Antología de Textos
RESPETOS HUMANOS
1. Cuando se hubieron ido los mensajeros de Juan, comenzó Jesús a decir a la muchedumbre acerca de él: ¡Qué habéis salido a ver al desierto? ¡Una caña agitada por el viento? ¡Qué salisteis a ver? Un hombre vestido con molicie? Los que visten suntuosamente y viven con regalo están en los palacios de los reyes. ¡Qué salisteis, pues, a ver? ¡Un profeta? Sí, yo os digo, y más que profeta. Este es aquel de quien está escrito: "He aquí que yo envío delante de tu faz a mi mensajero, que preparará tu camino delante de ti" (Lc 7, 24-27). Juan había dedicado toda su vida al cumplimiento de su misión con valentía y fortaleza. El Señor alaba esta firmeza, y dice de él que no es una caña que se mueve con cualquier viento, "porque ni le ablandaba favor alguno -comenta San Gregorio Magno- ni le hacía daño ninguna difamación; lo próspero no le envanecía ni era abatido por la adversidad; no era, pues, Juan una caña movida por el viento; nada le desviaba de la rectitud de su vocación" (Hom. 6).
Y apenas Cristo comienza a ser conocido, Juan se oculta voluntariamente, pone a sus discípulos en seguimiento de Jesús y termina su vida en el silencio y abandono de una cárcel: ha cumplido su misión, ha hecho aquello para lo que Dios le había escogido.
Es un ejemplo para nuestra vida. Hemos de imitarle en el cumplimiento de nuestra vocación, para que no haya lugar a desánimos, a inconstancias, "para que jamás nos movamos por el cambio de las cosas pasajeras" (ibídem) y vayamos derechamente al cumplimiento de la Voluntad de Dios. Juan el Bautista es un extraordinario ejemplo de cómo ha de actuar el cristiano en el mundo, sin respetos humanos, sin temor al qué dirán: con la preocupación de dar a conocer a Cristo. principalmente con sus obras, en cualquier situación en la que se encuentre.
2. El cristiano debe rechazar el miedo de parecer chocante si, por vivir como discípulo de Cristo, su conducta es mal interpretada o claramente rechazada. Quien ocultara su personalidad cristiana en medio de un ambiente de costumbres paganas, se doblegaría al respeto humano, y sería merecedor de aquellas palabras de Jesús: Quien me niegue ante los hombres, }ó también le negaré ante mi Padre que está en los cielos (Mt 10, 32).
A veces, en la vida de familia, entre amigos, en el trabajo, no será fácil tomar una postura coherente con la fe. Una cosa es cierta: del buen ejemplo no nos arrepentiremos nunca. En situaciones difíciles, el cristiano no debe preguntar qué es lo más oportuno, aquello que será bien acogido y aceptado (a veces premiado) por quienes le rodean, sino qué es lo mejor. Lo mejor con la mayor oportunidad posible.
3. El dejarse llevar por el respeto humano es propio de personas con una formación superficial, sin criterios claros, débiles de carácter, sin convicciones profundas. En ocasiones, los respetos humanos son también consecuencia de valorar más la opinión de los demás que el juicio de Dios. En otras, el respeto humano está respaldado por la comodidad de no llevarse un pequeño mal rato (seguir la corriente), el miedo a poner en peligro un cargo público, por ejemplo, o el deseo de no distinguirse de los demás. El cristiano no debe olvidar que ha de ser como los demás buenos cristianos. Y ser cristiano es también estar comprometido con Jesucristo y sus enseñanzas.
4. Juan el Bautista nos enseña con su vida a no tener respetos humanos, a no tener miedo a la opinión pública, a dar la vida, si fuera necesario, por mantener, también en público, nuestras convicciones religiosas.
Los fariseos cayeron en la tentación de vivir de cara a los hombres y no de cara a Dios; cuidaban con suma atención lo aparente, lo que podían ver los demás, y descuidaron lo profundo, que Dios también veía: esta ha sido también la tentación en la que han caído muchos hombres y en la que podemos caer nosotros.
Sin embargo, la mirada y el juicio de los hombres es superficial y pasa, y Dios mira lo verdadero y su juicio dura en la eternidad. Hemos de actuar teniendo presente que todas nuestras obras tienen "un sentido de eternidad" y que, alguna vez, no serán entendidas por quienes nos rodean o serán mal interpretadas.
Capítulo único
4592 ¡Oh, maldito respeto humano, qué de almas arrastra al infierno! (SANTO CURA DE ARS, Sobre el respeto humano).
4593 ¿Sabéis cuál es la primera tentación que el demonio presenta a una persona que ha comenzado a servir mejor a Dios? Es el respeto humano. (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre las tentaciones).
4594 Convéncete de que el ridículo no existe para quien hace lo mejor. (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino, 392).
4595 Ríete del ridículo. -Desprecia el qué dirán. Ve y siente a Dios en ti mismo y en lo que te rodea. -Así acabarás por conseguir la santa desvergüenza que precisas, ¡oh paradoja! para vivir con delicadeza de caballero cristiano. (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino, 390).
4596 No eres más santo cuando te alaban, ni más vil si te desprecian. Lo que eres, eso eres: ni se puede decir más de ti de lo que Dios sabe que eres. Si miras lo que eres dentro de ti, no tendrás cuidado de lo que de fuera hablan de ti. El hombre ve lo de fuera; Dios el corazón (1S 16, 7). El hombre considera las obras, y Dios pesa las intenciones.(Imitación de Cristo, 2, 6.3).
4597 Tenéis el sacramento de la Confirmación, por el cual quedáis convertidos en otros tantos soldados de Jesucristo, que valerosamente sientan plaza bajo el estandarte de la cruz, que jamás deben ruborizarse de las humillaciones y oprobios de su Maestro, que en toda ocasión deben dar testimonio de la verdad del Evangelio. Y no obstante, ¿quién lo dijera?, se hallan entre vosotros yo no sé cuántos cristianos que por respeto humano no son capaces de hacer públicamente sus actos de piedad; que quizás no se atreverían a tener un crucifijo en su cuarto o una pila de agua bendita a la cabecera de su cama; que se avergonzarían de hacer la señal de la cruz antes y después de la comida, o se esconden para hacerla. ¿Veis, por consiguiente, cuán lejos estáis de vivir conforme vuestra religión os exige? (SANTO CURA DE ARS, Sobre el misterio).
4598 ¡Oh, Señor mío, que si de veras lo conociésemos no se nos daría nada de nada, porque dais mucho a los que se quieren fiar de Vos! (SANTA TERESA, C. de perfección, 29, 3).
4599 Aquel que después de ser menospreciado deja de hacer el bien que hacia, da a entender que actúa por el aplauso de los hombres; pero si en cualquier circunstancia hacemos el bien a los demás, tendremos una grandísima recompensa. (S. JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, vol. II, p. 43).
4600 Piensa lo que te plazca de Agustín, con tal de que la conciencia no me acuse delante de Dios. (S. AGUSTÍN, Contra Secundino, 1).