Santa Sede 

Adoración eucarística

Los ritos de reposición eucarística pueden ir precedidos de la Oración universal.

C – Queridos hermanos, unidos en oración como los Apóstoles en el Cenáculo, pedimos a Dios Padre, por medio de su Hijo Jesucristo, que acoja nuestras súplicas, por nosotros, por la santa Iglesia y por el mundo entero. Por esto digamos con fe: Padre, haz que seamos testigos auténticos y solícitos de tu amor.
1. Por el Santo Padre Francisco, nuestro Obispo N. y por todos los Pastores de la Iglesia: para que la guíen con bondad y sabiduría, y firmes en la fe ante todo el mundo den testimonio heroico de fidelidad a la Palabra de salvación que recibieron de los Apóstoles. Oremos.
2. Por todos los sacerdotes: para que las dificultades de su ministerio no los desanimen, sino que los impulsen a mantener la mirada siempre fija en Aquel que hizo de la Cruz el instrumento de amor de la misericordia divina que transforma el corazón de todo hombre. Oremos.
3. Por todos aquellos a quienes Jesús llama a seguirlo para continuar su obra de salvación en el mundo: para que sean fuertes frente a las seducciones del maligno y respondan con generosidad a la invitación del divino Maestro, aprendiendo, como los Apóstoles en el Tabor, a saborear la belleza de estar con Él. Oremos.
4. Por los Rectores de los Seminarios y por quienes son llamados a forman a los candidatos al ministerio sagrado: para que desempeñen siempre su tarea con amor paterno, alentando y ayudando a cada joven a crecer en sabiduría, edad y gracia, y a sacar fruto de los buenos talentos que Dios ha puesto en su corazón en beneficio de todos. Oremos.
5. Por todos los fieles cristianos: para que, en espíritu de comunión y colaboración con todos los ministros, sepan ver en ellos la misteriosa presencia de Jesús Buen Pastor, que llama continuamente a sus ovejas, y los sostengan constantemente con la oración, a fin de que sean para ellos cada día un ejemplo y un punto de referencia seguro para vivir de modo auténtico la fe en el Hijo de Dios. Oremos.
6. La sagrada unción sacramental hace que el sacerdote sea tal eternamente: para que todos los sacerdotes difuntos continúen, junto a Cristo ascendido a la derecha del Padre y en unión con Su santo Sacrificio, la ofrenda de amor de sí mismos, y preparen así un lugar junto a Él en la gloria a todos aquellos que escuchan su voz. Oremos.
C - Padre, tu obra de salvación, llevada a cabo a través de tu Hijo, por medio del Espíritu, es reflejo del misterio trinitario, que es misterio de amor. Acoge nuestras oraciones y ayúdanos a mantenernos siempre fieles a ti. Te lo pedimos por Cristo, nuestro Señor. Amén.

Se canta el Tantum ergo, y después, antes de las Aclamaciones habituales, se puede utilizar el esquema de las Letanías de Nuestro Señor Jesucristo, Sacerdote y Víctima (tomadas del libro Don y misterio de Juan Pablo II)

