Antología de Textos

DEVOCIONES

1. La devoción es uno de los actos internos de la virtud de la religión. Consiste, según señala Santo Tomás, en una voluntad pronta para entregarse a todo aquello que pertenece al servicio de Dios. Podría traducirse por disponibilidad y entrega, con cierta independencia de los estados de ánimo o de la diversidad de las situaciones por las que el cristiano pasa a lo largo de su vida. La prontitud en la entrega es la esencia de la verdadera devoción, que no siempre comporta un sentimiento sensible.

2. Las devociones se derivan del mismo concepto de devoción y son prácticas habituales de piedad que tienen por objeto honrar y reverenciar a Dios, en sí mismo o en sus santos. Las devociones deben llevar a una mayor "prontitud en la entrega", propia de la devoción, y se han de manifestar en una mayor caridad, en un aumento de alegría, en realizar con mayor perfección el trabajo profesional, etc.: las devociones no son algo aislado en la vida corriente del cristiano, sino que influyen, a veces de manera decisiva, en ella.

3. Las devociones aprobadas por la Iglesia han sido inspiradas por el Espíritu Santo y tienden a aumentar el amor a Dios.
En primer lugar hemos de considerar la devoción a la Santísima Trinidad. Este misterio se da a conocer veladamente en los mismos comienzos de la vida pública del Señor. En el Bautismo del Señor en el Jordán, el Padre habla, el Hijo es bautizado y el Espíritu Santo desciende sobre El en forma de paloma (cfr. Mt 3, 13-17), símbolo que recogerá la tradición cristiana para representarlo.
Este misterio -centro de la fe- será revelado por Jesucristo mismo. Sus últimas palabras antes de la Ascensión serán: id, pues, e instruid a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo (cfr. Mt 28, 19).
El reino de los cielos que será predicado en todo el mundo es el reino de la Trinidad. Los apóstoles predicarán este misterio por todo el mundo y será proclamado en todos los Concilios como objeto primero y último, principio y fin de la fe: "Creemos en un solo Dios verdadero, Padre, Hijo y Espíritu Santo, hacedor de lo visible y lo invisible, por quien han sido creadas todas las cosas en el cielo y en la tierra" (CONC. DE TOLEDO -año 447-, Símbolo de la fe).
El misterio de la Santísima Trinidad es el centro infinitamente trascendente de la vida de los hombres, de la historia y de la creación entera. Nada hace nuestra Madre la Iglesia sin invocar previamente a la Trinidad Beatísima.
Y es en el Santo Sacrificio del altar donde especialmente son invocadas las tres divinas Personas. Nuestra alma es templo vivo de la Santísima Trinidad (1Co 3, 16-17); llevarnos un tesoro de infinito valor y hemos de pensar con frecuencia en esta realidad que nos llena de vida y de alegría: caminamos con Dios dentro de nosotros. De la devoción a la Santísima Trinidad nacen en nosotros tres afectos principales: adoración, amor y trato con cada una de las tres divinas Personas. Se practica con el rezo diario del Gloria al Padre..., el Triduo anterior ala festividad, etc.

4. Devoción a la Pasión del Señor, en la que de una manera especial consideramos su Humanidad Santísima, camino seguro hacia el Padre. Es tradicional considerar la Pasión en el rezo del Vía Crucis, en la consideración de los misterios del Santo Rosario, en la meditación de los llamados Improperios el día del Viernes Santo, en la fiesta de la Santa Cruz, al mirar con devoción un crucifijo... (Ver JESUCRISTO).

La verdadera devoción supone una prontitud en la entrega a Dios y a los demás. Se fundamenta en la humildad

1630 (La verdadera devoción supone) una voluntad pronta para entregarse a lo que pertenece al servicio de Dios (SANTO TOMÁS, Suma Teológica, 2-2, q. 8, a. 1 c).

1630b La devoción sincera, el verdadero amor a Dios, lleva al trabajo, al cumplimiento -aunque cueste- del deber de cada día (SAN JOSEMARIA ESCRIVÁ, Forja, n. 733).

1631 No es devoción aquella ternura de corazón o consolación que sienten algunas veces los que oran, sino esta prontitud y aliento para bien obrar, de donde muchas veces acaece hallarse lo uno sin lo otro, cuando el Señor quiere probar a los suyos.(SAN PEDRO DE ALCÁNTARA, Tratado de la oración y mediación, 2, 1).

1632 Si, que no esta el amor de Dios en tener lagrimas, ni estos gustos y ternura que por la mayor parte los deseamos y consolamos con ellos; sino en servir con justicia y fortaleza de animo y humildad (SANTA TERESA, Vida, 11, 5).

1633 La humildad es el fundamento de todas las demás virtudes. Quien desea servir a Dios y salvar su alma, debe comenzar por practicar esta virtud en toda su extensión. Sin ella nuestra devoción será como un montón de paja muy voluminoso que habremos levantado, pero al primer embate de los vientos queda derribado y deshecho. El demonio teme muy poco esas devociones que no están fundadas en la humildad, pues sabe muy bien que podrá echarlas al traste cuando le plazca (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre la humildad).

