Antología de Textos

RESPETO A LA PERSONA

1. Prácticamente todos los hombres están de acuerdo en considerar los bienes de la tierra en función y en servicio del hombre, centro y cima de tales bienes. Pero no todos piensan lo mismo sobre el ser del hombre. El cristiano conoce por la Revelación la naturaleza y la vocación del hombre como ser creado "a imagen de Dios", expresión que distingue al hombre de los demás seres creados y que le coloca en una situación de superioridad y de dominio. Ser "imagen de Dios" es una propiedad exclusiva del hombre; consiste en la participación de este en la realeza divina, pues por Dios ha sido constituido señor de la entera creación visible para gobernarla y usarla glorificando a Dios (cfr. CONC. VAT. II, Const. Gaudium et spes, 12).
2. Forma parte de la constitución del hombre la igualdad entre los mismos; pero se trata de una igualdad que no va en contra de la individualidad de la persona humana, que los hace distintos entre sí. Esta igualdad "consiste" en que, "habiéndoles a todos cabido en suerte la misma naturaleza y, juntamente, en que, habiéndose señalado a todos un solo y mismo fin, todos han de ser juzgados por la misma ley, para conseguir, según sus merecimientos, el castigo o la recompensa" (LEÓN XII, Quod Apostolici Muneris). La persona, pues, toda persona, exige el máximo respeto desde el momento mismo de su concepción, sean cuales fueren sus cualidades físicas o morales.
La igualdad esencial del género humano se basa en su origen común en Dios: Uno el Dios y Padre de todos, el cual está sobre todos y por todos y en todos nosotros (Ef 4, 6); en la igualdad de naturaleza; en que todos tenemos un mismo fin inmediato y una misión que cumplir en el mundo; en que todos vivimos en la misma tierra, con cuyos bienes todos los hombres debemos sustentarnos y desarrollar nuestra vida; en la igualdad del fin sobrenatural, al que todos debemos atender, y que es el mismo Dios; en la igualdad de medios de que todos disponemos para conseguir este fin; por último, en que todos hemos sido redimidos por Cristo, único mediador entre Dios y los hombres (1Tm 2, 5).
Pero esta igualdad no es identidad. Junto a la igualdad encontramos diferencias entre los diversos hombres, que tienen su origen en el carácter individual de la persona humana. "La igualdad fundamental entre todos los hombres exige un reconocimiento cada vez mayor. Porque todos ellos, dotados de alma racional y creados a imagen de Dios, tienen la misma naturaleza y el mismo origen. Y porque, redimidos por Cristo, disfrutan de la misma vocación y de idéntico destino. Pero es evidente que no todos los hombres son iguales en lo que toca a la capacidad física y a las cualidades intelectuales y morales" (CONC. VAT. II, Const. Gaudium et spes, 29).
3. De esta doctrina surge una consecuencia importante: si alguien origina una discriminación en el trato, basándose en las diferencias individuales, va en contra de la voluntad de Dios, pues, "aunque existen desigualdades justas entre los hombres, la igual dignidad de la persona exige que se llegue a una situación social más humana y más justa. Resulta escandaloso el hecho de las excesivas desigualdades económicas y sociales que se dan entre los miembros o los pueblos de una misma familia humana. Son contrarias a la justicia social, a la equidad, a la dignidad de la persona humana y a la paz social e internacional (Ibid.).

Capítulo único

4581 No hay criatura tan baja ni pequeña que no represente la bondad de Dios. (Imitación de Cristo, 2, 4, 2).

4581b La imagen divina está presente en todo hombre. Resplandece en la comunión de las personas a semejanza de la unidad de las personas divinas entre sí (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1702).

4582 Los que realizan la encuesta no pueden creer, porque no quieren creer. Llamaron otra vez al que habla sido ciego y le dijeron: ...nosotros sabemos que ese hombre –Jesucristo– es un pecador (Jn 9, 24).
Con pocas palabras, el relato de San Juan ejemplifica aquí un modelo de atentado tremendo contra el derecho básico, que por naturaleza a todos corresponde, de ser tratados con respeto. (J. ESCIRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa, 69).

