4783 [...], después se ha dado a entender no convenían, que eran supersticiosas. Y tomé por abogado y señor al glorioso San José y encomendéme mucho a él. Vi claro que así de esta necesidad como de otras mayores de honra y pérdida de alma este padre y señor mío me sacó con más bien que yo le sabía pedir. No me acuerdo hasta ahora haberle suplicado cosa que la haya dejado de hacer. Es cosa que espanta las grandes mercedes que me ha hecho Dios por medio de este bienaventurado Santo, de los peligros que me ha librado, así de cuerpo como de alma; que a otros santos parece les dio el Señor gracia para socorrer en una necesidad, a este glorioso Santo tengo experiencia que socorre en todas y que quiere el Señor darnos a entender que así como le fue sujeto en la tierra que como tenía el nombre de padre, siendo ayo, le podía mandar, así en el cielo hace cuanto le pide. (Santa Teresa, Libro de su vida).
4784 el estudio decid en vuestro corazón: Sancte Joseph, ora pro me; ayudadme a Ocupar bien el tiempo de estudio y de clase. Si os viene alguna tentación: Sancte Joseph, ora pro me. Al levantaros por la mañana: Jesús, José y María, os doy el corazón y el alma mía. Al acostaros: Jesús, José y María, asistidme en mi última agonía.
No olvidéis que es el protector de todos los trabajadores y que lo es también de los jóvenes que estudian; porque el estudio es trabajo. (S. JUAN BOSCO, Charlas).
4785 Cuando Jesús tenía doce años, se queda en Jerusalén. Sus padres, que lo ignoraban, lo buscan con solicitud y no lo encuentran. Lo buscan entre sus amistades, lo buscan en la caravana, lo buscan entre los conocidos, y entre todos estos no lo encuentran [...] Aprende dónde lo encontraron los que le buscaban, y tú, buscándolo con José y María, lo encontrarás (ORIGENES, Homilía 18).
4786 José es el tipo (imagen) de Cristo, que fue destinado para guardar la santa Iglesia sin mancha ni arruga. (S. ISIDORO DE SEVILLA, Algunas alegorías de la Escritura, 138).
4787 Fue elegido por el Padre Eterno como fiel cuidador y guardián de sus más preciados tesoros, a saber, de su Hijo y de su esposa; cargo que él cumplió con absoluta fidelidad. (S. BERNARDINO DE SIENA, Sermón 7).
4788 Aquel José vendido por la envidia de sus hermanos y llevado a Egipto, prefiguró la venta de Cristo; este José, huyendo de la envidia de Herodes, llevó a Cristo a la tierra de Egipto. Aquél, guardando lealtad a su Señor, no quiso consentir al mal intento de su señora; éste, reconociendo virgen a su Señora, Madre de su Señor, la guardó fidelísimamente, conservándose él mismo en toda castidad. A aquél le fue dada la inteligencia de los misterios de los sueños; éste mereció ser sabedor y participante de los misterios soberanos. Aquél reservó el trigo no para sí, sino para el pueblo; éste recibió el pan vivo del cielo para guardarle para si y para todo el mundo. Sin duda, este José con quien se desposó la Madre del Salvador fue hombre bueno y fiel. Siervo fiel y prudente a quien constituyó Dios consuelo de su Madre, proveedor del sustento de su cuerpo. (S. BERNARDO, Hom. sobre la Virgen Madre, 2).
4789 [...] Dios, amador de los hombres, mezcla trabajos y dulzuras, estilo que El sigue con todos sus santos. Ni los peligros ni los consuelos nos los da continuos, sino que de unos y otros va El entretejiendo la vida de los justos. Tal hizo José. (S. JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 8).
4790 Para San José, la vida de Jesús fue un continuo descubrimiento de la propia vocación. (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER Es Cristo que pasa, 54).
4790b Si la Familia de Nazaret en el orden de la salvación y de la santidad es ejemplo y modelo para las familias humanas, lo es también análogamente el trabajo de Jesús al lado de José, el carpintero. (...). El trabajo humano y, en particular, el trabajo manual tienen en el Evangelio un significado especial. Junto con la humanidad del Hijo de Dios, el trabajo ha formado parte del misterio de la Encarnación, y también ha sido redimido de modo particular. Gracias a su banco de trabajo sobre el que ejercía su profesión con Jesús, José acercó el trabajo humano al misterio de la Redención (JUAN PABLO II, Enc. Redemptoris custos, 15-VIII-1989, n. 22).
4791 Quien no hallare maestro que le enseñe oración, tome este glorioso Santo (S. José) por maestro y no errará en el camino (SANTA TERESA, Vida, 6, 3).
4792 Si queréis un consejo que repito incansablemente desde hace muchos años, Ite ad Joseph (Gn 41, 55), acudid a San José: él os enseñará caminos concretos y modos humanos y divinos de acercarnos a Jesús [...]. Tratándole se descubre que el Santo Patriarca es, además, Maestro de vida interior: porque nos enseña a conocer a Jesús, a convivir con Él, a sabernos parte de la familia de Dios. San José nos da esas lecciones siendo, como fue, un hombre corriente, un padre de familia, un trabajador que se ganaba la vida con el esfuerzo de sus manos. (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER. Es Cristo que pasa, 38-39).