1634 La devoción, mientras sea autentica y sincera, nada destruye, sino que todo lo perfecciona y completa, y si alguna vez resulta de verdad contraria a la vocación o estado de alguien, sin duda es porque se trata de una falsa devoción. La abeja saca miel de las flores sin dañarlas ni destruirlas, dejándolas tan integras, incontaminadas y frescas como las ha encontrado. Lo mismo, y mejor aun, hace la verdadera devoción: ella no destruye ninguna clase de vocación o de ocupaciones, sino que las adorna y embellece (SAN FRANCISCO DE SALES, Introd. a la vida devota, 1, 3).

1635 La diferencia entre la caridad y la devoción es la misma que hay entre el fuego y la llama... Así que la devoción solo añade al fuego de la caridad la llama que la hace pronta, activa y diligente (SAN FRANCISCO DE SALES, Introd. a la vida devota, 1, 1).

1636 Ten pocas devociones particulares, pero constantes (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino, 552).

1637 La verdadera devoción hace que sea mucho mas apacible el cuidado de la familia, que el amor mutuo entre marido y mujer sea mas sincero, que la sumisión debida a los gobernantes sea mas leal, y que todas las ocupaciones, de cualquier clase que sean, resulten mas llevaderas y hechas con mas perfección (SAN FRANCISCO DE SALES, Introd. a la vida devota, 1, 3).

El alimento de la devoción

1638 Así como los arboles y los cuerpos humanos quieren sus riegos y mantenimientos ordinarios, y en faltando esto luego desfallecen y desmedran, así también lo hace la devoción, cuando le falta el riego y mantenimiento de la consideración (SAN PEDRO DE ALCÁNTARA. Tratado de la oración y meditación 2, 3).

1639 La devoción nace de la caridad, que es amor a Dios y al prójimo (SANTO TOMÁS, Sobre el Padrenuestro, 1. c., 124).

1640 Y es gran cosa letras, porque estas nos enseñan a los que poco sabemos y nos dan luz, y llegados a verdades de la Sagrada Escritura hacemos lo que debemos. De devociones a bobas nos libre Dios (SANTA TERESA, Vida, 13, 9).

Devoción a la Santísima Trinidad

1641 Asistiendo a la Santa Misa, aprenderéis a tratar a cada una de las Personas divinas: al Padre, que engendra al Hijo; al Hijo, que es engendrado por el Padre; al Espíritu Santo que de los dos procede. Tratando a cualquiera de las tres Personas, tratamos a un solo Dios; y tratando a las tres, a la Trinidad, tratamos igualmente a un solo Dios único y verdadero (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa, 91).

1642 Toda gracia o don que se nos da en la Trinidad se nos da por el Padre, a través del Hijo, en el Espíritu Santo (SAN ATANASIO, Carta 1 a Serapión).

1643 El Padre, por redimir al siervo, no perdona al Hijo; el Hijo por El se entrega a la muerte gustosísimamente; uno y otro envían al Espíritu Santo; y el mismo Espíritu Santo pide por nosotros con gemidos inefables (SAN BERNARDO, Sermón, para el día de Pentecostés, 2, 7).

1644 Tu, Trinidad eterna, eres como un mar profundo, en el que cuanto mas busco mas encuentro, y cuanto mas encuentro mas te busco. Tu sacias al alma de una manera en cierto modo insaciable, ya que siempre queda con hambre y apetito, deseando con avidez que tu luz nos haga ver la luz, que eres tu misma (SANTA CATALINA DE SIENA, Dialogo sobre la Divina Providencia, cap. 167).

1645 Jamas la majestad del Espíritu Santo ha estado separada de la omnipotencia del Padre y del Hijo; todo lo que hace el gobierno divino para administrar el universo, procede de la Providencia de toda la Trinidad. En ella no hay mas que una misma bondad de misericordia, una misma severidad en la justicia. Nada que este dividido en la acción o nada que difiera en la voluntad. Lo que el Padre ilumina, el Hijo lo ilumina y el Espíritu Santo lo ilumina también (SAN LEON MAGNO, Sermón 75, sobre Pentecostés).

1646 Hay que afirmar que la Trinidad, aun después de que el Verbo tomo cuerpo de María, continuo siendo siempre la Trinidad, sin admitir aumento ni disminución; ella continua siendo siempre perfecta y debe confesarse como un solo Dios en Trinidad, como lo confiesa la Iglesia al proclamar al Dios único, Padre del Verbo (SAN ATANASIO, Carta a Epicteto, 5-9).

1647 Hay un solo Dios Padre, un solo Verbo, el Hijo, y un solo Espíritu, como hay también una sola salvación para todos los que creen en El (SAN IRENEO, Tratado contra las herejías, libro 4).

A la Santísima Humanidad de Cristo

1648 Pues ya andaba mi alma cansada y, aunque quería, no la dejaban descansar las ruines costumbres que tenía. Acaeciome que, entrando un día en el oratorio, vi una imagen que habían traído allí a guardar, que se había buscado para cierta fiesta que se hacia en casa. Era de Cristo muy llagado, y tan devota que, mirándola, toda me turbo de verle tal, porque representaba bien lo que paso por nosotros. Fue tanto lo que sentí de lo mal que había agradecido aquellas llagas, que el corazón me parece se me partía, y arrójeme cabe El con grandísimo derramamiento de lagrimas, suplicándole me fortaleciese ya de una vez para no ofenderle (SANTA TERESA, Vida, 9, 1).

