Antología de Textos

MILAGROS

1. En cierta ocasión, algunos fariseos y saduceos se acercaron a Jesús pidiéndole una nueva señal, un nuevo milagro. Y Jesús, que les ha dado ya sobradas pruebas, les dice que, de la misma manera que saben discernir si habrá tormenta o hará buen tiempo según está el cielo, deben aprender a conocer el misterio de Dios por las señales recibidas (cfr. Mt 16, 1-4). El Señor los deja estar, y dejándoles, se fue. No están dispuestos a creer y no creerán por muchas palabras que se les diga o señales que se les haga. A pesar del valor apologético que tienen los milagros, si no hay buenas disposiciones, hasta los mismos milagros pueden ser mal interpretados. La fe requiere buena voluntad. Sin esta, hasta las señales más evidentes pueden ser retorcidas y mal interpretadas. Dios no nos fuerza a creer ni siquiera con milagros.
Los tres años de la vida pública del Señor muestran que los milagros no son imprescindibles para creer, y tampoco llevan necesariamente a la fe. San Juan comenta la actitud de muchos judíos: El caso es que con haber hecho Jesús delante de ellos tantos milagros, no creían en Él (Jn 12, 37). La fe se apoya en la autoridad de Dios que nos ha revelado sus misterios, y que no puede engañarse ni engañarnos; el milagro es una ayuda a la razón para creer. Pero si no hay rectitud de vida y buenas disposiciones, la mente podrá ver oscuridad donde solamente existe luz; las señales indicadoras pueden caer entonces en el vacío.

2. Si estamos bien dispuestos, el Señor nos dará su luz y le veremos cercano en todo lo que nos rodea: en la naturaleza misma, en el dolor, en un aparente fracaso, en el trabajo... La historia personal de cada hombre está llena de señales de Dios. La fe (también el conocimiento de la propia vocación) la da el Señor cuando encuentra en el hombre una disposición humilde y llena de autenticidad que excluya cualquier prejuicio. Y, junto a estas disposiciones fundamentales, es necesario también saber escuchar, porque el lenguaje de Dios, aunque perfectamente inteligible, puede hacerse en ocasiones difícil de aceptar (porque no vaya de acuerdo con nuestros deseos o nuestros caprichos), o bien sus palabras o señales no sean las que deseábamos o esperábamos. A veces, el ambiente materialista que nos rodea puede también presentarnos falsas razones, contrarias al lenguaje con el que Dios se manifiesta. Se nos presentan entonces como dos idiomas distintos: el de Dios y el del mundo, con razones aparentemente más "humanas". Además, ¡es tan fácil aceptar la mentira cuando viene en ayuda de la comodidad, de la sensualidad, de la vanidad, de la pereza...!
Muchos fariseos no cambiaron, no se convirtieron al Mesías a pesar de tenerle tan cerca y de ser espectadores de muchos de sus milagros, por su falta de disposiciones: su orgullo no les dejó ver. Incluso llegaron a decir: expulsa a los demonios por arte del príncipe de los demonios (cfr. Mt 9, 34).

3. Hemos de estar atentos, porque el Señor pasa a nuestro lado con las suficientes señales para verle y nos da la suficiente ayuda para que le sigamos. Es necesario purificar el corazón para poder interpretar acertadamente los acontecimientos de nuestra vida, descubriendo a Dios en ellos.

Citas de la Sagrada Escritura

1. Finalidad de los milagros
El fin principal de los milagros de Nuestro Señor fue demostrar su misión divina y la verdad de su doctrina: Jn 14, 21; Jn 15, 24
Para probar que puede perdonar los pecados cura a un paralítico: Mt 9, 6; Mc 11, 10-11;Lc 5, 24
Realiza varias curaciones en día de sábado para probar que es dueño aun del sábado: Mt 12, 8-13
La liberación de los poseídos muestra que Nuestro Señor tiene poder de echar fuera al demonio, "príncipe de este mundo": Jn 7, 31
La multiplicación de los panes prepara la doctrina del Pan de Vida: Jn 12, 1-48
Resucita a los muertos porque El es la resurrección y la vida: Jn 11, 25
Todos los milagros, en fin, demuestran la compasión y la inmensa bondad de Nuestro Señor: Mt 15, 32; Mc 7, 34; Mc 8, 2
Nuestro Señor, en su bondad, cura hasta enfermos que no se lo piden: Lc 7, 13-15; Jn 5, 6
Así hace el milagro de las bodas de Caná, que no es, aparte de su significado místico, sino un acto de gran bondad: Jn 2, 3