4793 José no se escandalizó ni dijo: eso parece un enigma. Tú mismo hacías saber no ha mucho que El salvaría a su pueblo, y ahora no es capaz ni de salvarse a sí mismo, sino que tenemos necesidad de huir, de emprender un viaje y sufrir un largo desplazamiento: eso es contrario a tu promesa. José no discurre de este modo, porque es un varón fiel. Tampoco pregunta por el tiempo de la vuelta, a pesar de que el Angel lo había dejado indeterminado, puesto que le había dicho: está allí hasta que yo te diga. (S. JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 8).
4794 José era efectivamente un hombre corriente, en el que Dios confió para obrar cosas grandes. Supo Vivir, tal y como el Señor quería, todos y cada uno de los acontecimientos que compusieron su vida. (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa, 4).
4795 E todo esto facía con muy gran alegría pensando a quien servía, e que Dios le había elegido para tan alto servicio entre todos los hombres de la Tierra [...] El era arca de toda virtud e perfección. (F. DE EXIMENIS, Vita Christi, 1496).
4796 José quiso despedir a María no para unirse a otra mujer ni por sospechar en ella alguna falta, sino por reverencia, lleno de un santo temor de vivir al lado de una tan grande santidad. Y, casado con María, por el testimonio de José se comprobó el nacimiento virginal de Cristo. (SANTO TOMÁS, In IV Sent. dist. 30, a. 2 ad 5; S.Th. III, q. 29, a. 1).
4797 De las narraciones evangélicas se desprende la gran personalidad humana de José: en ningún momento se nos aparece como un hombre apocado o asustado ante la vida; al contrario, sabe enfrentarse con los problemas, salir adelante en las situaciones difíciles, asumir con responsabilidad e iniciativa las tareas que se le encomiendan. (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa, 40).
4798 Es hombre de trabajo. El Evangelio no ha conservado ninguna palabra suya. En cambio, ha descrito sus acciones: acciones sencillas, cotidianas, que tienen a la vez el significado límpido para la realización de la promesa divina en la historia del hombre; obras llenas de la profundidad espiritual y de la sencillez madura. (JUAN PABLO II, Aud. gen. 19-III-1980).
4799 En Nazaret, José sería uno de los pocos artesanos, si es que no era el único. Carpintero, posiblemente. Pero, como suele suceder en los pueblos pequeños, también sería capaz de hacer otras cosas: poner de nuevo en marcha el molino, que no funcionaba, o arreglar antes del invierno las grietas de un techo. José sacaba de apuros a muchos, sin duda, con un trabajo bien acabado. Era su labor profesional una ocupación orientada hacia el servicio, para hacer agradable la vida a las demás familias de la aldea, y acompañada de una sonrisa, de una palabra amable, de un comentario dicho como de pasada, pero que devuelve la fe y la alegría a quien está a punto de perderlas
A veces, cuando se tratara de personas más pobres que él, José trabajaría aceptando algo de poco valor, que dejara a la otra persona con la satisfacción de pensar que había pagado. Normalmente José cobraría lo que fuera razonable, ni más ni menos. Sabría exigir lo que, en justicia, le era debido, ya que la fidelidad a Dios no puede suponer la renuncia a derechos que en realidad son deberes: San José tenía que exigir lo justo, porque con la recompensa de ese trabajo debía sostener a la Familia que Dios le había encomendado. (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER. Es Cristo que pasa, 51-52).
4800 Aunque no hubiera otra razón para alabar a San José, habría que hacerlo, me parece, por el solo deseo de agradar a María. No se puede dudar que ella tiene gran parte en los honores que se rinden a San José y que con ello se encuentra honrada. Además de reconocerle por su verdadero esposo, y de haber tenido para él todos los sentimientos que una mujer honesta tiene para aquel con quien Dios la ha ligado tan estrechamente, el uso que él hizo de su autoridad sobre ella, el respeto que tuvo con su pureza virginal le inspiró una gratuidad igual al amor que ella tenía por esta virtud y, consiguientemente, un gran celo por la gloría de San José [...]. (BEATO CLAUDIO DE LA COLOMBIERE, Panegírico de san José, Exordio. Texto recogido por Mons. Villelet, Les plus beaux textes sur saint Joseph, La Colombe, Ed. du Vieux Colombier, París 1959, Pp. 113-115).
4801 ¿Queréis, amados hijos, ganar de nuevo a los hombres Para Cristo y para la Iglesia?-Para Cristo: ningún hombre ha estado tan cercano al Redentor por lazos domésticos, por relaciones cotidianas, por espiritual armonía y por la vida divina de la gracia, como José, de la estirpe de David, pero también humilde obrero manual.-Para la Iglesia El es el Patrono de la Iglesia universal. (Pío XII, Aloc. 7-IX-1947).
4802 Si toda la Iglesia está en deuda con la Virgen María, ya que por medio de ella recibió a Cristo, de modo semejante le debe a San José, después de ella, una especial gratitud y reverencia. (S. BERNARDO DE SIENA Sermón 2).
4803 Hemos de suponer, sin duda alguna, que aquella misma familiaridad, respeto y altísima dignidad que Cristo tributó a José mientras vivía aquí en la tierra, como un hijo con su padre, no se la ha negado en el cielo; al contrario, la ha colmado y consumado. (S. BERNARDINO DE SIENA Sermón 2).