1649 Debido a la debilidad de la mente humana, y del mismo modo que necesita ser conducida al conocimiento de las cosas divinas, así también necesita ser llevada al amor como de la mano, por medio de algunas cosas sensibles que nos sean fácilmente conocidas. Y entre ellas la principal es la Humanidad de Cristo [...] (SANTO TOMÁS, Suma Teológica, 2-2, q. 82, a. 3 ad 2).

1650 Todo lo tenemos en Cristo; todo es Cristo para nosotros. Si quieres curar tus heridas, El es medico. Si estas ardiendo de fiebre, El es manantial. Si estas oprimido por la iniquidad, El es justicia. Si tienes necesidad de ayuda, El es vigor. Si temes la muerte, El es la vida. Si deseas el cielo, El es el camino. Si refugio de las tinieblas, El es la luz. Si buscas manjar, El es alimento (SAN AMBROSIO, Sobre la virginidad, 16, 19).

1651 No me ha venido trabajo que, mirándoos a Vos cual estuvisteis delante de los jueces, no se me haga bueno de sufrir. Con tan buen amigo presente, con tan buen capitán, que se puso en lo primero en el padecer, todo se puede sufrir. Es ayuda y da esfuerzo; nunca falta; es amigo verdadero. Y veo yo claro, y he visto después, que para contentar a Dios y que nos haga grandes mercedes, quiere sea por manos de esta Humanidad sacratísima, en quien dijo Su Majestad se deleita (Mt 3, 17). Muy muchas veces lo he visto por experiencia; hámelo dicho el Señor. He visto claro que por esta puerta hemos de entrar si queremos nos muestre la soberana Majestad grandes secretos (SANTA TERESA, Vida, 22, 6).

1652 [...] cuando la carne intente recobrar sus fueros perdidos o la soberbia –que es peor– se rebele y se encabrite, os precipitéis a cobijaros en esas divinas hendiduras que, en el Cuerpo de Cristo, abrieron los clavos que le sujetaron a la Cruz, y la lanza que atravesó su pecho. Id como mas os conmueva: descargad en las Llagas del Señor todo ese amor humano... y ese amor divino. Que esto es apetecer la unión, sentirse hermano de Cristo, consanguíneo suyo, hijo de la misma Madre, porque es Ella la que nos ha llevado hasta Jesús (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Amigos de Dios, 303).

A la Sagrada Pasión. Vía Crucis

1653 La pasión de Cristo basta para servir de guía y modelo a toda nuestra vida (SANTO TOMÁS, Sobre el Credo, 6, 1. c.).

1654 Es cosa muy buena y santa pensar en la pasión del Señor y meditar sobre ella, ya que por este camino se llega a la santa unión con Dios. En esta santísima escuela se aprende la verdadera sabiduría, en ella la han aprendido todos los santos (SAN JUAN DE LA CRUZ, Carta 1, 43).

1655 El Vía Crucis. -¡Esta si que es devoción recia y jugosa! Ojalá te habitúes a repasar esos catorce puntos de la Pasión y Muerte del Señor, los viernes. -Yo te aseguro que sacaras fortaleza para toda la semana (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino, 556).

1656 El que quiera venerar de verdad la pasión del Señor debe contemplar de tal manera, con los ojos de su corazón, a Jesús crucificado, que reconozca su propia carne en la carne de Jesús (SAN LEON MAGNO, Sermón 15 sobre la Pasión).

1656b En la meditación, la Pasión de Cristo sale del marco frío de la historia o de la piadosa consideración, para presentarse delante de los ojos, terrible, agobiadora, cruel, sangrante..., llena de Amor.
-Y se siente que el pecado no se reduce a una pequeña falta de ortografía: es crucificar, desgarrar a martillazos las manos y los pies del Hijo de Dios, y hacerle saltar el corazón (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Surco, n. 993).

1657 El cristiano que se ejercita intensa y devotamente en la vida y pasión santísima del Señor, halla allí todo lo útil y necesario para si cumplidamente, y no hay necesidad de que busque algo mejor fuera de Jesucristo. ¡Oh, si viniese a nuestro corazón Jesucristo crucificado, cuan presto y cuan de verdad seriamos enseñados! (Imitación de Cristo, 1, 25, 7).

1658 Es muy posible que en alguna ocasión, a solas con un crucifijo, se te vengan las lagrimas a los ojos. No te domines... Pero procura que ese llanto acabe en un propósito (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Vía Crucis, p. 95).

1659 El Señor padeció de los gentiles y de los judíos, de los hombres y de las mujeres, como se ve en las sirvientas que acusaron a San Pedro. Padeció también de los príncipes y de sus ministros, y de la plebe... Padeció de los parientes y conocidos, pues sufrió por causa de Judas, que le traiciono, y de Pedro, que le negó. De otra parte, padeció cuanto el hombre puede padecer. Pues Cristo padeció de los amigos, que le abandonaron; padeció en la fama, por las blasfemias proferidas contra El; padeció en el honor y en la honra, por las irrisiones y burlas que le infirieron; en los bienes, pues fue despojado hasta de los vestidos; en el alma, por la tristeza, el tedio y el temor; en el cuerpo, por las heridas y los azotes (SANTO TOMÁS, Suma Teológica, 3, q. 4b, a. 5).

