólo por confesar y decir que Jesucristo es el Señor, pero ¡esto está prohibido!». Es más, esta confesión «provoca -en algunos momentos de la historia, en algunos lugares- la persecución».
«Es lo que aparece claramente -afirmó Papa- en el pasaje de los Hechos de los Apóstoles que leeremos mañana: después del martirio de Esteban se desencadenó una gran persecución en Jerusalén». Entonces «todos los cristianos huyeron, sólo los apóstoles permanecieron». Y, añadió, «la persecución -yo diría- es el pan de cada día de la Iglesia: por otra parte ya lo dijo Jesús».
«Nosotros, cuando hacemos un poco de turismo por Roma, y vamos al Coliseo, pensamos que los mártires fueron los asesinados por los leones», prosiguió el Pontífice. Pero «los mártires no fueron sólo esos». En realidad los mártires «son hombres y mujeres de todos los días: hoy, el día de Pascua, hace sólo tres semanas». Francisco se refirió a «los cristianos que celebraban la Pascua en Pakistán: fueron martirizados sólo por celebrar a Cristo resucitado». Y «de esta forma la historia de la Iglesia sigue adelante con sus mártires». Puesto que «la Iglesia es la comunidad de creyentes, la comunidad de los confesores, de los que confiesan que Jesús es Cristo: es la comunidad de mártires».
«La persecución -observó el Papa- es una de las características, de los rasgos en la Iglesia, e impregna toda su historia» Y «la persecución es cruel, como la de Esteban, como la de nuestros hermanos pakistaníes hace tres semanas». Sí, cruel «como la que hacía Saulo que estaba presente en la muerte de Esteban, del mártir Esteban: iba, entraba en las casas, tomaba a los cristianos y los llevaba para ser juzgados».
Hay, sin embargo, advirtió Francisco, «otra persecución de la que no se habla tanto». La primera forma de persecución «se debe al confesar el nombre de Cristo» y por lo tanto es «una persecución explícita, clara». Pero la otra persecución «se presenta disfrazada como cultura, disfrazada de cultura, disfrazada de modernidad, disfrazada de progreso: es una persecución -yo diría un poco irónicamente- educada». Se reconoce «cuando el hombre es perseguido no por confesar el nombre de Cristo, sino por querer tener y manifestar los valores del hijo de Dios». Por lo tanto, es «una persecución contra Dios Creador en la persona de sus hijos».
Y así «vemos todos los días que los potencias hacen leyes que obligan a ir por este camino y una nación que no sigue estas leyes modernas, cultas o al menos que no quiera tenerlas en su legislación, es acusada, es perseguida educadamente». Es «la persecución que le quita al hombre la libertad, ¡también la de la objeción de conciencia! Dios nos ha hecho libres, pero ¡esta persecución te quita la libertad! Y si tú no lo haces, serás castigado: perderás el trabajo y muchas cosas o serás dejado de lado».
«Esta es la persecución del mundo», insistió el Pontífice. Y «esta persecución también tiene un jefe». En la persecución de Esteban «los jefes eran los doctores de la letra, los doctores de la ley y los sumos sacerdotes». En cambio, «el jefe de la persecución educada, Jesús lo llamó: el príncipe de este mundo». Se puede ver «cuando las potencias quieren imponer actitudes, leyes contra la dignidad del Hijo de Dios, persiguen a estos y van contra Dios Creador: es la gran apostasía». Así «la vida de los cristianos sigue adelante con estas dos persecuciones». Pero también con la certeza de que «el Señor nos ha prometido que no se aleja de nosotros: "¡Tened cuidado, tened cuidado! No caed en el espíritu del mundo. ¡Tened cuidado! Pero id adelante, Yo estaré con vosotros"».
En conclusión, Francisco pidió al Señor en la oración, «la gracia de entender que el camino del cristiano siempre va adelante en medio de dos persecuciones: el cristiano es un mártir, es decir, un testigo, uno que debe dar testimonio del Cristo que nos ha salvado». Se trata de «dar testimonio de Dios Padre, que nos ha creado, en el camino de la vida». En este camino el cristiano «muchas veces tiene que sufrir: esto trae mucho sufrimiento». Sin embargo, «así es nuestra vida: Jesús siempre a nuestro lado, con el consuelo del Espíritu Santo». Y «¡esa es nuestra fuerza!».