Kyrie, eleison R/. Kyrie, eleison
Christe, eleison R/. Christe, eleison
Kyrie, eleison R/. Kyrie, eleison
Christe, audi nos R/. Christe, audi nos
Christe, exaudi nos R/. Christe, exaudi nos
Pater de cælis, Deus, R/. miserere nobis
Fili, Redemptor mundi, Deus, R/. miserere nobis
Spiritus Sancte, Deus, R/. miserere nobis
Sancta Trinitas, unus Deus, R/. miserere nobis
Iesu, Sacerdos et Victima, R/. miserere nobis
Iesu, Sacerdos in æternum secundum ordinem Melchisedech, R/. miserere nobis
Iesu, Sacerdos quem misit Deus evangelizare pauperibus, R/. miserere nobis
Iesu, Sacerdos qui in novissima cena formam sacrificii perennis instituisti, R/. miserere nobis
Iesu, Sacerdos semper vivens ad interpellandum pro nobis, R/. miserere nobis
Iesu, Pontifex quem Pater unxit Spiritu Sancto et virtute, R/. miserere nobis
Iesu, Pontifex ex hominibus assumpte, R/. miserere nobis
Iesu, Pontifex pro hominibus constitute, R/. miserere nobis
Iesu, Pontifex confessionis nostræ, R/. miserere nobis
Iesu, Pontifex amplioris præ Moysi gloriæ, R/. miserere nobis
Iesu, Pontifex tabernaculi veri, R/. miserere nobis
Iesu, Pontifex futurorum bonorum, R/. miserere nobis
Iesu, Pontifex sancte, innocens et impollute, R/. miserere nobis
Iesu, Pontifex fidelis et misericors, R/. miserere nobis
Iesu, Pontifex Dei et animarum zelo succense, R/. miserere nobis
Iesu, Pontifex in æternum perfecte, R/. miserere nobis
Iesu, Pontifex qui per proprium sanguinem cælos penetrasti, R/. miserere nobis
Iesu, Pontifex qui nobis viam novam initiasti, R/. miserere nobis
Iesu, Pontifex qui dilexisti nos et lavisti nos a peccatis in sanguine tuo, R/. miserere nobis
Iesu, Pontifex qui tradidisti temetipsum
Deo oblationem et hostiam, R/. miserere nobis
Iesu, Hostia Dei et hominum, R/. miserere nobis
Iesu, Hostia sancta et immaculata, R/. miserere nobis
Iesu, Hostia placabilis, R/. miserere nobis
Iesu, Hostia pacifica, R/. miserere nobis
Iesu, Hostia propitiationis et laudis, R/. miserere nobis
Iesu, Hostia reconciliationis et pacis, R/. miserere nobis
Iesu, Hostia in qua habemus fiduciam et accessum ad Deum, R/. miserere nobis
Iesu, Hostia vivens in sæcula sæculorum, R/. miserere nobis
Propitius esto! R/. parce nobis, Iesu
Propitius esto! R/. exaudi nos, Iesu
A temerario in clerum ingressu, R/. libera nos, Iesu
A peccato sacrilegii, R/. libera nos, Iesu R/.
A spiritu incontinentiæ, R/. libera nos, Iesu R/.
A turpi quæstu, R/. libera nos, Iesu R/.
Ab omni simoniæ labe, R/. libera nos, Iesu R/.
Ab indigna opum ecclesiasticarum dispensatione, R/. libera nos, Iesu
Ab amore mundi eiusque vanitatum, R/. libera nos, Iesu R/.
Ab indigna Mysteriorum tuorum celebratione, R/. libera nos, Iesu R/.
Per æternum sacerdotium tuum, R/. libera nos, Iesu
Per sanctam unctionem, qua a Deo Patre in sacerdotem constitutus es, R/. libera nos, Iesu R/.
Per sacerdotalem spiritum tuum, R/. libera nos, Iesu R/.
Per ministerium illud, quo Patrem tuum super te semel in cruce factam, R/. libera nos, Iesu R/.
Per illud idem sacrificium in altari quotidie renovatum, R/. libera nos, Iesu R/.
Per divinam illam potestatem, quam in sacerdotibus tuis invisibiliter exerces, R/. libera nos, Iesu R/.
Ut universum ordinem sacerdotalem in sancta religione conservare digneris, R/. Te rogamus, audi nos
Ut pastores secundum cor tuum populo tuo providere digneris, R/. Te rogamus, audi nos
Ut illos spiritus sacerdotii tui implere digneris, R/. Te rogamus, audi nos
Ut labia sacerdotum scientiam custodiant, R/. Te rogamus, audi nos
Ut in messem tuam operarios fideles mittere digneris, R/. Te rogamus, audi nos
Ut fideles mysteriorum tuorum dispensatores multiplicare digneris, R/. Te rogamus, audi nos
Ut eis perseverantem in tua voluntate famulatum tribuere digneris, R/. Te rogamus, audi nos
Ut eis in ministerio mansuetudinem, in actione sollertiam et in oratione constantiam concedere digneris, R/. Te rogamus, audi nos
Ut per eos sanctissimi Sacramenti cultum ubique promovere digneris, R/. Te rogamus, audi nos
Ut qui tibi bene ministraverunt, in gaudium tuum suscipere digneris, R/. Te rogamus, audi nos
Agnus Dei, qui tollis peccata mundi, R/. parce nobis, Domine
Agnus Dei, qui tollis peccata mundi, R/. exaudi nos, Domine
Agnus Dei, qui tollis peccata mundi, R/. miserere nobis, Domine
Iesu, Sacerdos, R/. audi nos
Iesu, Sacerdos, R/. exaudi nos
Oremus
Ecclesiæ tuæ, Deus, sanctificator et custos, suscita in ea per Spiritum tuum idoneos et fideles sanctorum mysteriorum dispensatores, ut eorum ministerio et exemplo christiana plebs in viam salutis te protegente dirigatur. Per Christum Dominum nostrum. Amen.
Deus, qui ministrantibus et ieiunantibus discipulis segregari iussisti Saulum et Barnabam in opus ad quod assumpseras eos, adesto nunc Ecclesiæ tuæ oranti, et tu, qui omnium corda nosti, ostende quos elegeris in ministerium. Per Christum Dominum nostrum. Amén.