1660 Bien decíais, Jesús mío, que cuando fuisteis levantado en lo alto de la cruz atraeríais hacia Vos todos los corazones (Jn 12, 32), y a la verdad que habéis ganado el afecto de todos ellos, puesto que muchas almas, al veros crucificado y muerto por su amor, lo han abandonado todo, riquezas, dignidades, patria y parientes, y han desafiado los tormentos y hasta la misma muerte para darse a Vos por entero. ¡Desventurados los que resisten a la gracia, que les habéis atesorado a costa de tantos trabajos y sudores! Este será su mayor tormento en el infierno; pensar que todo un Dios ha muerto en la cruz para ganar su amor y que ellos voluntariamente se han perdido y labrado su eterna ruina, sin esperanza de remedio
[...] ¡Cuantas veces no he resistido a vuestros amorosos llamamientos y a los esfuerzos que hacíais para cautivarme con los lazos de vuestro amor! ¡Cuantas veces no os he menospreciado y renunciado a vuestro amor por seguir mis caprichos y mis gustos! ¡Ojalá que hubiera yo muerto antes que ofenderos!, ¡ojalá que siempre os hubiera amado! Gracias os doy, amor mío, por haberme soportado con tanta paciencia, y en lugar de haberme abandonado como lo merecía, me habéis llamado con mas insistencia, comunicándome mas luces y mas amorosas inspiraciones. (SAN ALFONSO Mª DE LIGORIO, Meditaciones sobre la Pasión, 3, 3).

1661 Aquellos tres clavos sostienen todo el peso del cuerpo; sufre grandes dolores y esta en una aflicción superior a cuanto se puede decir ni pensar. Esta pendiente entre dos ladrones, de todas partes sufre penas, de todas partes oprobios, de todas partes insultos. Pues aun viéndolo tan angustiado no perdonan insulto alguno (SAN BUENAVENTURA, Meditación de la Pasión, c. 3).

1662 Si no sabes desentrañar las cosas profundas y celestiales, descansa en la pasión de Jesucristo y mora muy de gana en sus sacratísimas llagas; porque si te llegas devotamente a las llagas y preciosas heridas de Jesucristo, gran consuelo sentirás en la tribulación, y no estarás demasiado preocupado de los desprecios de los hombres, y fácilmente sufrirás las palabras de los maldicientes (Imitación de Cristo, 11, 1, 6).

A Jesús Sacramentado

1663 Porque ser vuestro devoto verdadero es un escudo impenetrable a los asaltos de mis enemigos (SAN ALFONSO M.ª DE LIGORIO, Visitas al Stmo. Sacramento, 10).

1664 Durante el día, los fieles no omitan el hacer la visita al Santísimo Sacramento, que debe estar reservado en un sitio dignísimo con el máximo honor en las iglesias, conforme a las leyes litúrgicas, puesto que la visita es prueba de gratitud, signo de amor y deber de adoración a Cristo Señor, allí presente (PABLO VI, Enc. Mysterium fidei).

1665 Muchos cristianos, exponiéndose a grandes peligros y padeciendo muchas fatigas, emprenden largas jornadas solo con el fin de visitar los lugares de la Tierra Santa en que nuestro Salvador nació, padeció y murió. ¡Ah, y como estos santos excesos acusan nuestros descuidos y nuestra ingratitud! Pues dejamos muchas veces de visitar al mismo Señor que habita en las iglesias pocos pasos distantes de nuestras casas (SAN ALFONSO Mª DE LIGORIO, Visitas al Stmo. Sacramento, 23).

1665b ¡Jesús se ha quedado en la Hostia Santa por nosotros!: para permanecer a nuestro lado, para sostenernos, para guiamos. -Y amor únicamente con amor se paga.
-¿Cómo no habremos de acudir al Sagrario, cada día, aunque solo sea por unos minutos, para llevarle nuestro saludo y nuestro amor de hijos y de hermanos? (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Surco, n. 686).

1666 No comprendo como se puede vivir cristianamente sin sentir la necesidad de una amistad constante con Jesús en la Palabra y en el Pan, en la oración y en la Eucaristía. Y entiendo muy bien que, a lo largo de los siglos, las sucesivas generaciones de fieles hayan ido concretando esa piedad eucarística. Unas veces, con practicas multitudinarias, profesando públicamente su fe; otras, con gestos silenciosos y callados, en la sacra paz del templo o en la intimidad del corazón (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa, 154).

1667 ¡Cuan consoladores y suaves son los momentos pasados con este Dios de bondad! ¿Estas dominado por la tristeza? Ven un momento a echarte a sus plantas, y quedaras consolado. ¿Eres despreciado del mundo? Ven aquí, y hallaras un amigo que jamas quebrantara la fidelidad. ¿Te sientes tentado? Aquí es donde vas a hallar las armas mas seguras y terribles para vencer a tu enemigo. ¿Temes el juicio formidable que a tantos santos ha hecho temblar? Aprovéchate del tiempo en que tu Dios es Dios de misericordia y en que tan fácil es conseguir el perdón. ¿Estas oprimido por la pobreza? Ven aquí, donde hallaras a un Dios inmensamente rico, que te dirá que todos sus bienes son tuyos, no en este mundo sino en el otro (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre el Corpus Christi).