2. Milagros operados sobre cosas, animales, plantas o elementos
Transformación en Caná del agua en vino: Jn 2, 1-11
Dos pescas milagrosas: Lc 5, 1-11; Jn 21, 1-13
La tempestad calmada: Mt 8, 23-27; Mc 14, 35-40; Lc 8, 22-25
El andar sobre las aguas: Mt 14, 25-31; Mc 6, 48; Jn 6, 19
La moneda encontrada en la boca del pez: Mt 17, 23-26
La higuera seca: Mt 21, 18-19; Mc 11, 12-14; 19-21
Las dos multiplicaciones de panes: Mt 14, 15-21; Mt 15, 32-39; Mc 6, 30-44; Mc 8, 1-10; Lc 11, 10-17; Jn 6, 1-13

3. Curaciones
Los Evangelistas hablan muchas veces de milagrosas curaciones obradas por Nuestro Señor: Mt 4, 23; Mt 8, 16-17; Mt 12, 15; Mt 15, 30-31; Mc 1, 32-34; Mc 3, 10-12; Lc 4, 40-41; Lc 5, 17; Lc 6, 18-19; Lc 9, 11
Los Evangelistas hablan particularmente de la curación de personas a un tiempo enfermas y poseídas: Mt 8, 28-34; Mt 9, 32-33; Mt 12, 22; Mt 17, 14-20; Mc 1, 23-37; Mc 5, 1-20; Mc 9, 13-28; Lc 8, 26-39; Lc 9, 37-44; Lc 11, 14
Ciegos: Mt 9, 27-31; Mt 20, 29-34; Mc 8, 22-26; Mc 10, 46-52; Lc 18, 35-43; Jn 9, 1-38
Leprosos: Mt 8, 2-4; Mc 1, 40-45; Lc 5, 12-15; Lc 18, 11-19
Paralíticos: Mt 9, 1-8; Mc 2, 1-12; Lc 5, 17-26; Jn 5, 1-14
Un hidrópico: Lc 14, 1-6
Una mujer que tenía flujo de sangre: Mt 9, 20-22; Mc 5, 25-34; Lc 8, 43-48
El hombre de la mano seca: Mt 12, 9-13; Mc 3, 1-5; Lc 6, 6-10
La mujer encorvada: Lc 13, 11-13
El herido: Lc 22, 40-51
Y otras enfermedades: Mt 8, 5-13; Mt 15, 21-28;Mc 1, 29-31;Mc 7, 24-30; Lc 4, 38-39; Lc 7, 1-10; Jn 4, 46-54
Ordinariamente Nuestro Señor curaba con una sola palabra: Mt 9, 6-7; Mc 5, 33-34
Otras veces empleaba ciertas acciones: Mt 7, 33; Jn 9, 6
O tocaba al enfermo: Mt 8, 3, Mt 15;9, 29; Mt 17, 7; Mt 20, 34;Mc 1, 41; Mc 7, 33; Lc 4, 40; Lc 5, 13
Otras veces hacía algunas recomendaciones: Lc 5, 14; Jn 9, 7
Curaciones obradas a distancia: Mt 8, 13; 15, 28; Jn 4, 46-54
Curaciones conseguidas por enfermos e inválidos que tocan a Nuestro Señor: Mt 9, 20-21; Mt 14, 36; Mc 3, 10; Mc 5, 27-34; Mc 6, 56; Lc 6, 19; Lc 8, 44-47
Nuestro Señor da a sus discípulos el poder de realizar curaciones sobrenaturales: Mt 10, 1; Mc 16, 18; Lc 9, 1; Lc 10, 9

