Cristianos a tres dimensiones
Viernes 22 de abril de 2016
El cristiano, «hombre de esperanza», sabe y testimonia que «Jesús está vivo» y «está entre nosotros», que Jesús pide al Padre «por cada uno de nosotros» y que «regresará». En la misa celebrada en Santa Marta el viernes 22 de abril, el Papa Francisco ha sintetizado de este modo la relación entre cada creyente y Jesús resucitado. Tomando pie de la liturgia del día, el Pontífice ha entresacado tres palabras fundamentales para la vida cristiana: el «anuncio», la «intercesión» y la «esperanza». Sobre todo el anuncio. Como se lee también en el pasaje de los Hechos de los apóstoles (Hch 13, 26-33), el anuncio es sustancialmente «el testimonio que dan los apóstoles de la resurrección de Jesús». Así Pablo en la sinagoga afirma: «Y cuando hubieron cumplido todo lo que referente a él estaba escrito le bajaron del madero y le pusieron en el sepulcro. Pero Dios le resucitó de entre los muertos. Él se apareció durante muchos días a los que habían subido con él de Galilea y Jerusalén y que ahora son testigos suyos ante el pueblo». Por lo tanto, ha sintetizado el Pontífice, el «anuncio es: Jesús ha muerto y ha resucitado por nosotros, para nuestra salvación. Jesús está vivo». Es lo que los primeros discípulos han transmitido «a los judíos y a los paganos de su tiempo» y han «testimoniado también con su propia vida, con su sangre».
Cuando a Juan y a Pedro, continuó el Papa, les fue prohibido anunciar el nombre de Jesús y hablar de la resurrección, «ellos con todo el coraje, con toda la sencillez decían: "nosotros no podemos callar todo lo que hemos visto y oído"». En efecto, «nosotros cristianos por la fe, tenemos al Espíritu Santo dentro de nosotros, que nos hace ver y escuchar la verdad de Jesús, que ha muerto por nuestros pecados y ha resucitado». Esto, por lo tanto, «es el anuncio de la vida cristiana: ¡Cristo está vivo! ¡Cristo ha resucitado! Cristo está entre nosotros en la comunidad, nos acompaña en el camino». Y no obstante la «fatiga» que a veces hacemos para comprender, «una de las dimensiones de la vida cristiana» es precisamente esta: el anuncio. Lo entendemos bien por el pasaje de la Escritura donde se lee que Juan afirmó: «Lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que contemplamos y tocaron nuestras manos». Como si dijera: «Cristo resucitado es una realidad y yo doy testimonio de esto».
La segunda palabra clave de la propuesta del Pontífice es la «intercesión». El punto de inicio, esta vez viene del Evangelio de Juan (Jn 14, 1-6). Durante la cena del jueves santo, en efecto, los apóstoles estaban tristes, y Jesús dijo: «No se turbe vuestro corazón. Creéis en Dios; creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas mansiones. Voy a prepararos un lugar». Francisco se detuvo en este pasaje y preguntó: «¿Qué quiere decir esto? ¿Cómo prepara el lugar Jesús?». La respuesta es inmediata: «Con su oración por cada uno de nosotros, Jesús pide por nosotros y esta es la intercesión». Es importante, en efecto, saber que «Jesús trabaja en este momento con su oración por nosotros». Ha explicado el Papa: así como una vez Jesús, antes de la pasión, dijo: «Pedro he rezado por ti», así «ahora Jesús es el intercesor entre el Padre y nosotros».
Pero en este punto, uno se pregunta: «¿Y cómo reza Jesús?». La de Francisco ha sido una respuesta totalmente «personal» -«una cosa mía», ha especificado, «no es un dogma de la Iglesia»- y atrayente: «Yo creo que Jesús muestra las llagas al Padre, porque las llagas las ha cargado consigo, después de la resurrección: muestra las llagas al Padre y nombra a cada uno de nosotros». Según el Pontífice, se puede imaginar así la oración de Jesús. Y el cristiano se anima sabiendo esto: «en este momento Jesús intercede por nosotros».
Y, por último, la tercera dimensión: la de la esperanza. Es también el Evangelio del día el que habla de esperanza. Jesús dice: «Voy a prepararos un lugar» y añade: «Y cuando haya ido y os haya preparado un lugar, volveré y os tomaré conmigo para que donde esté yo estéis también vosotros». He aquí la esperanza del cristiano. Jesús dice: «¡Vendré!». Ha explicado el Papa: «El cristiano es una mujer, es un hombre de esperanza» precisamente porque «espera que el Señor regrese». Al respecto, ha añadido el Pontífice, «es hermoso» notar «cómo comienza y acaba la Biblia». Al inicio se lee: «En el principio…», es decir «cuando comenzaron las cosas». Y el Apocalipsis acaba «con la oración: "Ven Señor Jesús"». Toda la Iglesia, en efecto, «espera la venida de Jesús: Jesús regresará». Esta, ha dicho el Pontífice, «es la esperanza cristiana».
Por ello, concluyó el Papa sintetizando su meditación, cada uno puede preguntarse: «¿Cómo es el anuncio en mi vida? ¿Cómo es mi relación con Jesús que intercede por mí? Y ¿cómo es mi esperanza? ¿Creo de verdad que Jesús resucitó? ¿Creo que intercede ante el Padre por mí?». Y por último: «¿Creo de verdad que el Señor regresará?». En otras palabras: «¿creo en el anuncio? ¿Creo en la intercesión? ¿Soy un hombre o una mujer de esperanza?».