1668 ¡Ah!, y ¿que haremos, preguntáis algunas veces, en la presencia de Dios Sacramentado? Amarle, alabarle, agradecerle y pedirle. ¿Que hace un pobre en la presencia de un rico? ¿Que hace un enfermo delante del medico? ¿Que hace un sediento en vista de una fuente cristalina? (SAN ALFONSO Mª. DE LIGORIO, Visitas al Stmo. Sacramento, 1).

1669 No dejes la Visita al Santísimo.-Luego de la oración vocal que acostumbres, di a Jesús, realmente presente en el Sagrario, las preocupaciones de la jornada.-Y tendrás luces y animo para tu vida de cristiano (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino, 554).

1670 Los amigos del mundo hallan tanto consuelo en verse los unos a los otros, que pasan días enteros en sus conversaciones; si no empleamos el tiempo con Jesús Sacramentado es porque no le amamos (SAN ALFONSO M.ª DE LIGORIO. Visitas al Stmo. Sacramento, 4).

1671 La exposición de la Sagrada Eucaristía conduce al espíritu de los fieles a reconocer en ella la maravillosa presencia de Cristo, y le invita a una comunión con El. Al mismo tiempo, favorece de modo excelente el culto en espíritu y en verdad que le es debido (PABLO VI, Instrucc. Eucaristicum Mysterium, 60).

1672 Pensad en el silencioso y maravilloso misterio de los innumerables tabernáculos que forman constelaciones de luz, visibles solo a los ángeles, a los santos y a los creyentes, cubriendo la faz de la tierra (PABLO VI, Homilía en el Congreso Eucarístico Nacional de Italia, 1 l –VI– 1965).

Santo Rosario

1673 El Rosario es mi oración predilecta [...]. Con el trasfondo de las Avemarías pasan ante los ojos del alma los episodios principales de la vida de Jesucristo. El Rosario en su conjunto consta de misterios gozosos, dolorosos y gloriosos, y nos ponen en comunión vital con Jesucristo a través –se puede decir– del Corazón de su Madre. Al mismo tiempo, nuestro corazón puede incluir en estas decenas del Rosario todos los hechos que entraman la vida del individuo, la familia, la nación, la Iglesia y la humanidad. Experiencias personales o del prójimo, sobre todo de las personas mas cercanas o que llevamos mas en el corazón. De este modo, la sencilla plegaria del Rosario sintoniza con el ritmo de la vida humana (JUAN PABLO II, Aloc. 29-X-1978).

1674 Hay un vinculo muy estrecho entre el Angelus y el Rosario, oraciones, una y otra, eminentemente cristológicas y, al mismo tiempo, marianas: efectivamente, nos hacen contemplar y profundizar los misterios de la historia de la salvación, en los que María esta íntimamente unida a su Hijo Jesús. Y en este santuario resuena perennemente el Rosario, la oración mariana sencilla, humilde –pero no por eso menos rica de contenidos bíblicos y teológicos– y tan querida, en su larga historia para los fieles de toda clase y condición, unidos en la profesión de fe en Cristo, muerto y resucitado por nuestra salvación (JUAN PABLO II, Hom. Pompeya, 21-X-1979).

1675 El Santo Rosario es arma poderosa. Empléala con confianza y te maravillaras del resultado (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino, 558).

1676 El Rosario de María, pues, viene elevado a la condición de una gran plegaria publica y universal frente a las necesidades ordinarias y extraordinarias de la Iglesia santa, de las naciones y del mundo entero (JUAN XXIII, Sobre el rezo del Santo Rosario, 29-1X-1961).

1677 Aunque sea en planos de realidad esencialmente diversos, anamnesis en la liturgia y memoria contemplativa en el Rosario tienen por objeto los mismos acontecimientos salvíficos llevados a cabo por Cristo. La primera hace presentes, bajo el velo de los signos y operantes de modo misterioso, los "misterios mas grandes de nuestra redención"; la segunda, con el piadoso afecto de la contemplación, vuelve a evocar los mismos misterios en la mente de quien ora y estimula su voluntad a sacar de ellos normas de vida (PABLO VI, Enc. Marialis cultus, 2-II-1974, 46).

1678 El Concilio ecuménico Vaticano II, aun cuando no con expresas palabras, pero si con toda certeza, inculco en los ánimos de todos los hijos de la Iglesia estas preces del Rosario en estos términos: "Estimen en mucho las practicas y los ejercicios de piedad hacia ella (María) recomendados por el Magisterio en el curso de los siglos" (PABLO VI, Enc. Christi Matri Rosarii, 15-IX –1966, y Enc. Marialis cultus, 2– II-1974).

1679 Es el Rosario un Evangelio compendiado y dará a los que lo rezan los ríos de paz de que nos habla la Escritura; es la devoción mas hermosa, mas rica en gracia y gratísima al corazón de María. Sea este, hijos míos, mi testamento para que os acordéis de mi en la tierra (Pío IX, en su lecho de muerte, a los prelados que le asistían).