4583 Frente a los negociadores de la sospecha, que dan la impresión de organizar una trata de la intimidad, es preciso defender la dignidad de cada persona, su derecho al silencio. En esta defensa suelen coincidir todos los hombres honrados, sean o no cristianos, porque se ventila un valor común: la legitima decisión a ser uno mismo, a no exhibirse, a conservar en justa y pudorosa reserva sus alegrías, sus penas y dolores de familia; y, sobre todo, a hacer el bien sin espectáculo, a ayudar por puro amor a los necesitados, sin obligación de publicar esas tareas en servicio de los demás y, mucho menos, de poner al descubierto la intimidad de su alma ante la mirada indiscreta y oblicua de gentes que nada alcanzan ni desean alcanzar de vida interior, si no es para mofarse impíamente (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa, 69).

4584 Esos derechos sólo serán realmente reconocidos si se reconoce la dimensión transcendente del hombre, creado a imagen y semejanza de Dios, llamado a ser su hijo y hermano de los otros hombres, destinado a una vida eterna. Negar esa transcendencia es reducir el hombre a instrumento de dominio, cuya suerte está sujeta al egoísmo y a la ambición de otros hombres, o a la omnipotencia del Estado totalitario, erigido en valor supremo. (JUAN PABLO II, Hom. 1-VII-1980).

4585 [...] si el hombre tiene derechos irrevocables, es porque ha sido creado como persona por una disposición divina, esto es, por una disposición que se encuentra fuera de toda disensión humana. Si hay algo, en última instancia, que pertenezca irrevocablemente al hombre, es porque éste es criatura. (J. PIEPER Las virtudes fundamentales, p. 96).

4586 El problema consiste en obrar con el debido respeto a la persona y a sus seres próximos, ya se trate de donantes de órganos o bien de beneficiarios, y no transformar nunca al hombre en objeto de experimento. Hay que tener respeto a su cuerpo y también a su alma. (JUAN PABLO I, Aloc. 6-lX-1978).

4587 El amor reviste de gran dignidad al hombre. (SANTO TOMÁS, Sobre la caridad, l.c., p. 207).

4588 Hombre, ¿por qué te consideras tan vil, tú que tanto vales a los ojos de Dios? ¿Por qué te deshonras de tal modo, tú que has sido tan honrado por Dios? ¿Por qué te preguntas tanto de dónde has sido hecho, y no te preocupas de para qué has sido hecho? ¿Por ventura todo este mundo que ves con tus ojos no ha sido hecho precisamente para que sea tu morada? (S. PEDRO CRISOLOGO Sermón 148).

4588b Las relaciones en el seno de la familia entrañan una afinidad de sentimientos, afectos e intereses que provienen sobre todo del mutuo respeto de las personas. La familia es una comunidad privilegiada llamada a realizar un propósito común de los esposos y una cooperación diligente de los padres en la educación de los hijos (cfr. GS 52) (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2206).

4589 Si entre los que te rodean hay alguno que te parece despreciable, obrarás sabia y prudentemente si, en vez de publicar y censurar sus defectos, te fijas en las buenas cualidades naturales y sobrenaturales de que Dios le ha dotado, y que le hacen digno de respeto y honor. (J. Pecci –León XIII– Práctica de la humildad, 37).

4590 Todo ser humano posee una dignidad que, aunque la persona exista siempre en un contexto social e histórico concreto, jamás podrá ser disminuida, herida o destruida, sino que, por el contrario, deberá ser respetada y protegida si verdaderamente se quiere contribuir a la paz. (JUAN PABLO II, Discurso en la XXXIV Asamblea general de la ONU, 22-X-1979).

4591 Jesús en la Cruz, con el corazón traspasado de Amor por los hombres, es una respuesta elocuente –sobran las palabras– a la pregunta por el valor de las cosas y de las personas. Valen tanto los hombres, su vida y su felicidad, que el mismo Hijo de Dios se entrega para redimirlos, para limpiarlos, para elevarlos. (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa, 165).