Bendición eucarística, Aclamaciones y reposición del Santísimo. Canto: Laudate Dominum.
Al término de la celebración se reza el Acto de consacración de los sacerdotes a la Santísima Virgen, según la fórmula que utilizó Benedicto XVI en la conclusión del Año Sacerdotal.

Madre Inmaculada, en este lugar de gracia,
convocados por el amor de tu Hijo Jesús,
sumo y eterno Sacerdote,
nosotros, hijos en el Hijo y sacerdotes suyos,
nos consagramos a tu Corazón materno,
para cumplir fielmente la voluntad del Padre.
Somos conscientes de que sin Jesús
no podemos hacer nada (cfr. Jn 15, 5)
y de que, sólo por Él, con Él y en Él,
seremos instrumentos de salvación para el mundo.
Esposa del Espíritu Santo,
alcánzanos el don inestimable
de la transformación en Cristo.
Por la misma potencia del Espíritu que,
extendiendo su sombra sobre ti,
te hizo Madre del Salvador,
ayúdanos para que Cristo, tu Hijo,
nazca también en nosotros,
y, de este modo, la Iglesia
sea renovada por santos sacerdotes,
transfigurados por la gracia de Aquel
que hace nuevas todas las cosas.
Madre de misericordia,
ha sido tu Hijo Jesús
quien nos ha llamado a ser como él:
luz del mundo y sal de la tierra (cfr. Mt 5, 13-14).
Ayúdanos, con tu poderosa intercesión,
a no desmerecer esta vocación sublime,
a no ceder a nuestros egoísmos,
ni a las lisonjas del mundo,
ni a las tentaciones del Maligno.
Presérvanos con tu pureza, custódianos con tu humildad
y rodéanos con tu amor maternal, que se refleja en tantas almas consagradas a ti
y que son para nosotros auténticas madres espirituales.
Madre de la Iglesia, nosotros, los sacerdotes, queremos ser pastores
que no se apacientan a sí mismos, sino que se entregan a Dios por los hermanos,
encontrando en esto la felicidad.
Queremos repetir cada día humildemente
no sólo de palabra sino con la vida, nuestro «aquí estoy».
Guiados por ti, queremos ser apóstoles de la Misericordia divina,
llenos de gozo por poder celebrar diariamente el santo sacrificio del altar
y ofrecer a todos los que nos lo pidan el sacramento de la Reconciliación.
Abogada y Mediadora de la gracia, tú que estás totalmente unida
a la única mediación universal de Cristo, pide a Dios para nosotros
un corazón completamente renovado, que ame a Dios con todas sus fuerzas
y sirva a la humanidad como tú lo hiciste.
Repite al Señor esas eficaces palabras tuyas:
«No tienen vino» (Jn 2, 3), para que el Padre y el Hijo
derramen sobre nosotros, como una nueva efusión, el Espíritu Santo.
Lleno de admiración y de gratitud por tu presencia continua entre nosotros,
en nombre de todos los sacerdotes, también yo quiero exclamar:
«¿Quién soy yo para que me visite la Madre de mi Señor? (Lc 1, 43)
Madre nuestra desde siempre, no te canses de «visitarnos», consolarnos y sostenernos.
Ven en nuestra ayuda y líbranos de todos los peligros que nos acechan.
Con este acto de ofrecimiento y consagración,
queremos acogerte de un modo más profundo y radical,
para siempre y totalmente, en nuestra existencia humana y sacerdotal.
Que tu presencia haga reverdecer el desierto de nuestras soledades y brillar el sol
en nuestras tinieblas, y haga que vuelva la calma después de la tempestad,
para que todo hombre vea la salvación del Señor,
que tiene el nombre y el rostro de Jesús, reflejado en nuestros corazones,
unidos para siempre al tuyo. Así sea.

Canto final: Salve Regina