1680 Quienes con esfuerzo trabajan por conseguir su ultimo fin disponen providencialmente de la poderosa ayuda del Rosario, y la tienen tan a mano y es tan fácil que no se puede pedir mas (LEON XIII, Enc. Fidentes piumque).

1681 [...] innumerables hombres de todos los tiempos y de toda condición [...] lo emplearon como arma muy poderosa para rechazar al demonio, para conservar la castidad e integridad de vida, para adelantar en la virtud y conseguir la paz de la humanidad (Pío XI, Enc. Ingravescentibus malis).

1682 Estimamos el Santo Rosario el medio mas conveniente y eficaz para obtener la ayuda maternal de la Virgen, según lo recomienda su origen, mas celestial que humano, y su misma naturaleza (Pío XII, Enc. Ingruentium malorum, 15-IX-1951).

1683 El Rosario, como ejercicio de devoción cristiana, sigue en importancia a la Santa Misa y al Breviario; y sigue para los laicos a la participación en los sacramentos [...]. Plegaria publica y universal frente a las necesidades ordinarias y extraordinarias de la Iglesia santa, de las naciones y del mundo entero (JUAN XXIII, Carta Apost. Sobre el Rosario, 29-IX-1961).

1684 Efectivamente, habéis alzado hacia mi el Santo Rosario bendecido, como símbolo de vuestra fe, de vuestra plegaria, de vuestro afecto. Esa corona que hoy ostentáis en la mano con alegría, sea símbolo de unión con Jesús [...], y cuando volváis a vuestras casas llevadles mi saludo a los vuestros, y decid que el Papa recita el Rosario entero, esto es, las tres coronas, todos los días (JUAN XXIII, Aloc. 4-V-1963).

1685 No dejéis de inculcar con todo cuidado la practica del Rosario, la oración tan querida a la Virgen (PABLO VI, Enc. Mense Maio).

1685b Virgen Inmaculada, bien sé que soy un pobre miserable, que no hago más que aumentar todos los días el número de mis pecados... Me has dicho que así hablabas con Nuestra Madre, el otro día.
Y te aconsejé, seguro, que rezaras el Santo Rosario: ¡bendita monotonía de avemarías que purifica la monotonía de mis pecados! (SAN JOSEMARÍA ESCRIVA, Surco, n. 475).

1686 (El Rosario es) muy eficaz para impetrar los dones celestiales [...], pues no solo sirve para repeler los males y apartar calamidades –como se prueba abiertamente por la historia de la Iglesia– sino que fomenta abundantemente la vida de la Iglesia (PABLO VI, Enc. Christi Matri Rosarii).

1687 Al crecer los males es necesario que crezca la piedad del pueblo de Dios. Por eso ardientemente deseamos, venerables hermanos, que yendo delante vosotros, exhortando e impulsando, se ruegue con mas instancia durante el mes de octubre, como ya hemos dicho, con el rezo piadoso del Rosario de María, clementísima Madre. Es muy acomodada esta forma de oración al sentir del pueblo de Dios, muy agradable a la Madre de Dios, y muy eficaz para impetrar los dones celestiales (PABLO VI, Enc. Christi Matri Rosarii).

1688 A el han dedicado nuestros predecesores vigilante atención y premurosa solicitud, han recomendado muchas veces su rezo frecuente, favorecido su difusión, ilustrado su naturaleza, reconocido su aptitud para desarrollar una oración contemplativa, de alabanza y de suplica al mismo tiempo, recordando su connatural eficacia para promover la vida cristiana y el empeño apostólico. También Nos, desde la primera audiencia general de nuestro pontificado, el día 13 de julio de 1963, hemos manifestado nuestro interés por la piadosa practica del Rosario, y posteriormente hemos subrayado su valor en múltiples circunstancias, ordinarias unas, graves otras (PABLO VI, Enc. Marialis cultus).

1689 El Rosario considera en armónica sucesión los principales acontecimientos salvíficos que se han cumplido en Cristo, desde la concepción virginal y los misterios de la infancia hasta los momentos culminantes de la Pascua –la pasión y la gloriosa resurrección– y los efectos de ella sobre la Iglesia naciente en el día de Pentecostés y sobre la Virgen en el día en que, terminado el exilio terreno, fue asunta en cuerpo y alma a la patria celestial. Y se ha observado también como la triple división de los misterios del Rosario no solo se adapta estrictamente al orden cronológico de los hechos, sino que sobre todo refleja el esquema del primitivo anuncio de la fe y propone nuevamente el misterio de Cristo de la misma manera que fue visto por San Pablo en el celeste " himno " de la Carta a los Filipenses: humillación, muerte, exaltación (2, 6-11) (PABLO VI, Enc. Marialis cultus).