4. Resurrecciones
Los Evangelistas no cuentan más que tres:
- la del hijo de la viuda de Naim: Lc 7, 11-17
- la de la hija de Jairo: Mt 9, 18-26; Mc 5, 22-33; Lc 8, 40-56
- La de Lázaro: Jn 11, 1-45
Es probable que Nuestro Señor hiciera muchas otras resurrecciones, según puede deducirse de las palabras que dirigió a los enviados de Juan Bautista: "Los muertos resucitan": Mt 11, 5; Lc 7, 22

5. Milagros obrados por causa de Nuestro Señor
Apariciones de Angeles, en diversas épocas de la vida de Nuestro Señor: Mt 1, 20; Mt 2, 13 y 19; Mt 28, 2-5; Mc 1, 13; Lc 1, 26-38; Lc 2, 9-10; 1315; Lc 22, 43; Lc 24, 23; Jn 20, 12
La estrella de los Magos: Mt 2, 2
La voz del Padre en el Bautismo de Nuestro Señor: Mt 3, 17; Mc 1, 11; Lc 3, 22
La transfiguración: Mt 17, 1-3; Mc 9, 1-16; Lc 9, 28-35
La voz de Dios Padre en el Templo: Jn 12, 28
Aparición del Espíritu Santo bajo la forma de una paloma: Mt 3, 16;Mc l, lO;Lc 3, 22;Jn 1, 32
Aparición de Elías y de Moisés: Mt 17, 3; Mc 9, 3; Lc 9, 30
Las tinieblas en la muerte de Nuestro Señor: Mt 27, 45; Mc 15, 33; Lc 23, 44-45
El velo del Templo que se rasga: Mt 27, 51; Mc 15, 38; Lc 23, 45
El temblor de tierra y las piedras que se parten: Mt 27, 51
La resurrección y la aparición de numerosos muertos: Mt 27, 52-53

Manifestación del poder de Dios

3476 Nadie tiene poder sobre la naturaleza sino Aquel que la hizo. Nadie puede obrar un milagro sino Dios. Si surgen milagros tenemos una prueba de que Dios está presente [...]. Es la llamada que El hace a nuestra atención. De esta manera nos recuerda que es el Creador. Sólo quien hizo puede deshacer. Quien construyó puede destruir. Quien dio a la Naturaleza sus leyes puede cambiarlas. (CARD. J. H. NEWMAN, Sermón para el Domingo IV después de Epifanía).

3477 Como el hombre se hace a todo y las cosas a que se acostumbra le producen menos o ninguna impresión, se reservó Dios en su misericordia realizar algunas cosas fuera del curso y orden acostumbrados de la naturaleza, a fin de que los hombres, ante quienes habían perdido valor los acontecimientos cotidianos, sintiesen admiración al ver, no cosas mayores, sino hechos más insólitos. Pues más admirable es, por ejemplo, el gobierno de todo el mundo que saciar con cinco panes el hambre de cinco mil hombres, aunque nadie admire lo primero y todos se maravillen de lo segundo, no por ser esto más estupendo, sino más raro (SAN AGUSTÍN, Trat. Evang. S. Juan, 24).

3478 ¿Por qué creéis en la resurrección de nuestra carne? Lo creéis porque nada hay demasiado difícil para Dios; porque por más maravillosa que pueda ser una cosa, El puede hacerla. ¿Por qué creéis que los santos oyen nuestras plegarias? Porque nada es demasiado difícil para el Señor.
Esto se aplica especialmente al gran milagro del altar. ¿Por qué creéis que el sacerdote transforma el pan en el Cuerpo de Cristo? Porque Dios es omnipotente y nada es demasiado difícil para El. Y aún más, sabéis también, como he dicho, que los milagros son los signos y señales de la presencia de Dios. Pues si El está presente en la Iglesia católica, es natural esperar que hará algunos milagros, y si no los hiciera estaríamos casi tentados de creer que había abandonado a su Iglesia (CARD. J. H. NEWMAN, Sermón para el Domingo 1 V después de Epifanía).

