Recemos hoy por los fallecidos a causa de la pandemia. Murieron solos, murieron sin la caricia de los suyos, muchos sin funeral. Que el Señor los acoja en la gloria.
Jesús estaba en el templo, era la fiesta de la Dedicación (cfr. Jn 10, 22-30). Entonces «los judíos lo rodearon y le preguntaron: "¿Hasta cuándo vas a tenernos en vilo? Si tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente"» (v. Jn 10, 24). Estos hacían perder la paciencia y con cuanta docilidad «Jesús les respondió: "Ya os lo he dicho, pero no me creéis"» (v. Jn 10, 25). E insistían: "Pero ¿eres tú? ¿Eres tú?" - "Sí, os lo he dicho, pero no me creéis". «Pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas» (v. Jn 10, 26). Y esto, quizás, nos suscita una duda: yo creo y formo parte de las ovejas de Jesús. Pero si Jesús nos dijera: "Vosotros no podéis creer porque no formáis parte": ¿hay una fe previa al encuentro con Jesús? ¿Cuál es este formar parte de la fe de Jesús? ¿Qué es lo que me detiene ante la puerta que es Jesús?
Hay actitudes previas a la confesión de Jesús. También para nosotros, que estamos en la grey de Jesús. Hay como "antipatías previas" que no nos dejan progresar en el conocimiento del Señor. La primera de todas son las riquezas. También muchos de nosotros, que hemos entrado por la puerta del Señor, luego nos paramos y no seguimos adelante porque somos prisioneros de las riquezas. El Señor fue muy duro con las riquezas, muy duro, muy duro. A tal punto que dijo que era más fácil que un camello pasara por el ojo de una aguja que un rico entrase en el reino de los cielos (cfr. Mt 19, 24). Es duro, esto. Las riquezas son un impedimento para seguir adelante. ¿Debemos acaso caer en el pauperismo? No. Pero no hay que ser esclavos de las riquezas, no hay que vivir para las riquezas, porque las riquezas son un señor, son el señor de este mundo y no podemos servir a dos señores (cfr. Lc 16, 13). Y las riquezas nos paran.
Otra cosa que impide avanzar en el conocimiento de Jesús, en la pertenencia de Jesús, es la rigidez: la rigidez de corazón. También la rigidez en la interpretación de la Ley. Jesús les reprocha a los fariseos, a los doctores de la Ley esta rigidez (cfr. Mt 23, 1-36). Que no es fidelidad: la fidelidad es siempre un don a Dios; la rigidez es una seguridad para mí mismo. Me acuerdo de una vez que entraba en la parroquia y una señora -una señora buena- se acerca y me dice: "Padre, un consejo... - "Dígame" -"La semana pasada, sábado, no ayer, el otro sábado, fuimos con la familia a una boda con Misa. Era sábado por la tarde, y hemos pensado que con esta Misa cumplíamos el precepto dominical. Pero luego, al volver a casa, he pensado que las Lecturas de esa Misa no eran las del domingo. Y así me he dado cuenta de que estoy en pecado mortal porque el domingo no fui a Misa, fui el sábado pero a una Misa que no era verdadera, porque las Lecturas no eran verdaderas". La rigidez... Y la señora pertenecía a un movimiento eclesial. Rigidez. Esto nos aleja de la sabiduría de Jesús, de la sabiduría de Jesús; te quita la libertad. Y muchos pastores hacen crecer esta rigidez en los corazones de los fieles; y esta rigidez no nos hace entrar por la puerta de Jesús (cfr. Jn 10, 7): es más importante observar la ley como está escrita, o como yo la interpreto, que la libertad de ir adelante siguiendo a Jesús.
Otra cosa que no nos deja progresar en el conocimiento de Jesús es la acedia. Esa pereza... Pensemos en aquel hombre de la piscina. 38 años allí (cfr. Jn 5, 1-9). La acedia. Nos quita la voluntad de seguir adelante y todo es un "sí, pero... no, ahora no, mejor que no...", que te conduce a la tibieza y te vuelve tibio. La acedia es otra cosa que nos impide seguir adelante.
Y otra que es bastante fea es la actitud clericalista. El clericalismo suplanta a Jesús. Dice: "No, esto debe ser así, así y así..." - "Pero, el Maestro…" - "Deja en paz al Maestro: esto es así, así y así, y se no haces así y así, tú no puedes entrar". Un clericalismo que quita la libertad de la fe de los creyentes. Esta es una enfermedad fea en la Iglesia: la actitud clericalista.
Luego, otra cosa que nos impide seguir adelante, entrar para conocer a Jesús y confesar a Jesús es el espíritu mundano. Cuando la observancia de la fe, la práctica de la fe termina en mundanidad. Y todo es mundano. Pensemos en la celebración de algunos sacramentos en algunas parroquias: ¡cuánta mundanidad hay! Y la gracia de la presencia de Jesús no es bien entendida.
Estas son las actitudes que nos impiden formar parte de las ovejas de Jesús. Somos "ovejas" tras todas estas cosas: riquezas, acedia, rigidez, mundanidad, clericalismo, modos, ideologías, formas de vida. Falta la libertad. Y no se puede seguir a Jesús sin la libertad. "Pero a veces la libertad va más allá y uno resbala". Sí, es verdad. Es verdad. Podemos resbalar caminando en libertad. Pero es peor resbalar antes de empezar a caminar, con estas cosas que nos impiden empezar a caminar.
Que el Señor nos ilumine para ver si dentro de nosotros hay libertad para pasar por la puerta que es Jesús e ir más allá para convertirnos en grey, para convertirnos en ovejas de su grey.
Las personas que no pueden recibir la comunión hacen ahora la comunión espiritual.
Creo, Jesús mío, que estás realmente presente en el Santísimo Sacramento del altar. Te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte en mi alma. Ya que no puedo recibirte sacramentalmente ahora, ven al menos espiritualmente a mi corazón. Y como si te hubiese recibido, me abrazo y me uno todo a ti. No permitas que jamás me aparte de ti.