1689b Cristo nos ha invitado a dirigirnos a Dios con insistencia y confianza para ser escuchados: "Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá" (Mt 7, 7). El fundamento de esta eficacia de la oración es la bondad del Padre, pero también la mediación de Cristo ante Él y la acción del Espíritu Santo, que "intercede por nosotros" [...].
Para apoyar la oración, que Cristo y el Espíritu hacen brotar en nuestro corazón, interviene María con su intercesión materna [...]. Efectivamente, si Jesús, único Mediador, es el Camino de nuestra oración, María, pura transparencia de Él, muestra el Camino [...]. En las bodas de Caná, el Evangelio muestra precisamente la eficacia de la intercesión de
María, que se hace portavoz ante Jesús de las necesidades humanas: "No tienen vino" (Jn 2, 3).
El Rosario es a la vez meditación y súplica. La plegaria insistente a la Madre de Dios se apoya en la confianza de que su materna intercesión lo puede todo ante el corazón del Hijo. Ella es "omnipotente por gracia", como, con audaz expresión que debe entenderse bien [...]. Basada en el Evangelio, esta es una certeza que se ha ido consolidando por experiencia propia en el pueblo cristiano [...]. Ella intercede por nosotros ante el Padre, que la ha llenado de gracia, y ante el Hijo nacido de su seno, rogando con nosotros y por nosotros (JUAN PABLO II, Carta apost. Rosarium Virginis Mariae, 16).

Angelus, Sábado mariano y otras devociones de la Virgen

1690 Nuestra palabra sobre el Angelus quiere ser solamente una simple pero viva exhortación a mantener su rezo acostumbrado, donde y cuando sea posible. El Angelus no tiene necesidad de restauración; la estructura sencilla, el carácter bíblico, el origen histórico que lo enlaza con la invocación de la incolumidad en la paz, el ritmo casi litúrgico que santifica momentos diversos de la jornada, la apertura hacia el misterio pascual, por lo cual mientras conmemoramos la Encarnación del Hijo de Dios pedimos ser llevados "por su pasión y cruz a la gloria de la resurrección", hace que a distancia de siglos conserve inalterado su valor e intacto su frescor. Es verdad que algunas costumbres tradicionalmente asociadas al rezo del Angelus han desaparecido o difícilmente pueden conservarse en la vida moderna, pero se trata de cosas marginales: quedan inmutados el valor de la contemplación del misterio de la Encarnación del Verbo, del saludo a la Virgen y del recurso a su misericordiosa intercesión; y no obstante el cambio de las condiciones de los tiempos, permanecen invariados para la mayor parte de los hombres esos momentos característicos de la jornada –mañana, mediodía, tarde– que señalan los tiempos de su actividad y constituyen una invitación a hacer un alto para orar (PABLO VI, Enc. Marialis cultus, 41).

1691 Dicha plegaria es sencilla; mas, cuando se atiende al significado de las tres formulas Angelus Domini... Ecce arcilla Domini... Et verbum caro factum est..., se encuentra en ella la grandeza toda del pensamiento y de la epopeya cristiana (JUAN XXIII, Aloc. 4-VIII-1959).

1692 Tanto el rezo del Angelus como el del Rosario deben ser para todo cristiano y aun mas para las familias cristianas como un oasis espiritual en el curso de la jornada, para tomar valor y confianza (JUAN PABLO II, Angelus Otranto, 5-X-1980).

1693 [...] conservad celosamente ese tierno y confiado amor a la Virgen, que os caracteriza. No lo dejéis nunca enfriar; que no sea un amor abstracto, sino encarnado. Sed fieles a los ejercicios de piedad mariana tradicionales en la Iglesia: la oración del Angelus, el mes de María y, de modo muy especial, el rosario. Ojalá resurgiese la hermosa costumbre de rezar el rosario en familia (JUAN PABLO II, Hom. 12-X1980).

1694 Dedicamos, sin embargo, el sábado a la veneración de la Virgen gloriosa, que conservo en ese día la fe en la totalidad del misterio de Cristo mientras El estaba muerto (SANTO TOMÁS. Sobre los mandamientos, 1. c., p. 239).

1695 En nuestras relaciones con Nuestra Madre del Cielo hay también esas normas de piedad filial, que son el cauce de nuestro comportamiento habitual con Ella. Muchos cristianos hacen propia la costumbre antigua del escapulario; o han adquirido el habito de saludar –no hace falta la palabra, el pensamiento basta– las imágenes de María que hay en todo hogar cristiano o que adornan las calles de tantas ciudades; o viven esa oración maravillosa que es el santo rosario, en el que el alma no se cansa de decir siempre las mismas cosas, como no se cansan los enamorados cuando se quieren, y en el que se aprende a revivir los momentos centrales de la vida del Señor; o acostumbran dedicar a la Señora un día de la semana –precisamente este mismo en que estamos ahora reunidos: el sábado–, ofreciéndole alguna pequeña delicadeza y meditando mas especialmente en su maternidad (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa, 142).

1696 Hay muchas otras devociones marianas que no es necesario recordar aquí ahora. No tienen por que estar incorporadas todas a la vida de cada cristiano –crecer en vida sobrenatural es algo muy distinto del mero ir amontonando devociones–, pero debo afirmar al mismo tiempo que no posee la plenitud de la fe quien no vive alguna de ellas, quien no manifiesta de algún modo su amor a María
Los que consideran superadas las devociones a la Virgen Santísima, dan señales de que han perdido el hondo sentido cristiano que encierran, de que han olvidado la fuente de donde nacen: la fe en la voluntad salvadora de Dios Padre, el amor a Dios Hijo que se hizo realmente hombre y nació de una mujer, la confianza en Dios Espíritu Santo que nos santifica con su gracia (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa, 142).