Ayudas a la fe

3479 Aunque el Señor realizó muchos milagros, no todos se escribieron. Como atestigua el mismo evangelista Juan, Cristo dijo e hizo innumerables cosas que no se escribieron (cfr. Jn 20, 30). Se eligieron para escribirse las que parecían bastar para la salvación de los creyentes (SAN AGUSTÍN, Trat. Evang. S. Juan, 49).

3480 Quien ahora quisiese preguntar a Dios o querer alguna visión o revelación, no sólo haría una necedad, sino que haría agravio a Dios no poniendo los ojos totalmente en Cristo, sin querer otra alguna cosa o novedad (SAN JUAN DE LA CRUZ, Subida del monte Carmelo, 1, 2, cap. 22, no. 3-4).

3481 Los milagros fueron precisos al principio para confirmar con ellos la fe. Pero, una vez que la fe de la Iglesia está confirmada, los milagros no son necesarios (SAN JERÓNIMO, Coment. Evang. S. Marcos).

También hoy se realizan milagros

3482 El cristiano sabe que Dios hace milagros: que los realizó hace siglos, que los continuó haciendo después y que los sigue haciendo ahora, porque non est abbreviata manas Domini (Is 59, 1), no ha disminuido el poder de Dios.
Pero los milagros son una manifestación de la omnipotencia salvadora de Dios, y no un expediente para resolver las consecuencias de la ineptitud o para facilitar nuestra comodidad (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa, 50).

3483 Hizo allí (en Nazareth) algunos milagros (Mc 6, 1 ss.) para que no pudieran excusarse del todo; pero hace todos los días mayores milagros en medio de los hombres, no tanto por la salud de los cuerpos como por la de las almas (SAN BEDA, en Catena Aurea, vol. IV, p. 138).

3484 Y si no vieren lo que ahora hay, no lo echen a los tiempos; que para hacer Dios grandes mercedes a quien de veras le sirve, siempre es tiempo (SANTA TERESA, Fundaciones, 4, 5).

3485 Este demonio, según San Mateo, no sólo era mudo, sino también ciego. Luego hizo tres milagros en un solo hombre: siendo ciego ve, siendo mudo habla, estando poseído por el demonio, queda libre. Esto se verifica todos los días en la conversión de los creyentes: primeramente, expulsando el demonio, ven la luz de la fe, y después se desatan en alabanzas al Señor aquellas bocas que antes eran mudas (SAN BEDA, en Catena Aurea, vol. VI, pp. 23-24).

3486 Si dijeras que nadie ha visto milagros, te respondo: Es sabido que el mundo entero daba culto a los ídolos y perseguía la fe de Cristo, según narran hasta los mismos historiadores paganos; pero ahora se han convertido a Cristo todos, sabios, nobles, ricos, poderosos y grandes, ante la predicación de unos sencillos, pobres y escasos predicadores de Cristo. O se ha realizado esto con milagros, o sin ellos. Si con milagros, ya tienes la respuesta. Si sin ellos, diré que no pudo darse milagro mayor que éste de que el mundo entero se convirtiese sin milagros. No necesitamos más (SANTO TOMÁS, Sobre el Credo, 1. c., p. 33).

3487 (Los judíos), queriendo imitar a Dios, no hacían nada en sábado, como si Dios en este día hubiera dejado de actuar en absoluto. Es verdad que en sábado descansó de la creación de nuevas criaturas, pero siempre y de forma continua actúa, conservándolas en el ser [...]. Dios es causa de todas las cosas en el sentido de que también las hace subsistir; porque si en un momento dado se interrumpiera su poder, al instante dejarían de existir todas las cosas que la naturaleza contiene (SANTO TOMÁS, Coment. Evang. S. Juan, 5, 16).

Nuestro milagro diario

3488 El milagro que os pide el Señor es la perseverancia en vuestra vocación cristiana y divina, la santificación del trabajo de cada día: el milagro de convertir la prosa diaria en endecasílabos, en verso heroico, por el amor que ponéis en vuestra ocupación habitual. Ahí os espera Dios, de tal manera que seáis almas con sentido de responsabilidad, con afán apostólico, con competencia profesional (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa, 50).