Escapulario de Nuestra Señora del Carmen

1697 La devoción del escapulario del Carmen ha hecho descender sobre el mundo una copiosa lluvia de gracias espirituales y temporales (Pío XII, Aloc. 5-VIII-1950).

1698 En verdad no se trata de un asunto de poca importancia, sino de la consecución de la vida eterna en virtud de la promesa hecha, según la tradición, por la Santísima Virgen [...]. Es ciertamente el santo escapulario prenda y señal de protección de la Madre de Dios (Pío XII, Aloc. 1 1-11-1950).

1699 Lleva sobre tu pecho el santo escapulario del Carmen.-Pocas devociones –hay muchas y muy buenas devociones marianas– tienen tanto arraigo entre los fieles, y tantas bendiciones de los Pontífices.-Además, ¡es tan maternal ese privilegio sabatino! (J. ESCRVA DE BALAGUER, Camino, 500).

San José

(Ver SAN JOSE).

Primeros cristianos

(Ver también n. 4370-4401).

1700 Me parece tan bien tu devoción por los primeros cristianos, que haré lo posible por fomentarla, para que ejercites –como ellos–, cada día con más entusiasmo, ese Apostolado eficaz de discreción y de confidencia (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino, 971).

Almas del Purgatorio

1701 Las animas benditas del purgatorio.-Por caridad, por justicia, y por un egoísmo disculpable –¡pueden tanto delante de Dios!– tenlas muy en cuenta en tus sacrificios y en tu oración. Ojalá, cuando las nombres, puedas decir: " Mis buenas amigas las almas del purgatorio... " (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino, 571).

1702 Debemos ayudar a los que se hallan en el purgatorio. Demasiado insensible seria quien no auxiliara a un ser querido encarcelado en la tierra; mas insensible es el que no auxilia a un amigo que esta en el purgatorio, pues no hay comparación entre las penas de este mundo y las de allí (SANTO TOMÁS, Sobre el Credo, 5, 1. c., p. 73).

1703 Esta mi paciencia, unida a los méritos de la dolorosísima pasión del Señor [...], mitigara la pena que tenga que sufrir en el purgatorio y, gracias a la divina bondad, me conseguirá mas tarde un aumento de premio en el cielo (SANTO TOMÁS MORO, Carta escrita en la cárcel a su hija Margarita).

Agua bendita

1704 Me dices que –por que te recomiendo siempre, con tanto empeño, el uso diario del agua bendita.– Muchas razones te podría dar. Te bastara, de seguro, esta de la Santa de Avila: " De ninguna cosa huyen mas los demonios, para no tornar, que del agua bendita " (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino, 572).

1705 (Debemos) tomar agua bendita a fin de ahuyentar al demonio, y hacer la señal de la cruz, diciendo: " Dios mío, por esta agua bendita y por la preciosa sangre de Jesucristo vuestro Hijo, lavadme, purificadme de todos mis pecados ". Y estemos ciertos de que si lo practicamos con fe, mientras no estemos manchados por pecado mortal alguno, borraremos todos nuestros pecados veniales (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre el precepto 1.° del decálogo).

Procesiones

1706 ¡Dichoso pueblo cristiano! Ciudad de Sión, regocíjate, prorrumpe en la mas franca alegría, exclama el Señor por la boca de Isaías, ya que tu Dios mora en tu recinto (Is 12, 6). Lo que el profeta Isaías decía a su pueblo, puedo yo decírselo con mas exactitud. ¡Cristianos, regocijaos!, vuestro Dios va a comparecer entre vosotros. Este dulce Salvador va a visitar vuestras plazas, vuestras calles, vuestras moradas; en todas partes derramara las mas abundantes bendiciones. ¡Moradas felices aquellas delante de las cuales va a pasar! ¡Oh, felices caminos los que vais a estremeceros bajo tan santos y sagrados pasos! ¿Quien nos impedirá decir, al volver a discurrir por la misma vía: Por aquí ha pasado mi Dios, por esta senda ha seguido cuando derramaba sus saludables bendiciones en esta parroquia? (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre el Corpus Christi).

1707 ¿Que es lo que hace Jesucristo cuando le llevamos en procesión? Vedlo aquí. Viene a ser como un buen rey en medio de sus súbditos, como un padre bondadoso rodeado de sus hijos, como un buen Pastor visitando, sus rebaños. ¿En que debemos pensar cuando marchamos en pos de nuestro Dios? Mirad. Hemos de seguirle con la misma devoción y adhesión que los primeros fieles cuando moraba aquí en la tierra prodigando el bien a todo el mundo. Si, si acertamos a acompañarle con viva fe, tendremos la seguridad de alcanzar cuanto le pidamos (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre el Corpus Christi).

1708 El pueblo cristiano da un testimonio publico de fe y de piedad hacia este sacramento con las procesiones en que se lleva la Eucaristía por las calles con solemnidad y cantos, particularmente en la fiesta del Corpus Christi (PABLO VI, Instrucc. Eucharisticum Mysterium, 59).

Angel Custodio Ver. n. 278-307.

Santa Cruz (Ver CRUZ).